Un musical que nos hace bailar en “la palma de sus manos”
¿Alguien duda del poder de la música? No lo creo. La música
entra en nosotros saltándose nuestra racionalidad, se estaciona cómodamente en
nuestras emociones y se hace dueña de ellas. Desde ahí, nos hace reír o llorar,
gozar o sufrir, recordar o querer desesperadamente olvidar. En conclusión, la
música nos ataca directo en el corazón.
Entonces, espero que tomen lo antes dicho como una
advertencia pues eso es lo que les ocurrirá cuando vean “Zapping. 3 musicales
en 1”, la nueva obra de Vodevil Producciones: Pasarán dos horas siendo
sacudidos por sus emociones y esto no es broma.
Y es que si bien los musicales que conforman Zapping,
(Acepto, Ensueño y Japan) son diferentes entre sí, tienen algo en común que
aflora y nos atrapa rápidamente y es la comunión entre los textos y las
canciones, comunión que se afianza en dos puntos clave: pasión y mucha verdad.
El musical que abre Zapping, Acepto, de Sebastian Abad y
Federico Abrill, nos hace preguntarnos por qué seguimos creyendo que una forma
de amar vale más que otra y por qué aún consideramos válida la mentira como
camino a la felicidad. ¿Hasta cuándo seguiremos esperando “que cambie el 70%
que odia una forma de ser”? En serio, ¿hasta cuándo?
Ensueño, de Mario Mendoza (excelente en su trabajo de
director de Zapping) y Antonio Gervasoni, es una obra que a primera vista solo
tiene sentido si se le ve como parte de un sueño, como una preciosa aventura
surrealista. Y quizás sea mejor para el público seguir creyendo que es así,
incluso cuando sepa que la verdad es otra. Al final, lo que pasa en un sueño
siempre duele menos.
Japan, de José Miguel Ríos, Ivana Pedreschi y Mario Mendoza,
es el musical que cierra Zapping y es una oda a la inocencia en donde los personajes
se encuentran en la difícil etapa en que los niños empiezan a crecer y la
amistad empieza a dar paso al amor. Creo que Japan es el cierre perfecto pues
nos permite, además de recordar la belleza de la inocencia infantil, irnos del
teatro con una gran sonrisa.
No puedo terminar sin dejar de resaltar el trabajo de los
actores: Gabriel Gil, Natalia Salas y Martín Velásquez, pues su trabajo está
muy bien logrado y son capaces de convencernos, con cada uno de sus papeles, de
que la amistad es para siempre, de que a pesar de las situaciones que
afrontemos siempre habrá un amanecer y de que los artistas nunca mueren.
Les recomiendo que no se queden sin conocer lo que estos
talentosos peruanos tienen para nosotros. Emociónense con las canciones, abracen a los personajes y por encima de todo
sean parte de este grupo de locos que confían y creen que ya es hora que el
Perú tenga sus propios musicales. Lo más probable es que la historia del teatro
peruano algún día se los agradezca.
Daniel Fernández
26 de septiembre de 2016
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