El escritor y sus lugares comunes
Partir de una idea trillada o anacrónica para llevar a cabo un estreno
teatral que tenga algo nuevo que ofrecer constituye indudablemente un gran
riesgo. Ese es el reto asumido por la joven e interesante directora Jimena Del
Sante, de quien vimos dos interesantes propuestas escénicas en el pasado: Pedro y el capitán (2011) y La mueca (2012). Estrenada en el ICPNA de Miraflores, la
obra Todos mis miedos se centra en un escritor en sus cuarentas en medio de una
“conveniente” crisis creativa: no solo tiene que debatirse entre su neurótica
ex-esposa en permanente crisis y una de sus guapas alumnas, sino que también
aparece el alter ego de su producción literaria para hacerle compañía durante
esta etapa de sequía literaria. A pesar de lo estereotipada que puede resultar
la trama, su resolución escénica sí que nos depara algunas sorpresas.
Escrita por los argentinos Nahuel Cano y Esteban Bieda, Todos
mis miedos fue ganadora de la Bienal Arte Joven Buenos Aires 2013. Y si
bien la pieza indudablemente entretiene, no ofrece realmente nada novedoso. Los
miedos del escritor frente a la hoja en blanco, así como la presencia de uno de sus
personajes interactuando en su vida diaria y un triángulo amoroso, son tópicos
ya vistos hasta la saciedad. Sin
embargo, Del Sante sí consigue darle brío y orden a la puesta en escena, con estos
cuatro personajes deambulando dentro de un reducido espacio, delimitado por
rumas interminables de libros y en medio de ellas, una máquina de escribir. Es este último
elemento quizás el que delate al presente montaje, aparentemente inubicable en
el estreno argentino: ¿Quién escribe actualmente con una máquina de escribir?
¿Acaso no será este el detalle trillado y anacrónico que simboliza en gran
medida al presente espectáculo?
Las actuaciones, por otra parte, resultan irregulares: Sergio Paris (fundador
de Ketó Escuela) asume el rol protagónico de manera correcta, cayendo por
momentos en el eterno estereotipo del escritor en crisis; pero acaso sea Jorge
Armas el que tiene el reto más complicado, pues a pesar de sus esfuerzos no
logra engranar fluidamente su personaje en
la puesta, especialmente en la relación con su creador. Por su parte, Mayella
Lloclla sí consigue darle inicialmente cierto toque de ingenuidad a la alumna
que representa, para luego revelarse como una mujer de carácter. Pero quien
sorprende gratamente es Fiorella Rodríguez como la ex, explosiva y contenida en
los momentos precisos. Todos mis miedos cae irremediablemente en los esperables
lugares comunes, pero se deja ver gracias a la destreza de su joven y
arriesgada directora, que se las ingenia para siempre inyectarle dignidad a sus
montajes.
Sergio Velarde
20 de septiembre de 2016
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