jueves, 8 de diciembre de 2011

Crítica: YERMA... MUJER QUE NO SE HABITA

Personalísima lectura de Lorca

Junto con La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre, Yerma completa la “trilogía” del dramaturgo español Federico García Lorca. Acaso el factor común de las tres obras en mención, sea la represión de los sentimientos más profundos del ser humano: en La casa de Bernarda Alba, las hijas viven en el luto más absoluto, imposibilitadas de amar y ser amadas; en Bodas de Sangre, la Novia busca el amor en los brazos del hombre prohibido, desencadenándose la tragedia; y en Yerma, la protagonista anhela de todo corazón ser madre ante la negativa de su esposo, mientras duda de su verdadero amor. Actualmente se viene presentando en la AAA, la puesta en escena de Yerma... mujer que no se habita, una personalísima revisión del clásico lorquiano, adaptada por María Laura Vélez y dirigida por Ximena Arroyo, y que mantiene esta aguda crítica hacia las sociedades represoras.

Yerma (interpretada por turnos por Vélez, Yvonne Ydrogo y Marietta Tonsmann) es una mujer que piensa que su única misión en la vida es ser madre, y su obsesión aumenta cuando ve que todas las mujeres que conoce ya lo son. Influyen también la negativa de su esposo Juan y el secreto amor que siente por Víctor (ambos bien interpretados por Manuel Calderón). La obra, que incluye marionetas, danza, música y poesía peruana, se sirve de la dramaturgia para crear un universo propio, y es definida con justicia como una intervención a la obra original. Acaso el hecho de no abordar la muerte del esposo como punto final a la historia de Yerma pueda resultar polémico; sin embargo, la puesta en escena cierra dignamente con la protagonista en estado de represión, como lo están aún muchas mujeres en pleno siglo XXI, y llena de ausencias, como la del hombre que ama y la del hijo que nunca llega.

La adaptación e intervención de la Yerma original de García Lorca, en co-producción de la Asociación de Artistas Aficionados y el Proyecto de Mariposa – ecléctica del arte- es coherente al retratar a la mujer como víctima de la sociedad represora y disfuncional, incapaz de descubrir y disfrutar de su propia esencia. La primera escena merece una revisión en cuanto a su ejecución escénica. Contar con tres actrices turnándose para interpretar a Yerma fue una de decisión arriesgada, ya que debían mantener un registro parejo. Ydrogo y Tonsmann demuestran gran soltura escénica, pero es María Laura Vélez quien consigue las mejores escenas, ya sea como Yerma (especialmente, en su coqueteo con Víctor) o como una de las Lavanderas. Las cuñadas de Yerma, interpretadas por marionetas, resultan brillantes. Yerma... mujer que no se habita es un interesante y estilizado montaje, lleno de sugerentes imágenes y cumple con mantener el espíritu lorquiano, a pesar de su personalísima lectura.

Sergio Velarde
08 de diciembre de 2011

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