domingo, 25 de septiembre de 2022

Crítica: MUERDE


La importancia de encontrar una (nuestra) voz

El Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CCPUCP), con apoyo de la Fundación BBVA, está presentando la obra Muerde, un monólogo interpretado por Alfonso Dibós, escrito y dirigido por Franciso Lumerman. La obra está basada en un hecho real que tuvo lugar en Argentina (tierra natal del dramaturgo): transeúntes golpearon y mataron a un menor de edad por robar un celular. Es así como la obra propone una reflexión sobre la exposición constante que las personas pueden pasar en situaciones de peligro, injusticia y riesgo. Todo este manifiesto es encarnado en René, una persona marginada por la sociedad. Al estar manchado de sangre, el personaje intenta descubrir qué fue lo que sucedió, de dónde vienen sus heridas.

Un almacén. Objetos viejos, sucios, manchados, rotos, olvidados. El espectador entra a la sala roja del CCPUCP y observa un escenario lleno de todos estos objetos peculiares. En un rincón, alguien se mueve ligeramente, cuyas ropas se mimetizan con el estado deteriorado de los objetos en escena. René empieza a compartir su historia, sus memorias, el lugar de Rosa y todas aquellas sensaciones que han estado callando por mucho tiempo. Este monólogo finalmente es un intento del personaje por recordar qué ocasionó que esté cubierto de sangre, además de descubrir el poder de las palabras que por mucho tiempo no tuvieron lugar.

Si bien este espectáculo es un monólogo, es necesario reconocer que la voz del personaje toma un papel protagónico, ya que es un elemento que se va apoderando de René, con el objetivo de encontrarse a sí mismo. La forma de hablar que el actor adoptó para el personaje era peculiar, pues por momentos, cuando se daban picos de intensidad en escena, el mismo personaje reprimía su voz luego de decir información impactante o relevante para el momento. Dibós logró darle vida a su voz como un personaje que complementaba a René, y a la vez lo retaba a encontrar respuestas dentro de él mismo. En el monólogo, parecía que el texto y el personaje entraban en conflicto, ya que René iba dándose cuenta de ciertos aspectos a partir de lo que iba diciendo y recordando.

Muerde representa un reto en términos de acción dramática, pues el ritmo y desenlace de la representación recae en un solo actor. Dibós logró una construcción de personaje llena de detalles y tiene el mérito de poder sostener el espectáculo de manera impecable, dando peso y significado a cada aspecto que René va compartiendo durante la obra. El texto en sí mismo representa un salto atemporal entre recuerdos y vivencias, por lo que el ritmo de la obra no tiene picos evidentes de intensidad. Ha sido un reto logrado por el actor poder mantener la atención del público desde el trabajo minucioso de creación.   

Esta obra fue representada en la virtualidad durante la pandemia, con una propuesta escénica de acuerdo a las circunstancias de aquel momento. Tanto la representación virtual como la presencial constituyen dos productos únicos y ha sido un privilegio ver cómo una obra ha podido mutar de acuerdo con las circunstancias. De eso se trata hacer arte: el poder acomodarnos a las circunstancias para seguir representando, seguir manifestando, seguir creando.

Stefany Olivos

25 de septiembre de 2022

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