miércoles, 27 de mayo de 2020

Crítica: CAMERINO VIRTUAL (Parte II)


Reflexiones y sensorialidades desde la virtualidad, parte II

“Camerino Virtual”, además de proponer experiencias escénicas virtuales, ha tenido la iniciativa de ofrecer una variada gama de obras dentro de la misma temporada. En total, son seis representaciones, las cuales se transmiten en dos grupos y días distintos. El segundo listado de obras cuenta con Shakira es más inteligente que nosotres, Cómo ser lesbiana y no morir en el intento y la lectura dramatizada de Bernardo y Valentín.

Shakira es más inteligente que nosotres

Esta propuesta es un monólogo escrito y dirigido por Sebastián Eddowes e interpretado por Gonzalo Whitehead. Se nos presenta un youtuber, haciendo una de sus transmisiones de siempre, esta vez para compartirnos cómo es que Shakira y su música ha estado presente en momentos importantes para el personaje. Desde la dramaturgia se ha hecho el trabajo de buscar conexiones directas entre las letras de ciertas canciones icónicas de la artista, apelando a las etapas por las que Shakira ha pasado en cuanto a su evolución musical. La construcción del personaje estuvo llena de detalles: la corporalidad, la forma de hablar y el manejo de los distintos objetos en la obra denotó un trabajo minucioso por parte de Whitehead. El enfoque de la cámara de transmisión nos permitía ver el interior de una habitación, dividida en dos planos distintos: un primer plano, donde se veía al actor hablando a la cámara, y un segundo, que abarcaba el manejo del resto de la habitación: la cama y una silla extra. Esta división de espacios fue una decisión acertada desde la dirección, pues permitía darle matices a lo que se iba contando: existían momentos extrapolados de la realidad, en los cuales se podía ver al personaje fantaseando con los sucesos que iba contando, reviviendo físicamente experiencias importantes, permitiendo que el espectador sea testigo de ello. Un detalle que es importante tomar  en cuenta es la comodidad del actor con relación a los objetos y vestuarios que utiliza. En el caso de esta obra, era evidente que en el cambio de vestuario final, el vestido era tan incómodo para Whitehead que lo tenía que acomodar casi todo el tiempo; este tipo de altercados se deben evitar, pues distrae al espectador. Finalmente, se da una reflexión a la que se llega después de este paralelo entre la música de Shakira y la actitud del personaje, lo que constituye un buen cierre de todo este mundo creado ante el espectador.

Cómo ser lesbiana y no morir en el intento

El segundo monólogo de esta lista es  interpretado  por Lía Camilo, dirigido por Norma Berrade y con la dramaturgia de Gina Guerrero. Una videollamada con una íntima amiga se convierte en una serie de confesiones personales, donde el espectador es cómplice. La actriz, al no hablar a la cámara, permite al público la sensación de estar “espiando” la conversación, un detalle que capta la atención desde el inicio. El manejo de la información y el ritmo con el que se iba compartiendo fue certero por parte de la actriz, pues se le notaba concentrada y que había interiorizado el texto minuciosamente. La manipulación de una manta para escenificar ciertos momentos narrados por Camilo fue certera, pues permitía al espectador ver más detalles de lo contado. Es así como esta manta podía convertirse en un vestido, una escalera, entre otras imágenes. Esta obra, al igual que el primer monólogo, es un compartir muy franco desde la experiencia de ser homosexual y no ser aceptados como tal: una invitación a la empatía del público. No necesitamos ser de la comunidad LGTBQ+ para lograr cuestionarnos y reflexionar sobre los distintos juicios que se nos impone.

Lectura dramatizada de Bernardo y Valentín

Lectura interpretada por Carlos Victoria y Víctor Prada, escrita por Diana Gómez y Víctor Augusto Mendívil. Esta comedia es definitivamente un buen cierre dentro de esta lista de obras. Este texto propone un juego para confundir al público: hablar de un muerto y entrar en debate sobre quién debe limpiar y quién no. La situación entra en un enredo tal –a propósito, desde luego- que el espectador no sabe con certeza lo que está por pasar. La construcción de los personajes en esta lectura dramatizada fue certera: ambos en ropa de cama, dos hombres que son pareja hace muchos años y  comparten las tareas de su hogar. Es interesante cómo es que tanto Victoria como Prada lograron la apropiación del texto y la  situación, pues mantuvieron el ritmo y las energías necesarias para una obra cómica como esta. Las distintas discusiones que nacían a raíz de este “muerto” van enredándose a tal punto que el espectador oscila entre muchas opciones-desenlace. Este efecto es interesante, porque invita al público a una experiencia más activa: es inevitable preguntarnos sobre qué es lo que han matado. ¿Una persona? ¿Son asesinos? ¿Qué clase de personas son ellos dos? Después de tantas montañas rusas de especulaciones, se logra aclarar lo que realmente pasaba, provocando una sensación de alivio por saber lo que realmente mataron. Definitivamente este tipo de obras están hechas para hacer saltar al espectador de sus butacas/sillones, y en esta ocasión se logró ese efecto.

Es interesante la selección que "Camerino Virtual" eligió en esta temporada. La estrategia de escoger obras de media hora de duración –o menos- permite captar la atención del espectador de mejor manera: la  concentración frente a una pantalla definitivamente agota más que frente a un escenario. Gracias a plataformas –en este caso, Zoom-, podemos seguir en la búsqueda de nuevas manifestaciones artísticas, a pesar del contexto que estamos viviendo. Las distintas temáticas abordadas en esta temporada tienen un objetivo en común: invitar a la reflexión y la empatía de quienes  acuden virtualmente a verla.

Stefany Olivos
27 de mayo de 2020

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