jueves, 5 de abril de 2018

Colaboración regional: "ROMPIENDO TABLAS" Y LA NUEVA CASA TALLER ROTART


BENJAMÍN BENAVENTE Y MÓNICA CHOQUE

Entrevisto a Benjamín Benavente y Mónica Choque, director y coordinadora de la agrupación teatral “Rompiendo Tablas”, a puertas de cumplir sus 15 años y recientemente instalados en su nuevo espacio físico: la “Casa Taller Rotarte”, ubicada en una de las zonas periféricas de la ciudad a las que el teatro no suele llegar, que centra su actividad en el teatro comunitario.

> ¿Por qué el grupo tiene por nombre “Rompiendo Tablas”?
B. B: Bueno, el grupo “Rompiendo Tablas” obtiene su nombre hace catorce años, nosotros ya hacíamos algunas obras y presentaciones, pero no teníamos un nombre. Recuerdo que una vez estábamos en una presentación y se me rompieron los zancos, entonces quisimos ponerle “Rompiendo Zancos”, pero decidimos ponerle “Rompiendo Tablas” (por las tablas y el teatro) y así se quedó, como “Rompiendo Tablas”.

> ¿Qué es para ustedes el teatro comunitario?  
B. B: El teatro comunitario, para nosotros, es un teatro que llega hacia la comunidad y participa con ellos. Entendemos que el trabajo de otros grupos es montar una obra, buscar un espacio, cobrar una entrada y hacer una temporada, pero nuestro trabajo está dirigido a aquellas personas que quizá no tienen la oportunidad de ir hasta el centro de la ciudad a ver y pagar por un espectáculo; trabajamos con poblaciones o grupos de personas vulnerables, niños y jóvenes que queremos que no se dediquen al alcohol o las drogas y también con el programa Barrio Seguro.
M. C: También trabajamos continuamente con niños con necesidades especiales y nos ha tocado de todo, últimamente sobre todo, niños con padres ausentes.

> ¿Cuántas obras han montado hasta el momento?
M.C: Hemos montado más de diez. Siempre hemos trabajado obras cortas para comunidades, no tengo la relación ahora mismo, porque antes no trabajábamos organizadamente. Antes hacíamos una obra o la creábamos en grupo o yo la creaba, incluso antiguamente la escribíamos a mano, porque nos pedían el texto y la escribía a mano y esas transcripciones nunca llegamos a pasarlas a computadora. Después de que nos mudamos, muchas cosas se perdieron incluyendo estos escritos, pero en la mayoría de esas obras cortas, trabajábamos un texto, pero a la hora de actuarlas siempre cambiaban muchas cosas porque aparecían nuevas cosas en relación a los niños y a lo que sucedía en el escenario, entonces variaba mucho el texto.

> ¿A qué tipo de público han podido llegar con sus obras?
M.C: Bueno, al comienzo empezamos con la gente adulta, íbamos a hacer capacitaciones, luego empezamos a llegar a los colegios de Tacna, entonces ahí nos dirigimos a niños, puros niños, y obviamente también estaban los papás, después de haber visitado a varios tipos de público, llegamos a trabajar también con niños con capacidades diferentes.

> ¿Cuál es el tipo de trabajo que hacen con los niños con capacidades diferentes?
M.C: Nosotros empezamos con títeres, la primera vez fue en la Asociación Colob, e intentábamos que las obras no durarán más de 15 minutos, ser muy puntuales con ellos, era imposible retrasarse con el tiempo con ellos, la obra siempre tenía que empezar puntual, las actividades siempre eran cronometradas y siempre trabajamos obras cortas, muy dinámicas y no podemos llevarles obras que duren, por ejemplo, media hora o cuarenta minutos y que tengan mucho texto, siempre obras cortas.

> En el 2018, ¿en qué etapa está entrando “Rompiendo Tablas”?
B.B. Estamos tratando de mantenernos en el teatro, ahora en nuestro nuevo espacio, a pesar de que no hay apoyo por parte de la municipalidad ni del gobierno regional. Tratamos de salir adelante solos en el teatro por nuestra cuenta, con los jóvenes y niños, consolidarnos en nuestro espacio.

> ¿Cómo llega “Rompiendo Tablas” a su nuevo espacio? ¿Por qué?
M.C. Llegamos por una necesidad. Agotamos muchas cosas, pero gracias a Dios siempre se nos abrieron espacios, pero nos los brindaban para ensayar o hacer nuestras presentaciones “a cambio de…”, en las juntas vecinales o en los patios de los colegios. Entonces, eso ponía también tensos a los miembros de nuestro grupo, porque a veces nos decían, por ejemplo, “Hoy no pueden ensayar porque hay reunión de padres…” o cosas parecidas. A veces ensayábamos en la plaza del frente (a su hogar), este espacio que es nuestra casa, lo habilitamos, lo arreglamos y empezamos a trabajar, y rápidamente ha llegado a formar parte de la zona, a veces los niños del barrio vienen y se quedan a pintar y a jugar. Entonces nosotros los acogemos, aunque veces se quedan hasta tarde o andan siempre solos, entonces tenemos que despacharlos también, porque la mayoría son de padres ausentes o hay muchos problemas familiares.

> ¿Cómo se ven de aquí a tres años?
B.B. Nos vemos más consolidados, con el espacio más consolidado, vamos a ser más fuertes, con más cantidad de integrantes, más acogida y más conocidos en la nueva zona en la que estamos trabajando. Hemos trabajado 15 años sin apoyo de nadie, solos, también nos gustaría en algún momento recibir apoyo de algún tipo de autoridad del Estado.

Luis Ramírez
Tacna, 5 de abril de 2018

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