viernes, 30 de enero de 2015

Entrevista: MIKHAIL PAGE

“Tener talento es saber cuándo racionalizar y cuándo ser intuitivo”

En el 2014, los veteranos directores teatrales lucieron su talento y oficio en puestas en escena de diverso calibre. Sin embargo, los jóvenes directores también demostraron lo suyo: uno de ellos, Mikhail Page, mostró una admirable creatividad y buen pulso para el estreno de tres temporadas de diferentes temáticas: El Camino a La Meca de Athol Fugard, Vladimir de Alfonso Santistevan y Hemingway de Maritza Núñez. “Comienzo en el colegio de manera amateur”, recuerda Mikhail. “Luego descubro el teatro profesional con Roberto Ángeles y Alberto Isola en sus cursos de actuación.” Pero también, Ángeles destacó el buen ojo que tenía Mikhail para dirigir, pues éste leía mucho, interpretando e imaginando como las escenas podrían ser planteadas. “Fue así que tomé valor y dirigí mi primera obra, Laberinto de monstruos de César De María, con unos amigos del taller de Roberto en la Alianza Francesa, y que ahora todos son reconocidos actores. Fue una bonita experiencia.”

En el 2008, Mikhail decide viajar a Buenos Aires para estudiar Dramaturgia y Dirección, con Mauricio Kartun y Augusto Fernandes respectivamente. Esto fue antes de estudiar su licenciatura en dirección teatral en la universidad de Palermo. “Fueron dos maestros, dos eminencias con los que quería estudiar y aprendí un montón”, reconoce. “Además, el ritmo de Buenos Aires y la oferta cultural está por todos lados.” Para Mikhail, un buen actor de teatro debe tener ciertas cualidades. “Debe contar con una técnica pulida; además, con deseos de investigación. A veces suele suceder que el actor llega sin haber estudiado e investigado, y con mucha expectativa de que se resuelva todo y yo no soy así. Yo dejo mucha libertad al actor y prefiero que no se sienta mi mano como director. Como estar camuflado. El teatro es el reino del actor”. También asegura que un actor debe tener mucho oído en el escenario. “Pero no solo al compañero, sino para ser dirigido también; el director sugiere caminos y es la intuición del actor lo que le hace elegir el camino indicado.”

 “Pienso que existen dos tipos de actores”, reflexiona Mikhail. “Los racionales, a los que les cuesta dejarse llevar por su impulso, racionalizan mucho y así comúnmente pierden verdad; y los intuitivos, que no se hacen problema pensando en el escenario y dejan que la intuición los guíe, esos suelen ser actores maravillosos. Pienso que el verdadero talento está en el punto medio de los dos. El actor debe saber cuándo racionalizar y cuándo ser intuitivo. Para racionalizar están las lecturas, la investigación y el trabajo en casa claro, éste no termina cuando acaba el ensayo.” Por otro lado, un buen director de teatro debe “tener paciencia, porque trabaja con seres humanos; es importante que estén cómodos y seguros. Que confíen en ti. Los actores tienen muchas inseguridades, ellos deben sentirse cómodos de probar lo que su impulso les indique.” También considero que el oficio ayuda a darse cuenta al director de qué cosas funcionan y qué cosas no. “Por ejemplo, lo que hace el actor puede estar bien, pero no se está contando la historia; el oficio te ayuda a decir: esto está muy bueno, pero no corresponde con este momento específico”.

Finalmente, tener un discurso claro es de importancia vital para un director. “A veces uno puede caer en la tentación de hacer una obra porque le gusta el texto o le gusta cómo escribe el autor. Pero si no hay nada de uno en la obra, eso se nota al final: la obra es muy bonita, pero le falta vísceras, entrañas, en otras palabras, el discurso del director. Hay textos maravillosos, pero que necesitan un revuelo por parte del director”. También considera que un director no debe tener todas las respuestas. “Pienso que un director debe tener un planteamiento, unas reglas de juego, pero no debe limitarse a ir a marcar. Muchas veces digo que no tengo la menor idea sobre cierto tema o punto de la obra. Me preguntan y yo digo: ¿Tú qué crees? Bueno, úsalo. Y a veces en el camino me doy cuenta que no va por ahí. El camino se vuelve evidente. Es un trabajo de colaboración. Yo ya perdí el miedo a decir: No tengo idea.”

Los montajes del 2014 y futuros proyectos

Las puestas en escena de El Camino a La Meca y Vladimir tenían un factor en común: Alfonso Santistevan. “Él no fue mi profesor en la universidad, pero lo considero como un mentor, amigo y maestro para mí. Primero fue un compañero de trabajo, lo conocí haciendo Antígona (2006) con Roberto Ángeles, yo era uno de sus asistentes observadores.” Sin conocerlo mucho, Mikhail lo llama posteriormente desde Buenos Aires para realizar la obra La Madonnita de Mauricio Kartun. “Alfonso aceptó, demostrando mucha confianza en mí y sin conocerme mucho.” Y es en este proceso de hacer la obra juntos, que ambos se hicieron amigos y compartieron muchos puntos de vista sobre el teatro, para después trabajar nuevamente en El Camino a La Meca.

Mikhail tuvo la suerte de trabajar con dos formidables actrices: Milena Alva, en El Camino a La Meca; y Magali Bolívar, en Vladimir. “El trabajo con Milena fue maravilloso. Ella es una gran actriz y un gran ser humano, fue una mamá sustitutoria para mí. Cuando se hace teatro independiente, uno  a veces carga solo con toda la mochila en un brazo. Pero Milena agarró el otro lado de la mochila y me apoyó, no solo con su actuación, sino también en los aspectos de producción. Ella tiene la “old school”, la de sacar la obra con todas las energías que uno pueda y quiera dar.” Y también, sobre Magali Bolívar, solo tiene elogios para ella. “La había visto actuar en la obra Un matrimonio de Boston de David Mamet, que dirigió Alberto Isola. Yo la admiraba mucho y cuando se dio la oportunidad de trabajar con ella, acepté de inmediato. Ella es muy divertida, además de ser muy buena actriz. No se tiene mucha paciencia como todas la buenas actrices, pero al final lo hizo excelente.”

Si bien Vladimir y Hemingway fueron trabajos de encargo, sus resultados fueron de gran importancia para él. “La obra Vladimir me fue propuesta por los chicos de Artes Escénicas, que les gustó mi trabajo de dirección en El Camino a La Meca, comenta Mikhail. “Y Hemingway fue una propuesta de Maritza Núñez (autora de El Vigilante Enmascarado y ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos). Me ofreció varios textos para que yo dirigiera una obra suya y yo elegí el de Hemingway. Nos presentamos en el programa Residencias de la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima y ganamos. Estrenamos en la Plazuela de las Artes.” Entre los proyectos de Mikhail para este 2015 figuran dos interesantes estrenos: en mayo estrena en el Centro Cultural de la Católica la obra Love, Love, Love del dramaturgo británico Mike Bartlett, que se anticipa como todo un reto de actuación, dirección  y producción. Y a principios de agosto estrenará una obra en el Teatro de Lucía, proyecto del cual aún no puede comentar mucho. Mikhail Page es, sin duda, un joven director con mucha proyección y con una interesante carrera.

Sergio Velarde
30 de enero de 2015

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