sábado, 23 de agosto de 2014

Crítica: UN HOMBRE CON DOS JEFES

Una comedia del arte felizmente actualizada. 

En el 2012, la ENSAD nos presentó una divertidísima puesta en escena titulada Arlequín, servidor de dos patrones, deliciosa Commedia dell'Arte escrita por el clásico dramaturgo italiano Carlo Goldoni y dirigida por Sofía Palomino. Los enredos amorosos y las falsas identidades fueron los grandes protagonistas de la obra, en la que la improvisación, los ágiles diálogos y las caracterizaciones exageradas terminaban por armar el carnaval. Este año, Los Productores decidió presentar en el Teatro Pirandello, una adaptación de otra adaptación del popular texto: la directora Vanessa Vizcarra traslada la acción de Inglaterra a la Italia de los años 60, basándose en la obra Un hombre con dos jefes del autor inglés Richard Bean. Esta nueva aproximación a la comedia de arte italiana, provista ahora de una gran producción, consigue momentos brillantes gracias a un inspirado elenco que se divierte a sus anchas en las casi tres horas de duración.

Partiendo del original de Goldoni, Un hombre con dos jefes sigue las aventuras de Francesco Canetto (Manuel Gold), un hambriento joven que supuestamente encontrará la solución a sus problemas aceptando dos trabajos: ser empleado, al mismo tiempo, del delicado gángster Gino Ladilli (Fiorella de Ferrari) y del supuesto criminal Luigi Locateli (César Ritter). Pero Francesco no solo deberá ocultar a sus patrones su doble oficio, también deberá conquistar el amor de una sensual secretaria (Magdyel Ugaz). Gino y Luigi también esconden sus secretos, que irán saliendo inesperadamente a la luz a lo largo del montaje. Éste fluye sin tropiezos a lo largo de sus dos actos, destacando la cuidada escenografía y el vistoso vestuario.

Luego de una primera escena, acaso demasiado veloz para los más despistados, el verdadero arlequín del montaje aparece: nadie como Manuel Gold para derrochar energía y carisma, sacando partido de su apariencia física, su particular registro vocal y sus dotes innatas para la comedia. La participación “espontánea” de algunos espectadores en el escenario consigue sonoras carcajadas. La banda con música en vivo, con la que se luce Pablo Saldarriaga, suma al jolgorio general. A destacar todas las actuaciones en general, especialmente las de la carismática Jely Reátegui y del divertidísimo Franklin Chávez. Como dato curioso, dos destacados actores jóvenes, que brillaron en puestas independientes en este año, tienen aquí papeles secundarios: Michella Challe de El camino a la Meca y Gabriel Gonzalez de Metamorfosis. Un acierto de Los Productores recuperar el estilo popular de la comedia de arte: Un hombre con dos jefes es una pieza hilarante que no tiene pierde.

Sergio Velarde
23 de agosto de 2014

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