jueves, 24 de octubre de 2013

Crítica: FALSARIOS

Contundente retrato de violencia

Luego de la estimable reposición de Números reales hace algunos meses, el Museo de Arte de Lima – MALI vuelve a ser escenario de un excelente espectáculo, que aprovecha con sabiduría el potencial de la historia, los elementos técnicos del auditorio y el talento del elenco involucrado. Falsarios nos transporta a un demencial viaje hacia el mundo de las mentiras y las apariencias, como si se tratara de una verdadera road-movie de pesadilla, en la que asistimos al desarrollo de  un súbito secuestro, perpetrado por dos subversivos amateurs (Manuel Gold y Lizet Chávez), con trágicas consecuencias; y al progresivo desmoronamiento de una infeliz pareja (César Ritter y Mónica Madueño). Escrita por Gino Luque (autor de Los Número Seis, una puesta en escena acaso adelantada para su época) y dirigida por Carlos Galiano (director de Newmarket y actor de la extraordinaria Demasiado poco tiempo), Falsarios salpica dolor, violencia y sangre en cada cuadro, constituyéndose en uno de los montajes imperdibles de este año.

A destacar el elenco: Manuel Gold (notabilísimo en A ver, un aplauso) y Lizet Chávez  personifican convincentemente  a la pareja de jóvenes terroristas, servidos por las ingeniosas líneas de Luque, que juegan mucho con la redundancia y el despropósito. Gold aprovecha su registro para la comedia para construir un sólido personaje con varios niveles dramáticos; y Chávez tiene la difícil tarea de atravesar por toda una gama de emociones, saliendo airosa del reto, especialmente en la escena en el cine. Acompaña un César Ritter en plena evolución, demostrando sus grandes avances como actor dramático: sus escenas con Mónica Madueño son exigentes y contundentes.

En suma, una conmovedora historia que acierta en su presentación llena de rupturas temporales, que así como logró con creces Números reales, nos permiten sentir una inmensa compasión por los antagonistas de la historia. Una funcional escenografía y el moderado pero acertado uso de las proyecciones, estilizan en gran forma el montaje. Una amalgama de felices aciertos técnicos, con sonidos y luz precisos, que junto al competente reparto, realzan la puesta en escena. Un espectáculo de visión imprescindible. Virtuosismo teatral crudo, puro y duro. Eso es Falsarios.

Sergio Velarde
24 de octubre de 2013

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