"Mi búsqueda consiste en traducir los sueños"
Ganadora del premio del público en El Oficio Crítico como mejor directora del 2011 por la puesta en escena de El Soplador de Estrellas de Ricardo Talento (también ganadora como mejor obra), Yasmín Loayza se hizo un tiempo para responder nuestras preguntas, ahora que se encuentra enfrascada en su nuevo rol de mamá.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del teatro?
En 1993 después de terminar el colegio empecé a prepararme para postular a Derecho. Mis padres me inscribieron en un curso de teatro en el Museo de Arte, pues yo estaba muy entusiasmada con el estudio y ellos querían que me relaje un poco. La verdad es que yo prefería pintura, eso del teatro no era para mí, era bastante tímida (bueno, aún lo soy), pero ya estaba inscrita, así que ni modo… Y allí empezó todo… En el curso empezamos con una adaptación de cuentos clásicos y poemas de Javier Heraud, con presentaciones en el ICPNA y el mismo MALI. Luego decidí estudiar esto como carrera; fui al TUC, pero el malhumor de la secretaria de ese entonces me desanimó y cuando llegué a la ENSAD y vi a los estudiantes ensayando, en zancos, haciendo escenografías, cantando… me pareció un mundo nuevo y mágico, así que decidí postular a la carrera de Actuación que duraba cinco años.
¿Quiénes fueron tus profesores?
Ingresé a la ENSAD y allí estudié cinco años la carrera de Actuación, años después volví y estudié Pedagogía Teatral. Además he llevado diversos talleres de Actuación, Dirección, Danza, Dramaturgia y Pedagogía. Entre mis maestros están: Carlos Velásquez, Sergio Arrau, Ernesto Ráez, José Enrique Mavila, Edgar Saba, Jorge Guerra, Margarita Ludeña, Juan Arcos, Guillermo Castrillón, Alla Mironova, Iván Vivanco, entre otros.
¿Cuál fue tu primera obra profesional de teatro?
En el año 1994 con unos amigos formamos un grupo de teatro que se llamó Personajes, nuestra sede era el Teatro Histrión, que ya no estaba en funcionamiento, pero que nos servía como espacio para continuar con nuestro entrenamiento en voz, cuerpo, maquillaje, etc. después de las clases de la ENSAD. Allí tuvimos la maravillosa oportunidad de ser dirigidos por Carlos Velásquez en El Bebé Furioso, comedia de humor negro contemporánea española de Martínez Mediero, con la actuación de Angelita Velásquez, Isabel Cabrera, Omar Honores y Miguel Ángel Cabrera. En esa oportunidad trabajamos muy duro en la producción y realización del montaje. Una maravillosa experiencia.
¿Cómo influye la danza en tu carrera como actriz y directora?
Es curiosa la pregunta, porque recuerdo que cuando era cachimba en la ENSAD me aburría terriblemente en las clases de corporal, porque eran de ballet y tenía la tonta idea de que yo iba a ser “actriz” no “bailarina”… Cómo he cambiado desde entonces y cuando lo recuerdo me da mucha gracia, así que cuando lo oigo ahora de mis estudiantes, no me espanto, porque sé que es en parte su inocencia y que el tiempo es el mejor maestro. He llevado diversos talleres de danza: ballet, contemporánea, de salón y del mundo (costa, sierra y selva peruana, hindú, árabe, gitana, vienesa, etc.) Realmente no las estudié con el afán de ser una bailarina experta, sino más bien porque en cada danza hay un registro de movimientos y posturas que te permiten tener una visión más amplia de la composición física de los personajes, de su psicología y del mundo en el que se desenvuelven, todo esto indispensable en el quehacer teatral. Creo que la danza me ha permitido comprender y observar a mi alrededor con más naturalidad, de una forma mucho más lúdica y dinámica. Si bien todo lo que he aprendido sigue evolucionando y fortaleciéndose, debo confesar que en gran parte mi trabajo tiene que ver con una composición corporal, de secuencias y juegos rítmicos y que desde allí parte la interiorización y organicidad; claro, debo admitir que no siempre se da de esa forma, a veces ocurre lo opuesto, empezar por lo interno y terminar con la fisicalización del personaje…
¿Qué experiencias encuentras al actuar y al dirigir?
Me gusta mucho esto que dice Silvio D´Amico: “El actor se propone todos los días la empresa imposible de traducir los sueños en una realidad concreta”… Y creo que toda mi búsqueda, tanto como actriz y como directora, va en busca de eso… de Traducir Sueños… pese a que el traductor es también conocido como “traidor”, creo que a nuestra manera todos los teatreros tratamos de traducir estos sueños en realidad lo más fielmente posible ya sea al texto o a nosotros mismos; así surge El Soplador de Estrellas, en el que Ximena, Manuel y yo tratamos de traducir y crear vida en escena, jugando con diferentes elementos básicos y construyendo estos tiernos personajes que se mueven en un mundo que pese a ser completamente teatral es creíble para el espectador que gustoso se presta en el juego teatral.
¿Cómo traducir los sueños en realidad?
Como actores tenemos nuestra voz, cuerpo, mente e inteligencia que son herramientas básicas e indispensables. Creo que parte de esta búsqueda y sistematización es el Taller Laboratorio de Teatro Corporal que dicto hace unos años en la AAA.
¿Qué requisitos debe tener un director de teatro ideal? ¿Y un actor ideal?
Buena pregunta… La verdad es que no tengo ni la más mínima idea, si me hubieras preguntado cuando recién egresé de la Escuela hace unos doce años más o menos, quizás te hubiera dado una lista larga y concreta, pero ahora en este momento de mi vida me doy cuenta que no hay una fórmula. Si puedo decir algo sería que lo más importante es creérsela y ser consecuentes consigo mismos sobre todo, ser responsables al máximo y entregarse al trabajo con total seriedad y todo lo contrario…
¿Cómo llegó El Soplador de Estrellas a tus manos?
Buscando textos, un amigo (Fernando Alarcón) me pasó este texto y me encantó, lo tuve un tiempo hasta que por una propuesta de Ruth Vásquez decidimos hacerla. Ximena Arroyo, Manuel Calderón y yo nos aventuramos a llevar a escena esta obra que por varias razones se ha convertido en algo muy especial para los tres; la obra tenía la inocencia y el juego que necesitábamos para hablar con niños y adultos… Sólo el final no encajaba con lo que queríamos decir, pues en el texto original los personajes terminan enamorándose y se van como pareja… Así que le dimos una revisada y reescribí el final en el que vuelven a prenderse las estrellas y ellos siguen juntos en sus aventuras, la posibilidad del enamoramiento de los personajes queda abierta para el público, algunos creen que sí terminan como pareja, otros los ven más como amigos o maestro y discípula… Creo mucho en que no debe menospreciarse la imaginación del espectador y este final les permite imaginar lo que deseen.
¿Qué proyectos tienes para este año?
En principio acabo de pasar por la experiencia más maravillosa del mundo… Ser madre, así que este año estaré más dedicada a disfrutar de mi pequeña y de esta nueva responsabilidad. Además, ya con la tesis sustentada de Pedagogía, espero terminar con el Bachillerato y la Licenciatura; se harán más presentaciones de El Soplador de Estrellas y durante el año me reintegraré a la AAA y a la Pedagogía; parece que se viene una nueva temporada de Griegas Malditas Griegas dirigida por Emilio Montero, con el texto cambiado y otros cambios muy interesantes, así que a retomar las mallas (risas); tengo un par de propuestas para teatro, pero por ahora debo organizar mis tiempos.
Sergio Velarde
04 de febrero de 2012
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