viernes, 13 de septiembre de 2019

Crítica: MARIBEL DICE LOS PIESES


Un encierro “casi” irreal   

Un misterioso encierro tiene a tres personas atrapadas en lo que parece ser un juego irreal. Se encuentran bajo el control de un hombre al que deben convencer de liberarlos. Para lograrlo, deben elaborar una ‘ingeniosa historia’ y presentarla a su carcelero. Bajo este argumento se desarrolla la obra “Maribel dice los pieses”, escrita por Alfredo Bushby y dirigida por Diego La Hoz. Su reestreno tiene lugar en el Club de Teatro de Lima.  

Nuevamente, el Club de Teatro de Lima y EspacioLibre se unen para trabajar en un montaje que los involucra tanto en la producción como en la dirección y las actuaciones. Cabe recordar que este año ambos espacios teatrales y la Asociación de Artistas Aficionados presentaron la obra “Bagua, ni grande ni chica”, texto póstumo de la recordada Sara Joffré (cuyas funciones volverán por un corto periodo en octubre).

Ahora bien, la historia de “Maribel dice los pieses” nos muestra a tres personajes luchando por su libertad: Charlie (Paco Caparó) es un hombre sencillo, que revela su carácter en momentos de tensión; por su parte, Begonia (Eliana Fry García-Pacheco) es una mujer segura y de carácter fuerte, que aprovecha sus encantos para conseguir lo que quiere; y finalmente, Aurelio (Karlos López Rentería) es un muchacho tímido y creativo, pero con muchas ganas de rebelarse. Sometidos al encierro bajo las mismas reglas, son controlados por medio de fármacos, y el argumento que podría liberarlos desvelará más de una verdad acerca de ellos mismos.

El escenario está acondicionado para que los espectadores se distribuyan en tres ángulos distintos; en medio de estos, se encuentra una estructura cuadrada, cubierta en los lados por cortinas transparentes (que aluden al encierro). Dentro del cuadrado están los actores y el resto de la escenografía, compuesta por sillas, espejos y un teléfono, como elementos resaltantes. Aunque en buena parte de la puesta las cortinas están cerradas y el público puede ver lo que sucede a través de ellas (lo cual es complicado pese a la distribución de los asientos), este detalle se justifica, pues la atmósfera recreada junto al juego de luces donde predominaba el amarillo-naranja, fueron detalles acertados, que además, enriquecieron la interacción con los asistentes.

El pequeño universo escénico que se revela a través del montaje, coincide ampliamente con la esencia del texto, que nos acerca a una suerte de juego de poder y dominio, versus la resistencia y el hartazgo. Este juego se presenta como algo irreal e ilusorio; sin embargo, confronta a seres humanos que deben reconocerse a sí mismos viendo primero al otro. Otro matiz que se evidencia es la todavía presente división de clases, la misma que sale a relucir en medio del conflicto que se desencadena por la historia que empiezan a crear los personajes.     

“Maribel dice los pieses” deja a la imaginación de cada quien su propio final, tal vez como símbolo de esa libertad tan realista como utópica que perseguían Charlie, Begonia y Aurelio; encarnados por actores comprometidos y de alto nivel. Sin duda, la obra nos permite identificarnos de una u otra manera como una sociedad que todavía tiene mucho camino por evolucionar.

Maria Cristina Mory Cárdenas
13 de setiembre de 2019

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