miércoles, 17 de agosto de 2016

Crítica #396: LA CASA LIMPIA

Los trapos sucios en casa   

Sarah Ruhl es una joven y prestigiosa dramaturga norteamericana, a quien conocimos en nuestro medio gracias a Plan 9: tanto El celular de un hombre muerto (2007) como En la otra habitación (o la obra del vibrador) (2010) se estrenaron exitosamente con la dirección de David Carrillo y la actuación protagónica de Vanessa Saba. Es el turno ahora de la mencionada productora para cerrar por el momento esta trilogía, esta vez con una pieza escrita con anterioridad por Ruhl: La casa limpia (2004), finalista del premio Pulitzer. Se trata de una comedia dramática que explora, en primer lugar, la disfuncional relación entre dos hermanas muy diferentes entre sí: la imperturbable doctora Lane y la nerviosa ama de casa Virginia; para luego terminar presenciando los últimos días de una enferma terminal llamada Ana, nada menos que la amante del esposo de Lane; y en medio de estas historias, la joven brasileña Matilde, una aprendiz de comediante huérfana que detesta la limpieza, pero que trabaja inexplicablemente limpiando la casa de la doctora.

El director Carrillo, especialista en comedias de este calibre, maneja con sabiduría los recursos artísticos que dispone para el presente montaje en el Teatro Larco. Si bien es cierto el primer acto demora un poco en arrancar al presentarnos la dinámica de las hermanas y lo absurdo de la presencia de Matilde como empleada doméstica, la posterior aparición de Charles (el esposo de Lane) con su amante en casa de la doctora, en el segundo acto, dispara la coartada dramática en la que Ruhl acierta con creces: el cáncer terminal que aqueja a Ana no solo le servirá a Lane para comprender el verdadero significado del perdón, sino que también Matilde terminará descubriendo su verdadero potencial como comediante. Un emotivo conflicto que funciona adecuadamente en medio de una escenografía aséptica, que privilegia los colores blancos como el marco de esta historia de risas, llanto, dolor y compasión.

Si bien Carrillo vuelve a contar con la presencia de la eficiente Vanessa Saba, interpretando a la doctora Lane, es Vania Accinelli quien asume con sobriedad y carisma el rol protagónico como la divertida Matilde; se nota el esmero con el que ha construido su personaje, demostrando su enorme versatilidad, la misma que notamos desde su debut en ¿Qué tortura? Por otra parte, Natalia Torres como Ana y Omar García como Charles, el esposo de Lane, acompañan apropiadamente; pero es Claudia Bérninzon la que sorprende con el personaje de Virginia, hilarante y conmovedora a la vez. La casa limpia entretiene con el sarcasmo de las situaciones extremas que atraviesan sus personajes, pero también conmueve con la titánica lucha que deben enfrentar los pacientes con cáncer. Sarah Ruhl es una interesante dramaturga a quien se le debe seguir la pista.

Sergio Velarde
17 de agosto de 2016

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