Discreto montaje infantil
Nuevamente, el Festival de Teatro para Niños que organiza por undécimo año consecutivo el Instituto Cultural Peruano Norteamericano ICPNA, nos muestra de manera segmentada el panorama que atraviesa nuestro teatro “para toda la familia”. Y es que es por demás sabida la “habilidad” de algunos productores teatrales para crear en escena supuestos montajes teatrales con personajes, ya sea vistos mil veces, o provenientes de los programas, series o películas de moda, todos juntos y revueltos, sin ningún atisbo de creatividad o intención de presentar algo novedoso. Este 2012, la oferta es variada: Sendar nos trae la historia de Rapunzel, convenientemente titulada como Enredados. Los cruces de universos infantiles ya no sólo llegan con Jorge Moncada y su grupo Arlequín con Cenicienta y sus amigos, sino también con Fiesta de la productora de eventos Cubo Mágico (con Spiderman, Mickey Mouse, Sportacus, etc.) y con Quimera y su Caperucita Roja y los tres cerditos. Las historias de siempre llegan nuevamente a escena con Hansel y Gretel de Vicky Paz Producciones, La Gallina Sembradora de la Agrupación teatral Fénix y Caperucita Roja de Alelí Teatro. Las novedades llegan con El medallón mágico de Carlos Paredes y el grupo teatral Nueva Aurora; y La leyenda de Sleepy Hollow, El Musical de Washington Irving, a cargo de Vodevil Producciones.
Justamente, este último montaje cerró el mencionado festival. La ausencia en el programa de mano de los respectivos créditos para la dirección y adaptación de esta discreta obra infantil llama la atención. Sin embargo, es reconocible, debido al toque “brechtiano” de la puesta en escena. Con tan sólo 30 minutos de duración, la historia llega a nosotros a través de un narrador (Gonzalo Frech), quien presenta al protagonista Ichabod Crane (Sergio Cano), un maestro que llega a la comunidad de Sleepy Hollow, en donde se rumorea que existen espectros que merodean el bosque, entre ellos el llamado Jinete sin cabeza. Crane se involucra sentimentalmente con Katrina Van Tassel (Bertha Bohórquez), lo que enfurece a Hueso (Luis Alejandro Ramírez), uno de los habitantes del mencionado pueblo.
Acaso lo único criticable del montaje sea el de contar nuevamente con pistas musicales con voces grabadas, que le restan credibilidad y puntos al resultado final de cualquier espectáculo teatral. Agravado también por el hecho que el único que canta en vivo sea el personaje de Cano. Deben existir maneras más creativas para solucionar este problema, ya sea contar con actores cantantes, entrenarlos si no lo son, o recurrir a micrófonos especiales. Por otro lado, es de agradecer que la historia no se prolongue innecesariamente. La historia es entendible para los más pequeños y se sigue con interés hasta descifrar el misterio. A destacar las actuaciones de Cano y de Sophia Azaña como una habitante del pueblo. La leyenda de Sleepy Hollow puede convertirse en un entretenido espectáculo infantil, de corregirse el aspecto musical.
Sergio Velarde
26 de febrero de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario