miércoles, 21 de mayo de 2025

Crítica: LA ESTÚPIDA ESCOPETA


“Entre broma y broma la verdad se asoma.”

Esta obra, tras ser presentada en varios países, llega a nosotros en el Nuevo Teatro Julieta, en un formato que se nos ofrece una propuesta cómica y con música en vivo, que resultan refrescantes y entretenidas para el espectador. Aún en ello, se introducen reflexiones más profundas, especialmente sobre los vínculos entre padres e hijos, además de aquellos que se construyen en medio de una sociedad constantemente cambiante. Quizá lo más resaltante sean las actuaciones, donde contamos con Gian Loli, Ethel Requejo, Miguel Soriano y Luis Miguel Yovera, cada uno conectando a su manera con el público a través de las risas y exageración de ciertas situaciones que son bastante cotidianas para todos, incluso un tema tan delicado como la depresión es tratado desde el lado cómico, pero sin faltarle el respeto, por el contrario, logra generar cierta empatía.

Los cuatro personajes cuentan con características que probablemente tengan un lugar en el imaginario de todos: los padres desinteresados, el hijo apesadumbrado y un juez tal vez muy accesible. Aunque encarnan arquetipos bien definidos, llama la atención la personalidad que agrega cada actor en su representación, como ya se mencionó. En particular, consideramos que es en los personajes de los padres donde se muestra esta mayor dimensión, pues además son quienes, en apariencia, daban la impresión de ser más superficiales. A la par, cabe resaltar la interpretación musical de Ger Vergara, quien toca guitarra, percusión y también canta. Su intervención intensifica tanto los momentos más graciosos, como aquellos tensos y algunos otros, sensibles.

Dado todo lo anterior, la obra es ideal para quienes deseen relajarse y pasar un rato divertido. La dinámica es muy lúdica, en tanto asistimos a una especie de talk show, donde los espectadores somos también parte del jurado. Buscamos al culpable de un asesinato, pero en medio de la investigación vamos descubriendo abrumadores secretos y dolorosas verdades. Así, la participación del público se mantiene jugando con los personajes, entre peleas maritales, discusiones entre los padres y su hijo, guiños a la escena política y la realidad nacional. Ambos últimos puntos resultan los planteados más inteligentemente, por lo que nos encontramos frente a una sátira sobre las autoridades, los valores morales y el poder. En ese sentido, independientemente del país en que se presente, es evidente que los temas representados son muy actuales, pero resultan precisos dada la situación del Perú. Por eso, entre las bromas y risas, tenemos reflexiones que se introducen por medio del humor y lo absurdo.

Barbara Rios

21 de mayo de 2025

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