No somos dueños de la verdad
“Quien se enfada por las críticas, reconoce
que las tenía merecidas.” (Tácito)
“La
peor obra del año”, obra fresca y divertida escrita por el estadounidense Joseph
Scrimshaw, bajo la dirección de Alonso Chiri en el Club de Teatro de Lima, es
una comedia realista que nos muestra el rol que cumplen los críticos y los
actores en el medio artístico. La puesta en escena tuvo un inicio débil, pero a
medida que va avanzando el relato, con la presencia de los tres actores en
escena se vuelve sólida. Todo inicia en el departamento de la exesposa del
actor-director-dramaturgo Tomás Sánchez (Jhosep Palomino), quien en un arrebato
de locura y frustración, secuestra al soberbio crítico Natalio Manchego
(Gerardo Cárdenas), con el fin de darle una lección y obligarlo a rectificarse
por la mala y destructiva crítica que hizo a la más reciente obra de Sánchez
titulada “Mis e-mails con Shakespeare”, la misma que el crítico tituló “La peor
obra del año”. En medio de esta disputa, llega inesperadamente Phillipe (Sergio
Velarde), el chico torpe de la mudanza, quien será la persona neutral que tratará
de hacerlos entrar en razón, pero al ver que se siente ignorados por el artista
y el crítico, sacará lo peor de cada uno de ellos. Al final, ¿quién tendrá la razón?
Este montaje tiene escenas divertidas, con algunas
bien logradas. Con respecto a los personajes, estos cuentan con un perfil claro.
El tema central es el egocentrismo de un crítico que se cree un sabelotodo,
pero además, el de un actor que se cree un Dios. Me gusta el estilo elegante y
sutil que tiene el crítico Natalio Manchego cuando hace mención que su trabajo
es dar su punto de vista personal respecto a la obra y que no tiene nada
personal con el trabajo del actor, es decir, solo hace mención de lo que le
pareció. La obra, en lo personal, me tocó, ya que no paré de reír con estos
personajes que tiene una verdad agridulce del mundo artístico. El mensaje que
rescato es que de alguna manera debemos entender que las críticas muchas veces
no serán agradables, pero son necesarias.
Antes de terminar, quiero compartir este fragmento
de Anton Ego (de la cinta Ratatouille) que me pareció pertinente mencionar: “La
vida de un crítico es sencilla en muchos aspectos, arriesgamos poco, y tenemos
poder sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su servicio a nuestro juicio.
Esperamos con las críticas negativas – divertidas de escribir y leer- pero la
triste verdad que debemos afrontar es que, en el gran orden de las cosas,
cualquier basura tiene más significado que lo que deja ver nuestra crítica.
Pero en ocasiones el crítico sí se arriesga cada vez que descubre y defiende
algo nuevo… el mundo suele ser cruel con el nuevo talento, las nuevas
creaciones… lo nuevo, necesita amigos”. Gracias por la función.
María Victoria Pilares
20 de agosto de 2017
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