domingo, 22 de junio de 2014

Crítica: MALANOCHE

Entre la memoria y el olvido.

Arístides Vargas es uno de nuestros dramaturgos latinoamericanos preferidos. Sus obras tienen un fuerte sello autobiográfico, con temas evocativos y marginales, escritos de forma poética, a ratos con toques de amargura, y a ratos, con un fino humor. Así vimos en el 2012, dos adaptaciones de su autoría: La razón blindada y El deseo más canalla; y este año, la notable La República Análoga, dirigida por él mismo. Le toca el turno ahora a la agrupación Espalda de Bogo, responsable de Nunca estaremos en Broadway (2012) en el ICPNA de Miraflores, hacerse cargo de una nueva pieza de Arístides: Malanoche, que además forma parte de un Proyecto final de Artes Escénicas de la PUCP. Estrenada en El Galpón Espacio, con la dirección de Tirso Causillas, la puesta en escena tiene indudables méritos, pero también ciertos aspectos que podrían corregirse.

Carlitos (Daniel Cano) y Mifasol (Alejandro Larco, también responsable del proyecto) interpretan a dos parroquianos en una cantina, que beben cerveza mientras juegan billar. Ellos son atendidos por un hombre travestido que responde al nombre de Chepandolfo (Sebastián Eddowes), mientras una misteriosa mujer (Gabriela Olivera), que solo Chepandolfo puede ver, aparece y desaparece relatando cómo fue torturada y asesinada. Arístides propone aquí un juego de memoria y olvido entre los hombres: ellos pueden ser culpables o inocentes, de acuerdo a los recuerdos que poco a poco van articulando, entrampándose en sus propios diálogos. El tratamiento del texto es interesante, pero algunas fallas en el montaje podrían subsanarse para obtener un producto más acabado.

El director Causillas convierte el espacio de El Galpón en una cantina y coloca a los espectadores en mesas y sillas, simulando estar actores y público en el mismo ambiente, pero la cuarta pared pocas veces es rota. Tratándose de una versión libre, se podría trabajar más la participación activa del espectador en la historia. También los personajes limpian y apilan las cajas de cerveza sin ningún motivo aparente, acaso solo para tumbarlas y obtener así, los efectos sonoros necesarios para los momentos tensos. Con algunas deficiencias por pulir en su dicción, los actores en general logran sacar adelante sus respectivos personajes, especialmente Eddowes. Malanoche, como proyecto final del curso de Artes Escénicas, es una interesante propuesta teatral, que no traiciona el espíritu de Arístides, pero que todavía nos debe una evolución.

Sergio Velarde
22 de junio de 2014 

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