domingo, 13 de abril de 2014

Crítica: INCENDIOS

Desgarradora y notable puesta en escena

Considerado como uno de los mejores textos teatrales de este siglo, Incendios (2003) del nativo libanés con nacionalidad canadiense Wajdi Mouawad, forma parte una tetralogía (llamada La sangre de las promesas) en la que se incluyen también Litoral, Bosques y Cielos, escritos entre 1997 y 2009. Enmarcada dentro de la sangrienta guerra civil libanesa, la historia de Incendios se centra en los hermanos Janine (Jimena Lindo) y Simón (Rómulo Assereto); luego de leer el testamento de su madre Nawal (Norma Martínez), el escribano Lebel (Alberto Isola) entrega a ellos dos cartas que contienen su última voluntad: Janine debe buscar a su padre para entregar la carta y Simón debe hacer lo mismo con otro hermano. Ambos reciben una gran sorpresa, pues creían a su padre muerto y desconocían la existencia del tercer hermano. Es así que se inicia un viaje hacia los convulsionados orígenes de su madre, en una puesta en escena en el Teatro La Plaza Isil de visión imprescindible.

La puesta en escena dirigida por Juan Carlos Fisher atrapa desde el inicio; y acaso lo más resaltante del montaje sea que la notable producción con la que cuenta el teatro, haya sido puesta al servicio de la historia, como debe y tiene que ser. La funcional escenografía y el vestuario, así como las precisas iluminación y sonido, ayudan a delimitar los espacios y los tiempos, compartiendo así en el mismo escenario las historias de Nawal y de sus hijos, en forma paralela. Los brillantes textos de Mouawad, que no rehúyen los pasajes crueles y sangrientos ocurridos durante la guerra, le imprimen suspenso y realismo a la obra; así como también un delicado equilibrio con el humor, que aporta el personaje de Lebel. Resulta sorprendente encontrar gran belleza en una obra de contenido tan dramático y cruel. Las miserias del ser humano en épocas bélicas son retratadas en toda su verdadera dimensión.

El elenco en pleno, de comprobado talento tanto fuera como dentro de La Plaza, aprovecha cada línea para encontrar la emoción precisa. Una sólida Norma Martínez encarna a la luchadora Nawal en la madurez; y la talentosa Jely Reátegui, en la adolescencia, logrando momentos muy emotivos. Un inspirado Alberto Isola refresca el montaje con oportunas pinceladas de humor. Una mención especial para Miguel Iza, quien compone un inquietante retrato de maldad. El sorprendente final redondea un brillante montaje de obligatorio visionado, demostrando hasta dónde puede llegar el amor de una madre. El texto fue adaptado al cine por Denis Villenueve y la cinta, nominada al Oscar como mejor película extranjera en el año 2011. Nunca tuvo una nariz de payaso, un significado tan desgarrador. Incendios de Wajdi Mouawad es un verdadero acontecimiento teatral que nadie debe perderse.

Sergio Velarde
13 de abril de 2014   

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