lunes, 28 de octubre de 2024

Crítica: EL PROGRESO


Marchando al ritmo de Brecht

Cuesta creer que hace diez años se dieron las marchas contra la Ley Pulpín. El shock continúa cuando te das cuenta que, el año que viene, se cumplirán cinco años de las marchas contra Manuel Merino y de las muertes de Inti y Bryan. ¿Cuánta justicia se ha encontrado? ¿Cuánto ha cambiado nuestra manera de relacionarnos con la protesta? ¿Cuánto hemos progresado? Josué Castañeda explora estas preguntas en ocho cuadros brechtianos, donde se hacen presentes el caos y la confusión, al mismo tiempo que la humanidad.

La puesta en escena comienza estableciendo desde el principio su fuente brechtiana: no se quiere que olvidemos nunca que estamos viendo a actores en escena, interpretándose a sí mismos, al mismo tiempo que a personajes. Los cuadros saben hábilmente interpretar la protesta desde su base, desde el lugar que dicho concepto tiene en nuestro imaginario colectivo. La idea evoluciona desde varias aristas: toca de cerca la muerte, pero las imágenes y cambios de código (con saltos entre comedia, teatro físico o un explícito simbolismo) hacen que la reflexión escénica aborde más allá de un simple réquiem y se convierta en un ensayo con muchas preguntas, a veces sin respuestas.

Por el contrario, en El progreso la protesta se toma también como una pregunta: ¿por qué protestamos? Sus imágenes, como el shockeante feto de parihuana o la idea de un proyecto de ley que prohíbe la muerte, exponen no solo una sátira política, sino que se centra enormemente en la frustración del joven ante el status quo y su búsqueda por desplazarlo, pero cuya poca dirección lo deja impotente ante una maquinaria que no procesa el amor.

El progreso, quizá, hubiera podido aprovechar de inicios y finales más claros y definidos para sus cuadros. Es evidente que cada uno trata una arista de esta gran reflexión, y su unión en el caos final habría causado más impacto en dar mayor claridad a sus conclusiones. Es también cierto que algunas preguntas no tienen conclusiones, pues son futuros a los que nuestra juventud aún no ha llegado, pero quizás es esa frustración la que guía también nuestra protesta. Es por esta frustración que es importante hacerle honor al pedido de El progreso y no olvidar que estamos viendo una obra: discútanla después de verla, analícenla, cuestiónenla. Este es, pues, un objetivo brechtiano a la vez que peruano.

José Miguel Herrera

28 de octubre de 2024

Crítica: MÁS QUE TEATRO


Microteatro en un bar

Más que teatro presentó en su primera temporada, un formato de tres obras cortas de quince minutos, con intermedios de improvisación teatral. En Sala Osma, un bar que los martes adapta un espacio poco convencional de teatro, el espectador puede comer o tomar algo mientras disfruta de las propuestas escénicas.

En una elección de obras bastante dispareja, destacan para el espacio Súper Cuarentón y Los coach de tu vida con una dinámica ágil, divertida y cercana al público, como la propuesta propone.

YO (NO) LO PARÍ

Dos mujeres, en distintos países, pero con una historia común, se enfrentan contra ellas mismas, contra los hombres, pero también contra la sociedad. Una propuesta con un mensaje fuerte y transgresor, pero que no conversa con el espacio en el que se representa. Destaca la propuesta de dirección en un espacio con limitaciones y la actuación de Camila Dellepiane.

SÚPER CUARENTÓN

Él, supercuarentón; ella, súper colágeno. Cuando él intenta construir una relación, varios desafíos se presentan y es finalmente el público el que elige el destino de esta dispareja relación. En una propuesta divertida, el público se entretiene, ríe y se siente parte de la obra. Resulta una excelente elección para el espacio en el que se encuentra.

NECESITO EL TRABAJO

¿Qué es lo que sucede cuando un hombre necesita un trabajo y es una mujer controladora la decisora de su destino? Es lo que nos plantea la obra, pero resulta confusa en el texto y los movimientos y corporalidad de los personajes.

LOS COACH DE TU VIDA

Entre las obras, Julio Díaz y Renato Pantigozo realizan un divertido juego con el público a través de la improvisación teatral, lo cual permite que el espectador conecte con esta nueva propuesta.

Este formato puede permitir acercar a personas lejanas al teatro, pero debe trabajar en mejorar la experiencia del cliente con asientos más cómodos, mejor atención y manejo del área del bar durante la función, que no permite tener toda la atención en el escenario.

Alejandra Sierralta

28 de octubre de 2024

jueves, 24 de octubre de 2024

Crítica: NO PUEDES DEJAR ESTE CUERPO SIN CONTAR ESTA HISTORIA


Eslabones de la vida

En el preámbulo, una voz en off invita al espectador a tomar asiento, acomodarse e incluso lo alienta a no temer; desde ese momento, empezamos a ser parte de la historia de Valeria, una psicoanalista de 52 años que vive con una condición física que la mantiene en una silla de ruedas. En el 2019 descubre un medicamento fabricado en el extranjero, que detiene el deterioro muscular que su cuerpo ha experimentado por largo tiempo, pero se enfrenta al obstáculo de poder acceder a él. Cuando por fin logra avanzar hacia su cometido, la pandemia amenaza con frenar todo el tratamiento al que tanto le había costado llegar. Entonces, Valeria se ve enfrentada a sus propias emociones, en medio de una situación extrema para el mundo, sobre todo, para nuestro frágil sistema de salud.

No puedes dejar este cuerpo sin contar esta historia es una obra de autoficción, escrita por Valeria García y dirigida por Nadine Vallejo, la cual se presentó por una breve temporada en La Casa Yuyachkani. En la interpretación, Verónica Garrido Lecca nos transporta a través del movimiento y la palabra, por aquellos eslabones que marcaron la vida de Valeria, acompañada por la música y el soporte audiovisual, e incluso la silla de ruedas, que bien podría ser un personaje más de la historia. La autora aparece en escena como la voz interna de su propio yo, la cual empatiza con el dolor y los temores que surgen a partir de la incertidumbre. Así, los cuestionamientos que se abordan son la vulnerabilidad emocional frente a una discapacidad física, la perspectiva de la sociedad en torno a lo distinto, y el estado de crisis de la salud pública en nuestro país, en medio de una pandemia que llegó para ser la protagonista, dejando a otras enfermedades relegadas y desprotegidas.

La propuesta escénica, en armonía con la sensibilidad de la narrativa, plantea un escenario ocupado por artículos personales y significativos para la autora; además, el juego de luces en tonos naranja y amarillo, conjugados con la penumbra, nos permiten apreciar la destreza corporal de Garrido Lecca, que a través de su ejecución le otorga una voz al cuerpo de Valeria, evidenciando las anécdotas divertidas, los recuerdos, los procesos dolorosos, y también la esperanza; que suponen la experiencia de muchas personas que conviven con alguna condición o discapacidad física. No puedes dejar este cuerpo sin contar esta historia es una puesta teatral movilizadora y urgente, especialmente en nuestro país, donde las realidades son tan distintas como extensas.

Maria Cristina Mory Cárdenas

24 de octubre de 2024

Crítica: CUANDO EL MUNDO ERA MÁS PEQUEÑO


Testimonios para aceptarnos

Cuando el mundo era más pequeño teníamos el privilegio de no conocer el mundo de los adultos. De no conocer sus prejuicios, ni la crueldad, ni el abandono, ni el rechazo; pero llega un momento en el que este mundo se agranda, en el que sentimos que no encajamos, en el que nos vemos diferentes, en el que ese mundo pequeño se torna hostil hacia nosotros.

Cuando el mundo era más pequeño es la nueva obra de teatro testimonial escrita y dirigida por Carol Hernández que, a través de testimonios de seis jóvenes, reflexiona sobre las disidencias, el racismo, la homofobia, la discriminación y los privilegios que les inculcan los adultos a los niños desde temprana edad, eliminando la libertad e intentando suprimir sus emociones. Una obra que si bien se ha tratado antes, con gran acierto, evade lo que podría ser una obra expositiva para situarnos en el papel de niñxs en un grupo de juegos. Alguno baila, otrx juega con sus muñecas, otrx con sus dibujos, otrx compite en nado, otrx canta. El dinamismo de la obra permite que estas historias no se queden en historias enumeradas o definiciones de términos, sino que se nutran cada una de la anterior y que generen empatías entre ellas.

Lo mejor de la obra es la manera en la que se expresan estas historias. Se sienten tan personales debido a la fuerza en sus testimonios. Tanto Luciano Bueno, Estrella Paucar, Pilar Cornejo, Germán Diaz, Samanta Romero, Silvi Salas y Ena Feuer ofrecen interpretaciones que nos hacen empatizar con estas historias con testimonios no van al lugar común, sino que funcionan para la reflexión acerca de la aceptación. Los testimonios son diferentes entre sí: algunx fue rechazado por su familia, otrx tuvo padres que lx querían, otrx no tuvo problemas para encontrarse, otrx tardó años para poder reconciliarse con su madre, etc. Así este problema no es único, es trasversal y la única víctima es la niñez, quien solo intenta ser feliz en este mundo tan pequeño. “¿Alguien quiere pensar en los niños?” (parodiada en la obra) sollozan, mientras estas infancias sufren más por el rechazo y por la obligación de encajar en una “normalidad” que nadie pidió.

Al concluir el juego, lxs intérpretes señalan qué es lo que quisieran para el futuro. Una sociedad que los acepte; un estado que no los fuerce a esa “normalidad” o, incluso, una familia que los puedo abrazar. Hora y media de reflexionar sobre nuestros privilegios, llega el final con una frase: “Ojalá mi mamá quiera ser abuela de un hijo mío”. Frase demoledora que nos hace darnos cuenta de nuestra posición de enorme privilegio con el que muchas personas no han vivido: una familia que los quiera y los acepte como son.

Gabriel Calderón

24 de octubre de 2024

miércoles, 23 de octubre de 2024

Entrevista: FRANCISCO CABRERA


“Con trabajo y dedicación se puede conseguir una puesta profesional.”

Ganador del premio Oficio Crítico, gracias a la votación delpúblico, como director de Metamorfosis, Francisco Cabrera conversó con nosotros acerca de su nuevo espectáculo, llamado Bajo tierra, una adaptación de la pieza Beirut de Alan Bowne. Con ella, se nos invita a cuestionar los límites de la supervivencia y el deseo en un mundo en donde el contacto humano es letal.

Bajo tierra es el nombre de la obra teatral que se presentará a partir del 2 de noviembre del 2024 a las 8 de la noche en el Teatro Barranco. Ambientada en un mundo devastado por un virus que convierte el contacto físico en una sentencia de muerte, la obra explora las emociones más humanas en su forma más cruda: el duelo, el miedo y un deseo que ahora es prohibido.

La puesta en escena, dirigida por Francisco Cabrera, cuenta con las actuaciones de Sebastian Stimman, también a cargo de la adaptación, y Alessa Wichtel. Las entradas están a la venta en atrapalo.pe o en la boletería del teatro.

Sergio Velarde

23 de octubre de 2024


Crítica: OFICINA DE DESEOS, ¿CUÁNTO HAY? y MI AMIGO MARICÓN


Sobre lo cómico como recurso movilizador

El formato de obras cortas presentadas en Piso 1 ofrece una experiencia teatral concentrada e intensa, además de ser el plan de fin de semana favorito de muchos. Tuve la oportunidad de ver tres obras cortas: Oficina de Deseos, ¿Cuánto hay? y Mi amigo Maricón. Piso 1 suele tener opciones variadas de obras, acompañadas de piqueos y bebidas disponibles en su local de Miraflores.

Oficina de Deseos

Escrita por Leticia Arbelo y dirigida por Renato Pantigozo, Oficina de Deseos es una comedia ácida que explora los límites del emprendimiento en un contexto absurdo. Mariana y Laura, interpretadas con carisma por Rocio Montesinos y Vivi Neves, buscan el éxito empresarial a través de la creación de una oficina en donde los deseos de los clientes se cumplen, un concepto tan ingenioso como inquietante. La obra plantea situaciones en las que es inevitable preguntarse hasta dónde estamos dispuestos a llegar para alcanzar nuestros sueños o el éxito. Montesinos y Neves logran construir una dinámica de amistad cargada de complicidad y tensión, lo que mantiene al espectador enganchado hasta el final. Sin embargo, la resolución de la trama podría haberse beneficiado de mayor profundidad en el conflicto ético que se sugiere; hubo momentos donde el humor fue forzado y no resultado de la acción dramático.

¿Cuánto hay?

Paco Varela presenta en ¿Cuánto hay? una tragicomedia sobre la nostalgia y el fracaso personal, centrada en el reencuentro de dos personajes marcados por su pasado. La ex vedette, interpretada con notable amargura y vulnerabilidad por Caroll Chiara, se enfrenta a su exesposo, encarnado por Gerardo Fernández, en un duelo de resentimientos y viejos rencores. La obra destaca por sus diálogos rápidos e irónicos, que transforman el dolor profundo de los personajes en humor. Aunque el ritmo a veces parece algo apresurado, quizás debido al formato breve, el ibretto encuentra momentos de gran verdad emocional, especialmente en la interacción final, que deja al público con un sentimiento agridulce.

Mi amigo Maricón

Por otro lado, Mi amigo Maricón de Alejandra Reyes es una historia de amistad y aceptación que, aunque aborda temas serios, lo hace con ligereza y humor. Magda y José son amigos cercanos que están a punto de cumplir un pacto de juventud, lo que los enfrenta a la contradicción entre sus miedos y deseos.  Sus interpretaciones llenas de ternura y picardía logran conectar emocionalmente con el público. El conflicto central de la obra, la promesa de realizar ciertos deseos antes de cumplir los 30 años, se convierte en una metáfora sobre el paso del tiempo, las expectativas no cumplidas y la búsqueda de identidad. Magda, interpretada por Tracy Alcántara, espera en la cima de una montaña a José, su mejor amigo, interpretado por Jesús Oro. A medida que la obra avanza, se revelan las razones por las que José podría no llegar a tiempo, lo que da pie a momentos de reflexión sobre la amistad, la identidad y el paso del tiempo. El humor ligero, combinado con un toque de melancolía, logra hacer de esta pieza un viaje conmovedor sobre el valor de los lazos afectivos y las decisiones que nos definen.Si bien algunos momentos humorísticos podrían haberse desarrollado mejor, la obra mantiene un buen balance entre la comedia y la reflexión, ofreciendo un cierre satisfactorio y emotivo.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024

Crítica: LOS HÉROES DE MI PATRIA


El heroísmo de la memoria histórica

Los héroes de mi patria, escrita e interpretada por Ernesto Barraza Eléspuru y dirigida por Rocío Limo, se presentó como una propuesta de teatro documental que mezcla la historia personal del autor con los acontecimientos clave de la historia del Perú. La obra, estrenada en el Teatro de Lucía, implicó un viaje íntimo y reflexivo a través del linaje familiar de Barraza, en el que se cuestiona su legado y, en un sentido más amplio, el lugar del ciudadano común dentro del entramado histórico de su país.

Uno de los aspectos más destacables e intbre deresantes de este unipersonal es la capacidad del autor de entrelazar lo personal con lo histórico. A partir de la venta de la casa familiar, Barraza emprende una investigación que lo lleva a descubrir la fuerte conexión de su familia con una tradición militar de muchas generaciones, lo que le permite abrir el debate sobre cómo estos legados impactan en su identidad y en su percepción de la historia del Perú. La obra utiliza documentos, fotos y videos para evocar figuras y eventos del pasado, proporcionando una narrativa apropiada y multifacética al relato, el cual va desde las guerras de la independencia hasta el presente.

La dirección de Rocío Limo da a la obra un ritmo y un tono sobrios que permiten al público conectar con la reflexión íntima del autor. No obstante, esta misma sobriedad puede, en algunos momentos, generar un ritmo pausado que podría no enganchar completamente a ciertos espectadores. Sin embargo, es precisamente en esa pausa donde se encuentran las preguntas más profundas de la obra: ¿Qué significa ser peruano? ¿Cómo se reconcilian los héroes familiares con la vida cotidiana y los desafíos actuales?

Barraza Eléspuru, en su rol de intérprete, se muestra vulnerable, sincero y profundamente conectado con su material. Su presencia en el escenario es contundente. Sin embargo, hubo momentos en los que el ritmo de la historia se caía, provocando la desconexión del público con la historia. En cuanto a su escritura, logra equilibrar bien la crónica histórica con la introspección personal, aunque en algunos momentos se podría desear un desarrollo más profundo de ciertos eventos históricos que, por su relevancia, podrían haber dado mayor peso a las reflexiones sobre la identidad nacional.

Los elementos multimedia no se sienten invasivos, sino que complementan el relato, haciendo que el pasado cobre vida de manera dinámica. No obstante, faltó precisión al momento de manejar el contenido audiovisual. En ese sentido, este recurso podría haber sido explotado con mayor creatividad para dar un impacto más potente en ciertas escenas clave. Si bien algunos momentos podrían haber tenido más fuerza narrativa, la obra ofrece un espacio para el cuestionamiento y la introspección, elementos que hacen que el teatro documental cumpla su función de conectar el pasado con el presente y de invitar al espectador a replantear su lugar en el mundo.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024

Crítica: LA CENA


Sobre el amor y las convenciones sociales

Gianfranco Mejía nos presenta en La cena una obra que logra captar la atención desde el primer instante, poniendo sobre la mesa temas universales como las diferencias de clase, la edad y los prejuicios familiares en las relaciones amorosas. La puesta, dirigida y escrita por Mejía, se sostiene sobre una premisa aparentemente simple: Jimena, una joven de 17 años perteneciente a una familia adinerada, decide presentar a su novio Alonso, de 26 años, a sus padres en una cena que rápidamente se convierte en un campo de batalla emocional.

El conflicto principal, aunque predecible en su estructura, está tan bien desarrollado que atrapa al espectador desde el primer momento La incomodidad de Alonso es palpable. Su personaje es un joven sin estudios ni trabajo, lo que lo convierte en un blanco fácil para las críticas de los padres de Jimena. Los actores logran transmitir el rechazo velado y el juicio silencioso con sutileza, elevando la tensión de la cena a niveles incómodamente familiares para muchos, aunque con toques de humor.

Jimena, interpretada por Luna Scarlet, brilla con un equilibrio de fragilidad y determinación juvenil. Es en su actuación donde se siente la verdadera desesperación de una joven que lucha por defender un amor que, desde el principio, parece condenado al fracaso. Scarlet logra transmitir esa mezcla de idealismo adolescente y frustración ante la incomprensión de sus padres, haciendo que su personaje sea más cercano y de fácil empatía por parte del público. La falta de ambición del personaje de Alonso, que inicialmente parece ser una desventaja, se transforma en una reflexión más profunda sobre la validez de los valores que dictan el éxito en la sociedad. Su lucha no es solo por el amor de Jimena, sino también por la aceptación en un mundo que lo considera inferior.

Si bien el desenlace de la historia no presenta giros inesperados, la obra destaca por la forma en que aborda el viaje emocional de los personajes, especialmente el de Alonso y Jimena. El final, aunque abierto a interpretaciones, deja al público con una sensación de esperanza mezclada con incertidumbre, reflejando la complejidad de las relaciones humanas y las barreras que a menudo se interponen en ellas.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024

Crítica: LOS ARGONAUTAS


Ritual de vida, muerte, memoria y olvido

Los Argonautas, una obra ganadora del Concurso Anual de Proyectos de Creación PUCP 2023, escrita y dirigida por Rodrigo Benza Guerra, se presentó como una experiencia teatral que trasciende lo convencional, fusionando la historia de migrantes con rituales de despedida en una propuesta llena de simbolismo y profundidad emocional. Protagonizada por dos actores icónicos del teatro peruano, Alberto Isola y Augusto Casafranca, la obra logra capturar la esencia de un viaje entre dos grandes dualidades universales: la vida y la muerte, la memoria y el olvido.

La puesta en escena se construye sobre una premisa poética y visualmente sugerente: dos viejos amigos, uno de origen europeo y otro de origen andino, deciden construir sus propias tumbas, simbolizando no solo su fin físico, sino también la oportunidad de reencontrarse con sus raíces y sus historias. La obra va transcurriendo como un ritual a la vida recorrida, a cargo de los personajes. A través de diálogos que alternan entre lo íntimo y lo trascendental, los protagonistas guían al espectador en un recorrido por sus recuerdos y vivencias, profundamente marcados por la migración y la guerra.

Isola y Casafranca, en sus interpretaciones, despliegan una maestría actoral que otorga a sus personajes una humanidad conmovedora. Sus interacciones en el escenario, en un continuo vaivén entre el humor, la nostalgia y el dolor, dotan a la obra de una autenticidad que conecta con el público de manera inmediata. El vínculo entre ambos actores fue el sostén de esta historia; este aspecto, en consecuencia,  hace que el viaje de estos dos amigos se sienta personal y universal al mismo tiempo.

La dirección de Benza apuesta por una escenografía en la cual los objetos escénicos, como las tumbas en construcción, realmente cobran vida simbólicamente, gracias a los detalles que los personajes van trayendo al espacio. Las tumbas no solo son el fin de un ciclo, sino espacios de contención y homenaje donde las historias compartidas se transforman en legado. La influencia de rituales andinos y europeos es palpable, no solo en los elementos visuales, sino también en la música y el baile, que enriquecen la atmósfera ritualística de la obra.

El texto juega con la temporalidad, permitiendo que el pasado se superponga con el presente en una narrativa no lineal. Las historias de guerra y migración, aunque específicas en sus contextos, resuenan con fuerza en el Perú contemporáneo, un país cuya identidad se ha forjado en gran medida por estos mismos temas. Este es uno de los grandes logros de Los Argonautas: su capacidad de hablar del pasado y del presente sin caer en sentimentalismos, pero con una sensibilidad que invita a la reflexión.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024

Crítica: METAMORFOSIS


Una historia de conversiones

La nueva temporada de Metamorfosis, dirigida por Francisco Cabrera, marcó el regreso de una obra inquietante y movilizadora, la cual invita al público a enfrentarse con los temas más profundos y oscuros de la existencia humana. Basada en el célebre relato de Franz Kafka, esta adaptación teatral logra capturar la angustia existencial y el drama familiar del icónico personaje Gregorio Samsa. Este hombre, al despertar convertido en un insecto, experimenta la desintegración de su vida tal como la conocía.

El elenco, encabezado por Sebastián Stimman en el papel de Gregorio, es uno de los puntos más destacados de la producción. Stimman vuelve a sorprender con una actuación conmovedora y desgarradora. Su transformación física y emocional sobre el escenario es un viaje al centro del dolor, la incomprensión y el aislamiento. En ese sentido, la construcción de este personaje fue un trabajo impecable, con una técnica actoral a la altura. La fisicalidad de Stimman se transformaba momento a momento, dando lugar a la tan simbólica transformación descrita en la obra original. A lo largo de la obra, su Gregorio se retuerce no solo bajo el peso de su nueva forma monstruosa, sino también por el rechazo y la indiferencia de su propia familia.

Vanessa Robbiano y Daniella Stornaiuolo también brillan en sus roles como los miembros de la familia Samsa. Robbiano interpreta con maestría la complejidad de una madre que oscila entre el amor materno y el rechazo hacia su hijo transformado. Stornaiuolo, como la hermana de Gregorio, aporta un delicado equilibrio entre la inocencia y la resignación. Su evolución a lo largo de la obra, desde la preocupación hasta el total desprecio hacia su hermano, está matizada con una sutileza que habla de la buena técnica de la actriz para navegar por las emociones más contradictorias.

La incorporación de Sergio Paris en el rol que antes interpretaba Diego Lombardi ofrece un matiz renovado a la obra, aportando un aire fresco a una producción que, de por sí, ya es rica en simbolismo. Paris logra encarnar con precisión la desesperación y el agotamiento de un hombre atrapado en un hogar que se desmorona poco a poco.

En cuanto a la dirección de Cabrera, su visión de Metamorfosis va más allá de la mera representación del texto de Kafka. Cabrera utiliza la obra para lanzar una reflexión punzante sobre el aislamiento y la falta de empatía en la sociedad moderna. Su decisión de centrarse en el sufrimiento invisible de las clases marginadas y en la fragilidad de los vínculos familiares resuena fuertemente con la audiencia actual. El diseño de producción, minimalista pero efectivo, refuerza la sensación de claustrofobia y alienación. La escenografía, con sus tonos fríos y líneas opresivas, parece estar constantemente cerrándose sobre los personajes, reflejando el mundo que poco a poco aprisiona a Gregorio.

La puesta en escena de Metamorfosis cobra aún mayor relevancia este 2024, en el marco del centenario de la muerte de Franz Kafka. Esta obra no solo rinde homenaje a uno de los escritores más influyentes del siglo XX, sino que también subraya la atemporalidad de su mensaje. Temas como la alienación, la frustración y la lucha por la individualidad en un mundo que aplasta son tan actuales hoy, como lo eran hace cien años. La producción, ganadora de múltiples premios, mantiene su vigencia al reflejar una realidad cruda y materialista, donde el ser humano se desdibuja entre expectativas sociales y la búsqueda de un afecto genuino.

Stefany Olivos

23 de octubre de 2024