jueves, 27 de octubre de 2022

Crítica: TRILOGÍA DE UNA DESPEDIDA


Redención en el adiós

Las despedidas siempre serán tristes, pero no necesariamente deben ser consideradas como tropiezos o fracasos. Muchas veces debe optarse por decir adiós para así alcanzar un fin superior. Esta aseveración es explorada en uno de los textos más sensibles e intensos del director y dramaturgo Diego la Hoz, Trilogía de una despedida. Estrenada de manera intermitente a lo largo de los años por distintos colectivos, la pieza sorprende por su capacidad de conmover incluso a quienes hemos visto varias de sus versiones. Mérito además del colectivo Actores sin chamba y sus directores Carlos Cabrera y Belén Suárez, quienes consiguen un íntimo espectáculo, conmovedor y estilizado.

Este tríptico teatral abarca historias independientes, solo conectadas por la dramática pero imperiosa necesidad de despedirse: dos mujeres que son obligadas a separarse por la terrible enfermedad que afecta a una de ellas; una imaginativa niña que dialoga con su padre ausente; y una joven que tiene a su hermano como un recuerdo demasiado presente luego de la tragedia. Muy interesante el diseño de producción, en el que se optó por el minimalismo con funcionales estructuras de cartón como elementos para cada secuencia.

A destacar además, el sólido trabajo del elenco, conformado por Franco Ocaña, Pepi Pai y Lezu Merino, convincentes y conmovedores en el par de personajes que cada uno debió interpretar. Todavía en cartelera en el Club de Teatro de Lima, Trilogía de una despedida es un íntimo y entrañable montaje que reflexiona sobre la necesidad de decirle adiós a ciertos recuerdos que podrían ocasionarnos algún daño posterior, pero también de aceptar que sí existen relaciones que funcionan mejor a la distancia. Cabrera y Suárez han sabido aprovechar las virtudes de este clásico temprano de La Hoz para concebir un conmovedor espectáculo con personalidad propia.

Sergio Velarde

27 de octubre de 2022

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