lunes, 14 de marzo de 2022

Crítica: LA VIDA RESUELTA


¿Podrías decir en este momento que tienes “la vida resuelta”?

En un espacio para niños de una guardería muy requerida y casi copada, dos parejas y una mujer embarazada esperan por el único cupo que resta en la institución; en la larga espera cada cual empieza a observar de manera distinta su actual vida, su actual situación. Y es que en la sociedad tan apresurada en la que vivimos no hay tiempo para observarnos y andamos en automático la mayor parte del tiempo; no es por nada que estos personajes estén precisamente en una guardería, porque no tienen tiempo de ellos mismos hacerse responsables por la crianza de sus propios hijos. Es que pasa que andamos tan ocupados siempre que nos queda un tiempo muy reducido para lo que verdaderamente importa.

En determinados momentos vemos a los personajes transformarse en niños y contarnos con ilusión, pasión y sobre todo, fe sobre sus anhelos futuros y como ellos (los niños) perciben la vida en ese presente. Y es que cuántos de nosotros hemos pensado en que la vida debe ser aquello que nos han dicho que debería de ser a los 20, a los 30, a los 40. Y cuando vamos pisando esas edades nos damos cuenta que la vida no era un camino recto, sino muy sinuoso, lleno de cosas planeadas mientras ocurren otras cosas que parecen sabotear nuestros maravillosos planes. Alguna vez leí: “Esa galleta que mojas en el café y que cuando estás a punto de llevártela a la boca se rompe, cae y te salpica, dejándote con la boca abierta; esa galleta, es la VIDA”.

Y es que la vida no se puede tomar tan en serio. Por eso, precisamente, siento que esta obra cae perfecto como una comedia: los personajes están a punto de descubrir la verdadera vida que llevan y que por sobre todo, no pueden hacerse responsable de sus hijos, porque aún no se han hecho responsables de ellos mismos y de lo que sienten. No es gratuito también que sea un espacio con cosas para niños en las que ellos no “encajan” y se les dificulta hasta ir al baño, porque al mismo tiempo ellos sienten que no encajan en sus relaciones, no solo con sus parejas, sino en la relación con ellos mismos (como el caso de la embarazada). Y quién no se ha sentido alguna vez en su vida que no encaja en ningún lugar, una relación, un trabajo, una situación, una carrera, ¡vaya!, que no “encajamos” en la vida. Es cuando en verdad tenemos que tomar decisiones valientes, que seguro causarán dolor, pero ese dolor es necesario para avanzar, es necesario asumir la responsabilidad de nuestros actos y nuestros compromisos. Vivimos la mayor parte del día en automático, pensando la vida, pero no viviéndola. Esta pieza te invita a hacer un alto y siento que te dice que no está mal soñar como niños; no obstante; siempre será nuestra responsabilidad las elecciones que tomemos.

Manuel Trujillo

14 de marzo de 2022

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