Ganadores del premio “Sara Joffré” a la mejor dramaturgia
peruana de 2015 otorgado por El Oficio Crítico, los jóvenes actores Javier
Quiroz y Karlos López Rentería, creadores e intérpretes de RaTsodia (hilarante
pieza en la que dos ratas, literales y/o simbólicas, nos cuentan sus aventuras
en nuestra sociedad), comentan su primer acercamiento a la actuación. “Entré de
casualidad, yo quería estudiar fotografía”, revela Javier. “El teatro era mi
segunda opción; cuando me di cuenta que la carrera de fotografía resultaría muy
cara, entré a la ENSAD. Mi tío me dijo entonces que me pagaría la carrera, pero
de terco me quedé en la Escuela”. Por su parte, Karlos nos cuenta que su
anécdota ha sido boicoteada. “Yo quería ser músico, pero Diego (La Hoz,
director de EspacioLibre) me dijo que de música no sabía nada. Y considero que
el no saber se aplica para el teatro.”
Un espacio para soñar con libertad
“Solo estuve un año en la ENSAD”, comenta Javier. “Quería
viajar a Argentina, porque tenía ganas de estudiar teatro de calle. Conocí a
EspacioLibre (vivía a dos cuadras), asistí a un par de funciones y cuando salió
la convocatoria de talleres, me terminé quedando. Voy por mi segundo año”. La
primera colaboración de Javier con EspacioLibre fue Entre nubes y alcantarillas, una interesante revisión de la novela de Jorge Eduardo Eielson,
El cuerpo de Giulia-no. En cuanto a Karlos, quien es oriundo de Chiclayo, su
contacto con el teatro empezó con un taller de guitarra en la Casa de la
Cultura de Chiclayo, la cual tenía un presupuesto tan ajustado, que las luces
solo se prendían a partir de las 6:00 pm; es por ello que Karlos debía estar
cerca a la puerta para tener luz y fue así que observaba al grupo de teatro que
ensayaba en el patio. “Mis primeros pasos los tuve a los 14 años con el grupo Huerequeque, un colectivo de tradición que entendía el concepto de grupalidad". Posteriormente, a los 19 años, conoce al grupo Cultura Urbana y su directora Liz Moreno, en el
marco de una actividad organizada por Yuyachkani. Años más tarde, en un festival nacional en esa ciudad, “llegaron varios grupos de teatro: Barricada de
Huancayo, Olmo Teatro de Trujillo y EspacioLibre de Lima; este último con un
espectáculo de autoría propia y actores de televisión. Me interesaba más
Barricada, que se presentaba con una obra de Brecht, pero el director Carlos
Mendoza me sugiere que trabajara con el grupo de Diego”. Karlos acabó su
carrera y vino a Lima para participar en su primer estreno para el colectivo,
Cuento alrededor de un círculo de espuma de Sara Joffré.
¿Qué representa Diego La Hoz para estos jóvenes? “¡Qué pregunta
tan abstracta!”, exclama Javier. “Diego es un verdadero personaje”, manifiesta
Karlos. “En un casting, una joven actriz le dijo algo maravilloso: ¡Tu nombre
es así como grande! Mucha gente lo ve como un personaje casi mítico por las
cosas que ha hecho, por las discusiones con otra gente y por el valor de las
cosas que ha dejado por el teatro”. Karlos menciona que mucha gente cree erradamente
que trabajar en EspacioLibre es como estar en un claustro. “Es una experiencia
difícil: trabajamos desde las 7 de la mañana, hacemos actividades fuera,
preparamos los ensayos hasta las 2 de la madrugada, hay momentos en que
queremos matarnos. Pero es divertido, inclusive hasta en las cosas malas. Diego
es el referente del grupo. Él ha soportado los 16 años íntegros y todos
nosotros, mal que bien, estamos continuando esa idea”. Javier agrega que “Diego
puede ser muy pesado a veces, pero está convencido que todo debe salir bien:
esa obstinación, esa terquedad en el cuidado por los detalles es mi mayor
enseñanza.”
Definitivamente, hablar de grupos de teatro es hablar de
EspacioLibre. Javier comenta que siempre el término le pareció raro,
especialmente cuando estudiaba en la ENSAD. “Muchos compañeros hablaban de qué
talleres tomar y una amiga me trajo un folleto de Yuyachkani. Por primera vez
escuchaba sobre teatro de grupo. Quería saber qué era tener un grupo, porque un
elenco es gente que trabaja junta, pero un grupo qué hace. Quise formar un
grupito y le pusimos nombre. Lo primero que dije fue que teníamos un compromiso
desde este momento y todos me dijeron que el compromiso se ve después, ¿cuando
llega el dinero o el reconocimiento?”. Javier reconoce que tuvo suerte de
encontrase con la que él mismo llama, casita verde de Bolognesi 802 A. “Y
recalco A, porque hay gente que se confunde, tocan al costado y se enojan feo”.
Los espectáculos que se presentan en EspacioLibre son con entrada libre y salda
solidaria; es por ello que Javier menciona que un día en caja pueden haber 5
soles y al otro, puedes ir a cenar en un chifa. “Conversando con Karlos,
hablábamos de aquella gente que se bancaba con la grupalidad, como los
cirqueros, en que todos los que trabajan en él se pelean para que el nombre del
mismo circo sea el que brille.”
Trabajar en EspacioLibre le ha permitido a Javier y Karlos
conocer de cerca a la veterana actriz Aurora Colina. “Ella es parte de nosotros, muy generosa y sencilla, y
no se queda con las indisposiciones de su propia edad”, comenta Karlos. “Ella,
más bien, desanuda las cosas y potencia una vitalidad que me recuerda a Sara
(Joffré), la de no verse arrastrada por la vida. Ella está más viva que todos
nosotros”. Menciona además, que en los ensayos de madrugada para Un saludo que
no llega, Aurora seguía ensayando mientras todos dormían. “No podíamos creer que
está cumpliendo 60 años haciendo teatro ininterrumpidos. Eso se contagia. Para
la gente joven es importante compartir el tiempo en este mundo con personas
así”. Por su lado, Javier considera que es una de las pocas personas en la que
sí le cree la sencillez que predica. “Cuando dice que no quiere tomar taxi para
irse a la casa de su amiga, que vive en la urbanización Las delicias, al fondo
de Chorrillos, y prefiere tomar la 31 que está destartalada. Ella menciona que
no le gustan las premiaciones ni las grandes cosas, contrario a lo que muchos
quieren en la actualidad. Para ella no son la gran cosa.”
El teatro como profesión
Para Karlos, una característica esencial que debe tener un
actor de teatro es que sea muy malo. “Debe ser malísimo, para que así tenga que
levantarse todos los días a planear y diseñar cómo dejar de ser tan mal actor”.
Menciona además, que el teatro solo se puede renovar con actores que tengan la
necesidad de novedad, de destruir lo viejo. “Es por ello que es necesario que
el actor sea fuerte (un requisito de Brecht), con recursos expresivos poderosos
y que tengan un espíritu que aporte a la disciplina”. Y para Javier, un
director de teatro debe “ser muy parecido al conductor de un taller, a un
pedagogo; debe primero observar con mucho cuidado qué necesita la otra persona,
es decir, no debe pensar en el porqué no sale el espectáculo como yo quiero,
sino en cómo ayudo a mi actor”. Y también cree que debe ser económico, en el
sentido de no pensar en que su obra se instale en un solo lugar. “Mejor no
hagas nada; haz espectáculos que puedas meter en tres maletas y llevarlos a
estadios o a pequeñas salas.”
RaTsodia, escrita e interpretada por Javier y Karlos y dirigida por Diego
La Hoz, no solo funcionó como una entretenida comedia llena de humor negro,
sino también como una ácida crítica a la sociedad actual. “La gente nos dice
luego de ver la obra, incluso en otros países como Chile, que estamos en un
contexto en el que el nivel de corrupción es realmente muy común”, reflexiona
Karlos. “Es tan descarado el nivel de deshumanización, que la gente identifica perfectamente
la metáfora de las ratas. Y estamos todos, no solo los políticos, estamos
hablando de todos: de los 50 céntimos que ahorras al bajarte más delante de tu
ruta o de los 20 segundos que ganas al cruzar la calle antes que cambie la luz
del semáforo”. El vestuario de los actores combinó la ausencia de rostro en las
ratas, pues la gente ya no se mira a la cara; y el uso de un vestuario de gente
bien vestida, el que genera más rechazo. “Me pareció que era importante sentir
en escena de qué ratas hablamos: de las ratas contra los humanos o de ratas
humanizadas; en ambas especies estábamos hablando de una cosa en común: no
podemos seguir viviendo así”. Javier agrega que le gusta el subtítulo de la
pieza: Oda para curar el insomnio. “Vamos a ver si notas el canto al inicio;
nosotros no te vamos a decir qué hacer: está en cada uno si devuelves los 50
céntimos o si te aguantas esos 20 segundos antes de cruzar la calle”.
Finalmente, Karlos enumera los proyectos que se avecinan en EspacioLibre para este 2016. “El más grande es la continuación de la formación alternativa durante todo el año, además de las giras y el estreno de Un saludo que no llega, en el que celebramos los 60 años de la actriz Aurora Colina”. A lo largo del año también estarán de vuelta en la casa barranquina dos de las obras más representativas del repertorio del colectivo, El otro aplauso y Paréntesis; este último, un unipersonal en el que Karlos desea rediseñar algunos aspectos. “También seguiremos con nuestro proyecto editorial con nuevas publicaciones y abriendo nuevos espacios. Lo que más deseo es que todo eso pueda funcionar y que tengamos el espacio necesario para trabajar”, concluye.
Sergio Velarde
30 de enero de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario