El rapto de Perséfone actualizado
La Escuela Nacional Superior de Arte Dramático viene entregándonos desde hace algún tiempo, un impecable repertorio de propuestas escénicas de diversos géneros y estilos, pero con una envidiable producción que le saca el jugo a su íntima Sala ENSAD: espectáculos tan disímiles como comedias clásicas y contemporáneas (como Los dos hidalgos de Verona o Tus amigos nunca te harían daño), dramas existenciales de autor (como La tercera persona), o entrañables biopics (como Noches de luna). En esta oportunidad, y bajo la dirección de Jorge Sarmiento, viene presentándose Los perros, de la autora mexicana Elena Garro, un contundente texto que denuncia una realidad palpable y actual: la violencia ejercida contra la mujer latinoamericana.
La trama de Los perros es bastante sencilla; es por ello que el tratamiento estético que Sarmiento le otorga a la puesta en escena llama tanto la atención. Una humilde jovencita llamada Úrsula será irremediablemente raptada, ante la sufrida mirada de su madre Manuela, quien pasó por similar trance en su momento. La autora hace entonces, una clara alusión al rapto de Perséfone (con Manuela desgranando angustiosamente las mazorcas de maíz, en clara alusión a la diosa de la agricultura Deméter), pero cambiando la estética griega de otro montaje pasado por una ambientación azteca. Esta vez, el dios Hades está representado por los perros que le dan título al montaje, que literalmente salen de los agujeros a los pies de las protagonistas. El trágico y esperado desenlace no podrá ser cambiado por la ferviente religiosidad de los personajes, que por cierto, exuda el montaje.
A destacar la actuación de Rocío Ántero-Cabrera como la madre, muy precisa en sus emociones, bien secundada por Eric Otero, como el inquietante raptor Jerónimo; y por Marcia Romero, como la ingenua muchacha Úrsula, que poco a poco va descubriendo su sexualidad. El resto del elenco complementa felizmente el montaje, destacando el trabajo corporal en conjunto de los intérpretes de los perros, que generan el caos y la tensión adecuada en cada una de sus intervenciones. Los valores de producción (escenografía, vestuario, maquillaje, luces), como ya se hace costumbre en dicho recinto, se lucen en el escenario. Acaso lo mejor de Los perros, esta nueva propuesta escénica de la ENSAD, sea el de haber conjugado todas las virtudes artísticas que ofrecen los alumnos, egresados y maestros de la misma institución educativa para beneficio de este imperdible montaje.
Sergio Velarde
03 de agosto de 2015
La Escuela Nacional Superior de Arte Dramático viene entregándonos desde hace algún tiempo, un impecable repertorio de propuestas escénicas de diversos géneros y estilos, pero con una envidiable producción que le saca el jugo a su íntima Sala ENSAD: espectáculos tan disímiles como comedias clásicas y contemporáneas (como Los dos hidalgos de Verona o Tus amigos nunca te harían daño), dramas existenciales de autor (como La tercera persona), o entrañables biopics (como Noches de luna). En esta oportunidad, y bajo la dirección de Jorge Sarmiento, viene presentándose Los perros, de la autora mexicana Elena Garro, un contundente texto que denuncia una realidad palpable y actual: la violencia ejercida contra la mujer latinoamericana.
La trama de Los perros es bastante sencilla; es por ello que el tratamiento estético que Sarmiento le otorga a la puesta en escena llama tanto la atención. Una humilde jovencita llamada Úrsula será irremediablemente raptada, ante la sufrida mirada de su madre Manuela, quien pasó por similar trance en su momento. La autora hace entonces, una clara alusión al rapto de Perséfone (con Manuela desgranando angustiosamente las mazorcas de maíz, en clara alusión a la diosa de la agricultura Deméter), pero cambiando la estética griega de otro montaje pasado por una ambientación azteca. Esta vez, el dios Hades está representado por los perros que le dan título al montaje, que literalmente salen de los agujeros a los pies de las protagonistas. El trágico y esperado desenlace no podrá ser cambiado por la ferviente religiosidad de los personajes, que por cierto, exuda el montaje.
A destacar la actuación de Rocío Ántero-Cabrera como la madre, muy precisa en sus emociones, bien secundada por Eric Otero, como el inquietante raptor Jerónimo; y por Marcia Romero, como la ingenua muchacha Úrsula, que poco a poco va descubriendo su sexualidad. El resto del elenco complementa felizmente el montaje, destacando el trabajo corporal en conjunto de los intérpretes de los perros, que generan el caos y la tensión adecuada en cada una de sus intervenciones. Los valores de producción (escenografía, vestuario, maquillaje, luces), como ya se hace costumbre en dicho recinto, se lucen en el escenario. Acaso lo mejor de Los perros, esta nueva propuesta escénica de la ENSAD, sea el de haber conjugado todas las virtudes artísticas que ofrecen los alumnos, egresados y maestros de la misma institución educativa para beneficio de este imperdible montaje.
Sergio Velarde
03 de agosto de 2015
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