viernes, 19 de septiembre de 2014

Crítica: LA EDAD DE LA CIRUELA

Las mujeres en la memoria. 

Arístides Vargas sigue demostrando el porqué es uno de los dramaturgos latinoamericanos más queridos y respetados del medio. La riqueza de sus textos le han servido a diferentes agrupaciones para estrenar sólidos montajes, como en el 2012, gracias al colectivo Panparamayo con La razón blindada y El deseo más canalla; o como este año, gracias a Espalda de Bogo con Malanoche, y a la Asociación Cultural La Vale Teatro con Nuestra Señora de las Nubes, La República Análoga y actualmente, La Edad de la Ciruela. Difíciles de catalogar como dramas o comedias, las obras de Arístides siempre navegan ondulantes sobre el océano del tiempo, impregnadas por el dolor y la alegría contenidas en los recuerdos de sus entrañables personajes.

En La Edad de las Ciruela, estrenada en el Teatro Ricardo Palma de Miraflores con la dirección Michael Joan (protagonista de La República Análoga), la memoria y el paso inexorable del tiempo son los grandes protagonistas, a través de los recuerdos de un par de hermanas llamadas Celina y Eleonora. Ellas relatan, a través de sentidas cartas, su propia historia y la de un variopinto grupo de mujeres que habitaba en una vieja casa, mientras la madre de ambas niñas agoniza. Cada personaje, perteneciente a un linaje familiar de tres generaciones diferentes, tiene una anécdota llena de humor cotidiano que contar, mientras el vino de ciruela va fermentando. La crítica hacia el rol de la mujer en el pasado también es puesta en el tapete, pues las mujeres que aparecen en escena (re)claman a gritos por su libertad.

La mayor virtud de la dirección de Michael Joan recae justamente, en la sencillez de su propuesta. Con escasos elementos escenográficos (una escalera, un par de sillas), la pieza fluye gracias al excelente desempeño de las tres actrices participantes: Claudia del Águila (productora e intérprete en La República Análoga), Mariajosé Vega Bamonde (de Eclipsadas) y especialmente, una notable Leslie Guillen. Todos los personajes que las actrices se encargan de recrear resultan entrañables, destacando la inolvidable tía Adriática y la sirvienta Blanquita. Arístides Vargas logra un bello texto acerca del universo femenino con un lirismo muy apreciable, y que junto al talento de las actrices y el director, convierte al estreno en nuestro país de La Edad de la Ciruela en un espectáculo teatral imprescindible. 

Sergio Velarde
19 de setiembre de 2014

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