sábado, 5 de julio de 2008

Crítica: LOS NÚMERO SEIS

El absurdo de la violencia  

“Los número seis” es una de esas obras que generan tantos adeptos como detractores. Prácticamente se han formado dos bandos bien definidos; uno, conformado por aquellos que aplauden no sólo la dramaturgia, sino también la extravagante y psicodélica puesta en escena (entre ellos, Santiago Soberón); y otro (encabezado por Alonso Alegría), por los que sólo pueden rescatar algunas imágenes y ciertas actuaciones de un montaje que nunca llega a cuajar y que no logra su principal objetivo en primer lugar. Luego de ver esta sátira futurista de Gino Luque Bedregal, obra ganadora del I Concurso de Dramaturgia Peruana 2007, producida por la Asociación Cultural Peruano Británica y dirigida por Ricardo Morán, debo permanecer irremediablemente en este último bando.

La anécdota de la historia, cuyo sugerente afiche delata desde el comienzo, es ya sabida: en un estado totalitario, no muy lejano de nuestro tiempo, una mujer acusa a un hombre, el número seis, de ser el autor de un terrible crimen, lo cual generará una arbitraria escalada de violencia presidida por un curioso policía en contra de un inocente ciudadano.

No puedo ser tan visceral como el “crítico” de “Palmas y palos”, pero no puedo dejar de hacer notar las serias deficiencias dramáticas que el buen director Ricardo Morán no pudo compensar sobre un texto superficial y sin vuelo, que ganó un sorprendente primer lugar en un prestigioso concurso público. La idea no está mal, pero el desarrollo de la historia pierde fuerza conforme la acción avanza (el primer interrogatorio se vuelve repetitivo y monótono), el supuesto tratamiento del teatro del “absurdo” banaliza la esencia misma de la obra (las inflexiones de voz y los tartamudeos de los actores vuelven prescindibles los diálogos) y prácticamente durante todo el transcurso del montaje las recargadas y fulgurantes escenografía, iluminación y elementos multimedia (además de máscaras, efectos de voz, graffiti, etc.) sepultan al verdadero protagonista: el texto, dejando sólo muchas imágenes de gran belleza, pero indescifrables al fin y al cabo, para quienes no compren el programa o no vean el trailer promocional.

Sería mezquino negarle las pocas virtudes del montaje, pero la principal (la dirección de Ricardo Morán) recarga el espacio escénico hasta saturar al espectador. A destacar el buen oficio actoral de Leonardo Torres Vilar en el papel principal, muy cercano a la caricatura; la expresividad corporal de Carmen Aída Febres; y a un actor que viene destacando de un tiempo a esta parte: Manuel Gold en el papel de Carlitos, el hijo del policía, que continuará sus pasos y hará creíble el desenlace de la historia, confirmando que la violencia no sólo es absurda, sino que no tiene fin y continuará en un círculo vicioso hasta el infinito. “Los Número Seis” se convierte en un hermoso y fallido montaje, que nos prueba, una vez más, que no importa cuán talentosa y creativa pueda ser la propuesta de dirección, si no está acompañada por una sólida dramaturgia que la sostenga. A tener más cuidado los miembros del jurado para futuras convocatorias.

Sergio Velarde
05 de julio del 2008

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