domingo, 27 de octubre de 2019

Crítica: REBOBINA’94

Un zoológico limeño en clave vintage

Tennesse Williams estrenó en 1944 El zoológico de cristal (The Glass Menagerie), una de sus obras maestras y que ya se cuenta como uno de los clásicos de la dramaturgia universal. La trama es bien conocida: una íntima pero feroz mirada al núcleo familiar, con fuertes tintes autobiográficos, ubicada al sur de los Estados Unidos en los años 30. La madre, Amanda, castrante y manipuladora, fue abandonada por el marido y ahora le toca convivir con sus dos hijos: Laura, tímida y con un impedimento físico, colecciona animalitos de cristal; y Tom, contador con aspiraciones de escritor, es el encargado de narrar la historia. Justamente, uno de sus compañeros de trabajo, Jim, visita la casa y queda prendado de la muchacha. La última representación formal de El zoológico de cristal en nuestra capital fue dirigida por Joaquín Vargas en el 2017; mientras que la adaptación a nuestra realidad peruana, por Henry Sotomayor en el 2010, rebautizada como El eterno resplandor de un cristal. Pues bien, una nueva versión viene siendo presentada en la Casa Recurso de Barranco titulada Rebobina’94, escrita por Claudia Ruiz y Alejandra Núñez, dirigida por la primera y coprotagonizada por la segunda, que le rinde un muy digno homenaje al destacado dramaturgo estadounidense.

Ruiz y Núñez realizan una apreciable revisión y actualización del clásico de Williams en nuestra Lima en plena década de los noventas, adaptando los personajes y sus respectivas motivaciones. El ingenioso título de la puesta viene de la función de “rewind” (rebobinar) de los VHS, un aparato que se encuentra en la sala de la casa y que le sirve a la enfermiza Laura de Núñez para seguir su pasión por lo comerciales. Mientras tanto, el Tom de Daniel Lanfranco, a quien vimos en Moonchildren (2017), resulta conmovedor y convincente, agobiado por la carga familiar, por su frustración en su trabajo y sus infructuosos deseos de ser escritor. La presencia del Jim de Nicolás Valdés en una velada familiar pone en jaque a ambos hermanos y es el disparador del drama. Acaso la Amanda que interpreta Janet Medina resulte ser la verdadera sorpresa, ya que la manipulación que ejerce hacia sus hijos es bastante sutil y la actriz le imprime una oportuna dosis de humor a su personaje.

El espacio de la muy íntima Casa Recurso es aprovechado al máximo por Ruiz, logrando con los elementos justos transportar al público a 1994 y hacer creíble la historia. La dirección de actores también se luce, especialmente en Lanfranco y Medina, trabajando la interiorización y contención de las emociones. Acaso la propuesta de Ruiz y Núñez no pretende ser una suerte de documental de la vida de la clase media en la década de los noventas, pero sí que aprovecha su particular coyuntura para ofrecernos una lacónica mirada hacia un pasado relativamente cercano que dejó huella en una determinada generación, que así como sus personajes, buscaba un lugar para poder realizarse personal y profesionalmente. Rebobina’94 es una feliz adaptación del clásico de Williams, en clave vintage y a la limeña, con sentidas actuaciones y una nostálgica mirada hacia un modo de vida que (para bien o para mal) ya no volverá.

Sergio Velarde
27 de octubre de 2019

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