Ficha Técnica:
Actúan: Rochy Yépez, Manuel Calderón
Dramaturgia: Claudia Sacha
Dirección: Carlos Acosta
Sala: Espacio-Libre, Barranco.
Actúan: Rochy Yépez, Manuel Calderón
Dramaturgia: Claudia Sacha
Dirección: Carlos Acosta
Sala: Espacio-Libre, Barranco.
NM es el último texto escrito por Claudia Sacha y trata sobre la vida después de la muerte o una relación que se proyecta más allá del tiempo y del espacio. Se trata de un pintor que ha perdido a su esposa en terrible accidente automovilístico (como los que menudean en el presente limeño) y se vuelve a reencontrar con ella en una especie de sueño que luego se va convirtiendo poco a poco en alucinación y cobra ribetes patológicos.
NM es además una propuesta que construye una relación de pareja en los escombros de una relación real. La situación es tan fuera de la realidad que proporciona nuevos ángulos para mirar las formas de interrelación entre un hombre y una mujer.
Si nos olvidamos lo que nos propone la autora (aquello de la comunicación de esta pareja más allá de la muerte) nos quedamos con la experiencia de dos seres que alguna vez se han amado y que pretenden seguirlo haciendo, con todos los problemas que ello implica. Tanto la mujer como el pintor se ubican en planos reconocibles de una relación amorosa: él la está pintando en todo momento y por momentos le recrimina ciertos detalles de la fatal tragedia que aconteció, donde ella supuestamente perdió la vida. Pero si se tratara de cualquier otro problema seria la misma cosa: cómo se comunica la pareja, cómo vive el presente ficcional la pareja.
El truco de NM está precisamente en reproducirnos la relación humana de esta pareja como si no pasara nada y en el fondo es la relación alucinada de un pintor y su musa, pero el caso es que ella está muerta. Esta nueva perspectiva que fluye de la puesta en escena solamente atendiendo a algunos detalles minimalistas, hacen de la reflexión sobre esta situación tan límite (los límites entre la vida y la muerte) doblemente interesante.
Los momentos en que nos adentramos en un mundo desconocido para ella y para él y por supuesto para nosotros, la obrá cobra un vigor insuperable. ¿Cómo alguien puede llegar a convencerse que está hablando con alguien que ya no está vivo? La solución muy imaginativa que en el tiempo escénico este elenco ha perpretado convence al público y llena ese espacio de verosimiltud que siempre se espera para que las propuestas escénicas tengan éxito. Son momentos que ni el propio personaje que supuestamente viene del otro lado del espectro puede definir con claridad, y que pone en problemas a su pareja para comprender por qué él puede tocarla y sentirla tan real si en realidad él está vivo y ella no. Esto queda resuelto ya en el mismo momento de su enunciación, y el mérito es de la propuesta.
Lo otro es el toque final, de alguna manera innecesario pero espectacular, cuando se revela la naturaleza del cuadro que ha estado pintando el amante artista y todo lo que concierne a la percepción de la muerte de este y a la naturaleza de su amada. Ella está buscando (posible lectura) la manera como hacer volver a la realidad a su pareja, pero qué ¿a la realidad de la dimensión donde ella se encuentra? ¿O, qué? Lo cierto es que el final no cierra el circuito, y como situándonos ante una columna de espejos paralelos multiplica nuestras explicaciones al infinito.
Intrigante propuesta, que representa un peldaño más en la dramaturgia de Claudia Sacha y la constatación de contar con espacio excelente para la experimentación y el disfrute.
Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral
1 comentario:
Creo que nos falta saber de la propuesta estética de dirección y actuaciones, ya que podríamos saber todo lo acontecido en su comentario leyendo la obra.
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