Conmovedora historia de amor
El Oficio Crítico se ha caracterizado en los últimos años por comentar obras de teatro independiente o alternativo, con el único propósito de convertirse en una de las poquísimas ventanas que tienen dichos espectáculos para darse a conocer. Pero ello no implica, por cierto, que este servidor tenga alguna animadversión hacia aquellos espectáculos comerciales con precios superiores a los 30 soles, que simplemente no necesitan más ventanas, como la de este humilde blog, para promocionarse. Es por ello que, haciendo honor a mi anterior afirmación, puedo afirmar, con cierta discreción, que la nueva puesta en escena del Teatro La Plaza Isil, Nuestro pueblo de Thorton Wilder, dirigida por la experimentada Chela De Ferrari, es un espectáculo completo, conmovedor y muy disfrutable.
Ganadora del Premio Pulitzer en 1983, la obra nos muestra, con la más demoledora sencillez, la vida cotidiana de una pequeña y apacible ciudad del estado de New Hampshire en los Estados Unidos, entre los años 1901 a 1913. Un director de escena nos presenta, en tres actos, la historia de amor entre dos jovencitos de familias vecinas. Utilizando únicamente la mímica de los actores, así como el preciso manejo de luces y sonido, todo el pueblo se nos muestra con absoluta veracidad ante nuestros ojos, ahora desde los extremos del escenario, en una interesante propuesta por parte de la directora. La anécdota en sí puede parecer sencilla, pero encierra un gran contenido, en el que la fe juega un papel fundamental en los actores y el público, para comprender así el esperanzador mensaje del autor.
Un notable e intachable elenco le da vida a los entrañables personajes que pueblan esta apacible ciudad; gran pareja protagónica formada por Gisela Ponce de León y Rómulo Assereto, con secundarios de lujo como lo son Sofía Rocha y Gabriela Velásquez; todos ellos dirigidos en el mismo escenario por Paul Vega. Nuestro pueblo sostiene su dilatada duración con algunas memorables escenas, en las que los sencillos diálogos esconden tantas emociones juntas, como el primer acercamiento de los protagonistas en la fuente de soda o aquel abrazo entre madre e hijo antes de la boda. El Oficio Crítico recomienda que Nuestro pueblo debería ser visitado por todos aquellos que apreciamos y disfrutamos del buen teatro, cueste lo que cueste.
Sergio Velarde
25 de octubre de 2012
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