sábado, 22 de octubre de 2011

Crítica: VISITANTE NO IDENTIFICADO

Curiosos encuentros cercanos

Discurre en ciertos círculos un errado concepto sobre la producción en el teatro independiente: creer que el economizar significa por ejemplo, contar con un elenco cada vez más reducido, que interprete varios personajes en la obra; convocar a una persona sin entrenamiento previo y sin la mística teatral obligatoria para apoyar en la parte técnica; y un promotor que escriba, actúe, dirija y produzca la obra, sabiendo de antemano que no podrá cumplir al 100% sus deberes, en demérito de la puesta en escena. Es necesario dejar sentado que cualquier carencia que pueda afrontar un grupo de teatro independiente (¿qué grupo no tiene problemas en producción en estas épocas?) debe ser resuelta de manera creativa por parte de los responsables del proyecto. Y por supuesto, tomando en cuenta siempre el respeto hacia el sufrido público, que frecuentemente hace las veces de conejillos de indias. Felizmente, esta mentalidad poco a poco está desechándose, gracias a la calidad de la mayoría de teatristas independientes.

Acaso importe este comentario antes de reseñar la nueva puesta en escena de La Caja de Oropel Producciones, estrenada en el Teatro Auditorio Miraflores, titulada Visitante no identificado. Un freak llamado Odiseo (Alfonso Pagaza), ávido por descubrir la existencia de vida extraterrestre, encuentra en la calle a un misterioso ser llamado Xadón (Edward Montano), quien afirma haber sido abandonado en este planeta por expedicionarios del planeta Tryor. La comunicación entre ambos personajes es posible, gracias a los conocimientos de Odiseo en el idioma de Xadón. Así se inicia el aprendizaje por parte del supuesto extraterrestre para poder sobrevivir en nuestro mundo. Sin embargo, las apariencias engañan y ambos personajes finalmente revelarán sus verdaderas intenciones. Si bien la historia resultó interesante por momentos, la caótica operación de luces y sonido, así como el retraso en el inicio de la función y los largos cambios de escena, le restó demasiados puntos al montaje, debido principalmente a la inasistencia del operador de luces y sonido, que tuvo que ser reemplazado a última hora.

Al autor, director y actor de Visitante no identificado, Alfonzo Pagaza, le pasa factura el pretender abarcar demasiadas funciones en el montaje, pues esto conlleva al descuido de esos detalles técnicos, que pueden parecer triviales en un inicio, pero que terminan por arruinar la función. Los dilatados cambios de escena pueden ser corregidos, ya sea con la presencia de más apoyo en tramoya o utilizando creativamente las luces. A estas alturas, el apagón y la interminable música de fondo pueden ser sustituidas de mil maneras con creatividad. Contar con un técnico que pueda faltar a una función, sea cual sea el motivo, denota una enorme irresponsabilidad pues su labor es crucial para el espectáculo. Ni siquiera el director pudo asumir esta función, ya que participó en el montaje como actor. Actuar y dirigir a la vez son dos responsabilidades muy grandes para una sola persona; la decisión de asumir ambas debe ser tomada con mucha prudencia y siempre tomando en cuenta el no descuidar la calidad del espectáculo. De las tres funciones que asume Pagaza en la obra, la que tiene mayor mérito es la de dramaturgo, pues Visitante no identificado tiene una historia curiosa que bien pudo ser mejor aprovechada.

Sergio Velarde
22 de octubre de 2011

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