martes, 4 de marzo de 2014

Crítica: FRANKIE Y JOHNNY EN EL CLARO DE LUNA

Comedia romántica para el mes del amor

La pieza Frankie y Johnny en el Claro de Luna, escrita por el dramaturgo Terrence McNally, fue estrenada por primera vez off-Broadway en 1987, contando con dos prestigiosos actores (y que años más tarde darían el salto al cine), como lo son Kathy Bates y F. Murray Abraham. Posteriormente en 1991, el director de cine Garry Marshall se animó a llevarla al cine con Michelle Pfeiffer y Al Pacino, con singular éxito. La obra teatral se centra en dos simples y sencillos cuarentones (Frankie, una frustrada mesera con un pasado amoroso tormentoso; y Johnny, un cocinero que estuvo en prisión y que perdió a su familia) que luego de tener intimidad en el departamento de ella, mantienen una larga conversación hasta el amanecer, para intentar llevar una futura vida juntos.

Estrenada en el mes del amor en el Teatro Británico, la directora Vanessa Vizcarra logra plasmar en el escenario una comedia romántica en toda regla, a pesar de lo atípico de este género en nuestra cartelera teatral. La recargada escenografía cumple su función de trasladarnos a la ciudad de Nueva York en los ochentas; y el enorme muro de ladrillo que se eleva al inicio de la obra, nos inmiscuye dentro de la intimidad de la pareja. La escalera de emergencia, tan típica en las construcciones de la zona en cuestión, es el marco adecuado para la mejor secuencia de la obra, ya iniciado el segundo acto. Curioso, eso sí, que en el programa de mano figure que la obra dura 100 minutos y sin intermedio.

Las actuaciones sorprenden por la química que van ganando con el transcurrir del tiempo en escena. Los desnudos de los actores, luego de tener intimidad, están perfectamente justificados. Sergio Galliani aplica su talento y experiencia para construir a su carismático y muy natural Johnny; por su parte, Alexandra Graña sorprende dándole la réplica adecuada, interpretando a una confundida Frankie al inicio, para luego caer rendida en los brazos de Johnny. Se trata pues, de una muy recomendable temporada con la que el Teatro Británico inicia sus actividades teatrales, luego de los serios traspiés del año pasado. Frankie y Johnny en el Claro de Luna nos devuelve la esperanza en el amor, a pesar de todas las dificultades de nuestra vida diaria.

Sergio Velarde
04 de marzo de 2014

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