“Tener talento es saber cuándo racionalizar y cuándo ser intuitivo”
En el 2014, los veteranos directores teatrales lucieron su talento y
oficio en puestas en escena de diverso calibre. Sin embargo, los jóvenes
directores también demostraron lo suyo: uno de ellos, Mikhail Page, mostró una
admirable creatividad y buen pulso para el estreno de tres temporadas de
diferentes temáticas: El Camino a La Meca de Athol Fugard, Vladimir de Alfonso
Santistevan y Hemingway de Maritza Núñez. “Comienzo en el colegio de manera
amateur”, recuerda Mikhail. “Luego descubro el teatro profesional con Roberto
Ángeles y Alberto Isola en sus cursos de actuación.” Pero también, Ángeles
destacó el buen ojo que tenía Mikhail para dirigir, pues éste leía mucho,
interpretando e imaginando como las escenas podrían ser planteadas. “Fue así
que tomé valor y dirigí mi primera obra, Laberinto de monstruos de César De
María, con unos amigos del taller de Roberto en la Alianza Francesa, y que
ahora todos son reconocidos actores. Fue una bonita experiencia.”
En el 2008, Mikhail decide viajar a Buenos Aires para estudiar
Dramaturgia y Dirección, con Mauricio Kartun y Augusto Fernandes
respectivamente. Esto fue antes de estudiar su licenciatura en dirección
teatral en la universidad de Palermo. “Fueron dos maestros, dos eminencias con los
que quería estudiar y aprendí un montón”, reconoce. “Además, el ritmo de Buenos
Aires y la oferta cultural está por todos lados.” Para Mikhail, un buen actor
de teatro debe tener ciertas cualidades. “Debe contar con una técnica pulida;
además, con deseos de investigación. A veces suele suceder que el actor llega
sin haber estudiado e investigado, y con mucha expectativa de que se resuelva
todo y yo no soy así. Yo dejo mucha libertad al actor y prefiero que no se
sienta mi mano como director. Como estar camuflado. El teatro es el reino del
actor”. También asegura que un actor debe tener mucho oído en el escenario.
“Pero no solo al compañero, sino para ser dirigido
también; el director sugiere caminos y es la intuición del actor lo que le hace
elegir el camino indicado.”
“Pienso que existen dos tipos de
actores”, reflexiona Mikhail. “Los racionales, a los que les cuesta dejarse
llevar por su impulso, racionalizan mucho y así comúnmente pierden verdad; y
los intuitivos, que no se hacen problema pensando en el escenario y dejan que
la intuición los guíe, esos suelen ser actores maravillosos. Pienso que el verdadero
talento está en el punto medio de los dos. El actor debe saber cuándo
racionalizar y cuándo ser intuitivo. Para racionalizar están las lecturas, la
investigación y el trabajo en casa claro, éste no termina cuando acaba el
ensayo.” Por otro lado, un buen director de teatro debe “tener paciencia,
porque trabaja con seres humanos; es importante que estén cómodos y seguros. Que
confíen en ti. Los actores tienen muchas inseguridades, ellos deben sentirse
cómodos de probar lo que su impulso les indique.” También considero que el
oficio ayuda a darse cuenta al director de qué cosas funcionan y qué cosas no. “Por
ejemplo, lo que hace el actor puede estar bien, pero no se está contando la
historia; el oficio te ayuda a decir: esto está muy bueno, pero no corresponde
con este momento específico”.
Finalmente, tener un discurso claro es de importancia vital para un
director. “A veces uno puede caer en la tentación de hacer una obra porque le
gusta el texto o le gusta cómo escribe el autor. Pero si no hay nada de uno en
la obra, eso se nota al final: la obra es muy bonita, pero le falta vísceras,
entrañas, en otras palabras, el discurso del director. Hay textos maravillosos,
pero que necesitan un revuelo por parte del director”. También considera que un
director no debe tener todas las respuestas. “Pienso que un director debe tener
un planteamiento, unas reglas de juego, pero no debe limitarse a ir a marcar. Muchas
veces digo que no tengo la menor idea sobre cierto tema o punto de la obra. Me
preguntan y yo digo: ¿Tú qué crees? Bueno, úsalo. Y a veces en el camino me doy
cuenta que no va por ahí. El camino se vuelve evidente. Es un trabajo de
colaboración. Yo ya perdí el miedo a decir: No tengo idea.”
Los montajes del 2014 y futuros proyectos
Las puestas en escena de El Camino a La Meca y Vladimir tenían un
factor en común: Alfonso Santistevan. “Él no fue mi profesor en la universidad,
pero lo considero como un mentor, amigo y maestro para mí. Primero fue un
compañero de trabajo, lo conocí haciendo Antígona (2006) con Roberto Ángeles,
yo era uno de sus asistentes observadores.” Sin conocerlo mucho, Mikhail lo
llama posteriormente desde Buenos Aires para realizar la obra La Madonnita de
Mauricio Kartun. “Alfonso aceptó, demostrando mucha confianza en mí y sin
conocerme mucho.” Y es en este proceso de hacer la obra juntos, que ambos se
hicieron amigos y compartieron muchos puntos de vista sobre el teatro, para
después trabajar nuevamente en El Camino a La Meca.
Mikhail tuvo la suerte de trabajar con dos formidables actrices: Milena
Alva, en El Camino a La Meca; y Magali Bolívar, en Vladimir. “El trabajo con
Milena fue maravilloso. Ella es una gran actriz y un gran ser humano, fue una
mamá sustitutoria para mí. Cuando se hace teatro independiente, uno a veces carga solo con toda la mochila en un
brazo. Pero Milena agarró el otro lado de la mochila y me apoyó, no solo con su
actuación, sino también en los aspectos de producción. Ella tiene la “old
school”, la de sacar la obra con todas las energías que uno pueda y quiera dar.”
Y también, sobre Magali Bolívar, solo tiene elogios para ella. “La había visto
actuar en la obra Un matrimonio de Boston de David Mamet, que dirigió Alberto
Isola. Yo la admiraba mucho y cuando se dio la oportunidad de trabajar con
ella, acepté de inmediato. Ella es muy divertida, además de ser muy buena
actriz. No se tiene mucha paciencia como todas la buenas actrices, pero al
final lo hizo excelente.”
Si bien Vladimir y Hemingway fueron trabajos de encargo, sus resultados
fueron de gran importancia para él. “La obra Vladimir me fue propuesta por los
chicos de Artes Escénicas, que les gustó mi trabajo de dirección en El Camino a
La Meca”, comenta Mikhail. “Y Hemingway fue una propuesta de Maritza Núñez
(autora de El Vigilante Enmascarado y ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos). Me ofreció varios textos para que yo dirigiera una obra suya y yo
elegí el de Hemingway. Nos presentamos en el programa Residencias de la
Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima y ganamos. Estrenamos en la
Plazuela de las Artes.” Entre los proyectos de Mikhail para este 2015 figuran
dos interesantes estrenos: en mayo estrena en el Centro Cultural de la Católica
la obra Love, Love, Love del dramaturgo británico Mike Bartlett, que se
anticipa como todo un reto de actuación, dirección y producción. Y a principios de agosto estrenará
una obra en el Teatro de Lucía, proyecto del cual aún no puede comentar mucho.
Mikhail Page es, sin duda, un joven director con mucha proyección y con una
interesante carrera.
Sergio Velarde
30 de enero de 2015