“Me considero muy racional”
Una de las personas a la que Gabriela Billotti le dedicó el premio del
público como mejor actriz de reparto por la obra Confusiones, fue a Sara
Joffré. “Nunca tuvimos una relación muy estrecha”, confiesa Gabriela. “Pero la
ayudé en las primeras ediciones de la revista Muestra; Sara tenía una imagen
muy particular y la gente se preguntaba qué hace Gabriela con ella, pero esa
era una de las virtudes de Sara: la de juntar a todo el mundo”. Gabriela menciona
que su hija mayor se llama Sara justamente por su amistad con nuestra
reconocida crítica y dramaturga. “En una época yo le alquilaba a Sara un
segundo piso de la calle Colón en Miraflores, nos veíamos mucho, a veces se
quedaba a dormir, subía y conversábamos. Ella vio Confusiones, le gustó la obra,
me dijo que estaba bien dirigida y actuada por todos. Y Sara no mentía, a mí me
ha ido a ver en muchas cosas y me decía: “Flaca, qué estás haciendo”, siempre
fue sincera”.
También sorprendió el hecho que Gabriela mencionara que por primera vez
hacía comedia. “Siempre me han llamado para hacer drama, debe ser por mi
carácter de… (risas) Hice hace muchos años la obra Tres amores postmodernos
(1998) de Eduardo Adrianzén en la Alianza Francesa y uno de los personajes que
interpretaba era gracioso, pero la obra no era una comedia.” Gabriela recuerda
también haber participado en la obra Dime que tenemos tiempo (1997) de César De
María. “Gisela Cárdenas y yo interpretábamos a dos actrices cómicas que nos
odiábamos a muerte, y en la obra teníamos que hacer un sketch de cuando éramos
famosas 40 años después. La obra era un dramón, pero la gracia estaba en que
todos los chistes los decía molesta” recuerda.
La carrera de actriz
“Mi maestro fue Alberto Isola en el Primer Taller Avanzado de Teatro
del grupo Ensayo en los años noventa”, nos cuenta Gabriela, que tuvo como
compañeros de promoción a artistas como Bruno Odar, July Natters, Eduardo
Adrianzén, Rebeca Ráez, Gisela Cárdenas, entre otros; y que terminó con la
puesta en escena de El matrimonio de Bette y Boo (1990). “El resto de mi
aprendizaje fue en las tablas, yo creo que haciendo, aprendes. No tengo un
método determinado para actuar, voy dejando que me guíe la acción, encuentro el
camino en ensayos y funciones, intento entender que está pasando y qué estoy
diciendo, soy muy racional”. También nos confiesa que ella no paporretea y días
antes de cualquier estreno todavía lucha con la letra. “Yo sigo interiorizando
hasta el final y me costó entrar en el ritmo de la comedia. En los dramas hay
silencios y pausas, en comedia no los hay.” Pese a todo, Confusiones reunió a
un competente grupo de actores, conformado por Sergio Gjurinovic, Nicolás
Fantinato, Pold Gastello y Patricia Barreto. “David me llamó para invitarme a
trabajar con él, yo le dije que no soy actriz cómica, pero finalmente me
convenció”.
¿Qué requisitos debe tener una buena actriz de teatro? “Disciplina,
puntualidad, buena memoria (risas)… es una suma de muchas cosas”, contesta Gabriela.
“Tiene que gustarte mucho lo que haces, tienes que sentir pasión; una temporada
no te da para vivir, solo te pagan los gastos y un poco más, en la mayoría de
los casos”. Por otro lado, comenta que un buen director de teatro debe tener “oído,
paciencia y no querer imponer las cosas: a veces me ha pasado que directores me
han dicho hasta el tono con el que debo hablar, ¡mejor ponte una peluca y
actúas por mí! Yo entiendo que el director tiene la última palabra, pero debe
haber una negociación con el actor”. Además, asegura que existen directores que
vienen con una idea tan fija, que impide el normal trabajo de la actriz. “Mi
trabajo es darle mi propuesta y escuchar la del director, después encontrar el
punto medio. ¡Es horrible cuando te censuran y no te dan libertad! Pienso que
debe ser un descubrimiento mutuo, si un actor no sorprende al director, para qué
está ahí.”
La dirección no le es desconocida a Gabriela, pues ella ya dirigió en
el 2012 a un grupo de chicos entre los 8 y los 20 años, en un espectáculo
musical presentado en la Alianza Francesa y en el Teatro Julieta. “No volvería
a dirigir una cosa así sin estar preparada. Es difícil dirigir a tantos chicos,
¡terminé afónica!”, relata. Sin embargo, no descarta dirigir algo para adultos en
el futuro. “Tal vez más adelante me meta al taller de dirección que se dicta en
Aranwa. Ya llegará el momento”, concluye.
Sergio Velarde
28 de enero de 2015
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