“La muestra es de los alumnos, no del profesor”
Uno de los mejores montajes del 2014 fue Kapital, espectáculo
presentado en el Club de Teatro de Lima por el colectivo El Sótano, integrado
por alumnos y egresados del mismo Club. Los artífices de la pieza fueron Jhosep
Palomino y Paco Caparó, ganadores de los premios del público y del propio
balance por El Oficio Crítico a los mejores directores de comedia. Ellos se
encargaron de dirigir al joven elenco, en el que se encontraba Hendrick La
Torre, también ganador en la encuesta como mejor actor de reparto en su
categoría. Caparó no solo es un experimentado profesor del Club, sino que
también es autor de piezas de interés como Historietas o El gran ojo, y
director de montajes como Tú no entiendes nada (2011) o Carne de mujeres
(2013). Palomino ha intervenido como actor en montajes de diversos estilos como Mujeres
(2009) o Cuento alrededor de un círculo de espuma (2011). Conversamos con los
tres en el acogedor Club de Teatro de Lima.
¿Cómo comenzaron en el mundo de la actuación?
PACO: En mi caso empiezo engañando a mis padres, estudiando una carrera
que odiaba (biología). Mi mamita, a la que adoro, me dijo que como me gustaban
las películas de sangre, tenía que ser doctor. Descubro entonces el taller de teatro,
al principio me moría de vergüenza, hasta que un amigo me animó con el pretexto
de buscar chicas (siempre hay más chicas que chicos), pero desde el primer día
que subí a hacer una escena, supe que era lo mío. Me sentía tan tranquilo, como
pez en el agua, lo oculté a mis viejos por un buen tiempo. Mi primer profesor
fue Áureo Sotelo Huertas, él es dramaturgo y en la universidad le daban el
espacio para hacer sus obras, además eran obras combativas contra el régimen y
fue mi divertido: en mi primera obra hice de un policía encubierto que detectaba
infiltrados en la universidad, en plena época en la que empezaba a nacer el
terrorismo, fue muy interesante.
JHOSEP: Yo llegué de pura casualidad. En el colegio jamás hice teatro,
le tenía terror al escenario, yo quería ser músico. Acabé el colegio y tenía
claro que quería entrar en el conservatorio, pero tampoco me dejaron postular.
No acabé el primer ciclo de ingeniería civil y me puse a trabajar en una biblioteca.
Ahí me quedó el taller de teatro, que lo dirigía Jorge Medina Moretti (actor en
José, ¡hazte cargo!). Desde ahí empecé a engancharme. Siempre me hablaban de
las escuelas, que había un tiempo de preparación, llego al Club y aquí arrancó
todo.
HENDRICK: Yo empecé en el colegio, habían varios talleres y me dijeron
que la profesora de teatro (Margot Córdova) era muy exigente. Así que por dar
la contra, entré a teatro. Salgo del colegio, y en internet encuentro al Club,
me recibieron la Sra. Zarela y el señor Melquiades. El Sr. D’Amore me interrogó,
me dijo “matricúlate, matricúlate” y me quedé.
PACO: Yo llegué al Club por ser una alternativa cómoda para el
bolsillo, yo vendía telas de casa en casa (risas); además, era cómodo, los
horarios eran interesantes. Mi maestro fue Reynaldo D’Amore y mi compañera fue
Susy Díaz, que dice que ella estudió en el Club, pero solo estuvo dos meses.
¿Qué me pueden decir del director del Club, el señor Reynaldo D’Amore?
PACO: Me enseñó que esto es la vida. Hace algunos años decidí que la
única cosa que se iba a interponer entre el teatro y yo, iban a ser mis hijos y
la gente más cercana a mí. Creo que en un momento el Sr. D’Amore sacrificó todo
por el teatro. Yo sacrifico muchísimas cosas, pero el amor a los seres queridos
no lo cambio. Además, no sé hacer otra cosa.
JHOSEP: Me gustaba cómo iba dando la introducción a su clase, era como muy
niño (hace gestos), por ejemplo, sacaba su grabadora y grababa las voces. Era
muy divertido, a pesar de su edad.
¿Qué cualidades debe tener un buen actor de teatro?
HENDRICK: Creo que es relativo, hay que trabajar todos los aspectos,
puedes ser muy talentoso pero si no trabajas, te hundes. Y viceversa. Creo que
no hay un prototipo.
PACO: Yo sí quisiera meterme ahí. Como profesor y actor de años, además
del talento, debe haber constancia, creo que inclusive como único requisito. Más
que el talento.
JHOSEP: Importa la preparación, la investigación y ahora que dicto, les
digo a los alumnos que no existe una verdad absoluta, que no se queden solo con
la clase, que busquen en internet, ahí encuentras todas las propuestas de todos
los países, que exploren.
¿Qué es para ustedes el talento?
PACO: Uno nace con ciertas aptitudes, pero muchos alumnos que han
venido solo para desarrollarse, madurar o soltar la timidez y han terminado
siendo actores; y otros, que llegaban diciendo que iban a ser actores, y nunca más
los he vuelto a ver. Yo estuve en algún momento a punto de abandonar por presiones
familiares, pero no sé hacer otra cosa. Siento que he sido constante, terco, no
sé si tengo talento, pero soy bien terco.
JHOSEP: Yo me sorprendo de seguir actuando, no me considero un gran
actor. Lo he estado pensando mucho: no me gusta que me digan profesor, prefiero
considerarme un aprendiz, me da más oportunidad de seguir aprendiendo y
buscando, no quiero quedarme estancado.
HENDRICK: Opino que el talento tiene que desarrollarse, entrenarlo, tener
constancia, uno nunca deja de aprender y estudiar. Me falta mucho para ser un
profesor. Además, muchos maestros aprenden de sus alumnos también.
¿Cómo debe ser el director de teatro ideal?
HENDRICK: Que sepa escuchar, que tenga autoridad de mando, son dos
cosas contrarias. Además, que sea confiable, que te dé la mano y te haga sentir
a gusto.
JHOSEP: A veces, el director no permite la democracia, he trabajado con
varios, entre ellos Diego (La Hoz, director de Especies), por momentos te
dejaba volar y construir, pero cuando el tiempo se agotaba, ya pasaba a la
marcación. Un director te sabe conducir, no debe darte las cosas masticadas.
PACO: El año pasado he dirigido tres obras y estaba en un auto-cuestionamiento.
Es distinto dirigir alumnos y otra cosa,
actores. A los alumnos hay que reclamarlos todo, hasta que sean puntuales. Pero
los actores con mucha experiencia también tienen su dilema, ellos hacen lo que
saben hacer, tienen oficio y manejo del escenario, está en ti hacerles
encontrar algo más. Prefiero trabajar con actores jóvenes, son más moldeables,
ellos están con la onda de la pasión por lo que hacen. Woody Allen dijo una vez
que si la película que va a dirigir se parece al menos en un 60% a la idea
original que tuvo, entonces será un éxito. Yo diría lo mismo, el director llega
con la idea clara, pero no tanto como para llegar solo a marcarla, debe ir
escuchando lo que le ofrecen los actores. Por último, creo que todo este
trabajo tiene que hacerse con placer, no ganamos mucho, nos sacrificamos
bastante como para venir acá a pelear y a llorar. Yo hago esto por placer,
porque me divierte y emociona.
Hablar del Club es también hablar de Sergio Arrau.
PACO: Fue mi profesor por tres años, mientras que Reynaldo D’Amore solo
lo tuve seis meses. Sergio estaba harto de nosotros, nos decía: “¡Bodrios, fuera
de aquí!” Creo que el Sr. D’Amore fue indiscutiblemente la gran figura del Club
de Teatro, pero fue Sergio Arrau el que moldeó lo que soy ahora. Arrau
es un tipo divertidísimo y sus clases era muy divertidas. Cuando estabas bien,
no te decía nada; cuando estabas mal… ¡ven para acá y me vas a escuchar!
(risas) Creo que la educación moderna tiene que ver mucho con darle confianza a
los alumnos. Pero lo que yo les digo a los del tercer año (y último) cuando
llegan a clase, que no pueden entrar treinta y salir treinta. ¡Es irresponsable!
No van a tener espacios, van a tener que tomar las calles, tienen que hacer
teatro no de sala, meterle otras artes. Un actor debe ser completo, la
competencia está muy brava. Sergio nos soltaba mucho, por ejemplo con La cantante
calva (que hicimos con Úrsula Mármol y Pold Gastello), la historia fue así:
Sergio nos dio el texto y nosotros como ignorantes del teatro no sabíamos nada,
nos pusimos simplemente a jugar. Sergio llegaba y decía esto, esto, esto y se iba.
¡Y así se hizo la obra! Todavía es muy recordada. Lo último que debe hacer un
director es subirse al escenario y decir: ¡Haz esto! A veces es el último
recurso. Aprendí de Sergio que la muestra del alumno es su muestra, no la mía,
es de los alumnos.
JHOSEP: A mí me enseñó en la ENSAD. Mientras hacíamos improvisaciones, podía
jurar que lo veía durmiendo, me detenía a pensar en el ejemplo que nos estaba
dando y de pronto decía: ¿Por qué paran? Levantó la voz, se paró, gritó: ¡Qué
falta de respeto! y se fue al cafetín a pensar si volvía o no. Gritaba: ¡Por qué
hay tanta gente acá, por qué no se van al Club de Teatro! (risas)
¿Qué significa para ustedes el riesgo en el teatro?
HENDRICK: Recuerdo una frase que dice: “El actor tiene que salir a
escena y desnudarse completamente”. Debe jugar con las sensaciones que puede
obtener. Una vez leí que el actor era una persona dividida en tres: el actor que
está actuando ante los demás; el público que está viendo en el escenario al
actor; y el que critica. Debe jugar mucho, con el respeto debido al público
para sacar cosas de uno mismo, que uno ha visto y que sabe.
JHOSEP: Hacer teatro independiente ya es un gran riesgo, es atreverse a
encontrar nuevos caminos, a fusionar, a proponer. Como en Kapital, es salir de
esta comodidad del teatro normal, es romper, desmoldearse de los libros, de la
enseñanza clásica y jugar con todo, con las voces, la escenografía. ¡Eso es arriesgar
dentro del teatro! Encontrar diferentes ángulos y hacer al público cómplice de la
obra.
PACO: Básicamente es salir de esta zona de confort, con dejar de imitar
al maestro (como dije en la premiación), en lugar de buscar el camino propio.
No nos quedemos con lo políticamente correcto. ¡Hay que llevar las cosas al
límite! Transgredir los espacios, no solo es el escenario, también son los
corredores, la sala de espera. En los tres espacios en los que hicimos La niña se mató y punto exploramos y jugamos. Cualquiera que hace teatro arriesga, pero
yo hago teatro independiente: cuando veo una obra que tuvo 1500 personas de
espectadores, me parece maravilloso; pero yo, con 500, estoy llorando en el
piso de alegría, y esas personas me cuestan. Yo no puedo publicar un anuncio carísimo en El Comercio. Con ese
dinero me hago cinco obras. Es como en el cine independiente americano: tiene
un público pequeño, que quiere divertirse y no quiere pensar mucho, pero sí quiero
que descubran cosas nuevas, sensaciones distintas. Un espectáculo no tiene
pierde cuando es variado, eso es lo que intento hacer. ¡Además no hay nada
nuevo! Todo se ha descubierto ya. Con Kapital, jugamos con los espacios, eso
fue un riesgo, no sé si el señor D’Amore me lo hubiera permitido, y de repente se
hubiera opuesto al inicio, pero creo que finalmente lo hubiera aceptado. No sé
si por el cariño o porque hubiera creído en el proyecto.
Tanto Jhosep, Paco y Hendrick aseguran que la puesta en escena de
Kapital regresará a los escenarios, una vez que hagan las coordinaciones del
caso. Paco asegura también que las obras Carne de mujeres y Café y rejas
tendrán su reestreno este 2015. ¡Toda la suerte para ellos!
Sergio Velarde
27 de enero de 2015
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