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lunes, 29 de mayo de 2023

Crítica: RÉQUIEM A FEDERICO GARCÍA LORCA


Poderoso homenaje a Lorca

Kronopios Teatro, íntimo y acogedor espacio ubicado en Chorrillos, ha sido el escenario de una singular propuesta musical, inspirada en algunos de los personajes más importantes del poeta y dramaturgo andaluz Federico García Lorca.

Considerado un referente del siglo XX, Lorca fue creador incansable de numerosos textos y poemas que giraban en torno a temas sociales, a la problemática del rol femenino, entre otros; surgiendo en varios de sus trabajos sus raíces gitanas. Quien escribe estas líneas no es asidua lectora de los valiosos aportes de este autor; por ello, el impecable trabajo del actor y director Carlos Rubín ha significado una fuente de conocimiento de los entrañables e innumerables personajes cuya vigencia es innegable.

Titulado Réquiem a Federico García Lorca, el espectáculo estuvo muy bien cuidado desde el inicio, pues en la entrada la mucama de la Casa de Lorca recibía al público y desde ese momento se evidenciaba la atmósfera de este unipersonal, con la música a ritmo de guitarra, así como el escenario acondicionado con vestuarios, luces y ornamentos propios de puesta. Así, el show está estructurado como un conjunto de escenas con características propias, donde cada personaje existe en su propio universo; aquí cabe resaltar la destreza de Rubín para los cambios de vestuario, moldeando la energía y la voz con solidez. Entre los personajes que se representaron tuvimos a Rosita la Soltera, Amparo la Maja, Antoñito el Camborio y la implacable Bernarda Alba. Sin duda, el manejo escénico del actor, quien cantó, recitó, bailó e interpretó con aplomo, supuso el corazón de la propuesta que contagió a más de uno con el ritmo flamenco y conmovió en cada intervención o monólogo. Solo mencionar un detalle: si bien la música grabada funciona, tal vez para futuras funciones o en un espacio más amplio, podría plantearse la musicalización en vivo, que bien valdría la pena probar.

Este poderoso homenaje a Federico García Lorca, traducido en un musical, fue una grata experiencia vivencial, tal como se refiere en la sinopsis, estimulando los sentidos del espectador y despertando la curiosidad por esa época de la España de 1900, a donde nos trasladamos por un momento, durante la ejecución de este rito en honor a la obra del destacado autor, producido por Kronopios Producciones.

Maria Cristina Mory Cárdenas

29 de mayo de 2023

Crítica: HAMLET Y HAMLET. SER O NO SER… HIJO


Hijo

El escenario está bien construido, la estética del color y la distribución de los objetos genera una atmósfera interesante, incluso antes de empezar la obra. El color resalta constantemente en la composición y hace percibir el espacio como si se tratara de un pintor.

Cuando inicia la obra, aparecen proyecciones de video en el fondo del escenario que invaden todo el lugar y recarga de energía la creación, el humo envuelve el ambiente y las luces van construyendo un espacio de trance, donde aparece Salvini, el intérprete de Hamlet.

El actor tiene un micrófono de vincha que sirve para amplificar su voz: hay algo raro desde que comienza a hablar, su presencia no genera mucho, la composición escénica y artística va decayendo lentamente. Toda la atmósfera espectacular se queda en el vacío, Hamlet no me llegó a la conciencia, no supo calar dentro de mi entendimiento, ni de mi subjetividad. Los textos están entendidos superficialmente y el actor parece aletargado y su energía no explota, no consigue penetrar la piel.

Odar propone una estética interesante, pero Salvini no consigue magnificar lo que ya se ha logrado con la presentación de lo material. Es cierto que el teatro es un juego subjetivo, quizá no alcanzo a entender la propuesta, pero la voz todo el tiempo estuvo en un solo ritmo, el cuerpo era pesado y opaco, la presencia escénica se desparramaba sin lograr concretarse en el ambiente.

La utilización del micrófono de vincha puede ser una elección técnica adecuada, pero la voz no consigue elevarse, en los momentos estruendosos se genera ruido, Salvini mantiene solo una tonalidad y el micro parece una limitante más, que una amplificación de las capacidades de interpretación.

No obstante, hay momentos y decisiones que se pueden rescatar, como por ejemplo la elección de los textos, los audios que se entrecruzan con los monólogos del intérprete y la propuesta escénica en general que parece muy bien ideada, pero que ha tenido complicaciones para ser interpretada.

La presencia del padre y cómo esto genera huracanes en la conciencia del hijo es directa y clara, el viajar hacia las profundidades del ser también es notorio desde el inicio de la puesta, la atmósfera es el mundo interno de Hamlet, su soledad y su delirio.

Salvini consigue buenos momentos cuando juega con la pintura y dibuja sobre el cristal; cuando se embriaga e inhala cocaína, logra exaltar su alma y con ella, la de quien lo observa. Son las pasiones humanas revolcándose en un mundo de colores. Uno de mis momentos favoritos es cuando suena una música punk y el actor coge un micro y expresa todo lo que siente, caen como dardos las expresiones y hay un cuestionamiento hacia algo, sobre algo.

Finalmente, la fisicalidad del actor me parece un elemento que puede ser aprovechado para generar el caos del hijo con el recuerdo del padre; el vestuario es atractivo y compone muy bien con el aura del personaje y la estética de la composición, los pasajes sonoros han sido bien colocados, los textos que van apareciendo en la parte posterior del escenario también funcionan, como si fuera una conversación con nosotros mismo, con nuestro ser. Las luces y el humo conducen al espectador hacia una introspección y evidencia la descomposición de la era, que son muy bien acompañados con la violencia del intérprete y su performatividad.

Moisés Aurazo

29 de mayo de 2023

domingo, 28 de mayo de 2023

Crítica: LO QUE SOMOS


Sorprendente ruptura

Muchas veces nos cuesta asimilar una ruptura y más aun si nos dicen una verdad que nos cuesta aceptar. Lo que somos nos cuenta la historia de una pareja, una en la que uno de ellos descubre que no es gay; pero el otro no está dispuesto a dejar ir esa relación que le costó construir, por lo que buscará aferrarse a ella.

Con las actuaciones de Oscar Meza (Jano) y Sebastian Stimman (Iván), y bajo la dramaturgia y dirección de Italo Cordano, esta microobra nos envolvió de principio a fin; podemos decir que esta comedia dramática tuvo todo lo que en su género se podría pedir, logrando distintas emociones y reacciones en el público que asistió a ver la función.

En cuanto a las actuaciones, ambos actores en toda la escena demostraron con su interpretación la gran capacidad actoral que tienen, con una ejecución creíble, natural y buena dicción. En general, a los dos actores se les vio involucrados al 100% en sus personajes y disfrutando momento a momento esta historia.

Por otro lado, en cuanto a la escenografía, a pesar de ser un espacio pequeño, cuidaron detalle a detalle cada uno de los objetos que decidieron colocar en escena. Además, incorporaron algunas canciones que se podría decir fueron el complemento adecuado para terminar no solo de darle forma a esta historia, sino a atrapar a todos los asistentes en estos 15 o 20 minutos que duró la función.

Lo que somos es una de las ocho obras cortas que forman parte del proyecto 15 minutos en su primera temporada, plataforma creativa que está fomentando la creación de nuevas experiencias teatrales en formato breve, en espacios no convencionales. Proyecto que cuenta con la dirección artística de Federico Abrill. Gabriel Gonzales y Mario Saldaña.

Milagros Guevara

28 de mayo de 2023

sábado, 27 de mayo de 2023

Crítica: EN EL BAÑO


Todo queda en casa

La pubertad es posiblemente el espacio de crecimiento más duro del ser humano y donde se empieza a desarrollar la personalidad. Es también un momento en el que la persona empieza a comprender que los cambios en su cuerpo también tienen conciencia en su psicología y en cómo comprende el mundo. En el baño fue una comedia sencilla, muy bien planteada y sobre todo, lúcida.

Personalmente creo que interpretar un personaje que no corresponde con la edad biológica del actor es un reto. Si se trata de un personaje mayor, es difícil; pero si este es mucho más joven, entonces es un desafío. En ese sentido, quiero resaltar el trabajo de todos los actores por lo realizado en escena. Era evidente que aún están en formación, pero la historia fue creíble, pues el suspenso de conocer el final causaba mucha intriga. Me gustó la idea de la historia, muy original: ¿Y si la fiesta, por azares del destino, se arruinara porque todos terminan encerrados en el baño? Al principio, creí que vería una comedia superflua y con chistes que rozan con lo escatológico, como lo que uno puede ver en ciertos programas de televisión los sábados. Todos los personajes tuvieron una serie de conflictos entre ellos, que pasaron desde lo amoroso hasta la envidia; sin embargo, lo que más me gustó del montaje fue que abordó el trasfondo psicológico de traumas detrás de los comportamientos ambivalentes de los personajes. Es decir, se humanizó la tragedia; el valor de la empatía es importante en todo trabajo dramático.

La actuación más resaltante fue definitivamente la del personaje de Diana Timoteo (la dueña de la casa), sobre todo cuando hacia el final ejecuta un monólogo desgarrador, revelando que sus padres son ricos, pero carentes de amor hacia ella. Fue una escena muy creíble y Timoteo se involucró tanto en esta que aún tenía lágrimas al momento de saludar al público. También destacó Flavia Peña, como la amiga ebria y sinvergüenza del grupo; un personaje en estado de ebriedad es muy difícil de sostener enérgicamente por tanto tiempo en el escenario.  Finalmente, Ángel Castilla se desenvolvió muy bien como antagónico; tiene mucho potencial como villano.

Por otro lado, la escenografía fue muy impactante, pues cuidaron muchos detalles como la ventana y accesorios de un baño. Yo creo que no era necesario, pero respeto la decisión de la productora Dramarte Producciones. Como sugerencia, hizo falta un afiche en la puerta de la presentación y personal que recepcione a los asistentes y a la prensa. Felicito a la productora por el montaje y les deseo muchos éxitos. Todavía recuerdo el pasado montaje de Pol, donde confieso que fue la primera vez que vi el género de terror en el teatro.

Enrique Pacheco

27 de mayo de 2023

viernes, 26 de mayo de 2023

Crítica: LA MUJER Y EL MAR


Misterios marinos

El mar siempre ha estimulado la imaginación del hombre, desde tiempos inmemoriales. Su origen, sus habitantes acuáticos, sus abismos, sus misterios. Algunos de estos sorprendentes datos conocidos (y especialmente, los desconocidos) nos son presentados en el prólogo del más reciente unipersonal de la artista escénica Carla Valdivia, La mujer y el mar, actualmente en temporada en la Alianza Francesa de Lima. Llama la atención que, siendo Lima una ciudad costera, acaso la gran mayoría de sus habitantes no le preste demasiada atención a todos los detalles y situaciones que puedan sucederse en los puertos. Y la presente puesta se encarga de revelar muchos de ellos. Justamente, son estos interesantes descubrimientos solo uno de los tantos aciertos de este espectáculo, que nos muestra la sana evolución de Valdivia como artista integral, pues escribe, actúa y dirige con un apreciable sentido de la estética.

Realidad y ficción se conjugan en la propuesta que la artista creadora ejecuta en escena, valiéndose de sus propios recuerdos familiares, a través de una serie de fotografías, y de la estrecha fascinación que siente por el mar. Ella misma se encarga de presentarnos videos de sus visitas a los puertos y de sus aventuras en altamar. Para ello se vale de contados pero funcionales elementos sobre el escenario, como una pequeña embarcación con ruedas, redes colgantes y arena que cae del techo, así como de un excelente diseño de luces y el hipnótico acompañamiento musical en vivo de Favio Rojas. Además, la misma Valdivia realiza un limpio y muy preciso trabajo como actriz, sumándole así una mayor veracidad a sus testimonios.     

¿Por qué no hay mujeres pescando en las embarcaciones? ¿Por qué muchas de estas llevan precisamente nombres femeninos? ¿Qué secretos se esconden bajo los botes? Valdivia nos sumerge por una hora en este enigmático viaje en alta mar, con el propósito de encontrar respuestas a misterios de su propio pasado, en el que su madre, su abuela y su padre realizan conmovedores apariciones. La mujer y el mar es una notable, hermosa y poética exploración teatral de un mundo dominado por hombres, como lo es el pesquero, uno en el que la mujer aparentemente no encajaría. Bien por Valdivia, que consigue así su trabajo escénico más personal, valiéndose de los misterios marinos para reflexionar sobre el rol de la mujer en la actualidad.

Sergio Velarde

27 de mayo de 2023

Crítica: TERCERA LLAMADA


Ameno entretenimiento de microteatro

Debo reconocer que mi impresión inicial del fenómeno del microteatro, hace ya muchos años, cambió radicalmente durante y especialmente, después de la pandemia. Si bien en un inicio tenía muchas reticencias para asumirlo técnicamente como un formato teatral (su brevedad para conseguir personajes y escenas con un mínimo de profundidad dramática, el costo por minuto de espectáculo, el espacio con ambientes de consumo de alimentos y bebidas que no priorizara necesariamente el hecho escénico), lo cierto es que, ante el encierro obligado por pandemia, estas microobras fueron acaso las que mejor funcionaron en el medio virtual. Incluso, quien escribe participó en una de estas propuestas transmitidas desde casa. Es por ello que, ya recuperada la presencialidad, toda la actividad teatral postpandemia ha adoptado irremediablemente otro cariz. Y también cambió mi opinión sobre el microteatro. Y es que ya nada será lo mismo. Por eso, bien vale la pena visitar las instalaciones del Teatro Barranco 2.0 los días miércoles y apreciar tres micromontajes en escena de corrido, que llevan por título Tercera Llamada, Obras cortas en Barranco, mientras se degustan alimentos y bebidas desde las butacas y se cuenta con la posibilidad de acceder a un fin de fiesta al término del espectáculo.

Quizás el único reparo que se le puede hacer a esta propuesta, liderada por Manchi Ramirez, Marcos Garcia Tizón y Daniel Flores, sea la de no contar los tres proyectos con un denominador en común, como sí lo tenían las temporadas prepandemia de microteatro o espectáculos más recientes como Por Chabuca, Relatos breves de canción, en sus dos encarnaciones. Sin embargo, es el ingenioso humor de las tres micropiezas su mayor rasgo distintivo. En Princesas miraflorinas de Nicolás Teté, con la dirección de Lilian Schiappa-Pietra, nos introducimos en el improvisado camerino de tres animadoras infantiles, que son a la vez un trío de frustradas actrices “serias”, durante una celebración de cumpleaños; buen trabajo de las divertidas Claudia Trucíos, Andrea Aguirre y Rocio Montesinos, quienes con mucho desparpajo nos muestran la dura realidad que enfrentan muchos artistas, en su afán de sobrevivir en un medio tan competitivo como es el de la actuación en general. Por otro lado, Anticristo-bal, escrita por Jano Baca y dirigida por Igor Olsen, acierta en dotar de emoción y encanto a una historia de fantasmas que pretenden alcanzar la redención y de señoritas ingenuas que se enfrentan a las típicas infidelidades, bien interpretada por el mismo Baca y Daniela Pflucker; a destacar el hábil aprovechamiento de luces, sonido y proyección multimedia que cuenta el espacio, para crear las atmósferas requeridas.

Por último, la puesta en escena de Superpollo, escrita y dirigida por Cristian Aldoradin, confirma que no existen límites para conseguir un breve texto entretenido, irónico y reflexivo a la vez, de prácticamente cualquier situación, como lo es la de un par de pollos esperando para ser llevados al matadero y convertirse así en nuestro suculento plato bandera; para este propósito, suman bastante las enérgicas actuaciones de Daniel Menacho y Astrid Villavicencio. Tercera Llamada, Obras cortas en Barranco, en su primera temporada, constituye una recomendable propuesta escénica, muy bien organizada y producida, que invita al público a vivir una experiencia relajada y divertida, pero no carente de momentos de buen teatro.

Sergio Velarde

26 de mayo de 2023

jueves, 25 de mayo de 2023

Crítica: LA HUELGA


Solidaridad de clase

¿Se puede vivir en un país en duelo? La huelga de Federico Abril es una comedia muy actual y que se puede resumir en una palabra: valiente. No es para menos, pues el elenco aborda, de manera dramáticamente bien hecha, dos temas sociales importantes: el derecho al trabajo y la coyuntura actual en el país. En una escena se ironiza con la imagen de la misma presidenta de la república de manera muy perspicaz. No es para menos mi comentario, pues hace unas semanas, el colectivo teatral La Cuarta Pared fue atacado por un espectador iracundo, mientras la obra El Joker representaba una temática similar. (1)

Desde hace unos meses estoy leyendo con profunda seriedad académica la teoría teatral de clásicos como Konstantín Stanislavski y se me vino a la memoria una cita muy acorde con este montaje: “El teatro, por su publicidad y aspecto, llega ser un arma de doble filo, cumple un rol social, y por otro anima a los que quieren explotar nuestro arte. Estos últimos aprovechan la ignorancia de unos y el mal gusto de otros, recurren a favoritismos que nada tienen que ver con la creación. Debemos luchar contra ellos con la mayor energía, hasta expulsarlos de la escena”. (2) El personaje de la asistente huelguista (Nicole Posso) pone una dosis brechtiana, pues interpela a los artistas por su indolencia frente a una crisis de derechos humanos básicos en la sociedad. Me gustó que el personaje de Posso fuera impactante e inquisidor y por momentos, intimidante. Por otro lado, la escena que envolvió al público en risas fue la singular satirización de un montaje de romanticismo barato. La interpretación de Carlos (Alfredo Motta), un director de teatro frustrado e iracundo, fue muy creíble y equilibrada. Me gustó que se empleara el diálogo absurdo para llamar la atención. Por último, el asistente interpretado por Antonio Farfán tuvo un trabajo de cuerpo y presencia escénica importante, por trabajar aún su proyección de voz.

Tocando aspectos técnicos del montaje, creo que extrañé la música en las escenas. Siempre la música o efectos de sonido nos ayudan emotivamente a ubicarnos y diferenciar a los personajes. De otro lado, la utilería fue más que minimalista, lo cual daba un aire de vacío. Esto último como que no correspondería con el preámbulo de un montaje tan espectacular, como el del director de teatro. Finalmente, el montaje termina muy rápido y deja en el espectador una necesidad de querer seguir viendo. Este sería el matiz sobre el cual se centra mi crítica: la dramaturgia, pues considero que pudo ser aún mucho más compleja y ahondar en los personajes de Posso y Motta. La huelga de Federico Abril es original, crítica y valiente. Vayan a verla este fin de semana que aún está en cartelera.

Enrique Pacheco

25 de mayo de 2023

(1) Tensión: en Perú, atacaron a un actor local mientras interpretaba El Joker

https://vivelaplata.com.ar/tension-en-peru-atacaron-a-un-actor-local-mientras-interpretaba-el-joker/?fbclid=IwAR0FlNaJjlizw1KqOs5YkYDJ_Xx9ay9rE4JxYU40069ok_QOEOj9PHkGSGU

(2) Konstantín Stanislavski. El trabajo del actor sobre sí mismo. Capítulo 2.

Crítica: LA VACA QUE BAILA TAP


¡Hasta que se rompa el piso!

Encontrar una pasión, un camino o un sentido vital para nuestra vida puede resultar una de las tareas más complicadas de realizar. No solo por el proceso de búsqueda, sino por las dificultades que juegan en nuestra contra. Entonces nos valemos de la resiliencia para nunca retroceder en la consagración de los sueños. Valiosa lección que la obra La vaca que baila tap de la mexicana Jimena Eme Vázquez toma como temática principal. Y que la directora Paola Eirene desarrolla muy bien escénicamente, en la que sería su ópera prima en el teatro profesional.

Aquí vemos la historia de Bonita, una vaca particular que nació con seis patas: las traseras (Melina Hernández), las delanteras (Andrea Brissolese) y las de arriba (Verony Centeno). Las tres nos narran cómo es que las patas de arriba, después de vivir creyendo que son inservibles, descubren que su sueño es bailar tap. Luego surgirá una valiosa oportunidad para demostrar su talento, pero primera tendrán que enfrentar la incomprensión antes de lograr el éxito.

Para empezar, el elenco consigue definir correctamente a cada personaje, incluyendo a los que tienen apariciones breves. Además, hacen buen uso de los elementos que construyen la convención, como son las máscaras de los animales y el vestuario. Esto sumado a un manejo eficaz del cuerpo y la voz. Cabe resaltar que Centeno se luce como protagonista, desde sus números de baile hasta las escenas más sensibles para el espectador. No obstante, sus compañeras también tienen destreza en la comedia y en llamar la atención del público infantil.

Acertadamente el estilo minimalista y la manipulación de objetos resultan precisos, porque nos invitan a usar la imaginación. Así le podemos dar continuidad a los sucesos de una forma dinámica sin necesidad de cambios de luz o algún otro recurso ya demasiado gastado. Por ejemplo, cuando un camión de juguete retrata el viaje largo de Bonita de ciudad en ciudad y, a la vez, funciona como transición de una escena a otra (mismo paralelismo de un montaje cinematográfico). O cuando la frase de un enorme libro plantea el mensaje y postura de la obra. Adicional a ello, la música y la iluminación terminan de acondicionar la visión tierna y dulce de la directora Eirene.

Siempre lo ideal en una propuesta de teatro para la familia es que sea entretenido tanto para los niños como para los padres o espectadores en general. Este caso se aplica en La vaca que baila tap, ya que no subestima a su público con respecto a temas serios, ni tampoco se olvida de brindar goce estético en la interpretación y en el arte de su espacio. Por lo tanto, no hay manera de poner en duda de que el teatro para niños tiene mucho rigor al igual que el teatro para adultos. 

Christopher Cruzado

25 de mayo de 2023

martes, 23 de mayo de 2023

Crítica: EN UN MUNDO AL REVÉS


¿Cómo se siente en tu piel?

Invertir los roles femeninos y masculinos para exponer un conflicto como la violencia es una herramienta poderosa. Cuando la obra inicia y los cuerpos expresan corporalidades distintas a las habituales, el hombre en la casa, la mujer en el trabajo, algo resuena en el interior.

Por un lado, considero que dentro de nuestra construcción social no debe haber una estereotipación de los roles; las actividades tanto domésticas como laborales las puede desarrollar cualquier persona, sin la necesidad de que haya algo establecido para cada género.

Sin embargo, es ahí donde aparece el juicio crítico, porque siempre vamos a opinar desde el pensamiento colectivo; en mi casa, mi papá siempre cocinó y mi mamá tenía horarios de oficina; nunca hubo lamentos, porque mi padre lavaba la ropa mientras mi madre trabajaba; nadie se cuestionó, porque así lo vivimos y así lo aprendimos.

Pero dentro de la construcción habitual de pensamiento, cada individuo tiene un rol: el hombre a trabajar y la mujer a la casa. Estos conceptos hacen daño a nuestro progreso como sociedad y como familia. Cuando la obra inicia y aprecias la intención de la dramaturga, te das cuenta que se está enfrentando a una sociedad estereotipada; por un lado, me cuestiono cuántas familias serán así o habrá otras que también son como la familia en la que yo crecí, donde no importa que labor hace cada género; lo importante es cooperar y contribuir a la armonía familiar.

Entonces, al plantear creaciones que intentan romper las estructuras de pensamiento es válido que las labores se inviertan y que los roles aparezcan distanciados desde la normatividad del género.

Jhonny Vargas interpreta a un hombre que cocina y atiende a su esposa, hay cierto amaneramiento al momento de desplegar las acciones, la pregunta sería que tan necesario es esto o en todo caso, no es una cuestión consciente, porque todo el tiempo los intérpretes varones irradian fragilidad; por un lado, como ya se mencionó, puede funcionar para atacar pensamientos establecidos dentro de lo que se considera normal en algunas familias. Pero por otro lado, también pienso que se intenta desestereotipar estereotipando otras cosas: es como si buscáramos libertad, pero oprimiendo a los otros. Es cierto que la sociedad y la vida en general está plagada de contradicción y esto es lo que de alguna manera consigue sostener la realidad en sí misma, pero el intento de romper estereotipos cae en una construcción de estereotipos, quizá es la estrategia o quizá solo es una impresión.


Se entiende lo que está sucediendo durante el trascurso de la escena, pese a que las actuaciones aún faltan cuajar. La visión del director (Zeta Jhonatan Chumpitaz) ha logrado organizar un pensamiento que es necesario que sea escuchado. “La violencia no tiene género, solo somos humanos faltándonos el respeto entre nosotros”, se dice en una parte de la obra; esto es sustancial, para entendernos como comunidad y como un colectivo que no intenta poner en un pedestal ni al hombre ni a la mujer, ambos son buenos y también malos.

Muchas veces solo nos guiamos por lo que se escucha, pero no descubrimos qué hay más allá; es cierto que la mujer es vulnerable, porque existen hombres perversos que pueden llegar a hacer cosas horribles, como es el caso de asesinar, secuestrar, matar, violar. El mundo al revés plantea que el hombre es el que sufre acoso mientras hace deporte; además, corre peligro al pasear en la calle por las noches o al estar solo en un bar, porque las mujeres lo pueden corroer y atacar y consumir hasta llevarlo a la muerte.

Es interesante cómo se expone esta idea, porque golpea duro en la cara a los establecimientos morales y sociales de la humanidad; pero solo es una parte del problema, no es necesario que el mundo sea al revés para darnos cuenta de que hay personas malas que desgastan el cuerpo de sus prójimos.

La violencia se mete por los ojos cada día y no debemos pretender que solo es de un lado, aunque las estadísticas parezcan evidenciarlo; sin embargo, es necesario resaltar la situación, lo que pasa alrededor, lo que sucede, y exponerlo de una forma lúdica y sencilla como lo hace Romina Viñas.

Los intérpretes tienen buenos momentos cuando muestran el sufrimiento de la ausencia del ser querido; el llanto y el reclamo es evidente, pero puede estar mejor; el sentimentalismo mágico no es suficiente para llegar a la conciencia del espectador tan acostumbrado a la crueldad del día a día.

Invertir los roles desde el estereotipo solo nos lleva a seguir estereotipando las cosas, pero es necesario rescatar la intención. Una voz femenina expone lo que piensa, y hace un reclamo ante algo que está frente a nuestros ojos, pero aún hay que ir más al fondo para saber enjuiciar con realidad estos conflictos.

La puesta impresiona la razón, porque estamos expuestos a estas noticias todos los días y porque de alguna manera estamos hartos de la violencia en cualquier tipo de expresión; pero puede caer dentro de una novela televisiva, al solo sentimentalizar los acontecimientos. Faltó algo más que solo el drama, algo más que solo el llanto, algo más que el estereotipo.

El mensaje es claro y directo: estamos hartos de violencia, necesitamos un espacio donde las mujeres puedan ser libres de vestir o pensar como ellas desean, de optar por salir a bailar y pasar un rato tranquilas en algún bar o discoteca, de elegir con quien estar sin miedo a ser golpeadas o asesinadas, de pensar como ellas quieren sin ser apuntadas con prejuicios, de trabajar sin la necesidad de que se las tenga que sexualizar constantemente, de ser ellas mismas, libres e independientes, felices y hermosas como lo son.

Es necesario que el trabajo se dé con los más pequeños, protegiéndolos de la basura de la TV y las redes, demostrándoles que somos iguales, mujer, hombre, gay, trans, no binario etc. Todos tenemos derecho a ser respetados por nuestras decisiones y a realizar actividades sin ser sexualizados o acosados o discriminados o asesinados.

La dramaturgia de Viñas es una denuncia ante lo que sucede en las calles, ha sido bien organizada por Chumpitaz y los actores han estado comprometidos con su postura ante lo que sucede, nos muestran un lado crudo de la realidad y nos llevan a reflexionar sobre lo que se construye alrededor y nos lleva a cuestionarnos sobre qué podemos hacer para evitar tanta muerte, tanta fatalidad.

Moisés Aurazo

23 de mayo de 2023

Crítica: LOS 12


Vicisitudes de un debate en escena

El día 3 de mayo se estrenó en el Teatro Auditorio Miraflores - por dos únicas funciones – la obra Los 12, dirigida por Johan Robles. Esta puesta en escena corresponde a una adaptación de Doce hombres en pugna, escrita por Reginald Rose. Esta versión se ambienta en la ciudad de Lima (2022), donde un jurado de doce personas debe decider, por unanimidad, si un muchacho es culpable o no del asesinato de su padre. La culpabilidad parece evidente; sin embargo, uno de los miembros está convencido de la inocencia del implicado, por lo que profundiza y expone sus razones para dudar de los cargos. El debate entre los miembros del jurado provoca una situación de conflicto que se sostiene a lo largo de toda la obra.

Se debe reconocer el reto que representa dirigir a doce personas en escena, donde la tensión debe sostenerse gradualmente a lo largo de la representación. Un aspecto a destacar en este tipo de obra es que, a nivel de construcción de personajes, cada actor logró especificidad en sus características. Esto se ve especialmente en la entrada inicial de los personajes al escenario, donde incluso la forma de caminar ya daba pistas del mundo interno de cada miembro de aquel jurado.

Esta puesta en escena es en esencia un debate de una hora y media entre doce personas que deben llegar a una decisión por unanimidad. El uso del espacio fue adecuado para el desarrollo de la obra, además de ayudar al dinamismo en el intercambio de argumentos sobre la culpabilidad o inocencia del muchacho. Si bien al inicio se logró sembrar expectativa en el público sobre la situación de desacuerdo en el jurado, el ritmo de la obra no se sostuvo de manera adecuada. La tensión propia de una discusión tan imponente como esta no era constantemente respaldada por la urgencia de los personajes. Debo hacer una mención especial a la actriz María Cristina Mory, quien muchas veces era quien sostenía el ritmo de la obra, a partir de su energía y concentración en lo que ocurría momento a momento.  Me hubiese gustado ver esta obra en una cuarta o quinta función, ya que tener solo dos funciones puede tener relación directa con este ritmo inconstante de la puesta en escena.

Considero que, a nivel técnico, la obra estaba aún en proceso de apropiación por parte del elenco. Sin embargo, lo logrado hasta el momento que vi la obra fue bastante bueno. Resulta relevante ver debates en el teatro, en medio de un contexto donde cada vez tenemos menos espacios de encuentro de opiniones. Rescato que este jurado reflejó distintas posiciones para aproximarse a un debate: el respeto (o la falta de) al momento de escuchar una opinión distinta, la seguridad de creer en tu posición, el titubeo para decidir una postura, entre otras.  ¿Qué tan tolerantes somos ante opiniones distintas a las nuestras? ¿Qué hacemos cuando alguien confronta nuestras opiniones o las invalida? Son estas algunas preguntas que me resuenan a partir de ver Los 12.

Stefany Olivos

23 de mayo de 2023

domingo, 21 de mayo de 2023

Crítica: SERES FANTÁSTICOS – LEYENDAS DE LA SIERRA Y SELVA


Tradiciones nuestras

Siempre es grato encontrarme con ingeniosas y bien elaboradas obras de teatro para la infancia. En esta ocasión, XT Laboratorio Teatral presentó Seres Fantásticos – Leyendas de la Sierra y Selva, espectáculo inspirado en las leyendas orales peruanas que cualquiera de nosotros ha podido escuchar de familiares o maestros. La última función tuvo lugar en el Auditorio del Británico (sede Surco), como parte de sus actividades culturales.

La interpretación estuvo a cargo de Jonathan Pittman y Ximena Rivera, quienes hicieron gala de sus diversas habilidades artísticas, y también adaptaron los relatos. El primero se ubica en la sierra, y nos narra la historia de dos hermanos que escapan de la bruja Achiqué, siendo ayudados por algunos animales de esta zona como el cóndor, o el puma. El segundo ocurre en la selva, y cuenta la historia de un padre que, embelesado por los caprichos su nueva esposa, abandona a sus hijos en medio de la noche. Respecto a la escenografía, la combinación del juego de luces, el baúl de los accesorios y los sencillos elementos, que van desde el vestuario adaptado hasta los muñecos confeccionados como una suerte de títeres, fueron suficientes para mantener atento al exigente público infantil.

Otro detalle importante es la acertada iniciativa de poner los pisos especiales para que los niños y niñas se sienten más cerca del escenario y tengan la libertad de moverse y participar del show. Además, la impecable ejecución en escena de ambos intérpretes, que supieron manejar las intervenciones e interrupciones propias de espectadores tan activos.

Seres Fantásticos – Leyendas de la Sierra y Selva fue una inspiradora y sólida puesta infantil, que rescata nuestras tradiciones más ancestrales, revalorando la cultura, mediante relatos que nutren la imaginación de grandes y chicos.

Maria Cristina Mory Cárdenas

21 de mayo de 2023

Crítica: MUDANZA


Identidades y secretos

Toda puesta en escena que tenga como objetivo visibilizar las problemáticas de alguna comunidad en específico, que ha sido (y aún lo sigue siendo) discriminada, relegada y violentada durante muchos años, merece de entrada un reconocimiento. Tal es el caso de Mudanza, propuesta de temática LGTB+ creada por el colectivo Producciones Calente, que viene presentándose en el Teatro Barranco 2.0. Ya desde el afiche y material promocional, teniendo como claros protagonistas los cuerpos desnudos de sus actores, podría pensarse que sus creadores simplemente utilizan el morbo para llamar la atención sobre la obra; sin embargo, esto no es así: la puesta escrita y dirigida por Germán Falco tiene otros objetivos, que a pesar de ciertos tropiezos en su ejecución escénica, sí que llegan a cumplirse y de esta manera, enviar un conmovedor mensaje de tolerancia y aceptación, en medio de una sociedad tan conservadora como la nuestra.

Dos jóvenes empleados de una empresa de mudanza se encuentran trabajando, a solas, en un departamento lleno de cajas numeradas. Nick (Daniel Paiba) es un argentino migrante y Axel (Jean Carlos Mendoza), un peruano comprometido a su vez con la hermana de Nick; uno de los muchachos esconde un secreto que muy pronto será revelado. Pero este secreto en cuestión, debido a la temática de la obra (además de haber sido esta información incluida en la nota de prensa), resulta más que evidente, así que el conflicto no debería tardar en aparecer. Sin embargo, la trama demora mucho en arrancar: el prólogo, en el que aparecen los personajes para iniciar la mudanza (en un teatro) y encuentran ropa interior masculina en las cajas, bien podría revisarse o incluso obviarse, pues no tiene mayor relevancia; además, se rompe la cuarta pared, hecho que no vuelve a ocurrir durante el resto de la obra. Después de esta escena, son varios los inexplicables minutos de espera para que inicie la puesta propiamente dicha, ya que no se perciben cambios de vestuario o de utilería en el escenario.

Todo el primer acto, ante la falta de un conflicto claro, se hace eterno, solo sostenido por las dilatadas conversaciones de experiencias pasadas de los jóvenes, matizadas con los recuerdos de índole sexual recreados en el escenario, muy subidos de tono y descritos con procacidad. Pero la espera vale la pena, en última instancia: ya al término de sus labores, uno de los jóvenes va a ducharse y el otro, el del secreto, permanece en silencio y como público, adivinamos sus verdaderos sentimientos. Esta lograda secuencia, desprovista de diálogo y manejada adecuadamente por el actor en sus miradas y silencios, es la que realmente inicia el drama; luego, las conversaciones adquieren nuevos e interesantes matices, los desnudos se justifican por sí solos y las identidades de ambos son reveladas en un emocionante final. Bien por Falco, el elenco y la producción, por arriesgarse a presentar este valiente y valioso espectáculo, que con los ajustes mencionados y una reducción en su duración, le proporcionaría un mayor disfrute al espectador. Mudanza busca la necesaria reflexión sobre la importancia de aceptarse, con orgullo y sin miedos, tal como uno es en realidad.

Sergio Velarde

21 de mayo de 2023

sábado, 20 de mayo de 2023

Crítica: UN MALDITO SECRETO


...Y unas cuantas verdades

Aldo Miyashiro nos entrega en su obra Un maldito secreto un gran trabajo tanto de dirección como de texto. ¿Ponerse a escribir en rima a estas alturas del partido? ¿Para qué? ¿Para quiénes? Completa duda, pero un majestuoso juego.

Es una potente experiencia la que nos ofrece él y todo su elenco a cargo. Una tragicomedia en todas sus letras. La emoción se adueña del público, es inevitable salir del recinto dialogando sobre lo espectado, cuestionando, reflexionando, sonriendo, llorando, las palmas continúan hasta el baño. Probablemente nadie esperaba ni sabía de qué se trataría en sí la obra. Le viene bien el juego inicial, sembrarnos el morbo de que algo sucederá, nos atrapa y le termina haciendo honor al nombre de la obra. El material de multimedia bien manejado en relación a la convención del espacio, de igual manera las luces y ese pequeño guiño de los dos actores mayordomos para con el público. Sirviéndonos a todos el inicio de lo que nunca se va olvidar: el secreto, el maldito secreto.

Como bien ya se ha comentado: al mejor estilo shakesperiano, sí, es un espectáculo que conmueve al público, quizá podría hacerlo un poco más y llegar a ser memorable si algunas  partes de la historia, sobre todo aquellas donde existen rupturas de la cuarta pared -si es que las hubiese- porque por momentos pareciese y por otros, simplemente se nos obvia, y es más evidente cuando cada uno de los actores y actrices interpreta su pequeño monólogo, algunos actores nos miran y a modo de confesión, comparten aquello que los hace quienes son (el personaje) y los otros se ensimisman, caen en modismos de la emoción y nos pierden, no comunican.

Quizá la función a la que acudí tuvo sus imprevistos, como alguno que otro texto desfasado, sin embargo, bien solucionado a final de cuentas. Uno que otro silencio largo, quizá por falla técnica de entrada de luz o movimientos que generaron pequeños desastres que pudieron también ser enmendados en el acto. Por otro lado, no está de más mencionar que la acústica no parece ser favorable para los actores más jóvenes, puesto que eran quienes por largos momentos no se les entendía del todo lo que decían y en una propuesta donde se dialoga todo el tiempo en rima, ya se imaginan. La historia cae, pierde la atención del público, la acción se dispersa y no permite el goce pleno de la historia o la catarsis si gustan llamarle. Asimismo, la canción interpretada por el joven actor podría darle a la obra un grado de trascendencia, pero gran parte de lo que interpreta se pierde por su resonancia, la acústica o quizá solo la orientación en la que se encuentra ubicado el piano.

Finalmente, destacar entonces a Ximena Arroyo como ama y dueña del espacio, a su buen amante, Gilberto Nué con ese potente control y manejo escénico, además de la increíble demencia de Sylvia Majo para interpretar tremenda historia, componer incluso desde el silencio detalles entrañables y contener tanto desde su personaje.

Conny Betzabé

20 de mayo de 2023

jueves, 18 de mayo de 2023

Crítica: MANICOMIO


Drama en el centro psiquiátrico

Qué alegría es la de comprobar la sana evolución de un artista escénico que poco a poco va consolidándose en el medio teatral. Y es que resulta indudable el crecimiento de un teatrista como Gianfranco Mejía, que a base de perseverancia y esfuerzo, ha logrado ya un público cautivo que abarrota las salas en sus temporadas, la posibilidad de contar en sus filas con actrices y actores reconocidos y de trayectoria, así como de ofrecer nuevos espectáculos que año tras año van elevando su calidad en dramaturgia y dirección. Falta mucho camino por recorrer, es evidente, y los ocasionales tropiezos ocurren acaso cuando Mejía repone piezas estrenadas años atrás y no las dota de un mayor riesgo y profundidad en su nueva ejecución (como en Eutanasia); no obstante, los resultados de su última aventura, el estreno de Manicomio en el Teatro Auditorio Miraflores, son lo suficientemente prometedores como para esperar verdaderas sorpresas de este director, actor, dramaturgo y productor, que no se detiene en su labor creativa.

Quizás lo mejor de esta nueva apuesta de Mever Producciones se encuentre en su primer acto, que arranca con un repentino encendido de luces total, luego del apagón, para mostrar una brillante y aséptica habitación de un hospital psiquiátrico, en la que se nos presenta a los cuatro protagonistas de la pieza, los pacientes Andy (el mismo Mejía), Mateo (Jorge Bardales), Emilio (Alexis Arteaga) y el recién llegado David (Jorge “Coco” Gutiérrez). A pesar de los muy graves delitos cometidos por este cuarteto, la dirección apuesta por mostrarlos como claras víctimas de un sistema de salud mental absolutamente arbitrario e injusto; en ese sentido, el carisma de los actores y el cuidado en sus caracterizaciones, en general, contribuyen a este propósito.

La puesta tiene aspectos por mejorar y revisar: se extraña la misma profundidad que exhiben los personajes de los pacientes, en el roles de la ingenua y amable enfermera (Pilar Astete), del malvado doctor (Fernando Pasco) y del violento enfermero (Pedro Sánchez Díaz); las escenas de lucha cuerpo a cuerpo podrían precisarse aún más; y la utilización de música incidental de cintas conocidas desvía la atención en momentos claves. Sin embargo, estos detalles no empañan el significativo avance de Mejía como realizador teatral. Basada en una experiencia personal del autor, Manicomio consigue conmovedores momentos salpicados de agradecido humor (especialmente, en las escenas con Bardales y Gutiérrez) y se convierte en una cruda representación de nuestro resquebrajado sistema de salud mental, en clara oposición a cualquier intento de rehabilitación.

Sergio Velarde

18 de mayo de 2023

miércoles, 17 de mayo de 2023

Crítica: AMOR Y DOLOR


Terapia de amor maternal

El público ya se encuentra familiarizado con las propuestas teatrales del actor y psicólogo Javier Echevarría, quien viene explorando en escena desde hace varios años, con singular éxito, sus dos profesiones en feliz comunión. Frecuentemente a través de unipersonales, Echevarría toma temáticas sociales relevantes para ofrecer un despliegue de diversos recursos escénicos, como números de stand-up comedy, secuencias de teatro testimonial, charlas motivacionales y narración oral. Así, llegaron puestas para convertirnos en los conductores de nuestras propias vidas, en Sin pecado original (2012); para encontrar nuestra verdadera vocación, en Se busca emprendedor (2014); para aceptar a la democracia como única salida de cualquier crisis, en Padres de la Patria (2016); y para entender el poder de la co-creación que tenemos como raza humana en Monstruos, una aventura en el laberinto interior (2019). En Amor y dolor, actualmente en cartelera en el Nuevo Teatro Julieta, recibimos como terapia, para reponernos luego de una ruptura amorosa y de un eterno periodo de encierro, una generosa dosis de amor maternal.


Acaso sea este el trabajo más personal que viene presentando Echevarría, ya que todo el espectáculo se encuentra en sí estructurado de acuerdo a su propia historia, una que bien pueden haber compartido miles de personas. El encierro forzado provocado por la pandemia generó estragos enormes en muchas personas; sin embargo, todo parece haber quedado en el olvido actualmente, pero no debería ser así. Profesionales como Echevarría, que se valieron siempre de la presencialidad para poder trabajar y sostenerse, pasaron una dura etapa tratando de “reinventarse” y salir adelante. Además, la separación de su pareja acentuó la preocupación e inestabilidad emocional en el artista, quien de manera muy coherente esgrime la teoría que la mejor terapia para recuperar ánimo y fuerzas se encuentra en el abrazo de su propia madre. Toda la puesta es escena se fundamenta en esta, por supuesto, gran verdad, una que encuentra una respuesta contundente y conmovedora en el público.


Echevarría es un actor y narrador muy competente, y ejecuta todas sus secuencias teatrales con convicción y claridad, teniendo como aliado a un público cautivo que participa activamente. Las escenas del actor en su papel de psicólogo no resultan para nada forzadas, complementando así las lecturas de las acciones desarrolladas hábilmente en escena, que cuenta con una enorme y gruesa colcha para generar las imágenes. El tramo final del espectáculo, en el que se nos permite entrar en la intimidad del artista y su progenitora, cierra la puesta de una manera poderosa. Amor y dolor, nuevo éxito teatral de Echevarría, propone una significativa manera de sanación y transformación emocional, una que cambiará el dolor por amor, una que se encuentra justamente en el origen de cada uno de nosotros, en aquel vínculo generado con nuestras madres.

Sergio Velarde

17 de mayo de 2023

Crítica: MUDANZA LÍQUIDA


Automudanza

Sergio Armasgo construye a Sebastián a partir de la autoficción; el escenario tiene una disposición de objetos y de elementos lumínicos pensados desde la experiencia sensorial. El actor muestra distintas facetas del personaje a través del cuerpo y por medio de su presencia escénica; desde el inicio de la obra está presente en el escenario, cubierto con un montón de ropa, como si la ropa fuera escombros y como si los escombros fueran él mismo.

Comienza interpelando al público, constantemente hay una conversación que enfrenta al espectador, exponiendo formas de pensar existentes dentro de la sociedad; la voz es clara y la presencia envuelve a los observadores. Mientras el personaje se va transformando, empieza una especie de reconocimiento en lo que va diciendo, no necesariamente porque se coincida con las acciones que despliega, pero sí con un sentido cultural, que golpea nuestra racionalidad y nuestro entendimiento.

Sebastián cuenta cómo se siente, pero también acciona en escena; existe una dualidad entre el interior del personaje y su realidad escénica, el cuerpo paulatinamente se va sumergiendo en un cansancio, no solo corporal sino también espiritual. Existen secuencias físicas que incitan el agotamiento del actor; sin embargo, es la docilidad de la presencia lo que nos abstrae en los sentimientos de Sebastián. Hay momentos en donde saltas con su palpitación y otros, en donde de golpe clavas los ojos para entender un sentimiento, fresco, creciente dentro de la sociedad y del dilema vida-muerte, al que siempre se expone el ser humano.

El sudor, la luz y el agua van dando efecto en la mirada del espectador; los símbolos se transforman desde donde se alcanza a mirar. La tormenta es un elemento que exalta las emociones y expone la fragilidad de Sebastián que, pese a todo ello, descubre el cuerpo y el rostro para recibir el mar de nubes como si fuera un momento cumbre para enfrentar su destino, las aguas internas que pueden ser ríos, pero también tormentas. Sensorialmente, es un momento muy bien logrado y simbólicamente muestra la masculinidad frágil y la necesidad del cuidado. Pero al referirnos a fragilidad no hablamos de flaqueza o debilidad, sino de una condición humana que muchas veces es negada por estereotipos. El cuerpo siente, grita, llora y ríe; pero muchas veces el mundo intenta ordenar estas reacciones naturales del ser y las moldea de acuerdo a dogmas emocionales.

Es importante reconocer que el personaje ha sufrido una perdida (la muerte de su madre), que ha fragmentado su familia y la dirección de sus pasiones. De esta manera, lo que el público experimenta es la piel de Sebastián, pero también un juicio crítico respecto a temas generales. La necesidad de la protección familiar, la amistad, el vicio, la depresión, la aceptación salpican como la tormenta en la que nos inunda el intérprete.

Entonces el cuerpo se mueve y se trasforma y esto se manifiesta en la mudanza, en las maletas, en la ropa que hacen como emociones que pueden viajar hacia puertos serenos o que pueden aterrizar en tierras hostiles y sangrantes.

Así llega la purificación del interprete, del personaje, del director y de los observadores. El punto donde el individuo decide asumir lo que le sucede, sin la necesidad de culpar a los demás, solo hay un cuestionamiento inicial y es el punto de partida al que el cuerpo se ancla. La necesidad de reconocer y solucionar un problema desde uno mismo. El asesinato es una imagen potente, un momento cumbre para que Sebastián asuma su situación y tome la iniciativa para remendar los hilos de su destino, los lazos familiares se conectan, se cosen, se unen.

El final es sutil, Sergio interpreta a la amiga de Sebastián y se interpone ante nosotros con un discurso que sigue exponiendo estereotipos comunes dentro del ideario social. Es un momento potente, porque se enuncia un pensamiento, una postura ante lo que sucede en el mundo, algo que decir.

La puesta es creciente, durante toda la trama hay distintos momentos, creados por la atmosfera de las luces y el despliegue actoral, los elementos sonoros también fueron decisivos. Uno muda constantemente dentro de sí mismo, los aprendizajes, las enseñanzas son como mudanzas interminables dentro del ser.

Moisés Aurazo

17 de mayo de 2023

martes, 16 de mayo de 2023

Crítica: LA MEMORIA DEL CORAZÓN


Los recuerdos en la piel

Cuando se acude al teatro, algunos espectadores buscan entretenerse, otros escapar de la rutina, muy pocos parten de la decisión de comprar una entrada para ir a reflexionar sobre la vida. Pero qué grato es encontrar espectáculos que además de entretener, contengan en su propuesta aristas que aborden a fin de cuentas estas, que son unas necesidades. Entretener, reflexionar y detenernos a mirar. Porque finalmente el teatro es un espacio de entrega donde cuerpo y mente de actores y espectadores conviven en una historia, independientemente del código con el que sea abordada esta; siempre y cuando se encuentre establecida, verosímil y continua, se puede disfrutar al máximo.

Siendo este espectáculo un ejemplo claro. Gina y Harold son una pareja con diez años de haberse casado. La acción inicia con una no tan agradable sorpresa para Gina: su marido se ha enterado sobre su embarazo y esta aún no sabe qué decisión tomar al respecto. Hasta ahí la historia es prometedora, hay un conflicto claro. Harold casi presiona a Gina para ser padres y esta huye ante tal situación que aparentemente se está escapando de sus manos. El drama llega a continuación. Gina sufre un accidente y cual tragedia de novela, pierde la memoria. Y del embarazo no se sabe más. ¿Lo tendrá, lo perdió? Cae un poco la acción.

No obstante, la magia aparece desde el ojo de la dirección escénica. Pues un texto que podría ser lúdico, pero caer en la inacción, coge ritmo, fuerza y presenta gracias a ambos actores que están metidos de tal manera en la situación que el pequeño espacio del Teatro Esencia se convierte en una pantalla gigante de cine cerca al público y la historia corre de maravilla. Entre recuerdos, el presente, bromas absurdas, juegos sexuales, canto y baile que juegan con gran desenvolvimiento los actuantes, se logra respirar la esencia particular de la pareja haciéndole honor al teatro en sí mismo.

Tal espectáculo viene acompañado de un par de monólogos, momentos oníricos logrados también por el manejo de la iluminación y sonido que permiten poetizar la dimensión y tiempo en cada una de las escenas, creando la atmosfera de ya sea tensión, diversión, ocurrencias altivas o la decepción y tristeza. Por otro lado, la pequeña coreografía entre actriz y actor, bien interpretada y sostenida, correlacionándose con los muebles y el espacio nos transportan no solo a lo real de la historia, sino a ver más allá de esta. Lo que cada objeto representa, lo que cada movimiento poetiza. Por ejemplo, lo deteriorada que puede estar una relación que ha pasado tanto durante diez años, independientemente de la existencia de una pérdida de la memoria y no únicamente eso, sino que nosotras y nosotros mismos concluimos en que nunca terminamos de conocernos. Pero, aun así, existe otro que, a través de su tacto, mirada, abrazo, besos o recuerdos, permite que la vida sea más agradable de vivirla. Sea por complementación, contradicción, deseo, admiración o simplemente entrega, con la esperanza de que sea recíproca y responsablemente afectiva.

Conny Betzabé

16 de mayo de 2023

Crítica: MAQUINAL


No es libre quien no puede consigo mismo

Maquinal es una obra inspirada en la historia de Ruth Snyder, la primera mujer ejecutada en silla eléctrica en 1927, New York. Josué Méndez, el director en esta ocasión, nos presenta un completo drama expresionista abordado desde una propuesta experimental tanto del uso del espacio como de las técnicas dramatúrgicas para explorar ideas de feminismo, igualdad, crimen; pero, sobre todo, libertad en una sociedad opresora y mecanizada que, a pesar de estar lejos de tiempo y lugar al nuestro, no es tan diferente a la realidad que afrontamos día a día. Hace poco en La Libertad una mujer fue acusada de haber quemado vivo a su exesposo, jugando aquí un papel fundamental las manos de la justicia. Así pues, la historia de Snyder, finalmente, resuena en cada una y uno de nosotros desde el cuestionamiento sobre qué tan libres somos y podemos ser, a pesar de todo.

Para ello se vale muy bien de la composición de una perspectiva negativa de la realidad donde la protagonista se expone como una individua impotente frente a distintos hilos de poder presentes en su vida: familiar, laboral, sentimental. Desarrollándose así la subjetividad del personaje que en el transcurso de la acción logra la expresar sus sentimientos muy individuales, pero a la vez humanos, en relación a la soledad, el hastío y la miseria humana. Además, me arriesgaría a señalar que, desde la mirada expresionista, se respira una sensación y atmósfera de improvisación muy bien realizada por Jely Reátegui, quien en su máximo esplendor y metida en el drama del personaje, obtiene momentos muy potentes con la madre, esposo, amante y todo el tiempo consigo misma. Sin perder el valor de la intuición escénica que viene bien con el mismo sentir expresionista, ya que, desde un silencio, suspiro o el detalle del cabello que comparte con la madre, indagaría sobre los sentimientos primarios o instintivos de su personaje, así como el mundo onírico y lo grotesco de su universo.

Por otro lado, la dirección escénica de actores como de elementos, utilería, luces, proyecciones y en general la escenografía, permite la tensión entre la realidad y lo percibido de la obra. Las formas angulosas en el escenario y las superposiciones de escenas, las deformaciones y pausas del video proyectado en plena confesión sostendrían la potente imagen de opresión y vigilancia. De esta manera podría inferirse que, todos y cada uno de los personajes son cautivos bajo el ojo de un alguien que los observa y hasta persigue por sobre la ventana del techo, sea un remordimiento, culpa, arrepentimiento, el instinto o la simple luz de la luna que no les deja quieto en ningún momento el pecho. Conociendo así cómo estos personajes viven presos del trabajo, de la pareja, la familia, de los celos, envidia incluso de los propios sueños, siendo capaces de traspasar la delgada línea entre su libertad y la del otro. Asimismo, los personajes sin nombres o que solo son nombrados por sus iniciales, complementarían el estilo de este tipo de dramaturgia, donde con frecuencia las figuras no tienen nombres individualizados, sino que responden a denominaciones de tipos, potenciados por los comportamientos y las actuaciones no naturalistas muy bien ejecutadas por todo el elenco en cada uno de sus respectivos personajes.

Conny Betzabé

16 de mayo de 2023

domingo, 14 de mayo de 2023

Crítica: MAMÁ CON HUEVOS


Madre (no) solo hay una

A propósito de celebrarse el Día de la Madre, este domingo se presentó la última función del unipersonal Mamá con huevos, a cargo de la artista María Victoria Santana, bajo la dirección de Marco Huachaca y producida por Teatro en el Perú.

Es así que el Teatro Mocha Graña albergó esta simpática propuesta, en la cual Santana interpreta a tres personajes: ella misma; su entrañable personaje de “La Pánfila”; y a “Doña Cuca”. En el primer caso, la actriz repasa con humor su experiencia como mamá soltera, haciendo además una especie de catarsis sobre las desventuras en el amor, convirtiendo al público en cómplice activo, ya que se invitó a algunas personas a participar del show. Luego, aparece en escena “La Pánfila”, quien sostiene el código humorístico abordando temas como la soltería y el amor, contando nuevamente con la intervención de los espectadores. Por último, “Doña Cuca”, una mamá de la tercera edad, que espera a sus hijos para celebrar su día, nos revela su historia de lucha para cuidar de los suyos; en esta parte del espectáculo, el humor y el drama se combinaron, lo cual funcionó como remate del mismo. Vale resaltar la participación del personaje de “Jack Espárrago”, quien tuvo a su cargo el inicio y el intermedio, entre los cambios de vestuario, con un ameno repertorio de canciones, detalle que ayudó a mantener la dinámica de la propuesta.   

Sin duda, María Victoria Santana conoce su oficio y su manejo de escena es innegable, pues con los elementos precisos de utilería, su vestuario y el juego de luces, mantuvo la conexión con el público. De otro lado, tal vez merecería la pena revisar los términos que se utilizan y algunos temas que pueden afectar susceptibilidades de los presentes, por ejemplo, la escena en la que “La Pánfila” explica en la pizarra los tipos de chicos, o en la secuencia en la que “Doña Cuca” hace alusión a su fervor religioso, lo cual señaló en pleno desarrollo del show alguien del público. Esta acotación no busca desmerecer el buen trabajo realizado; sin embargo, los tiempos siguen evolucionando y lo que resultaba jocoso antaño, hoy ya no lo es.

Mamá con huevos es una comedia bien sostenida, construida desde la perspectiva de la propia intérprete, quien nos conduce por ciertos pasajes de su vida para mostrarnos el poderío de las mujeres que salen adelante por la motivación que le dan sus hijos. Por ello, me atrevo a cambiar un poco esta famosa frase: “Madre (no) solo hay una”, en el sentido de cómo ha cambiado la forma de ejercer este papel, pues ya sea en solitario o con el soporte de una pareja, o la propia familia, las madres luchan incansablemente y contra todo por los seres humanos que trajeron al mundo.

Maria Cristina Mory Cárdenas

14 de mayo de 2023

viernes, 12 de mayo de 2023

Crítica: UN CONJURO EN EL BAÑO


Dos mujeres contra el abuso

Nuestra sociedad lleva arrastrando todo tipo de conductas, actitudes y pensamientos machistas, injustos y violentos desde hace décadas. Podría afirmarse que algo se ha avanzado por frenar estos comportamientos y razonamientos verdaderamente nocivos para ciertos sectores de la población; sin embargo, falta mucho aún por cambiar para convertirnos en una sociedad más justa, solidaria y especialmente, humana. Abarcar más de una de estas problemáticas en una pieza de microteatro parecería una tarea muy difícil; no obstante, el dramaturgo y director Rogger Vergara Adrianzén se las ingenia para incluir adecuadamente, en los veinte minutos de su pieza breve Un conjuro en el baño, algunas de estas temáticas.

Estrenada en la íntima y acogedora Sala Zurita, en el segundo piso del Haute Restaurante, la microobra no demora en mostrar todas sus cartas. En el amplio de baño de una casa acomodada, la empleada Anita (Stephanie Vergara) descubre infraganti a la sobrina de los dueños, María Fe (Valquiria Che-Piu), terminando de tener relaciones con un hombre que no es precisamente su pareja. La necesidad de Anita, al inicio, la fuerza a intentar chantajear a María Fe, pero en medio de la tensa discusión, las dos mujeres descubren que las diferencias que las separan son mucho menores que las vejaciones a las que ambas fueron y siguen siendo sometidas. El autor lo señala con contundencia: no importa la condición social, económica o cultural, una gran mayoría de mujeres sigue viviendo en un medio hostil y falta mucho todavía para revertir o siquiera detener esta situación.

Buen trabajo de las actrices Vergara y Che-Piu; ellas lucen convincentes y sólidas, complementándose en escena con fluidez. En el apartado técnico, se saca provecho de las contadas luces de colores de las que se dispone en el techo del espacio, para ambientar los sentidos recuerdos de las mujeres; y las imágenes lanzadas por el proyector hacia la pared del fondo crean la atmósfera ideal para el curioso “conjuro” de venganza, orquestado por las protagonistas, y que le da el título a la microobra. Un conjuro en el baño, presentado por La Taberna Studios, cumple en su corta duración con mostrar, con agradecidos toques de humor, dos conmovedoras historias de abuso, pues es importante hacer notar estas problemáticas y nunca sentirnos indiferentes frente a estas.

Sergio Velarde

12 de mayo de 2023