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jueves, 18 de mayo de 2023

Crítica: MANICOMIO


Drama en el centro psiquiátrico

Qué alegría es la de comprobar la sana evolución de un artista escénico que poco a poco va consolidándose en el medio teatral. Y es que resulta indudable el crecimiento de un teatrista como Gianfranco Mejía, que a base de perseverancia y esfuerzo, ha logrado ya un público cautivo que abarrota las salas en sus temporadas, la posibilidad de contar en sus filas con actrices y actores reconocidos y de trayectoria, así como de ofrecer nuevos espectáculos que año tras año van elevando su calidad en dramaturgia y dirección. Falta mucho camino por recorrer, es evidente, y los ocasionales tropiezos ocurren acaso cuando Mejía repone piezas estrenadas años atrás y no las dota de un mayor riesgo y profundidad en su nueva ejecución (como en Eutanasia); no obstante, los resultados de su última aventura, el estreno de Manicomio en el Teatro Auditorio Miraflores, son lo suficientemente prometedores como para esperar verdaderas sorpresas de este director, actor, dramaturgo y productor, que no se detiene en su labor creativa.

Quizás lo mejor de esta nueva apuesta de Mever Producciones se encuentre en su primer acto, que arranca con un repentino encendido de luces total, luego del apagón, para mostrar una brillante y aséptica habitación de un hospital psiquiátrico, en la que se nos presenta a los cuatro protagonistas de la pieza, los pacientes Andy (el mismo Mejía), Mateo (Jorge Bardales), Emilio (Alexis Arteaga) y el recién llegado David (Jorge “Coco” Gutiérrez). A pesar de los muy graves delitos cometidos por este cuarteto, la dirección apuesta por mostrarlos como claras víctimas de un sistema de salud mental absolutamente arbitrario e injusto; en ese sentido, el carisma de los actores y el cuidado en sus caracterizaciones, en general, contribuyen a este propósito.

La puesta tiene aspectos por mejorar y revisar: se extraña la misma profundidad que exhiben los personajes de los pacientes, en el roles de la ingenua y amable enfermera (Pilar Astete), del malvado doctor (Fernando Pasco) y del violento enfermero (Pedro Sánchez Díaz); las escenas de lucha cuerpo a cuerpo podrían precisarse aún más; y la utilización de música incidental de cintas conocidas desvía la atención en momentos claves. Sin embargo, estos detalles no empañan el significativo avance de Mejía como realizador teatral. Basada en una experiencia personal del autor, Manicomio consigue conmovedores momentos salpicados de agradecido humor (especialmente, en las escenas con Bardales y Gutiérrez) y se convierte en una cruda representación de nuestro resquebrajado sistema de salud mental, en clara oposición a cualquier intento de rehabilitación.

Sergio Velarde

18 de mayo de 2023

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