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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Crítica: UN IMPULSO REPENTINO


Sentida conversación

La pandemia viene obligando a toda la comunidad teatral a buscar maneras de continuar con su actividad artística, mientras se nos sea negado el teatro presencial. Los proyectos virtuales, que asomaron tímidamente al inicio, ahora han proliferado de manera abrumadora, a pesar de las constantes y molestas dificultades técnicas, que en muchos casos han terminado por estropear muy buenas iniciativas. Felizmente, no ha sido el caso de Un impulso repentino de Luciano Broudi y dirigido por el cineasta peruano Mauricio Franco Tosso desde España, quien fuera galardonado con el Premio Casa de América al mejor cortometraje de América Latina por El segundo amanecer de la ceguera. Se trata de una sentida conversación entre madre e hija, la primera buscando la redención de la segunda, por un terrible crimen cometido en el pasado.

En las interpretaciones figuran dos muy buenas actrices: la experimentada Cecilia Tosso, quien sabe desenvolverse a la perfección en cualquier género, especialmente en las comedias de Liberteatro de Jonathan Oliveros, consigue un muy buen nivel dramático para su personaje. Camila Mac Lennan, por su parte, le da la justa réplica y entre ambas consiguen hacer creíble la tirante relación madre-hija, en una situación límite en la que los personajes se encuentran. El hecho, además, de compartir el mismo espacio escénico les permite a la actrices una fluida interacción en beneficio de la historia, que acaso luzca demasiado corta para la capacidad de las actrices.

La proliferación de espectáculos virtuales, en su gran mayoría con temporadas de muy pocas funciones, pueden hacernos perder de vista propuestas tradicionales pero muy bien ejecutadas. Los proyectos experimentales y clásicos pueden dar resultados muy positivos, cada uno dentro de su estilo particular. Un impulso repentino es un discreto drama, muy bien interpretado, que podría dar más juego en una obra de mayor duración. Un posible proyecto para autor, director y actrices, cuando regresemos al teatro presencial.

Sergio Velarde

30 de setiembre de 2020

martes, 29 de septiembre de 2020

Crítica: 4TO FESTIVAL DE ESCENAS CORTAS – NUEVOS ESCENARIOS TRANSMEDIA


Hay que seguir creando

En esta ocasión, continuamos con las dos últimas presentaciones virtuales del 4to Festival de Escenas Cortas organizado por la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD). Dichos trabajos, han sido creados con detalles y particularidades, que bien podrían recordarnos la frase: “Nada es lo que parece”, pues, el factor sorpresa y las revelaciones que vienen del interior, son algunas de las premisas en ambas historias. Así, las posibilidades para crear continúan en auge, y ello se agradece.

Monólogo de un actor desconocido

La breve pieza Un extraordinario homenaje del dramaturgo Daniel Dillon, ha sido el punto de partida de esta historia que nos revela al primer actor Rodolfo Hidalgo, quien ha decidido realizar dos únicas presentaciones vía Zoom de su unipersonal Monólogo de un actor desconocido, luego de mantenerse alejado de los escenarios por la cuarentena. Sin embargo, la propuesta dirigida por Miguel Torres da un giro inesperado al presentarnos a una mujer (Yasmin de la Oliva) que empieza disculpando la ausencia de Hidalgo, para luego explicar que él ha muerto, entonces ella toma su lugar y como su hija, le rinde homenaje a su memoria, haciéndonos partícipes de las anécdotas y pasajes de la vida del actor. Una contundente interpretación por parte de la actriz permitió al espectador entrar en el juego de la ‘no presencia’ del supuesto protagonista, quien de alguna manera estaba presente a través de las palabras de ella. Por otro lado, el acertado diseño de escenografía y el manejo de los recursos audiovisuales que nos llevaron de vuelta al teatro (como recinto) por un momento, enriquecieron y terminaron de redondear la propuesta.    

Ecléctico-La manzana de Adán

Bajo la creación y dirección de Marisol Frasaida Mamani Aviles, esta propuesta se construyó en base a la exploración del actor/performer Pável José Paniagua Tapahuasco, quien mediante el trabajo físico y el baile, nos presenta a un ser humano que busca despojarse de algunos aprendizajes y prejuicios. Un viaje hacia el interior, propuesto desde un escenario extra cotidiano, como una fantasía o sueño que busca realizarse. Acompaña al intérprete, una narradora, quien teje la historia con palabras en verso y guía esta suerte de transformación, la cual se complementa con la música y el buen uso de las imágenes. Cabe resaltar, la conmovedora y cuidada ejecución del personaje por parte de Pável Paniagua, quien nos mostró la vulnerabilidad y honestidad de un ser que pretende evolucionar y soltar las cargas impuestas, tal vez por la familia, o por la propia sociedad. Desde luego, la simbología de la propuesta, nos revela que podemos reflejarnos en este personaje ecléctico, humano y conciliador.

Maria Cristina Mory Cárdenas

29 de setiembre de 2020

Crítica: DELICADA FLOR DE LOTO


El poder de la risa en épocas de Covid 19

Pold Gastello y Biviana Goto protagonizaron recientemente la obra virtual Delicada flor de loto, comedia escrita por Esmeralda Fern -pensada especialmente para el formato digital- y dirigida por Sergio Paris. Harumi es una mujer japonesa que desea estudiar una maestría en Perú para conocer más sobre la cultura de este país. Si bien su tradicional familia está en contra, acudirá a su profesor de español para que, con su ayuda, pueda lograr aquel objetivo. La propuesta constituye un ejemplo de las nuevas formas de expresión que se van dando virtualmente desde las artes escénicas.

La obra virtual se plantea bajo la modalidad de una videollamada entre ambos personajes, con motivo del cierre de las clases de español que Harumi estaba tomando. El planteamiento de los personajes estuvo lleno de detalles, desde la caracterización hasta la apropiación de los textos. Debo resaltar la construcción del personaje de Harumi, pues trabajó un acento limpio e interiorizado por la actriz; además, la corporalidad del personaje asiático fue muy particular, lo más logrado de la propuesta. Este tipo de representaciones desde la virtualidad exigen que los actores también se encarguen de los cambios de cámara, locación, entre otros temas técnicos. En el caso de Delicada flor de loto, estas tareas fueron cumplidas de manera precisa, permitiendo así que la obra siga el transcurso natural, sin interrupciones de ningún tipo.

Un aspecto importante dentro de una representación virtual es el cuidado de todo lo que la cámara mostrará al espectador. La obra plantea la comunicación de dos ciudadanos de distintos países, los cuales, además, tienen diferencias culturales bastante evidentes. Sin embargo, la escenografía mostrada no mostraba mayor diferencia entre ambos personajes. Se tendría que haber detallado mucho más los elementos escenográficos del personaje de Harumi; es decir, elementos claves que denoten la diferencia cultural que implica el ser una mujer que vive en Japón, sobre todo para diferenciarse del ambiente hogareño peruano del personaje de Gastello.

Delicada flor de loto es una propuesta llena de humor, que desde el inicio capta la atención del espectador. En  momentos de crisis mundial como estos, es una necesidad el poder seguir creando productos artísticos que pueda llegar al público, ya sea desde el humor o desde cualquier otro código. En conclusión, esta obra es una invitación a que el público pueda lograr contagiarse de la energía el humor puede transmitir.

Stefany Olivos

29 de setiembre de 2020

viernes, 25 de septiembre de 2020

Crítica: VLADIMIR


Fracasos y utopías

Desde México, el director arequipeño Carlos Vargas le trajo algo de esperanza a nuestra comunidad teatral en medio de la crisis. Y resulta paradójico que lo haya hecho con una pieza que habla justamente de desesperanzas y utopías. La inmensa Vladimir, obra clásica del dramaturgo Alfonso Santistevan, fue puesta en teatro presencial por la Compañía Universitaria de Teatro de la Universidad Autónoma de México, con los actores con protectores faciales, bajo la dirección de Vargas, y que pudimos disfrutar desde la plataforma Zoom. Es cierto, no es lo mismo estar sentado en la butaca que detrás de la pantalla, pero por algo se empieza. Vargas ya conocía a profundidad el texto (actuó y dirigió su propio montaje en 1996 con Aviñón Teatro, de acuerdo a su crónica) y es por ello, que estos nuevos resultados no defraudan. Imposible hacerle una justa reseña a un montaje teatral visto desde la virtualidad, pero sí que valen algunos apuntes para reflexionar.

Acaso no queda mucho que escribir ya sobre la historia de Vladimir. A los que no pudimos ver el montaje original del propio Santistevan en 1994, con la actuación de aquella enorme artista que fue Maritza Gutti, por lo menos nos quedó el consuelo de ver la excelente puesta de Mikhail Page (2014), a cargo de estudiantes de la PUCP y con la genial interpretación de Magali Bolívar. Se trata de una pieza que el mismo Vargas reconoce puede resultar hasta anacrónica para estas nuevas generaciones, que viven completamente acelerados en su vida diaria y la mayoría, profundamente defraudada de la clase política. A pesar de ello, es una obra necesaria de ver y apreciar dentro de su contexto original, ya que nos encontramos en la Lima de 1993, en plena crisis social y política con Sendero acechando en las calles y el “fujishock” destruyendo los presupuestos familiares. Una mujer se despide de su hijo adolescente Vladimir; ella, una ferviente defensora del socialismo, no le queda más remedio que emigrar derrotada a Estados Unidos para trabajar y así conseguir dinero, mientras que él decide quedarse para encontrar su propio camino. En medio de ellos, la presencia del Che Guevara y el padre ausente que aparece en flashbacks.

El montaje de Vargas resulta impecable, muy bien articulado y excelentemente interpretado por Rubí Palomino y Pedro Faritt, consiguiendo una creíble relación madre-hijo; al lado de Teo Ramírez, en un convincente doble papel; y una sorprendente Griselda González como el amigo de Vladimir, en una arriesgada decisión de casting, pero lograda sobradamente. Las luces y la escenografía se encuentran al servicio de la historia, con los espacios bien delimitados y los saltos en el tiempo, comprensibles. Eso sí, la decisión de incluir mexicanismos en un texto tan nuestro como Vladimir puede confundir (incluso se utiliza el término “vieja” para referirse a madres y novias en una misma escena), contrastando con la camiseta peruana del joven. Pero eso solo es un detalle menor, pues la trama entretiene y conmueve, con unas agradecidas pinceladas de humor en medio de sus fracasos y utopías

El tiempo no se detiene y aquella época de los noventas va alejándose cada vez más de nuestro igual de convulsionado presente. Y no solo en nuestro país: por ejemplo, habría que ver alguna adaptación realizada en Venezuela de esta pieza que habla de la migración. Sin embargo, pertinentes reestrenos como este permiten que aquellas difíciles circunstancias que le tocaron vivir a toda una generación no queden en el olvido. Otras piezas hermanas de temática similar, como El nido de las palomas o La eternidad en sus ojos (ambas de Eduardo Adrianzén) se encargarán de ello. Vladimir, con su puesta en escena mexicana, no es un fracaso; es un indudable triunfo tanto artístico como extrateatral, ya que esperamos todos con ansias volver a las butacas y a los escenarios, pero esta vez en nuestra ciudad.

Sergio Velarde

25 de setiembre de 2020

martes, 22 de septiembre de 2020

Crítica: JUSTICIAS LÍQUIDAS


Teatro Podcast

Es imposible olvidar un montaje de Desly Angulo. Siempre sus propuestas están cargadas de elementos de emotividad, creatividad y mucha música. Fue el último montaje en vivo que vi, La Coleccionista y la Buscadora Perdida, antes del inicio de esta lamentable pandemia. Puede que suene exagerado mi comentario, pero no es muy común dentro de la dramaturgia joven, ver esa vocación y compromiso por la creación y experimentación que muestra Desly. Creo que es una potencial Cesar de María del teatro peruano en una década.

Teatra, Globos al Viento trae en esta oportunidad el montaje Justicias Líquidas, con las actuaciones de Draco Santos como Ulises y Rocío Olivera como Sofía. Lo primero resaltante e intrigante es la diagramación de la publicidad, donde se puede ver un torso desnudo en una escena de placer: felicidades al diseñador. Por otro lado, todo el montaje es innovador, está presentado enteramente de manera auditiva al mismo estilo de un podcast o una radionovela, en este caso de 45 minutos de duración. En ese sentido, la musicalización de los momentos de intermedio y mayor tensión fue atractiva e intrigante. Hacia el final de la presentación, Desly confesó que era música funk de una banda muy antigua de los 70’s llamada Chakachas.

Tocando el tema de presentación, es de destacar que su teatro es auditivo con muchos elementos de percusión y uso del tambor. En ningún momento de la historia bajó el ritmo. Sin embargo, por momentos uno quedaba confundido, pues el montaje empezaba con un encuentro entre la hermana y su amigo, y luego una fantasía de este chico dentro de la historia sobre poemas con el color rojo, es decir, una historia dentro de otra historia. Esto quedaba claro, pero a veces la dicción de los actores no era muy cambiante entre estos “episodios” y uno quedaba como confundido si había terminado esa segunda historia o si seguíamos en la primera.

Por otro lado, hablando de aspectos vocales, la interpretación de Santos es de resaltar con el volumen de su voz y la intensidad. Luego confesaría que mientras estaba en la carrera de actuación, una de las materias con la que se llevaba muy bien era la relacionada con la locución, he ahí los resultados. Tengo que confesar que la voz de Olivera, especialmente en los momentos de mayor erotismo, no fue del todo convincente, le faltaba emoción y actitud; sin embargo, sí se le notó entrenamiento. Hacia el final, durante la conversación con el público, confesó que ella entrena mucho su cuerpo y lo prepara para la concentración en su personaje. También, los actores manifestaron que entrenaron muchas horas en técnicas “Foley” (efectos de sala) y no salirse del eje del micro.

Sinceramente, es un montaje original, fresco y muy recomendable. Desly tiene mucho talento, pues sus montajes demuestran un profesionalismo in crescendo. Felicidades.

Enrique Pacheco

22 de setiembre de 2020

lunes, 21 de septiembre de 2020

Crítica: OSHTA Y EL DUENDE


Una obra para enseñar

¿Recuerdas la primera vez que te quedaste solo o sola en casa? Tal vez tenías ocho o nueve años. Tu mami, papi o ambos tenían que salir de casa, pero tú no podías ir con ellos. Antes de que salgan, te decían la frase que todos los padres nos dicen: “Ya venimos, avanza con tu tarea y no te entretengas con otras cosas”. Pero, ¿cuántos, en verdad, hacíamos caso a esa frasecita imperativa? Estoy seguro de que a ti también te llegaron esos pensamientos que te dicen “Enciende tu playstation, mira tv o toma algún juguete”. Pues estábamos sujetos a entretenernos con cualquier cosa que nos agradaba. Claro, luego regresar a nuestras tareas, aunque hayamos perdido tanto tiempo ahí. Eso que nos ocurrió a nosotros de niño o niña, es similar a Oshta y el duende, historia escrita por Carlota Carvallo de Nuñez. Esta vez, el Grupo de Teatro Llaqta vuelve a presentar la obra, pero en formato de radioteatro.

Oshta y el duende es trasmitido todos los domingos a través de la página de Facebook del mencionado colectivo. Además, la obra se divide en cuatro capítulos con una duración media de nueve minutos. Sobre esto, cada uno es cortado en un momento clave de la historia. Por ejemplo, el capítulo dos termina cuando el duende observa a Oshta. Eso siembra en el espectador cierto enganche con la obra, pues lo deja expectante al finalizar cada capítulo.

En el formato radioteatral, el espectador completa la historia en su imaginación. En este caso, en cada suceso de la historia se presentaban imágenes que acompañaban a lo que pasaba en la historia. Si Oshta estaba con sus ovejas en el campo, colocaban una imagen de Oshta y sus ovejas. Esto situaba al espectador en la historia y lo guiaba. Sin embargo, dejaban pocos espacios para la imaginación del espectador, aunque el proyecto haya sido dirigido a un público infantil.  

Finalmente, en formatos así, todo lo que se escucha cuenta algo al espectador. La musicalización y la intención de cada palabra son claves para el desarrollo de la historia. Por un lado, la música introductoria dibujaba el ambiente de lo que querían contar, ya que pintaba un lugar alejado de los sonidos chirriantes de la costa. Asimismo, la musicalización que acompañaba al duende evocaba la aparición de algo mágico. Así, esta advertía la llegada de un ser con misticismo. Por otro lado, en términos generales, los intérpretes vocalizaban bien cada palabra del texto. Sin embargo, no se apreciaba alguna urgencia en los personajes. Esto generó que los parlamentos se vuelvan monótonos en la mayoría de las interacciones entre ellos.

En resumen, Oshta y el duende es una obra dirigida al público infantil. Esta presenta algunos percances, aun así es entendible y didáctica para su espectador.

Elio Rodríguez

21 de septiembre de 2020

Crítica: 4TO FESTIVAL DE ESCENAS CORTAS – NUEVOS ESCENARIOS TRANSMEDIA


A grandes cambios, pertinentes adaptaciones

La Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) ha estrenado el 4to Festival de Escenas Cortas, esta vez, desde la virtualidad y con el uso de los recursos audiovisuales. Se presentan esta suerte de performances o micro-obras en línea, cuya temática –en esta ocasión- expone a sus protagonistas a situaciones límite. Y aunque cada una se distingue tanto en su composición como en su narrativa, guardan una estrecha relación en cuanto a los conflictos que reflejan. A continuación, se detallarán tres, de las cinco propuestas del Festival.    

Hambre

Creación colectiva, dirigida por Mehida Monzón Aguilar y ejecutada por la actriz/performer Naomi Moreno Chipana, nos revela una problemática vigente en nuestros días: el estereotipo del cuerpo perfecto, el culto a la belleza física. Un inicio contundente y provisto de energía, presenta a una emocionada jovencita, dispuesta a compartir en sus redes sociales, los tips para bajar de peso; en esta primera parte, el manejo de humor ofrece imágenes poderosas, reales y crudas al espectador. El uso de las cámaras, los ambientes y elementos extra, permiten al público ser testigo del ‘festín insaciable’ de comida que hace a esta mujer, volverse presa de la ansiedad y la culpa. Así, poco a poco va desarmándose hasta mostrar su lado más frágil. Sin duda, Hambre llega a calar y conmover por su absoluta franqueza al tocar el tema de los estereotipos físicos y las repercusiones en la autoestima una mujer; además, la notable interpretación de Moreno, termina de convencernos de la importancia de no dejarnos apabullar por la opinión de los demás acerca de nuestro aspecto. Finalmente, otro detalle que terminó de redondear la propuesta fueron los testimonios en audio de valientes mujeres que se animaron a contar su experiencia respecto al tema.

Dös

Dirigida por Christopher Gaona y correctamente ejecutada por Muriel García, esta performance nos adelanta, en la sumilla del programa de mano, el no pretender encontrar una historia; sin embargo, nos da algunas pistas de lo que podríamos encontrar: la soledad. Lo cierto es que cada quien puede encontrar su propia idea o interpretación acerca de esta interesante exploración artística; particularmente, encontré en el silencio constante de esta mujer, un grito interno que no puede liberar. ¿Es hartazgo? ¿Es encierro? Pues mediante la repetición de ciertas acciones y los movimientos físicos, podríamos decir que sí, pero las infinitas posibilidades para descifrar que está sucediendo con ella son respuestas que llegarán a cada espectador. El uso del espacio y los recursos de utilería, así como los efectos visuales bien aprovechados, le otorgan versatilidad a la propuesta, evitando que la conexión con el público se pierda. Se juega con el suspenso casi en todo momento y la intriga por reconocer algún indicio concreto de lo que busca el personaje está latente, es quizá, en estos sutiles detalles, donde radica la clave del acertijo que envuelve a esta performance.

Gloria Patri

Un reality show es el pretexto para contar la historia de un muchacho que lucha por salvar la vida de su madre, a un precio insospechado. Escrita y dirigida por Daniel Zárate Muñoz e interpretada por Brian Cano Urbano, Gloria Patri es el show de juegos sádicos con mayor audiencia de país; DOS, el personaje, que presionado por encontrar ayuda para la salud de su madre, se someterá a pruebas dolorosas y humillantes para obtener el premio, que es la cura al paciente que agoniza. Por otro lado, llama la atención el escenario propuesto: un cuarto lleno de tierra convertida en barro y en él, este hombre desesperado por la exigencia del concurso, pide que lo saquen de ahí sin éxito, la voz que dirige el juego lo reta y domina recordándole que la razón por la que debe resistir, que es su madre. Acompañan este cuadro, imágenes proyectadas en la pared y la musicalización que revela el objetivo: torturar al participante. La intensa interpretación de Cano hace  imposible no comparar nuestra realidad actual con esta historia llevada al extremo, entonces surgen las interrogantes: ¿qué estás dispuesto a soportar para conseguir algo vital?, ¿quiénes se aprovechan de las necesidades de otros?, ¿valdrá la pena arriesgarlo todo? Adaptada a los tiempos que corren, Gloria Patri logra remecernos por su crudeza.   

De esta manera, ENSAD impulsa el trabajo de nuevos directores, dramaturgos y actores; adaptándose a los cambios con esfuerzo y compromiso. Esta semana, continúan las presentaciones a través de Facebook Live, previa inscripción.

Maria Cristina Mory Cárdenas

21 de setiembre de 2020 

Crítica: AUTOPSIA


La petite mort

“Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.”

De Elogio de la sombra, Jorge Luis Borges (1969)

Teatra – Globos al Viento ha llevado a la virtualidad una singular temporada de seis relatos eróticos denominada Erotiqué, relatos al oído. Decimos singular por dos razones: por su parentesco con el antiguo radioteatro en tanto la experiencia es únicamente auditiva, y por el escaso tratamiento que suele tener el erotismo como tema en nuestro medio teatral. Esta plataforma ya se ha referido a los dos primeros relatos de esta temporada aquí y aquí. En estas líneas nos ocuparemos de Autopsia, obra escrita y dirigida por Herbert Corimanya e interpretada por Oscar Carrillo y Desly Angulo.

El título de la obra es, por decir lo menos, sui generis si se sabe de antemano que se trata de un relato de corte erótico. La sinopsis de la obra, si bien echa más luces sobre la naturaleza de la historia, nos adelanta que estamos ante una propuesta algo diferente: 

“Ella quiere sentir el amor en un lugar donde todo está muerto. Él quiere matar el amor enfermizo que sigue sintiendo por ella. Autopsia, el horrendo destino de morir y amar.”

Es importante entender que la dramaturgia de Corimanya no suele ser de fácil o directa interpretación. Por el contrario, apela a un lenguaje muy poético y hasta críptico, cargado de imágenes multisensoriales y metáforas profundísimas. El espectador debe prestar importantes dosis de atención para no perder detalle y lograr escudriñar las posibles interpretaciones que subyacen en el texto. En este sentido, podemos decir que Autopsia es un authentic Corimanya, en tanto comparte estos rasgos. Y, sin embargo, la obra no se estanca en el regodeo poético de su texto. De la mano del director (el mismo dramaturgo) y de los actores, esta historia nos ofrece la poesía de su lenguaje desarrollada a través de la intensa experiencia sexual que relata. Así, ambos elementos, el poético y el erótico, maridan bien y se acompañan hasta el final.

El trabajo actoral presenta un balance más que interesante. Nos queda claro que Oscar Carrillo ha sido convocado a este montaje para imprimir el sello inconfundible de su interpretación vocal. Carrillo actúa con la voz de la misma manera en la que, salvando las distancias, Clint Eastwood actúa con los dientes. Podría pensarse que una voz tan característica y conocida como la suya distraería la atención del oyente. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, no fue así: lejos de distraer, su registro vocal logró dotar del tormento y la oscuridad necesarios a su personaje. Otra grata sorpresa fue el trabajo vocal de Desly Angulo. El nivel de verosimilitud que consigue en la interpretación de su personaje es tan notable como inquietante. Contrasta de manera favorable con la angustia y la perturbación que padece el personaje de Carrillo. El de Angulo padece y genera otro tanto de angustia y perturbación, claro está, pero también encarna la liberación. Su voz invita a dejarse llevar por la tentación y la promesa del ansiado alivio.

Autopsia podría ser la metáfora de esa avidez quemante que embarga cuando se desea llegar al éxtasis y alcanzar por fin esos segundos de posterior sosiego. Esa pequeña muerte en la que ya no se sufre más y se es brevemente feliz. Como también podría ser una alegoría de la naturaleza incompleta y fallida del amor humano. De la dinámica entre una Eros que desea sentirse amada, pero que no es capaz de amar sino de fingir, y de un Tánatos que busca amar desesperadamente a cambio de la quietud de su propia muerte. En este comercio retorcido, ambos añoran la promesa vacía de la alegría ausente. Alegría vana que promete falsamente el amor a cambio de sucumbir al impulso termocéfalo de su propio vacío. En contraste, la promesa de la muerte es bálsamo auténtico de paz y sosiego. Quizás, y hasta se parezca a la felicidad borgiana de los (verdaderamente) amados, de los (verdaderamente) amantes y de los que han sabido librarse del agridulce yugo del amor.

David Huamán

21 de septiembre de 2020

viernes, 18 de septiembre de 2020

Crítica: MONÓLOGOS DE MUJERES


Más vale un final horroroso que un horror sin final

Los temas de maltrato ya sea físico o psicológico hacia la mujer se escuchan a menudo, no solo en nuestro país, sino a nivel mundial y más aún, en esta época de pandemia, donde muchas se ven obligadas a convivir junto a sus agresores. Este tipo de violencia no conoce edad y más aún condición económica, ya que se da en cualquier extracto social. Precisamente las historia de la cuales hablaremos en los párrafos siguientes trata de mostrarnos este tema. Las Luchas Producciones, haciendo su incursión en el teatro virtual presenta Monólogo de mujeres, una propuesta que incluye dos obras con duras historias de dos mujeres de distintas clases sociales.

Monologo de mujeres está escrita por Gina Guerrero Pflücker y como ya se dijo, conformada por dos micro obras: Esperanza dirigida por Ximena Aguilar Florindo; y La mujer de rojo dirigida por Norma Berrade.  

La primera historia estuvo interpretada por la actriz Cindy Díaz. Lamentablemente, no la pudimos disfrutar como hubiéramos querido, puesto que la señal, producto de la virtualidad en la que estamos sumergidos por estos días, nos lo impidió. Sin embargo, las partes de las que logramos deleitarnos nos permitió ver a la actriz desenvolverse de manera clara y precisa, utilizando las distintas tonalidades de voz que requería el personaje. Pues al ser una historia tan cruda, con los matices que usó, logró en el público esa sensación que tenemos al conocer casos de mujeres que llegan a la capital, con la ilusión de un futuro mejor, pero que se ven engañadas hasta quedar embarazadas a temprana edad, para finalmente terminar encerradas y ser prostituidas por personas sin escrúpulos, como el caso de Esperanza en la obra del mismo nombre.

Un pequeño cuarto con una cama en el piso fue el escenario perfecto para dar mayor veracidad a esta obra, pues el espacio es idéntico al lugar en el que generalmente escuchamos que suelen terminar estas mujeres engañadas, maltratadas y obligadas a vender su cuerpo para satisfacer intereses ajenos.

La mujer de rojo fue la segunda historia y la encargada de darle vida fue Mónica Domínguez. Esta historia a diferencia de la primera nos cuenta la vida de una señora de clase alta, Lucía De Las Casas, a quien vimos vestida de rojo, aparentemente feliz, solicitando un pedido de 33 flores, también rojas, para enviárselas a su esposo en honor a sus 33 años de casada. Sin embargo, toda esa felicidad era apariencia, pues guardaba lo que realmente sentía y vivía, tal vez por vergüenza, soportando así una violencia sutil y que muchas veces, solo nos damos el valor de expresarlo a la muerte del agresor, tal como le paso al personaje. La interpretación de Domínguez fue correcta, notándose el trabajo de texto detalle a detalle, con las pausas y los cambios de tonalidades en la voz también correctos. Por otro lado, pudimos apreciar el talento que tiene para cantar, si bien es cierto fue algo corto, sumó a su personaje dando la impresión de que realmente era feliz en su matrimonio. Además, los gestos y movimientos del personaje fueron los apropiados.

En las dos microobras se utilizó una cámara fija, proyectando así un plano general. Sin embargo, esto no fue impedimento para disfrutar de otros planos, pues ambas actrices se acercaban y alejaban de la cámara en distintos momentos, logrando que el público disfrute los movimientos precisos de acuerdo con el desarrollo de las historias.

Finalmente, cabe resaltar la dirección en ambas historias, pues como se dijo en párrafos anteriores, las dos estuvieron llenas de detalles, lo cual sumó positivamente al desarrollo de estas, logrando diferentes emociones en el público. Me quedo con lo que dijo el personaje de Domínguez. “Más vale un final horroroso que un horror sin final”. Monólogos de mujeres fue transmitida a través de la plataforma Tevi.live y ambas tuvieron una duración de 15 minutos aproximadamente.

Milagros Guevara

18 de setiembre de 2020

Crítica: PEQUEÑOS HÉROES


Lo último que muere

“El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental. La patria es un invento. (…) Lo único que yo te digo es que cuando uno tiene la chance de irse de Argentina la tiene que aprovechar. Es un país donde no se puede ni se debe vivir, te hace mierda. Si te lo tomás en serio, si pensás que podés hacer algo para cambiarlo, te hacés mierda. Es un país sin futuro, es un país saqueado, depredado y no va a cambiar. Los que se quedan con el botín no van a permitir que cambie.”

Martín (Hache), de Adolfo Aristarain (Argentina, 1997).

Radio Teatro “Artistas Peruanos Independientes” es una joven agrupación artística nacida durante la presente crisis sanitaria, y quizás a consecuencia de ella. Ellos mismos se definen como “un espacio virtual que reúne a un colectivo de artistas escénicos, directores y dramaturgos de diversas regiones del Perú con el fin de difundir el teatro en las plataformas digitales”. Con los bríos de su juventud, ellos se lanzaron al ruedo con un reto inmenso: llevar a la escena virtual Pequeños héroes, colosal texto del dramaturgo nacional Alfonso Santistevan.

Sobre la obra en sí no hay mucho más que decir fuera de lo que la propia agrupación menciona en su nota de prensa, que incluso recoge una sinopsis escrita por el maestro Ernesto Ráez. Es un texto dramatúrgico tan maravilloso como complejo, escrito en el fragor del sálvese quien pueda que fueron los años ochenta en el Perú. Si su lectura ya demanda una considerable dosis de concentración para no perdernos de la filigrana en sus imágenes y descripciones, su escenificación requiere de esfuerzo mayor, ya no solo del público, sino (y sobre todo) de los ejecutantes responsables. No es fácil mantener la atención del respetable durante un poco más de la hora y media con un texto como el de Santistevan. Y si esto ya es reto suficiente en un montaje escénico presencial, el riesgo que involucra su montaje en la virtualidad, que nos ha acostumbrado a formatos de 30 minutos o menos, es intimidante. En ese sentido, la valentía que exhibe Radio Teatro al asumir un reto de estas proporciones como opera prima es, por decir lo menos, admirable.

La propuesta escénica de la directora Ysabel Saldarriaga es, en general, acertada. A través de la  plataforma de Joinnus, la imagen de los actores se muestra en un formato de cuatro cuadrículas contiguas. La iluminación de cada cuadrícula guarda correspondencia con el estado de los personajes: Emilia y sus recuerdos se mueven en un espacio iluminado, mientras que los fantasmas son apenas rostros en medio de la penumbra. Esta convención es sumamente útil para el espectador, que debe enfocar su atención principalmente en el intrincado texto. En cuanto a los recuerdos de Emilia, la obra sugiere que este personaje, una maestra nonagenaria, evoca y dialoga con sus recuerdos. La propuesta de Saldarriaga fue más allá y plantea estos recuerdos a modo de flashbacks que exigen a la actriz cambiar rápidamente de apariencia para rejuvenecer y envejecer ante la cámara. En nuestra opinión, sin embargo, estos cambios resultan innecesarios, ya que en el mismo diálogo y gracias a la convención de la iluminación antes explicada, el espectador entiende que lo que está viendo es un recuerdo de Emilia. Más bien, estas transformaciones raudas terminan siendo distractoras y merman la experiencia teatral.

El trabajo actoral en esta propuesta demanda distintos niveles de esfuerzo. Quizás sea por esta razón que el trabajo de Juan Carlos Díaz destaca. El personaje del Padre es un regalo: la componente casi humorística que este personaje le confiere a la obra es aprovechada al máximo por Díaz, que dosifica con solvencia la severidad con el humor. Esto, sin contar con la inmensa ventaja que le confiere tener el peso actoral que se requiere para esta interpretación. El trabajo de Miguel Soriano es, en general, correcto y tiene una gran dosis de verdad. Encarna de forma realista al hombre que se sabe traidor de sus propios ideales, sin apelar al dramón o a la exageración. Nelson Morales también parece haber trabajado sobre una base realista para construir a Rubén, el último alumno de Emilia, que se vuelve senderista. Sin embargo, en este caso, la mera realidad del hacer en escena no es suficiente. En nuestra opinión, la construcción de su personaje adolece de aquello que se veía tan claramente en esa juventud tristemente captada por Sendero Luminoso en la década del ochenta: la cruda fuerza del fanatismo enceguecido. El Rubén de Morales tiene el conflicto del muchacho bueno que se duele por dejar a Emilia y descartar sus esperanzas en la educación, pero no percibimos esa transformación que deriva en la mirada de vidrio del fanático irracional. Natalie Tomapasca tiene, qué duda cabe, el reto más grande: interpretar a la nonagenaria Emilia. La anciana que, en el ocaso de su vida, se siente vencida en su lucha como educadora, pero que, dentro de sí, encierra una vitalidad vibrante. Como el mismo personaje describe, un amor empecinado. Emilia es una fuerza de la naturaleza apenas contenida en una frágil cáscara. Ella es, pues, la esperanza. Tomapasca, que a lo sumo cuenta con treinta y poquísimos años, hace un esfuerzo notable por aumentarse la edad a través de su interpretación, y logra hacerlo en cierta medida, pero sin alcanzar la valla altísima que el texto demanda. Esto, lamentablemente, le resta realidad a su trabajo. Pese a ello, hemos visto en la suya una interpretación interesante, capaz de mantener viva nuestra atención.

En su conjunto, consideramos que este montaje de Pequeños héroes constituye un esfuerzo muy importante y ambicioso por llevar a la virtualidad un texto del calibre del de Santistevan, pero que no llega a estar a la altura del mismo por razones que tienen mucho que ver precisamente con el medio que se ha usado. Sin embargo, se agradece, y mucho, que Radio Teatro se haya aventurado a presentar una obra tan vigente como esta. En un país como el Perú de hoy, sumergido en una crisis sanitaria, económica y política sin precedentes, ad portas del bicentenario del ideal republicano, provoca plegarse al devastador monólogo citado líneas arriba, interpretado por el inolvidable Federico Luppi en Martín (Hache). La Patria es un invento, un verso y una trampa. O quizás aún no lo es, gracias al trabajo invisible y al amor empecinado de los pequeños héroes (los de verdad) que caminan sobre esta tierra. Al final de cuentas, lo último que muere es la esperanza. Quizás haya alguna para nosotros.

David Huamán

18 de setiembre de 2020

jueves, 17 de septiembre de 2020

Crítica: LOS COPS: RADIO PATRULLA


Locura y descontrol en pantalla

¡Nada mejor que una delirante juerga radial por plataforma virtual para animar los sábados por la noche, en medio de la cuarentena! En Los Cops: Radio Patrulla, adaptada ahora a la virtualidad, luego de una breve temporada en el Teatro La Plaza, el cuarteto formado por Jely Reátegui, Jose Roberto Terry, Francisco Haya y Pablo Saldarriaga, dirigidos por este último, se las ingenia para conseguir una hora de genuino entretenimiento psicodélico y estrambótico, apelando sí a fórmulas cómicas mil veces vistas, pero apoyadas por una selección musical de antología (disponible en Spotify) y por la energía y desfachatez de cada uno de los intérpretes, entregados a la sana locura de hacer divertir al espectador virtual a como dé lugar. ¡Y vaya que lo logran con creces, con los espectadores que se animan a bailar desde sus respectivas ventanas hacia el final del espectáculo!

Los Cops: Radio Patrulla no podría clasificarse formalmente como una “obra virtual”, ya que escapa de los parámetros clásicos de una puesta en escena. De arranque, los espectadores somos introducidos en la fiesta, de la mano de los cuatro discjockeys, descritos como “héroes polisexuales”, cada uno más enajenado que el otro. En medio de luces, parlantes, playbacks, teclados, sombreros, abanicos, falos, plumas y lentejuelas, los Cops Reátegui, Terry, Haya y Saldarriaga sostienen las divertidas secuencias, todas en doble sentido sin excepción, en las que van sacando por turnos diversos personajes y musicales, cada uno desde sus respectivas ventanas muy bien ambientadas. A destacar a Reátegui, quien con su ambiguo personaje resulta imbatible en cada una de sus intervenciones. Locura y descontrol total en medio de entrañables canciones de antaño, todas de placer culposo, a cargo de El General, Skándalo y Torbellino.

Acaso los únicos reparos que se le pueden hacerle a esta creación colectiva virtual (y a todas las puestas que se atrevan a presentarse en vivo) sean las inevitables fallas técnicas de audio y video, como micrófonos que no se activan en su momento o aplicaciones que se niegan a funcionar, las que provocan breves baches en la fluidez del espectáculo, pero que el cuarteto sabe sortear en gran forma. Además, imposible hacer Los Cops: Radio Patrulla en formato pregrabado con la propuesta que opta Saldarriaga, que cuenta con la participación activa del público y con un simpático sorteo incluido. Esta extravagante e insólita juerga virtual, salida de las canteras de Sala de Parto, con el auspicio de La Plaza, es la mejor manera para desestresarse sanamente en casa y escapar de la angustiante rutina a la que nos tiene confinada esta crisis sanitaria.

Sergio Velarde

17 de setiembre de 2020

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Crítica: COTARD y A LA MIERDX TODXS


Lazos afectivos en cuarentena

La productora La Sangre Live viene ofreciendo incansablemente obras virtuales de corta duración y con temáticas diversas. En este blog, ya fueron reseñadas las interesantes Hotline, en la que un solitario coronel encuentra refugio en el mundo virtual; y Cuelga tú, con la tóxica relación entre un presionado joven y su celosa novia; así como el reciente estreno de Papito, en la que se pone en el tapete las disfuncionales relaciones familiares. Ahora, se le suman Cotard y A la mierdx todxs, dos efectivas historias que abordan las relaciones humanas y sus lazos afectivos, cada una en su particular contexto y estilo, y ambas correctamente adaptadas a la dura crisis sanitaria que nos ha tocado experimentar.

David Ames escribe y dirige una dramática pieza llamada Cotard con agradecidas pinceladas de humor, gracias al gran trabajo interpretativo de Javier Valdés y la actriz argentina Débora Astrosky. Un severo trastorno mental afecta la psique de un veterano ex jugador de fútbol, quien se cree además de fallecido, atrapado en el limbo como un alma en pena. Asistimos entonces a los esfuerzos de una mujer, quien a través de una videollamada intentará hacerle recapacitar, ya que se encuentra solo en su hogar y su vida puede correr peligro. Un sencillo y sentido diálogo, que es aprovechado hábilmente por los experimentados actores para crear suspenso, emoción y un par de sonrisas. Con un conmovedor final, Cotard cumple con las expectativas de retratar verazmente el amor incondicional, a pesar de las dificultades.     

Por otro lado, el mismo Ames es el autor y director de A la mierdx todxs, puesta virtual en la que nos trasladamos un futuro distópico y cercano, en el que el virus ha llegado a cambiar radicalmente las normas de convivencia en la humanidad. Una propuesta en la que el riesgo asumido es tratado con mucho acierto: el diseño artístico en general, con una lograda combinación de luces, vestuario y maquillaje, realmente hace creíble la inquietante conversación en línea de dos jovencitos (Merly Morello y Juanpa Velásquez), ambos atrapados en un inhóspito mundo tecnificado, pero con demasiadas ansias de escapar de él a como dé lugar. A la mierdx todx ofrece dos muy correctas actuaciones a cargo de la joven pareja protagonista y se convierte en un interesante (y escalofriante) intento de aproximarnos a un posible futuro que acaso le tocará vivir a las próximas generaciones. La Sangre Live viene manteniendo con cada uno de sus estrenos, una oferta de entretenidos y pertinentes proyectos para disfrutar en esta crisis.

Sergio Velarde

16 de septiembre de 2020

viernes, 11 de septiembre de 2020

Crítica: 12 EN PUGNA


El tiempo y las adaptaciones

Convertida en película de culto, Doce hombres en pugna (Twelve Angry Men, 1957) fue un proyecto escrito originalmente para la televisión por Reginald Rose, pero que encontró en la pantalla grande (con un actor de la talla de Henry Fonda) un justo sitial, difícil siquiera de igualar. Las posteriores adaptaciones televisivas y teatrales de la pieza debieron y deberán conformarse inevitablemente con permanecer bajo la inmensa sombra de la cinta de Sidney Lumet. La historia es ya conocida: doce caballeros, la mayoría blancos, cuarentones y de clase media, forman parte de un jurado que debe decidir la suerte de un muchacho latino acusado de parricidio, dentro de una calurosa y claustrofóbica sala de deliberaciones; además, el veredicto debe ser unánime, sin embargo, el jurado 8 es el único que no está del todo convencido de la culpabilidad del joven, que podría ser condenado a muerte. Un texto extraordinario (que sirve incluso hasta ahora de modelo para estudiantes de Derecho), pero que ha perdido mucho de su fuerza inicial en las últimas adaptaciones a nuestra actualidad, principalmente por el inexorable paso del tiempo.

La Asociación Cultural Sinraztro, con la dirección general de Jhonatan Céspedes Roncalla había ya presentado una adaptación de la pieza original en 2012 y 2017, titulada sencillamente 12 en pugna, con el vocablo “hombres” dejado de lado, debido a la incorporación de actrices al elenco. Una decisión que, en su momento, fue alabada por nuestra colega Maria Cristina Mory, quien consideró que “se retratan características (valores, creencias, rasgos de la personalidad, etc.) que bien podría tener cualquier ser humano independientemente del género; sin embargo, la presencia femenina refresca el argumento y narrativa de la obra.” Este año, debido al cierre de salas, Céspedes se animó a llevar su versión a una plataforma virtual y además de ser mixto, con un elenco internacional. Una decisión que esta vez sí jugó en contra de la verosimilitud general de toda la puesta, de la que habría que rescatar únicamente el esfuerzo y entusiasmo en conjunto de los doce intérpretes.

Resulta inverosímil, desde el inicio, que un jurado de personas de diferentes nacionalidades y desde sus respectivos países deba decidir a través una reunión virtual sobre un caso de pena de muerte ¡en plena crisis sanitaria de este año! Pero además, el mayor problema que enfrenta esta nueva versión de Doce hombres en pugna sea acaso el de, paradójicamente, haber respetado en gran medida el texto original: si bien las formas se han modernizado demasiado, el fondo del texto original de Rose no lo ha hecho de la misma forma y luce hoy incluso hasta desfasado. Es muy improbable escuchar a varones, y ahora también a damas de nuestra época, despacharse a sus anchas sobre la real posibilidad de enviar tan cómodamente a la muerte a otro ser humano, no solo a pesar de todo el reciente avance de los Derechos Humanos a nivel mundial, sino considerando las lógicas deducciones de la (ahora señorita) jurado 8. Por otro lado, la creciente claustrofobia que se generaba conforme avanzaba la discusión, tan necesaria en el original, se encuentra aquí completamente ausente con los jurados en sus respectivos hogares. Y algunas caracterizaciones, seguro con el propósito de aumentar la edad de los actores, los convierten en peligrosas caricaturas.

El poderoso contenido político y social del original de Rose, con toda las diferencias culturales de la Norteamérica de los años cincuenta, se diluye en una versión contemporánea. El talento combinado de los actores Yamil Sacín, Eka Konysheva, Jesús Sasai, Jorge Luis Pérez, Luis Emilio Cerna Mazier, Diana Martínez, Nadia Teso, Mariano Vouillat Vindigni, Cony Fernández, Camila del Río, Mario Clavin y Manuela Menéndez merece una nueva oportunidad para aparecer juntos en escena, pero en una propuesta que se ajuste a la innegable realidad virtual en la que nos encontramos. Esta nueva actualización del clásico Doce hombres en pugna nos alerta sobre si es posible realmente adaptar cualquier tipo de texto a las ventanas en línea y sobre todo, con el tiempo avanzando a pasos agigantados.

Sergio Velarde

11 de setiembre de 2020

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Entrevista: ROMINA ORTEGA PEREZ VILLAREAL


“En Culturalia, somos personas con muchas ganas de crear y difundir el arte.”

En junio de este año, Culturalia inició sus actividades como Centro Cultural virtual mediante su página web, en la cual se puede acceder a distintos trabajos que abarcan disciplinas como las artes escénicas, las artes plásticas y el concepto audiovisual. Para conocer un poco más acerca del proyecto, Oficio Crítico conversó con Romina Ortega, gestora y productora del mismo.

Un comienzo entusiasta y los cambios necesarios frente a la pandemia

Serendipia, productora que hace tres años viene realizando propuestas teatrales y audiovisuales, fue el primer emprendimiento en sociedad entre Romina y Jesús Álvarez Betancourt, a quien conoció en el campo cinematográfico. “Lo conocí en una película que se llama El candidato donde él hacía de productor y yo hacía producción de arte, hicimos ‘clic’ laboral, intentamos un proyecto previo que no funcionó y finalmente decidimos abrir nuestra propia productora que se llama Serendipia. Como cualquier productora en este medio, detectamos que había una necesidad de crear espacios físicos donde pudieran haber experiencias, contenidos, a la vanguardia, en los que realmente uno pudiera colocar obras, performances o en general cualquier expresión artística, pero sin tanto tiempo previo, porque las convocatorias a los teatros, a veces, se dan con un año de anticipación”.

Bajo esa premisa, en octubre del año pasado, surgió la idea de crear un espacio propio, la cual se concretó a inicios del 2020. “(Jesús Álvarez y yo) Nos empezamos a juntar con otros amigos que forman parte de este proyecto: Eduardo Noguchi, Erika Álvarez y Patricia Pérez Villareal, porque queríamos realmente que exista un espacio así, donde la gente se sintiera libre, donde importara lo que quieres contar y no de donde vengas (…). Culturalia nace de la iniciativa de crear un espacio de convergencia, un lugar donde artistas, gestores y el público pudieran reunirse a crear, intercambiar y difundir manifestaciones de todas las ramas del arte: escénicas, audiovisuales, cinematográficas, plásticas, etc. Incluso desde la creación del nombre, buscábamos que se sintiera como si formáramos una nación nueva, sin fronteras”, aseveró.

La complicada situación que viene afectando al rubro cultural debido a la pandemia, no ha sido ajena al proyecto, pues hace unos días tuvieron que dejar el local que albergaría a sus eventos presenciales, situación que llevó al equipo a replantear sus prioridades. “(…) Teníamos que acercarnos al público, y el público está en internet; además el público necesita experiencias culturales, así que Culturalia seguirá siendo un proyecto presencial espero que a futuro, pero tenemos que actuar ahora, por eso nos lanzamos como Centro Cultural virtual (…) Nunca dejamos de trabajar y desde junio que lanzamos la propuesta, de manera formal, seguimos esforzándonos por programar contenidos que persigan la esencia que intentamos proyectar desde un inicio. Para nosotros, Culturalia significa “compartir, crear y conocer”. Esas tres palabras son el motor y motivo de todo lo que hacemos, pues incentivamos la creación, generar intercambio y difundir las distintas expresiones artísticas a la comunidad”.

Los retos de la virtualidad y la diversidad de contenidos en Culturalia

Mudarse rápidamente al terreno virtual, ha servido como un valioso aprendizaje para los miembros de Culturalia, y como en todo proceso, los desafíos y las fortalezas están presentes. “(Uno de los retos) La adaptación al nuevo medio. Si bien el internet es una herramienta que hemos utilizado siempre los gestores para convocar a nuestro público, esta vez hemos tenido que aprender (y muy rápido) a verlo más allá de un canal de difusión. Se ha vuelto nuestro “escenario”. Y nosotros nos hemos convertido en programadores web, community managers, UX, y seguimos explorando… Antes el aforo de una sala te marcaba el límite de una función. Hoy, ¡tus redes son el límite! Por otro lado, considero que la principal fortaleza es nuestra capacidad de lograr esa adaptación. Sabemos que hasta que podamos recibir al público de forma presencial van a pasar meses. Sin embargo, teníamos muy claro que no podíamos quedarnos con los brazos cruzados: si el público no iba a acudir donde nosotros, nosotros debíamos ir a buscarlos. ¿Dónde? A la comodidad de sus casas, en sus redes, en internet. Por ese motivo, sentimos que tomamos una gran decisión al cambiar todo el modelo y adaptar nuestro centro cultural a esta llamada “nueva normalidad”. Y a pesar de la incertidumbre, estamos orgullosos de haberla emprendido”.


Como ya se mencionó en la introducción, Culturalia tiene una oferta variada en su programación, la cual, busca integrar en un solo lugar distintas ramas artísticas. “Como Centro Cultural nos dimos cuenta que teníamos que tener diferentes áreas que abarcaran las expresiones artísticas. Tenemos la unidad de Artes Escénicas, la unidad de Artes Plásticas, de Cine, la unidad de Formación, y la Comunidad… todas han estado funcionando a través de nuestra web; en Artes Plásticas, el 12 de agosto lanzamos la galería virtual, que es un espacio donde hemos convocado dos secciones: Una artista del mes, que en este caso es Silvia Westphalen, escultora peruana reconocida en el mundo y en el país, que además admiro mucho. Aparte también convocamos artistas de muchos lados del mundo para una Sección de mujeres que compartieran su arte, la que hemos llamado ‘La exposición permanente’; entonces, la galería está en la web y es libre para quien quiera verla, incluso conocer un poco más de las artistas, de sus procesos. Por otro lado, en cine, probamos una experiencia lanzando Sobredosis de amor, que es una película de Jesús (Álvarez) en la que también hice dirección de arte, así que es un proyecto de ambos, el cual recibió el apoyo del público. Sin embargo, nos hemos enfocado en las Artes escénicas, y nos daba un poco de miedo hacer teatro virtual por el tema de la conexión; he sido público de muchas funciones que lamentablemente han sido canceladas por el problema de la conexión, entonces, reaccionando a eso, dijimos mejor trabajemos lecturas dramatizadas siempre con la esencia de Culturalia que es una nación sin fronteras, donde invitamos artistas de distintas partes del mundo para que interpreten estas lecturas; y demos a conocer también textos de otros países junto con Perú, y generar este intercambio cultural. Así nace Teatro sin fronteras, ya hemos trabajado tres obras con cuatro países: Perú, Argentina, México y España y hasta ahora nos ha ido muy bien; la idea es tener el acceso para ver la lectura en el momento que tú quieras, donde quieras, no es en vivo, pero igual la experiencia va más allá de ver la lectura, sino también conocer qué hay detrás del texto, conocer a los actores y un poco de su experiencia; entonces, por ahí va siempre Culturalia, no solo exponiendo algo sino también contándote cómo ha sido llegar a eso”.

Teatro sin fronteras y los planes a futuro

Respecto a los comienzos y convocatoria de Teatro sin Fronteras Romina comenta: “A pesar de lo denso de esta etapa (pandemia), nos dimos cuenta que había una necesidad de querer hacer, de contar, que no solo partía de aquí (Perú) sino que también lo veíamos en otros países. Nosotros tenemos amigos peruanos que han salido a otros países y yo he tenido la oportunidad de estudiar fuera, entonces, conocimos personas que estaban dispuestas a formar parte de este intercambio cultural… Teatro sin fronteras ha sido una apuesta por parte de todos, y los resultados han sido hermosos. Por ejemplo, en la primera obra estuvo Marisa Minetti, que es muy amiga de nosotros y hemos trabajado con ella en varios proyectos, entonces, ella trajo a los amigos con los que trabajaba, gente de su escuela. Convocamos también a Wil León, Janncarlo Torrese y así, poco a poco, en realidad todo ha sido por pasada de voz y también el querer formar parte (…) la intención es generar esta experiencia para los actores, directores y dramaturgos y escuchar qué es lo que puede sentir alguien de México sobre Laberinto de Monstruos, que es una obra tan local y de una época en concreto. O cómo los actores peruanos pueden interpretar Lobos por Corderos, una obra mexicana que habla de un hecho real… ese intercambio de perspectivas ha nutrido tanto a Teatro sin fronteras como a todos los que hemos formado parte de este proyecto”.


A propósito, las obras que forman parte de Teatro son fronteras son: El acto gratuito de Gonzalo Demaría (Argentina), Laberinto de monstruos de César de María (Perú) y Lobos por corderos de Reynolds Robledo (México), las cuales ya se encuentran disponibles para el público hasta el 12 de septiembre.

En cuanto a los planes a corto plazo, Culturalia presentará su nueva programación y una segunda entrega de Teatro sin fronteras, con la obra Demonios en la piel de Eduardo Adrianzén (Perú) y A riesgo de parada cardíaca de Verónica Jiménez (España). “Son textos maravillosos, y está integrado por gente de esos países…  Además, muy aparte de que volvamos a lo presencial (que es lo que todos queremos), la tecnología no solamente, es el canal por el que pasan las cosas, sino que se ha vuelto nuestro escenario, es una herramienta que tenemos que aprender a usar, que seguimos explorándola y que se ha vuelto una oportunidad para todos nosotros… Como galería, a partir de la quincena de septiembre, tendremos a un nuevo artista, peruano, el nombre aún no lo revelaré, ya lo estaremos comentando. Por otro lado tenemos en la programación nuestro 1er Seminario de Distribución de Cine, organizado entre Bf Distribution y Culturalia, donde los participantes tendrán la oportunidad de conocer de cerca cómo funciona el mercado cinematográfico, analizar estrategias de marketing y así descubrir la mejor manera de sacar a la luz una película. Entonces, estos serían nuestros contenidos de manera inmediata, con nuestra premisa de seguir abriendo fronteras”.

Para concluir, Romina nos deja el siguiente mensaje: “Que la gente sepa que es bienvenida, que las personas se sientan con la entera confianza de acerca a preguntar; las redes las llevamos nosotros, o sea estamos ahí, somos personas de carne y hueso con muchas ganas de crear, con muchas ganas de difundir arte y estamos esperando a todos, para que formen parte de esta comunidad”.    

-Página web de Culturalia:  https://www.culturalia.pe/

-Instagram: culturalia.pe

-Facebook: Culturalia - Centro Cultural  

Maria Cristina Mory Cárdenas

9 de setiembre de 2020

martes, 8 de septiembre de 2020

Crítica: KUSHI: EL CUMPLEAÑOS Y LAS RESPONSABILIDADES EN ACCIÓN


Pedagogía en tiempo de pandemia

Butaca C nos trae el montaje virtualizado Kushi: el cumpleaños y las responsabilidades en acción, basado en el libro de la escritora Norma Zegarra, Kushi y el cazador. La musicalización está a cargo de Luis Álvaro Félix, quien presenta su canción original Tiempos de cambio. El maquillaje es responsabilidad de Lis Lai Torres. El elenco lo conforma Ivana Vernal como Kushi, André Vernal como Nino, Roni Ramírez como el señor Conejo, Alejandra Saba como la mamá Osa y Jorge Moretti como el Cazador. La dirección es obra de Gianfranco Medina.

En esta crítica, abordaré los aspectos positivos y los que podrían mejorar para la temporada. En primer lugar, es muy interesante que el montaje empiece de una manera innovadora, con las impresiones y comentarios de los actores y algunos espectadores durante los primeros minutos. Es algo inesperado y de verdad que es una muy buena idea para los tiempos de virtualización: cambiar o jugar con los códigos. Medina, hacia el final de la presentación durante el conversatorio, mencionó el gran reto que ha significado el paso de los montajes en formato clásico a la virtualización y que la creatividad tiene que estar siempre un paso adelante y en este montaje, ciertamente lo está. Adicionalmente, la ilustración de presentación de Kushi es muy atractiva, me hizo recordar las de Liniers. También la canción de Félix resulta muy armónica auditivamente para el espectáculo.

Por otro lado, los temas que el montaje puede mejorar pertenecen al apartado estético. Personalmente, considero que los vestuarios podrían replantearse en cuanto a su color y material, para que estos resulten más vistosos. Además, puede afinarse la iluminación en general y detalles muy puntuales, como maquillar el hecho de estar los actores transmitiendo desde escenarios poco convencionales (una cuerda de cortina sobre el telón marrón de fondo que era visible desde la cámara de Kushi, por ejemplo). En cuanto a la dramaturgia, es destacable el hecho de invitar a los niños a lavarse las manos en estos tiempos de pandemia, pero podría afinarse el rol como antagonista del Cazador dentro del montaje.

Medina menciona además que este es su primer montaje virtualizado y que se viene otro con el mismo protagonista Kushi. Para ser su debut, los resultados son muy positivos y los detalles estéticos, perfectibles. Le deseamos muchos éxitos para sus próximos proyectos.

Enrique Pacheco

8 de setiembre de 2020

lunes, 7 de septiembre de 2020

Crítica: LAS CINCO PREGUNTAS ERÓTICAS


Jugando con la imaginación

Si pensábamos que el formato virtual era solo para obras donde veíamos a los actores en vivo o en grabación representando a algún personaje, estábamos equivocados. Hay algunas personas que han apostado por transmitir a través de plataformas virtuales espectáculos auditivos, con el fin de estimular la creación de imágenes en la mente del público. Es el caso de Las cinco preguntas eróticas, la segunda de un conjunto de seis relatos escritos por autores y autoras teatrales que giran en torno al erotismo, dentro de la primera temporada del proyecto “EROTIQUÉ – Relatos al oído” (producción de Teatra – Globos al Viento), un espectáculo representado en vivo y transmitido a través de la plataforma Zoom.

Escrita y dirigida por Ricardo Morante, la actriz Norka Ramírez y el actor Renato Pantigozo, asumieron el reto de contarnos una historia erótica de manera similar a un viejo radioteatro o radionovela, donde la voz cumple el papel principal, ya que solo escuchábamos a los actores mientras nos iban narrando de manera clara, la historia de una pareja, quienes antes de hacer el amor en la habitación de un hostal, Luisa (Ramírez) le hace cinco preguntas altamente eróticas a Juan (Pantigozo) para profundizar mas en su relación. Por cada pregunta satisfactoriamente bien contestada, ambos se quitarán una prenda.

Antes de iniciar la obra, se creó la atmósfera adecuada y necesaria al ritmo de la canción Mar, el poder del mar de Facto Delafe y las flores azules, pues al ser una propuesta auditiva, fue un gran acierto preparar al público para envolverlo en la historia que posteriormente escucharían durante los 20 minutos que duró la propuesta.

La actuación de Ramírez estuvo llena de detalles. Logró convencernos en cada momento de su interpretación, la voz sensual y seductora que utilizó su personaje logró convencernos de que realmente estaban juntos en esa cafetería donde se habían citado, para posteriormente concretar su encuentro amoroso en esa habitación de hostal, dando rienda suelta a sus pasiones, donde los susurros y besos por parte de ella no se hicieron esperar, los cuales se sintieron tan reales, logrando así que el espectador quienes solo escuchaban, abran su imaginación ante sugerentes sonidos y palabras. Pasando desapercibida la distancia en la que realmente se encontraban interpretando a estos personajes.

En cuanto a Pantigozo, si bien es cierto esa voz masculina y potente que le inyectó a su personaje fue creíble. Hubo un momento, casi al iniciar la obra en la que se le sintió ausente, pues al haber un silencio prolongado después que Ramírez dice un texto, no se supo realmente si fue parte de la obra, problemas de señal propios de la virtualidad o que alguno de ellos se olvidó el texto. Sin embargo, se retomó de la mejor manera para así seguir explorando este formato (radionovela o radioteatro) poco utilizado en nuestro país.

Asimismo, fue interesante ver dentro de esta propuesta momentos cómicos a cargo del mismo Pantigozo, los cuales funcionaron a la perfección. Combinando así la seducción, sensualidad, complicidad y la comicidad en esta obra audible de corte erótico, desarrollado de una manera magnifica y divertida, carente de chabacanería y vulgaridad.

Milagros Guevara

7 de setiembre de 2020

Crítica: EL PROCESO


La entrevista

El Proceso de Daniel Goya es un montaje claramente intrigante y que me llevó a entender los muchos procesos por los cuales pasa el subconsciente de un entrevistado en un reclutamiento laboral. Ambos personajes representados por Wenddy Nishimazuruga y Gianfranco Cruzado, mediante Zoom, simulan una entrevista. La ambientación fue perfecta: una oficina y un escritorio sucinto, pero con una iluminación tenue. Es de destacar el esfuerzo de la producción sobre la calidad de los vestuarios, muy realistas para la ocasión.

El montaje fue bastante breve y de acceso libre, pero tanto la dramaturgia como las actuaciones fueron realmente sobrecogedoras. La organicidad de las expresiones de miedo, estrés, duda, alegría y decepción fueron sencillamente atractivas, sobre todo del personaje de Wenddy, la entrevistadora. También Gianfranco demostró su capacidad para empatizar con el público, cuando en un momento pasó de la frustración a la tristeza, cuando revela una verdad incómoda por teléfono a su ex pareja. Gianfranco demostró con creces su gran experiencia actoral.

Otro de los aspectos estéticos fue la musicalización tanto al inicio como al final del montaje. Fueron realmente emocionante las notas que simulaban la voz de Julieta Venegas con el estilo Laguna Lai. La combinación fue perfecta y como siempre, es de felicitar la iniciativa de producir música original. La canción fue Señor Cuculí de la banda Viajante Malabar.

Personalmente creo que El Proceso es una demostración que un breve montaje con actuaciones claras y una historia original (además de la música) pueden emocionar. Es bueno mencionar esto, en estos tiempos cuando muchos actores o agrupaciones de teatro, tradicionalmente asociados con lo “clásico” o “mainstream” del teatro limeño, han montado espectáculos que dejan mucho que desear. El teatro independiente vive y es grande, aun con virtualización y eso se llama pasión por este arte.

Enrique Pacheco

7 de setiembre de 2020

domingo, 6 de septiembre de 2020

Crítica: NACIMIENTO y FRAGMENTOS


Reflexiones desde el absurdo

Mencionábamos en nuestra apreciación de La donante la trascendencia imperecedera del Teatro del Absurdo, que viene apareciendo de manera intermitente en nuestra actual cartelera virtual. Uno de sus más grandes representantes, Samuel Beckett, fue homenajeado por Piso 1 Producciones con la presentación de tres espectáculos dedicados al gran dramaturgo irlandés: Salto en sepia, Nacimiento y Fragmentos. Sus textos, catalogados como pesimistas por algunos, con un filoso sentido del humor, no contienen acciones destacables pero sí un profundo conocimiento de las emociones humanas. Salto en sepia, a cargo del director Oscar Carrillo, fue un efectivo espectáculo y los otros dos mencionados alcanzaron interesantes resultados dentro de sus concepciones originales.

Nacimiento, basado en Fragmento de monólogo, constituyó acaso la apuesta más arriesgada. Su directora Carla Valdivia tuvo no solo que asumir un cambio de actor muy cerca a la fecha de estreno (si tomamos en cuenta la nota de prensa original), sino que el material con el que contó sea acaso uno de los más complejos de escenificar. Tanto en presencial como en virtual. Durante una lluviosa noche, un hombre reflexiona sobre la vida de otro hombre (pero que bien puede ser la suya propia), en medio de sombras, destellos de luz y mucha soledad. La puesta de Valdivia privilegió los tonos sombríos para crear la atmósfera adecuada para el trabajo de un inspirado Yamil Sacín, quien a pesar de lucir demasiado joven para el papel asignado, consiguió momentos genuinamente conmovedores.

Por otro lado, la mayor fortaleza de Fragmentos fue el trabajo en equipo de la pareja de actores protagonista, que interpretaron a dos solitarios mendigos, uno lisiado y el otro ciego, que conversan en una solitaria calle. Pietro Sibille ya nos tiene acostumbrados a sus exigentes y cuidados trabajos de caracterización, pero fue Carlos Casella quien sorprendió con un acabadísimo retrato de miseria y melancolía. La acertada dirección de Manuel Baca Solsol aprovechó al máximo a sus intérpretes, quienes de manera convincente nos entregaron esta oscura historia de supervivencia en un mundo cada vez más hostil para aquellos que se nieguen a vivir de acuerdo a sus reglas. Este ciclo de Piso 1 Producciones fue un oportuno homenaje a Beckett y a un estilo de teatro que nos permite encontrar grandes verdades dentro de lo más absurdo de las situaciones.

Sergio Velarde

6 de setiembre de 2020