Una tarea pendiente
La historia es importante. Hay algunas huellas que dejaron
nuestros antecesores, que en el tiempo se han perdido y que se pueden
recuperar.
Lastimosamente, como nación, tenemos un serio desinterés en
la historia, en estudiarla y en escribirla. Parecemos sufrir de amnesia
colectiva en cuanto a los sucesos posteriores. Es un mal generalizado, que se
extiende en todas las ramas del conocimiento. Es increíble como diez años son
suficientes para borrar del imaginario colectivo todo suceso trascendente.
El teatro desde siempre ha sido efímero, quizás por el
desdén de sus creadores al momento de registrar sus trabajos, o la informalidad
que siempre ha RODEADO la práctica teatral. Sabemos poco del teatro peruano, y
mucho menos del teatro arequipeño. Hasta ahora no hay un escrito, documentado,
que pueda servirnos para el estudio de nuestro propio teatro.
La historia del teatro arequipeño es recopilable, es difícil
de encontrarla, pero está ahí, en programas de mano, en diarios viejos, en
repositorios, hay que tener la pericia y la paciencia, darse el trabajo de
leer, indagar.
El profesor Luis Álvarez -quién es un reconocido hombre de
teatro y que ha fungido de director del Teatro Experimental de la UNSA (TUNSA)
desde 1970 hasta el 2014- se encuentra realizando una actividad valiosa para
nuestro teatro: una recopilación y análisis histórico del teatro arequipeño.
Este es un trabajo duro, arduo, y sobre todo necesario.
Trabajo que muchas veces pasa inadvertido, pues, quienes ejercemos el oficio,
estamos más preocupados en el futuro, en las próximas producciones, en ver qué es lo que está en boga fuera del país, qué se puede exportar. Pero es el pasado
una fuente grande de aprendizaje.
En Arequipa, la mayoría de teatreros reciben formación en
talleres y en las aulas del teatro universitario, donde la principal
preocupación está relacionada a la técnica actoral y sus derivados
(improvisación, clown, stand up, etc.) dando poco o nulo espacio al estudio
académico de los distintos ámbitos concomitantes del teatro y he aquí la poca
importancia brindada al estudio de la historia de nuestro teatro, del teatro arequipeño.
“El Profe” Luis Álvarez tiene recopilados muchos programas
de mano, notas de prensa, resoluciones y fotografías que permiten dar fe de la
rica actividad teatral en la ciudad y es una fuente autorizada para evidenciar
el trabajo de muchos creadores arequipeños a lo largo de los años.
Solo podremos hablar de un teatro propio si indagamos lo
suficiente en la actividad que realizaron nuestros antecesores, revalorar el
trabajo de quienes se dedicaron a esta labor en años posteriores nos dará una
identidad marcada sobre la cual podremos trabajar, y quizás, algún día,
podremos hablar de un teatro arequipeño, con sus propias formas y códigos.
Espero con ansias la publicación de este libro, mientras
tanto, y si “el Profe” lo permite, iré compartiendo con ustedes algunos datos.
Comenzar a trabajar por una identidad propia es un paso
importante, un paso a ser creadores.
Sería bueno que iniciativas como esta sean replicadas en
cada ciudad de nuestro país, que cada una pueda tener un libro que hable del
teatro realizado en cada lugar, con sus propios códigos e intereses, es nuestra
tarea pendiente.
Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 30 de junio de 2018