Páginas

sábado, 30 de junio de 2018

Colaboración regional: HISTORIA DEL TEATRO AREQUIPEÑO


Una tarea pendiente

La historia es importante. Hay algunas huellas que dejaron nuestros antecesores, que en el tiempo se han perdido y que se pueden recuperar.

Lastimosamente, como nación, tenemos un serio desinterés en la historia, en estudiarla y en escribirla. Parecemos sufrir de amnesia colectiva en cuanto a los sucesos posteriores. Es un mal generalizado, que se extiende en todas las ramas del conocimiento. Es increíble como diez años son suficientes para borrar del imaginario colectivo todo suceso trascendente.

El teatro desde siempre ha sido efímero, quizás por el desdén de sus creadores al momento de registrar sus trabajos, o la informalidad que siempre ha RODEADO la práctica teatral. Sabemos poco del teatro peruano, y mucho menos del teatro arequipeño. Hasta ahora no hay un escrito, documentado, que pueda servirnos para el estudio de nuestro propio teatro.

La historia del teatro arequipeño es recopilable, es difícil de encontrarla, pero está ahí, en programas de mano, en diarios viejos, en repositorios, hay que tener la pericia y la paciencia, darse el trabajo de leer, indagar.

El profesor Luis Álvarez -quién es un reconocido hombre de teatro y que ha fungido de director del Teatro Experimental de la UNSA (TUNSA) desde 1970 hasta el 2014- se encuentra realizando una actividad valiosa para nuestro teatro: una recopilación y análisis histórico del teatro arequipeño.

Este es un trabajo duro, arduo, y sobre todo necesario. Trabajo que muchas veces pasa inadvertido, pues, quienes ejercemos el oficio, estamos más preocupados en el futuro, en las próximas producciones, en ver qué es lo que está en boga fuera del país, qué se puede exportar. Pero es el pasado una fuente grande de aprendizaje.

En Arequipa, la mayoría de teatreros reciben formación en talleres y en las aulas del teatro universitario, donde la principal preocupación está relacionada a la técnica actoral y sus derivados (improvisación, clown, stand up, etc.) dando poco o nulo espacio al estudio académico de los distintos ámbitos concomitantes del teatro y he aquí la poca importancia brindada al estudio de la historia de nuestro teatro, del teatro arequipeño.

“El Profe” Luis Álvarez tiene recopilados muchos programas de mano, notas de prensa, resoluciones y fotografías que permiten dar fe de la rica actividad teatral en la ciudad y es una fuente autorizada para evidenciar el trabajo de muchos creadores arequipeños a lo largo de los años.

Solo podremos hablar de un teatro propio si indagamos lo suficiente en la actividad que realizaron nuestros antecesores, revalorar el trabajo de quienes se dedicaron a esta labor en años posteriores nos dará una identidad marcada sobre la cual podremos trabajar, y quizás, algún día, podremos hablar de un teatro arequipeño, con sus propias formas y códigos.

Espero con ansias la publicación de este libro, mientras tanto, y si “el Profe” lo permite, iré compartiendo con ustedes algunos datos.

Comenzar a trabajar por una identidad propia es un paso importante, un paso a ser creadores.

Sería bueno que iniciativas como esta sean replicadas en cada ciudad de nuestro país, que cada una pueda tener un libro que hable del teatro realizado en cada lugar, con sus propios códigos e intereses, es nuestra tarea pendiente.

Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 30 de junio de 2018

viernes, 29 de junio de 2018

Crítica: LOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA


En defensa del territorio

“Reducir, reutilizar y reciclar” es el lema que se repite como principal canción de Ecofiesta, productora y empresa, con enfoque de sostenibilidad, que desde hace cuatro años impulsa la generación de productos artísticos y creativos sobre la temática del medio ambiente e integra para ello elementos de la identidad peruana, como vestimentas o danzas, en sus presentaciones. “Los Defensores de la Naturaleza” fue la última comedia escrita y dirigida por joven dramaturgo Jorge Bazalar en coproducción con Ecofiesta. Bazalar es creador de obras como “Un viaje hacia Plutano “, “Daddy Issues“ y “Desaparecidos“, por esta última fue reconocido en el Concurso Nacional de Dramaturgia 2016 del Ministerio de Cultura. El elenco estuvo conformado por Briscila Degregori como “La Madre Naturaleza “, Nuria Mayor como “Nu“, Laly Guimarey como “Laly“, Sergio Cano como “Checho“ y Francisco Luna como “Frank“.

La obra giró en torno a la búsqueda redentora de la Madre Naturaleza de nuevos defensores que protejan a la naturaleza; al principio, encuentra incredulidad e indiferencia de los chicos que escogió para esta misión, Checho y Laly. Ante este conflicto dramático, se vale de sus poderes para poder transformar a los protagonistas en animales silvestres con el fin que empaticen con el cuidado de su territorio; además, siempre en la musicalización de las escenas acompañan dos personajes atractivos (por su particular vestuario) y con comentarios graciosos que amenizan los diálogos de los actores y su interacción con el público: Frank y Nu, que funcionan como consejeros de los actores. Son destacables sus vestimentas similares, que se componen de una camisa con franjas de colores negros y dorados.

La función comenzó con puntualidad, como caracteriza a las presentaciones en el Ricardo Palma y miembros del equipo Ecofiesta son los encargados de recibir al público en orden. Degregori, luego de presentar su personaje, comienza la función dándoles lecciones a todos los asistentes sobre apagar sus celulares. Fue una experiencia única que La Madre Naturaleza cante muchos de sus mensajes y enseñanzas con musicalización (con ayuda de Frank y Nu), en clave de hip hop y música afroperuana. El público fue particularmente empático y conectaba muy bien con las escenas; y los niños, en especial, se emocionaban y reían de las dramatizaciones, diálogos y situaciones hilarantes en las que participaban los actores.

Por otro lado, se debe destacar que la escenografía es impecable, hay que reconocer el gran esfuerzo del equipo de Ecofiesta por representar casi a la perfección un paisaje bucólico con un fondo de un valle frondoso con sol y árboles, todo muy colorido, pero sin caer en una exageración infantil y poco creíble. De igual manera la vestimenta y utilería, muy bellas visualmente, y precisas para las diferentes escenas destacando los vestuarios de Briscila y Laly por su originalidad. En la primera escena sobre el escenario, hay un cajón y una guitarra, que durante minutos pareciera que no tengan sentido, pero luego cobra razón su existencia cuando se vuelven principales herramientas de las actuaciones de Frank y Nu.

“Los Defensores de la Naturaleza” fue una muestra lúdica y familiar, asertiva en transmitir el mensaje sobre la importancia de la preservación del ambiente a través de un lenguaje fácil y comprensible, especialmente para los niños. La obra de Bazalar estuvo en temporada corta de mayo a junio del presente año en el Centro Cultural Ricardo Palma, Av. Larco 770 Miraflores.

Enrique Pacheco
29 de junio de 2018

Crítica: NEGRA


Reflejo de todos los colores

Dentro del marco del festival Sótano 2 en el Teatro de la Universidad del Pacífico, una de las obras propuestas como parte del programa de obras contemporáneas es Negra, dirigida por Gabriel de la Cruz y Malena Romero. Se nos presenta a dos actrices que intentan descubrir qué es lo que significa la palabra “negra”. A través de los testimonios que cada una va compartiendo, es que la obra va mostrándonos una realidad vigente donde factores como el color de piel condicionan la vida de cada persona.

La función comienza sin necesidad de formalidades: sin anunciar una tercera llamada, la presencia de las actrices Mayra Najar y Anaí Padilla se imponen al barullo del público con una conversación acerca de qué es lo que significa “negra”. Este inicio, imponente y sutil a la vez, es perfecto para dar a inicio a la serie de historias personales que las actrices comparten con el público. Si bien la obra se apoyaba en los testimonios de cada una, utilizaron convenciones para tocar cada historia de una manera distinta: apoyándose con fotografías, a través de conversaciones entre ambas, incluso con cambios de ropa dentro de la escena. Estos códigos ayudaron a crear una atmósfera cercana con el espectador.

Algunas escenas de la obra eran hipotéticas en relación a lo narrado por las actrices, como proyecciones de los pensamientos y aspiraciones que ambas manifestaban desde sus testimonios. Este fue un elemento que le daba variedad de dimensiones a la obra: podíamos ver a las actrices contando su testimonio de manera lúdica, a través de historias hipotéticas pero que, como espectador, sabíamos que eran idealizadas, siendo a la vez fieles a todo lo que íbamos sabiendo de cada una de ellas. A todo esto, se sumó una serie de material audiovisual que constaba desde fotografías personales hasta videos donde se podía apreciar testimonios de personas cercanas a las actrices en relación al tema de toda la obra: la experiencia de vivir en una sociedad donde el color de piel puede modificar el trato entre personas.

La obra logró condensar todo el material ya mencionado bajo una línea dramática sólida y coherente, logrando encontrar matices y puntos de encuentro entre ambas historias. Era notorio el trabajo por lograr la conexión de ambas historias personales, de modo que en escena se pudo apreciar toda una partitura que convertía dos testimonios individuales en una radiografía fiel al contexto que vivimos hoy en día en relación a la discriminación. No solo se trató de exponer la historia de dos personas que han sido discriminadas por su color de piel, sino que estuvimos en frente de toda una serie sensaciones y angustias producidas por estigmas culturalmente normalizados: el ser mujer, el ser actriz, el ser gorda, el ser negra.  Por otro lado, hubo un énfasis en el trabajo corporal de las actrices dentro de toda la composición, un elemento que lograba unificarlas dentro de todo este viaje testimonial. Este efecto se consolidó gracias a la precisión en el manejo no solo de marcaciones de movimiento, sino en el manejo de los textos en cada momento por parte de ambas actrices.

No estamos al frente de una obra testimonial que se queda solamente en las experiencias de dos personas. Gracias a las historias de Mayra y Anaí, pudimos ver toda una serie de angustias que se crean a partir de estigmas socialmente normalizados. Negra no es una ficción: es el día a día, es la voz de un grupo marginado, es un balde de agua fría que inevitablemente va a llevar al espectador a sensibilizarse sobre cómo  se encuentra nuestra sociedad actualmente.

Stefany Olivos
29 de junio de 2018

Crítica: EL TIEMPO DE LOS ANHELOS

En círculos

El tiempo de los anhelos responde a un laboratorio experimental que nace a partir de Casa Tomada de Cortázar y concluye como un espectáculo contemplativo dirigido por Carlos Tolentino y albergado en el Centro Cultural el Olivar.

La puesta en escena compone un escenario móvil y actores convertidos en entes, que transitan las tablas mientras mueven las paredes, elaborando cuadros que podrían considerarse desde minimalistas hasta surreales y construyendo lentamente una historia despedazada, como un poema de frases fragmentadas y repetitivas, que hacia el final dibujan una situación y unos personajes.

En el tiempo de los anhelos, predomina una atmósfera melancólica y meditabunda que se desprende  de las coreografías que danzan los actores, sutilmente se transforman movimientos libres y dispares, en imágenes concretas que van revelando las emociones de los protagonistas, luego, así como se forman, todo se desvanece y reinicia el desorden y la incomprensión. Este vaivén se sostiene a lo largo de la hora de espectáculo.

Así, se muestra un noble compromiso de los actores por mantenerse conectados entre sí y con la propuesta, sin brillar ni opacarse; así como una rebeldía para afrontar al público con un teatro de contemplación, al que el espectador limeño usualmente se resiste.

Si habría algo que reprochar a El tiempo de los anhelos, es en principio la incesante banda sonora, que toma un protagonismo involuntario y se torna hacia la media hora del espectáculo, fatigosa.  Y finalmente, la falta de contraste, debido a que esa acción circular y repetitiva en la que transitan los actores, tendría que dar lugar a la intensificación, sin embargo evoca un estancamiento sólido y plano.

El tiempo de los anhelos, da lugar a un teatro que renueva sus formas y sus búsquedas, la extrañeza de involucrar la literatura con el teatro es un ejercicio por lo menos atrevido, la incomodidad que puede acarrear para algunos espectadores se podría considerar una victoria.  

Bryan Urrunaga
29 de junio de 2018

martes, 26 de junio de 2018

Crítica: CASA DE MUÑECAS PARTE 2


Una nueva oportunidad para Nora Helmer

Hace casi 140 años se estrenó una de las obas de Henry Ibsen: “Casa de Muñecas”, la historia  cuyo final dio pie al dramaturgo Lucas Hnath para la creación de Casa de muñecas Parte 2, donde se muestra cómo siguió el curso de Nora Helmer, personaje principal de ambas historias. En la obra de Ibsen, Nora abandona a su esposo y a sus hijos para poder encontrar quién es ella realmente; por otro lado, Hnath nos recrea el regreso de Nora después de al menos 15 años de su partida, trayendo como consecuencia una serie de encuentros con miembros de su familia.

Toda la obra transcurre en el recibidor de la casa Helmer, un lugar donde los adornos han sido descartados, en contraste con la obra de Ibsen, donde se hace hincapié en el ornamento del interior de la casa. Los vestuarios de los personajes fueron claves para este montaje, pues estaban construidos de modo que caracterizaba a cada personaje de manera específica. Incluso la elección de los colores fue atinado para darnos una imagen redondeada de la dimensión de los personajes. El ejemplo más significativo es el personaje de Nora, quien en esta obra llevaba puesto un vestido fino color verde jade o turquesa, con cortes rectos que le daban una imagen de empoderamiento apenas aparecía en escena.

La obra es una sucesión de conversaciones que dan la información suficiente al espectador para entender lo que sucede en la historia sin la necesidad de conocer la obra de Ibsen. La puesta en escena estuvo llena de movimientos y flujos en el espacio con dinamismo. Esto se vio acompañado por la construcción de los cuatro personajes en escena, logrando tener especificidad y, sobre todo, logrando diferenciarse entre ellos. Sin embargo, el personaje de Anne Marie (Violeta Cáceres), la nana de los hijos de Nora, comenzó la obra con un “cantillo” en su forma de hablar, un elemento distractor sin duda, sobre todo si se trata de la presentación de los personajes al inicio de la obra. Esa forma de hablar le quitaba verdad a los textos. En cuanto al personaje de Nora (Sandra Bernasconi), este era uno construido bajo un discurso ágil, pues fue posible ver en ella cómo la serie de hechos que ocurrían en escena iban afectando y dibujando su personalidad, sin dejarla como una víctima o como una agresora por las decisiones que ha estado tomando desde que se fue de aquella casa.

Casa de muñecas Parte 2 es una invitación a pensar en una relectura de la historia de Nora y de cómo esta hubiese podido continuar dentro del contexto que Ibsen impregnó en Casa de muñecas (parte 1, en este caso). Hay una serie de hipótesis claras del dramaturgo donde se quiere mostrar una serie de pros y contras ocurridos a partir de que Nora se marchó de su casa. Sin embargo, no ahonda en un arrepentimiento de Nora en relación a los actos que pudo haber cometido, sino que nos muestra a un personaje que asume sus decisiones y busca seguir haciéndolo. Esta obra termina dándome como espectadora una esperanza de que cada vez habrá más personas – no necesariamente mujeres- van a lograr dar aquel gran paso: poder ser responsable de las propias decisiones que tomen, sin tener que ser condicionados por patrones culturales o contextuales que limiten el derecho universal de decidir por uno mismo.

Stefany Olivos
26 de junio de 2018

sábado, 23 de junio de 2018

Crítica: BENDITA SEAS, MARÍA

Porque lo bueno nunca dura

Siempre es un placer venir a Victoria Bar para disfrutar de buen ambiente y espectáculo. María Guadaña, colectivo de Teatro e Improvisación presentó “Bendita seas, María”, que anteriormente ya había contado con dos temporadas a cargo de la fascinante Piera del Campo, acompañada de Marne Cortijo y Rodolfo Pesantes. Esta tercera temporada de “Bendita seas, María” contó con la dirección de Eduardo Pinillos, que subirá al escenario para improvisar con Pesantes. También contó con la participación de Armando Abanto, músico improvisador. La temporada se llevó a cabo en abril en el mencionado bar de Barranco.

Los dos improvisadores compitieron con el material que el público proporcionaba: fueron como máximo cinco rondas y para que se subiera al siguiente nivel, el perdedor debió quitarse una prenda al son de la música. Tuvo un inicio simple, pero poco a poco fue tomando fuerza el espectáculo. Sentí que faltó un poco más de soltura en Pinillos, hecho comprensible, ya que se trataba de su debut. Sin embargo, ambos actores supieron robarle el corazón a más de una chica.

Tanto al inicio como al final de cada ronda, los protagonistas indicaban al público que debían gritar: “¡Bendita seas, María!” Al principio, supuse que era parte del show o que estaba relacionado a la temática del espectáculo o que saldría una chica que se llamaba María o algo por el estilo. Pero al terminar la función, aún no entendía  por qué debíamos gritar todos eufóricos  estas palabras. Pues “Bendita seas, María” no solo es el título de la improvisación, tal como me lo mencionó la misma Piera: se trata de la manera de rendirle homenaje a la Muerte y que esta creencia proviene de México, en donde decidieron incluir el nombre de “Bendita seas, María” en honor a María Guadaña (nombre del colectivo), nombre popular con el que se le conoce a la Muerte. El detalle me causó sorpresa, pero no negaré que me pareció escalofriante. Pero a pesar de eso, me encantó el espectáculo. No paré de reír con mis amigas (en especial, con la canción con dedicatoria para mi ex jefa), lo disfruté y no lo olvidaré. Gracias por la invitación y espero volverlos a ver en escena otra vez.

Les dejo esta cita textual, sacada del mismo muro de la compañía Maria Guadaña, para que se pueda  entender un poco más a esta colectivo: “¿Qué relación puede tener la Muerte con la Impro? Lo cierto es que improvisar es matar para crear. Los improvisadores no pueden repetir; por eso, esas historias únicas que crean en cada función deben ser olvidadas o matadas  cuando las luces se apaguen. Solo de esa manera los improvisadores podrán crear nuevas y más emocionantes historias”.

María Victoria Pilares
23 de junio de 2018

martes, 19 de junio de 2018

Crítica: MOMENTOS PARTE I


Algunos momentos de la Asociación de Artistas Aficionados

La Asociación de Artistas Aficionados está celebrando su aniversario número ochenta presentándonos Momentos, una recopilación de fragmentos de ocho obras estelares de la AAA, a cargo de siete directores distintos. La temporada va hasta el 1° de julio, dividiendo la lista de obras en dos minitemporadas de dos semanas cada una. Hasta el 17 de junio se presentaron cuatro de la lista de obras: “La muerte de Atahualpa”, “El diario de Ana Frank”, “La voz humana” y “Las brujas de Salem”. Tuve la oportunidad de ver estas obras que son parte de la primera etapa del montaje.

Momentos propone que la realización de cada fragmento de obra se realice en diferentes espacios de la AAA, de modo que el espectador tenga la posibilidad de recorrer la casa. Los tres espacios utilizados fueron el patio, el teatro y una sala acondicionada. Si bien la idea es interesante, pues moviliza al público entre las funciones y logra crear una sensación de estar recorriendo un museo, el aforo del espacio fue muy distinto en cada espacio: mientras que en el patio el espacio es medianamente reducido, en el teatro hay capacidad para mucho más gente, para luego pasar a una sala donde el espacio era notablemente reducido y, al tratarse de un público numeroso, la ubicación de este resultaba incómoda y poco práctica. Se debería tener más noción del aforo en general y, sobre todo, de la comodidad de la gente al ver el espectáculo.

La obra que daba inicio a las funciones fue “La muerte de Atahualpa”,  donde se representaba un momento de conversación clave entre el inca y un traidor. La representación se dio en el patio de la AAA, un espacio al aire libre que exigía un nivel de energía actoral específico. Sin embargo, los actores desbordaron energía en casi toda la obra, actuando frenéticamente desde el inicio, por lo que provocaba una sensación de inverosimilitud al espectador por parte de ambos intérpretes. La segunda obra de la noche fue “La voz humana”, donde una mujer se encuentra sola al teléfono. Toda la obra propone la convención de tratarse de una llamada telefónica; sin embargo, no quedaba clara dicha indicación, pues el manejo de texto provocaba confusión en cuanto a interpretación y, por consecuencia, al ritmo escénico. Esta sensación de ver a un actor acelerado saturaba, debido a que el ritmo de la escena era lineal y poco preciso.

La tercera obra de la noche fue “El diario de Ana Frank”, cuya propuesta nos traía al personaje de Ana (Yamile Caparó) y una anciana que cumplía el rol de narradora (Sonia Seminario). Esta pieza fue la más destacable, debido a su propuesta de montaje: el escenario representaba tanto el espacio de la habitación de Ana, como el asiento donde la narradora leía el diario del mismo personaje. La dirección se valió de recursos como las marcaciones de movimiento para indicar un cambio de espacio, o posiciones corporales del personaje de Ana que funcionaban como gestos brechtianos, de modo que las posiciones corporales brindaban información en detalle del personaje: su edad, su forma de pensar, su contexto social, etcétera. La escena jugaba entre la lectura del diario que narraba los hechos vividos por Ana y el mismo testimonio de la muchacha, de modo que teníamos dos perspectivas de una misma historia, un recurso que definitivamente enriqueció el proceso del montaje. Por otro lado, a nivel técnico hubo en el personaje de Ana momentos donde no se podía entender lo que estaba diciendo, debido a una dicción imprecisa, por lo que algunos textos se perdían, sobre todo en momentos de mucho movimiento corporal.

La última obra de la lista fue un extracto de “Las brujas de Salem”. El momento elegido de la obra fue un juicio a unas posibles acusadas de brujería. El espacio, si bien fue reducido, permitía que el público se ubique de tal manera que pareciera que formase parte del juicio. La presencia de un balcón en la sala permitía redondear la idea del espacio donde nos encontrábamos. Sin embargo, al tratarse de un fragmento de una obra larga, es necesario pensar en una parte donde se pueda trabajar una unidad a nivel escénico. El fragmento del juicio, si bien es un momento clave, dejaba muchas aristas abiertas de información necesaria para el público para entender mejor la puesta en escena. Quedaron vacíos de datos relevantes de la obra, y la información que sí se daba en escena, a veces se mencionaba tan rápido que podía pasar desapercibido. Sin embargo, el manejo del espacio fue adecuado, al igual que el trabajo de todo el elenco de este momento.

Estamos ante una propuesta que invita a los espectadores a celebrar ochenta años de actividad viendo una variedad de obras que significan mucho para la AAA como parte de su recorrido artístico. En una segunda reseña hablaremos sobre los cuatro fragmentos que completarían la selección de ocho obras de Momentos.

Stefany Olivos
19 de junio de 2018

domingo, 17 de junio de 2018

Crítica: CIENCIA-FICCIÓN


La magia de estar en escena

En su segunda semana, el Festival de Creación Escénica Contemporánea Sótano 2 presentó Ciencia-ficción, un trabajo escénico creado por la artista española Cris Blanco, quien se caracteriza por fusionar distintos géneros, incluyendo el error, los trucos que se perciben, la ciencia ficción y lo trash.

Para esta ocasión, el espectáculo reunió elementos diversos y atípicos (una mesa simple, una laptop para proyectar los videos, un órgano pequeño y una guitarra para la música en vivo); no obstante,  la protagonista –Cris Blanco- era la encargada de darle vida a algunas de las infinitas posibilidades que ofrece una puesta en escena. El concepto de esta creación tiene una lectura muy particular, debido a la temática escogida, en este caso: la ciencia, expuesta a partir de una construcción personal –por ejemplo, se describían diversas teorías acerca del universo, con canciones creadas a la medida-; convirtiéndose en un acercamiento a la ciencia desde la perspectiva de la artista.

Ciencia-ficción es una variante interesante y divertida de las típicas puestas en escena; una obra que podría parecer no serlo, porque suceden cosas y nada a la vez; pero transportan al espectador a una nueva forma de experimentar una ficción contemporánea. Ahora bien, la generosidad de Cris sobre el escenario, su naturalidad y espontaneidad, fueron ingredientes igual de importantes para facilitar la comprensión de lo que se observaba y escuchaba.  

Por otra parte, no estoy segura si fue la intención principal, pero este tipo de performance (acción artística) es una forma creativa de presentarse ante el público y crear un vínculo para que este se familiarice con el trabajo del artista.

Un trabajo que, sin duda, tiene el potencial justo para expandirse y superarse (ya que se trata de una creación experimental). Por ejemplo, para no saturar con las proyecciones, estas podrían llegar a ser más teatrales  –con mayores efectos escénicos-; puesto que si bien el público sintonizó con lo que se estaba contando, también es cierto que los videos hacia el final ya no calaban tanto. Un buen acierto fueron las canciones que interpretó Cris Blanco, que supo combinar los cambios en la voz, la interpretación y las letras fuera de serie.

Finalmente, vuelvo a recalcar la importancia de recibir estas propuestas artísticas, con la mente y corazón abiertos, observando sin juzgar, lo que ofrece el ejecutante de la acción. Solo así, estaremos contribuyendo como público a la apertura hacia nuevos rumbos en la escena contemporánea.

Maria Cristina Mory Cárdenas
17 de junio de 2018

Crítica: SEÑORA DE LOS AHOGADOS


Secretos siniestros

Una familia disfuncional, un coro de mujeres sollozando y oscuros secretos es lo que nos presenta la puesta Señora de los Ahogados (Senhora dos afogados), escrita por el influyente periodista, dramaturgo y escritor brasileño Nelson Rodrigues, quien es conocido por abordar temas ásperos como el adulterio, el incesto, el conflicto de familias resquebrajadas, entre otros. En esta ocasión, es la directora Guadalupe Vivanco quien ha conducido y traducido esta pieza teatral, como marco de la cuarta temporada producida por la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático.

En principio, el montaje logró crear una atmósfera siniestra, oscura y hasta tenebrosa, que contrastaba con la musicalización –de ritmos afro-brasileños-, nada que reprochar en ese sentido; ya que se utilizaron los recursos correctamente, introduciendo al espectador a una fantasía, a una realidad distinta. Y es que la trama gira en torno a la familia Drummond (quienes valoran la fidelidad conyugal y la perpetúan a través del tiempo) y un trágico suceso que involucra la muerte de Clarita –una de las hijas de Eduarda y Misael, quien muere ahogada en el mar-; sin embargo, existen otros hechos que redondean la historia –la muerte de una prostituta el mismo día del casamiento de Eduarda y Misael- que la convierten en una explosión de acontecimientos marcados por las frustraciones y pasiones de los personajes.

El uso permanente de la música en vivo, combinado con el coro de mujeres y una especie de ritual de lamentos y bailes, hace la diferencia, dejando en claro el origen de la tradición brasileña. En contraste, la suma de aquellas energías, así como las interpretaciones que evocan a una épica tragedia griega, detonan (a medida que avanza la obra) en un tedio que es provocado por la intensidad de todos los recursos en escena (físicos, utilería, sonido, luces, etc.) y por la carga de la propia trama, que mezcla apariciones y realidades en medio de la rivalidad de madre e hija y del propio conflicto de los cónyuges.

Con actuaciones bastante correctas y con una energía al tope, la puesta refleja desde una perspectiva psicológica a los personajes, desvelando la actualidad de los temas que, aún siendo sensibles, no dejan de ser trascendentes para una sociedad que necesita cuestionarse, entonces, qué mejor que el teatro para comunicar y transmitir.

Maria Cristina Mory Cárdenas
17 de junio de 2018

martes, 12 de junio de 2018

Crítica: DETECTIVES DE LA SALUD


Un montaje para la salud

“La salud es lo más importante” es el mensaje final de la nueva propuesta escénica de la Asociación Cultural Par Diez Artes Escénicas, colectivo especializado en el teatro comunitario y para un público familiar. “Los detectives de la salud” lleva por título la obra, una creación original con dirección de Ángel Angulo Leguía, principal dramaturgo del grupo y egresado de la Escuela Superior de Arte Dramático, ENSAD. El elenco se compone por los actores Isabella Mamani, Cesar Maldonado, Leydi Balcázar, Miriam Maldonado, Mayte Salvador y Florentino Fox. Es importante destacar el esfuerzo de esta asociación (integrada por un grupo de jóvenes de uno de los distritos más poblados al este de la ciudad y del Perú, San Juan de Lurigancho), en presentar una obra de calidad como la presente. Par Diez declara que tiene como misión el que se genere procesos y servicios artísticos, culturales y pedagógicos de calidad e innovadores, principalmente dentro del ámbito de la comunidad.

Son la cuatro de la tarde y con puntualidad, se abren las puertas del recinto teatral elegido para la presentación, el teatro de la Asociación de Artistas Aficionados en el Centro Histórico. Una aglomeración de padres y niños forman una fila ordenada, y son las actrices y actores quienes reciben a este público con una gran sonrisa y globos para los más pequeños. La puesta en escena gira en torno a la captura de una par de inocentes y cándidas niñas por manos de una bruja del bosque, el personaje antagónico que representa todo lo contrario al goce de una buena salud: la suciedad y la enfermedad.

La historia está llena de diálogos entretenidos (y humor), dramatizaciones histriónicas y divertidas, y mucho baile entre las escenas. La escenografía es relativamente simple, pues consiste básicamente en una pared móvil cubierta por una gran tela negra que sirve como lugar donde se esconde la bruja; además, estos elementos permanecen en el espacio durante toda la función, sin aprovecharse debidamente. Por otro lado, es gracias a los diálogos que el público puede imaginarse, con un poco de esfuerzo, que la historia se contextualiza en un bosque, pues este elemento no es del todo explícito. El relato tiene a sus héroes (una pareja de médicos que rescata a las niñas) que además, en un acto de inmensa redención, rescatan a la bruja y a su ayudante de la suciedad.

Los vestuarios de los actores son un reflejo del esfuerzo de la agrupación por presentarse como un conjunto teatral serio: se cuida mucho que cada actor vista de manera correspondiente a su personaje. Un elemento interesante es la reacción del público ante la bruja, especialmente el infantil: por instantes no solamente goza de todo el espectáculo, sino que este personaje en particular llega a espantar literalmente a algunos niños, ya que suceden algunas escenas con la actriz interpretando un monólogo acompañada por música de terror y esto genera algo de miedo en algunos niños. Esta sensación genera desasosiego, pero luego resulta desconcertante luego, cuando la bruja retoma los diálogos de humor con otros personajes, y es entonces que el miedo de los niños se desvanece.

Par Diez es una agrupación con mucho futuro por delante y esta obra construida con mucho esfuerzo colectivo puede ser el inicio de una gran carrera. En el 2016, la asociación presentó, en el teatro de la AAA, la obra “Supper Popper”, adaptación de la obra del dramaturgo Cesar de María; cuentan con el respaldo institucional del Ministerio de Cultura, a través del Proyecto “Puntos de Cultura”, un esfuerzo del ministerio por apoyar iniciativas comunitarias y culturales de colectivos; es parte de la red “Grupos de Cultura Viva Comunitaria” de la Municipalidad de Lima, y, además, el año pasado participaron en el II Concurso Anual de Proyectos de Arte y Comunidad, organizada por la misma institución.

“Los detectives de la salud” tuvo una breve temporada el pasado mes de mayo y está dirigida para toda la familia; es una buena justificación para entretenerse, pasarla bien en familia, reflexionar y generar crítica sobre la realidad del sector salud en nuestros tiempos, resaltando la importancia de un sistema de calidad y digna para toda la sociedad.

Enrique Pacheco
12 de junio de 2018

domingo, 10 de junio de 2018

Crítica: EXHUMACIÓN


El teatro en su máxima expresión

En el marco de la tercera edición del Festival de Creación Escénica Contemporánea Sótano 2, se presenta Exhumación, una creación de AngelDemonio Colectivo Escénico, bajo la dirección de Miguel Rubio Zapata, que  tiene como escenario el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

La puesta alude a la dramatización de una danza guerrera (de los Shapish), mediante la cual dos actores realizan una especie de ritual, que conjuga la tradición del ande, la religiosidad y su lucha contra lo pagano. Cabe resaltar que esta creación es una suerte de mezcla entre la danza, la corporalidad, el juego escénico, la música y los elementos que se utilizan en escena; por esta razón, es una propuesta que dista mucho del teatro tradicional, llevando la teatralidad a su máxima expresión y así, transmitir el mensaje al espectador.

Considero muy interesante la presentación de nuevos trabajos escénicos, que involucren riesgo, pues al salir de la zona de comodidad –que te da el teatro tradicional- tanto el artista como el público experimentan distintas formas de sentir y asimilar el arte escénico.

En Exhumación, los actores hacen al público parte activa del montaje, lo que genera una expectativa importante. Al ser una propuesta que exige más trabajo corporal, los diálogos quedan relegados, la atención se fija en los movimientos, en los gestos, las miradas, los impulsos y manejo de la utilería; los actores, exploran sus personajes desde su propia masculinidad, ubicándolos en situaciones que generan inquietud para ellos mismos y para el espectador.

Una experiencia intensa y teatral de principio a fin; así, Exhumación sugiere desenterrar lo que se ha olvidado, utilizando el folclor, la tradición, los ritos y las costumbres que nos han acompañado a través del tiempo.

Maria Cristina Mory Cárdenas
11 de junio de 2018

Crítica: LA VISITA DE BOLÍVAR


Un guiño histórico

La visita de Bolívar es un drama histórico que se presentó en el Teatro Federico García Lorca del Centro Español. Gira alrededor del rol del libertador Bolívar en el Perú en los años posteriores a la independencia. El dramaturgo Herbert Morote, con la dirección de Ruth Escudero, nos presentan una historia que, basada en documentos históricos, crea una situación ficticia que transcurre enteramente en el departamento de Bernardo Monteagudo (Christian Esquivel), quien esperando la llegada de Manuelita Sáenz, recibe sorpresivamente la visita de Bolívar (Mario Velásquez).

La escenografía y los vestuarios fueron útiles para poder contextualizarnos dentro del tiempo donde este hecho hipotético-histórico se da. El espectador es testigo de una acalorada discusión entre ambos personajes, situación que se ve adornada con toques de humor provocados por el comportamiento del mayordomo de Monteagudo (Enrique Avilés). La aparición de dicho mayordomo, un ex esclavo afrodescendiente pícaro y alborotado, es el contrapunto humorístico de esta obra. La construcción de este personaje estuvo a la altura de las exigencias que una obra  de ese corte tiene, siendo “el gracioso” en una medida justa y necesaria. Hay que recalcar también que el trabajo de construcción de personaje fue igual de destacable en los tres actores de la puesta en escena, cada uno lleno de particularidades que los diferenciaban claramente: los tres creaban una armonía interesante de ver en escena.

Es interesante una propuesta como esta que, con base en hechos históricos comprobables, crea una ficción donde podemos volver a abrir una discusión sobre un momento de la historia del Perú. Esta obra crea la sensación de ver a los personajes, principalmente a Bolívar y Monteagudo, como si estuviesen en un debate donde el público es jurado. En esta  puesta en escena, lejos de darnos un punto de vista panfletariamente, podemos apreciar una serie de lluvia de razones e ideales que en ese momento estaban en juego con el objetivo de ver el porvenir del Perú luego de ser una colonia. El hecho de ser una ficción permite condensar toda esta información histórica en una conversación, algo que quizá en ese momento de la historia pudo no ocurrir – es algo que nunca sabremos.

Se viene el bicentenario del Perú y una obra como esta es un agente necesario para poder revivir discusiones en torno a nuestra identidad, nuestra historia y cómo es que hemos llegado a la situación actual de nuestro país. No hay una forma certera de saber qué decisiones fueron buenas o incorrectas en tiempos pasados. Sin embargo, sí lo es asumir y aceptar cada capítulo de nuestra historia como un legado que hay que transformar/revisar/perdonar.

Stefany Olivos
11 de junio de 2018

Crítica: CORPUS CHRISTI


Joshua y los doce

¿Cuán acostumbrados estamos a rechazar aquello que por ser distinto, nos molesta y hasta llega a ofendernos? ¿Qué tan fácil se nos hace mofarnos unos de otros escudándonos en el “sentido del humor”? Pues bien, la obra Corpus Christi, escrita por el dramaturgo estadounidense Terrence McNally, es la propuesta que David Carrillo ha adaptado a nuestros tiempos y realidad (como sociedad); además de dirigirla y actuar en la misma.

En escena, se narra la vida de Joshua -interpretado por Pedro Pablo Corpancho-, al que se le percibe desde su nacimiento, pasando por su etapa escolar y juventud, hasta que un día decide marcharse para emprender la búsqueda de su verdadera esencia, aceptando finalmente su homosexualidad y encontrando en el camino a otros, que como él, sienten que son rechazados por su forma de amar y creer. Al unirse para compartir su mensaje con el resto, se verán perseguidos por quienes ven en ellos una amenaza, dando paso a la traición, pues Joshua será entregado a sus perseguidores por el gran amor de su vida (Judas, personaje interpretado por José Dammert).

Un paralelismo que, sin duda, evoca a la historia de Jesús y los doce apóstoles, pero que ha sido recreada para protestar frente a temas más complejos, como lo son el bullying, la negación de la fe para unos pocos, la discriminación, el rechazo, la familia y la educación. El reparto se esforzó para ejecutar diversidad de roles dentro de la puesta, lo cual generaba un grado de dificultad que fue superado con la versatilidad y solidez requeridas en cada intervención. Completando el acertado elenco están Giovanni Arce, Fabricio Ascárate, Jimmy Astley, Job Mansilla, Carlos Casella, Rodrigo Falla Brousset, Paolo Teevin, Raúl Sánchez McMillan, Federico Abrill y Roy Zevallos.

De otro lado, hay que resaltar la intensidad, realismo y teatralidad en la realización de la obra –una imagen memorable es la representación de la última cena-, aunque por momentos centrar la atención era difícil, sobre todo cuando intervenían casi todos los personajes. Sin embargo, la esencia del montaje se encuentra en el contenido y las interpretaciones. No es preciso intentar descifrar desde el inicio de qué va la historia, es más conveniente ir con una mente y corazón predispuestos a aceptar lo que se quiere decir realmente.

Corpus Christi es una confrontación con los prejuicios, con las conductas –nocivas- que repetimos a pesar del tiempo, con las cosas que no nos permiten avanzar a convertirnos en una sociedad más tolerante y por qué no, más susceptible de aceptar con todas las letras, esa diversidad que ha sido representada en esta obra, a través de Joshua y los doce. Una diversidad que no debería ofender, molestar ni turbar a nadie. En todo caso, le corresponderá a cada quien encontrar su propio mensaje.

Maria Cristina Mory Cárdenas
10 de junio de 2018

Entrevistas: DAVID CARRILLO Y JOSÉ DAMMERT


De la obra Corpus Cristi

Oficio Crítico estuvo en el pre-estreno de la obra Corpus Christi en el teatro Mocha Graña; así pudimos conversar con el director de la puesta David Carrillo (quien además es parte del elenco actoral) y con el actor José Dammert, quien interpreta un particular personaje dentro de la historia.

¿Cómo sientes la experiencia de esta obra en la que diriges y actúas?
David Carrillo: “Como cualquier estreno, lleno de ilusiones, con ganas de que la obra encuentre rápidamente su público objetivo y compartir un texto que me parece valiosísimo para los tiempos que vivimos; un texto que le exige al público algún nivel de apertura, que a veces no estamos acostumbrados a dar, entonces requiere cierta generosidad del público y eso me parece fundamental para nuestra sociedad, porque normalmente a ella no le importa nunca el discurso de otro, si este no se parece al mío, no te escucho ¿no? Entonces, me parece bacán esa idea.”

Esta obra es una adaptación tuya del texto original de Terrence McNally. ¿Cómo ha sido este proceso?
DC: "En verdad, la adaptación tiene que ver con la época y tiene que ver con el dónde y el cuándo, porque la obra empieza en los cincuentas y habla un poco de la infancia de Terrence McNally y de su entorno, y de una comunidad de Texas que existe, que es el pueblo de Corpus Christi. Entonces, si solamente la montáramos así, nos podría resultar interesante y todo, pero sería una obra lejana. Por eso creo que sí valía la pena trasladarla a nuestro medio para que se entienda, cambiar la idiosincrasia y hacer que funcione aquí, para que la gente se conecte más rápido ¿no?; y sienta el drama de este chico que lo vemos nacer hasta los treinta y tres años, o sea, del ochenta al dos mil dieciocho.”

¿Consideras que esta propuesta, es una versión hasta cierto punto arriesgada?
DC: “Hacer teatro de por sí es una actividad riesgosa, porque uno nunca sabe qué es lo que el público va a querer ver, puedes intuirlo… pero sí, hay un riesgo mayor porque… primero, somos trece actores en una sala de cien personas, no entran más, entonces de por sí muchos colegas míos, que me han visto dirigir en teatros de quinientas, de doscientos ochenta personas, me dicen ¡oye, cómo vas a hacer! y yo les digo que la verdad, hemos decidido hacer la obra sabiendo que no vamos a ganar dinero; la estamos haciendo porque nos provoca hacerla, nos provoca dar este mensaje y nos provoca ver qué pasa, entonces lo estamos haciendo por garra; lo que vamos a procurar es no perder dinero, porque ya eso sería de orates. Sabemos que el punto de la recaudación para los actores va a ser modesta.”

En la obra se abordan temas importantes como la familia, la educación y la religión. Es así que vemos cómo la dramaturgia se vuelve contemporánea. ¿Cuál es tu opinión?
DC: “Es una obra del noventa y siete, y da un poco de pena, porque desde el noventa y siete al dos mil dieciocho te das cuenta que seguimos con los mismo temas… no evolucionamos tan rápido… en esta obra hay una sensación cíclica de que la historia se va a repetir. Lo único que hacemos es trasladarla… no es el rey de los judíos, como el judío que es el culpable de todo lo que está pasando, sino que es el “rey de los cabros”, como si la homosexualidad fuera la gran responsable de que el mundo esté como esté”.

Finaliza con este mensaje: “Ustedes que están ahí, leyendo Oficio Crítico, que son gente que ama el teatro, les digo que lo que sí les puedo ofrecer es una obra que hemos hecho con mucho amor por el teatro, o sea, creo que hemos explorado mucha teatralidad y lo hemos hecho con mucho respeto y mucho amor por esta profesión, que amamos; entonces, vengan a compartirlo con nosotros y saquen sus conclusiones”.

Por su parte, el actor José Dammert compartió con nosotros su experiencia como parte del elenco de Corpus Christi.

¿Cómo ha sido formar parte del proceso de creación de la obra?
José Dammert: “Yo me he sentido súper contento desde que recibí en las manos el papel de Judas, no porque yo esté contento de hacer del malo de la situación (risas), sino porque yo creo que cada personaje, sobre todo, en una historia tan importante… tiene una relevancia y la relevancia de este personaje es enorme, él tiene una tarea muy importante y al mismo tiempo que no jugará a su favor, tal cual como la tiene Joshua –personaje interpretado por Pedro Pablo Corpancho- en nuestra historia, que es Jesucristo en la historia de la Biblia; ambos tienen que sufrir y hacer algo que no quieren, porque así tiene que ser y el pobre Judas viene condenado y criticado y odiado por todo el mundo por eso. Entonces, en realidad yo, poder enseñarle a la gente que Judas simplemente cumplió su tarea y que amaba a Joshua tanto como el resto de los hombres y lo admiraba tanto como el resto de los hombres y lo siguió como todos los hombres… para mí es importante, es un mensaje que quiero dar”.

¿Cómo fue la construcción del personaje?
JD: "Los personajes los hemos ido construyendo los trece, han ido de la mano, porque si bien son personajes que conocemos bien, son personajes que están representados en una forma diferente: Judas está en la actualidad, Judas va al colegio, Judas es un chico tranquilo, Judas es un chico que defiende a quien él cree el amor de su vida desde siempre y tiene que pagar por eso. La construcción del personaje fue dura, fue intensa y hacerlo es aún más intenso, porque va en un “crescendo” durante la obra, pero ha sido súper interesante porque somos trece actores y cada quien con su energía, congenia y se hace una energía única, que corre, que fluye… Somos trece actores que les queremos dar un mensaje muy bonito e importante”.

Para finalizar hace la invitación a todo el público lector de Oficio Crítico a ver la obra, los viernes, sábados y domingos hasta el 15 de julio, en el Teatro Mocha Graña de Barranco.

Maria Cristina Mory Cárdenas
10 de junio de 2018


lunes, 4 de junio de 2018

Crítica: EXPERIMENTO PARANORMAL


Un experimento personal

Experimento Paranormal es el primer unipersonal que presenta Pierre El Ilusionista, campeón nacional de Magia e Ilusionismo. El espectáculo, se lleva a cabo en el Teatro Racional de Barranco.

Confieso que, para ser una escéptica en estos temas, he quedado sorprendida con los trucos que lindaban entre lo real e imaginario. Para empezar, al ingresar al teatro, se puede percibir y observar un ambiente especialmente acondicionado para inducir al espectador a lo que vendrá, como velas, efectos de humo y sonido particulares.

Este show tiene detalles esenciales, tales como la participación del público, que resulta imprescindible para hacer esta experiencia posible. Tuve la oportunidad de ser partícipe de uno de los actos, el cual consistía en retar a la vista y a la percepción; además de poner en práctica la confianza en Pierre –se ejecutó con gran destreza, a pesar de mi evidente nerviosismo- cabe resaltar que llegué a percibir dónde se encontraba el elemento que Pierre me pidió visualizar al inicio del truco. Ciertamente, no estoy segura si fue tal la adrenalina del momento o si realmente logré “conectar” mentalmente con Pierre; sin embargo, me asombró lo atinado que fue el resultado.

Así continuaron actos que incluían mentalismo, telepatía, psicoquinesis y telequinesis. También hubo alguno que incorporó la tecnología –bastante perturbador-. La música fue un bonito elemento utilizado, para adornar una de las presentaciones. En definitiva, un espectáculo bien estructurado, con una buena escenografía y una presentación bien lograda.

Para la familia (apto para mayores de 12 años), para los amantes de los trucos de magia, para los escépticos, en fin. Puedo decir que Experimento Paranormal fue una experiencia personal muy interesante y seguramente, cautivará la atención del público que asista (sugiero ir con la mente abierta y con la predisponían de participar).

Maria Cristina Mory Cárdenas
4 de junio de 2018

Colaboración regional: AMARU, UNA Y MIL VOCES


Icaro Teatro

“La lucha por la dignidad del ser humano en todos los tiempos” es una las cosas que motiva a Julio Cesar Flores, director y actor de Icaro Teatro, para llevar a escena a Túpac Amaru, en “Amaru, una y mil voces”, uno de los padres de la Revolución Latinoamericana, pues su legado sigue reverberando en el cuerpo, en la memoria, a todos los dispuestos a prestar atención y tomar conciencia de nuestro alrededor; así, con la mirada afilada y el cuerpo listo, nos obsequia esta obra hecha con la finura de un artesano del oficio.

Hay obras, hay personajes cuyos proceso de creación nos remontan en el tiempo y hasta quizás a hechos casuales, si creemos en las casualidades… o quizás causalidades, o se asoman como “un Dios serpiente” desde un cofre donde se guardan tesoros que ayudan a la memoria a recordar; así nace esta obra, cuya primera inspiración surge de la lectura de  “A nuestro padre creador Túpac Amaru” de José María Arguedas, que esperaba en una cajita desde 1985, guardada por el Actor.

Contribuye también a su proceso de creación y acumulación sensible  la obra de teatro “Túpac Amaru vive” (2004 -2005) en Tinta- Cusco, donde es director y participan más de 200 actores. En 2012, participa en la misma obra como actor, bajo la dirección de Lucho Castro, reconocido director cusqueño. Pero en el 2013, el reencuentro con Wili Pinto, director de Maguey teatro, canaliza este proceso para la creación de “Amaru, una y mil voces”, encuentro de creadores que entrelazan acciones, imágenes, textos y memoria en una filigrana de emociones.

El quechua, esa lengua de los andes que cuyo significado no puede ser simplemente literal sino que envuelve una cosmovisión amplia y bella, es usada más allá del texto, es también un vehículo de reencuentro con la lengua materna que revive la memoria y hace más cercano el texto, más propio  y lo entreteje con claridad al cuerpo hecho acción.

“Desde mi experiencia, la persistencia y la terquedad son importantes para seguir en el oficio”, nos cuenta Julio, siendo estas herramientas vitales para ir mejorando y a veces cogiendo las propias dificultades del cuerpo como herramienta de desarrollo. Como decía el maestro Mario Delgado: “Partir de las dificultades, porque desde ahí se aprende mejor.”

El sudor del actor en escena no refleja solo el esfuerzo del momento, sino que cada gota trae la memoria de horas y horas de entrenamiento, ensayos, repeticiones que ayudan a fijar con organicidad cada acción y a la vez, también es la memoria de los maestros, de lo vivido, así como el paso por el Teatro de arte popular de San Marcos en 1978, por Raíces teatro con el maestro Ricardo Santa Cruz de 1981 – 1989 o los más de 27 años de Icaro teatro (1990-2018), el oficio de Julio Cesar Flores es forjado en el tiempo y cada gota de sudor se agradece.

Carmita Pinedo y Julio Cesar Flores son los pilares de Icaro teatro, que no solo se dedican a hacer obras, con las cuales han viajado a diversos países y festivales, sino también a compartir lo aprendido a través de la pedagogía dictando talleres, y siempre con la apertura de ir a donde los llamen y sientan el interés de aprender más sobre lo hecho en escena.

Miguel Gutti Brugman
Cusco, 4 de junio de 2018