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lunes, 4 de junio de 2018

Colaboración regional: AMARU, UNA Y MIL VOCES


Icaro Teatro

“La lucha por la dignidad del ser humano en todos los tiempos” es una las cosas que motiva a Julio Cesar Flores, director y actor de Icaro Teatro, para llevar a escena a Túpac Amaru, en “Amaru, una y mil voces”, uno de los padres de la Revolución Latinoamericana, pues su legado sigue reverberando en el cuerpo, en la memoria, a todos los dispuestos a prestar atención y tomar conciencia de nuestro alrededor; así, con la mirada afilada y el cuerpo listo, nos obsequia esta obra hecha con la finura de un artesano del oficio.

Hay obras, hay personajes cuyos proceso de creación nos remontan en el tiempo y hasta quizás a hechos casuales, si creemos en las casualidades… o quizás causalidades, o se asoman como “un Dios serpiente” desde un cofre donde se guardan tesoros que ayudan a la memoria a recordar; así nace esta obra, cuya primera inspiración surge de la lectura de  “A nuestro padre creador Túpac Amaru” de José María Arguedas, que esperaba en una cajita desde 1985, guardada por el Actor.

Contribuye también a su proceso de creación y acumulación sensible  la obra de teatro “Túpac Amaru vive” (2004 -2005) en Tinta- Cusco, donde es director y participan más de 200 actores. En 2012, participa en la misma obra como actor, bajo la dirección de Lucho Castro, reconocido director cusqueño. Pero en el 2013, el reencuentro con Wili Pinto, director de Maguey teatro, canaliza este proceso para la creación de “Amaru, una y mil voces”, encuentro de creadores que entrelazan acciones, imágenes, textos y memoria en una filigrana de emociones.

El quechua, esa lengua de los andes que cuyo significado no puede ser simplemente literal sino que envuelve una cosmovisión amplia y bella, es usada más allá del texto, es también un vehículo de reencuentro con la lengua materna que revive la memoria y hace más cercano el texto, más propio  y lo entreteje con claridad al cuerpo hecho acción.

“Desde mi experiencia, la persistencia y la terquedad son importantes para seguir en el oficio”, nos cuenta Julio, siendo estas herramientas vitales para ir mejorando y a veces cogiendo las propias dificultades del cuerpo como herramienta de desarrollo. Como decía el maestro Mario Delgado: “Partir de las dificultades, porque desde ahí se aprende mejor.”

El sudor del actor en escena no refleja solo el esfuerzo del momento, sino que cada gota trae la memoria de horas y horas de entrenamiento, ensayos, repeticiones que ayudan a fijar con organicidad cada acción y a la vez, también es la memoria de los maestros, de lo vivido, así como el paso por el Teatro de arte popular de San Marcos en 1978, por Raíces teatro con el maestro Ricardo Santa Cruz de 1981 – 1989 o los más de 27 años de Icaro teatro (1990-2018), el oficio de Julio Cesar Flores es forjado en el tiempo y cada gota de sudor se agradece.

Carmita Pinedo y Julio Cesar Flores son los pilares de Icaro teatro, que no solo se dedican a hacer obras, con las cuales han viajado a diversos países y festivales, sino también a compartir lo aprendido a través de la pedagogía dictando talleres, y siempre con la apertura de ir a donde los llamen y sientan el interés de aprender más sobre lo hecho en escena.

Miguel Gutti Brugman
Cusco, 4 de junio de 2018

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