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martes, 26 de junio de 2018

Crítica: CASA DE MUÑECAS PARTE 2


Una nueva oportunidad para Nora Helmer

Hace casi 140 años se estrenó una de las obas de Henry Ibsen: “Casa de Muñecas”, la historia  cuyo final dio pie al dramaturgo Lucas Hnath para la creación de Casa de muñecas Parte 2, donde se muestra cómo siguió el curso de Nora Helmer, personaje principal de ambas historias. En la obra de Ibsen, Nora abandona a su esposo y a sus hijos para poder encontrar quién es ella realmente; por otro lado, Hnath nos recrea el regreso de Nora después de al menos 15 años de su partida, trayendo como consecuencia una serie de encuentros con miembros de su familia.

Toda la obra transcurre en el recibidor de la casa Helmer, un lugar donde los adornos han sido descartados, en contraste con la obra de Ibsen, donde se hace hincapié en el ornamento del interior de la casa. Los vestuarios de los personajes fueron claves para este montaje, pues estaban construidos de modo que caracterizaba a cada personaje de manera específica. Incluso la elección de los colores fue atinado para darnos una imagen redondeada de la dimensión de los personajes. El ejemplo más significativo es el personaje de Nora, quien en esta obra llevaba puesto un vestido fino color verde jade o turquesa, con cortes rectos que le daban una imagen de empoderamiento apenas aparecía en escena.

La obra es una sucesión de conversaciones que dan la información suficiente al espectador para entender lo que sucede en la historia sin la necesidad de conocer la obra de Ibsen. La puesta en escena estuvo llena de movimientos y flujos en el espacio con dinamismo. Esto se vio acompañado por la construcción de los cuatro personajes en escena, logrando tener especificidad y, sobre todo, logrando diferenciarse entre ellos. Sin embargo, el personaje de Anne Marie (Violeta Cáceres), la nana de los hijos de Nora, comenzó la obra con un “cantillo” en su forma de hablar, un elemento distractor sin duda, sobre todo si se trata de la presentación de los personajes al inicio de la obra. Esa forma de hablar le quitaba verdad a los textos. En cuanto al personaje de Nora (Sandra Bernasconi), este era uno construido bajo un discurso ágil, pues fue posible ver en ella cómo la serie de hechos que ocurrían en escena iban afectando y dibujando su personalidad, sin dejarla como una víctima o como una agresora por las decisiones que ha estado tomando desde que se fue de aquella casa.

Casa de muñecas Parte 2 es una invitación a pensar en una relectura de la historia de Nora y de cómo esta hubiese podido continuar dentro del contexto que Ibsen impregnó en Casa de muñecas (parte 1, en este caso). Hay una serie de hipótesis claras del dramaturgo donde se quiere mostrar una serie de pros y contras ocurridos a partir de que Nora se marchó de su casa. Sin embargo, no ahonda en un arrepentimiento de Nora en relación a los actos que pudo haber cometido, sino que nos muestra a un personaje que asume sus decisiones y busca seguir haciéndolo. Esta obra termina dándome como espectadora una esperanza de que cada vez habrá más personas – no necesariamente mujeres- van a lograr dar aquel gran paso: poder ser responsable de las propias decisiones que tomen, sin tener que ser condicionados por patrones culturales o contextuales que limiten el derecho universal de decidir por uno mismo.

Stefany Olivos
26 de junio de 2018

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