La vida sobre la muerte
El mito de Romeo y Julieta se enfrenta
ante el público más sincero y exigente de nuestra Lima, en el bello Teatro de
Lucía. ¿Cómo se hace entonces para expresar aquel amor intransigente y trágico,
aquel odio vengativo y sangriento o aquella grandilocuencia?
Roberto Boyle asume el desafío, partiendo
la trama en dos zonas muy concretas. La historia de amor abrumadora, de
atmósfera onírica y tono realista junto a la jocosidad y alegría de los
personajes aledaños, que imparten movilidad y bufonada, rompiendo las
convenciones y capturando esa atención tan preciada, la de los niños en platea.
Es justamente este el mayor acierto de la
propuesta, el contraste y la armonía en que conviven los temas sensibles, como
la muerte, con las escenas amables que satirizan nuestra esencia como humanos.
Gonzalo Iglesias, encargado de Teobaldo y
Capuleto, plantea el momento más interesante y plástico de la puesta en escena.
Juega a una doble personalidad, acompañado de un títere desmedido, en una
confrontación entre sus dos personajes donde la acción/reacción es tan rápida e
inteligente que aparecen dos mundos en coalición, grato para el público y útil
dramáticamente, pues condiciona el salvajismo de Teobaldo al ver a Romeo, por
la sumisión ante su tío.
Cabe destacar la picardía de Renato
Pantigozo para tratar con el público; esos momentos de contraste de Alejandra
Saba como el Ama de Julieta, es una transformación gradual desde una mujer
proteccionista a una celestina encantadora; y Gianni Chichizola, asumiendo a Mercucio,
que se apropia de esa frescura que le es inherente, su construcción le permite
una libertad corporal que lo mantiene inestable e impredecible, además que
arriesga a jugar entre la escena y el público, siendo un punto de contacto muy
fuerte entre la obra y el que observa.
Por otro lado, la trama troncal aparece
reducida, se percibe una desconexión entre los protagonistas, un Romeo
apasionado, interpretado por Nahuel López, que trata de generar sus propios silencios
para hacerse sentir y una Julieta distendida, Alicia Mercado, que interpreta una
adolescente fresca, sin el peso de ese dilema por el que atraviesa. Este
desequilibrio resta coherencia al sacrificio final que ambos realizan y deja la
sensación de una llama que podría encenderse aún más.
Roberto Boyle propone finales alternativos,
la tragedia se detiene y Romeo y Julieta podrían no morir, los niños participan
en la decisión y se les induce a que la vida impere sobre todos. Interesante e
intrigante. Muchas cosas se construyen alrededor para no desarrollarse. El odio
no desaparece. El amor tampoco triunfa. ¿Y ahora qué ocurre?
Bryan Urrunaga
29 de junio de 2017