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lunes, 19 de junio de 2017

Crítica: NN12

La memoria del olvido

¿Cuánto pesa el olvido? ¿Cuánto cuesta recordar? ¿A qué nos enfrentamos con la incomodidad de una verdad? Estas interrogantes y otras tantas se plantean en la obra NN12, escrita por la dramaturga española Gracia Morales, cuyo texto obtuvo el XVII Premio de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de Teatro 2008 en España, presentándose en el Perú -bajo la acertada dirección de Martín Medina- en el teatro Racional.

En esta puesta se relata, con crudeza y realismo, una historia que ocurre en un lugar y momento inexacto; no obstante, alude a una época de opresión y absoluto irrespeto a los Derechos Humanos. Las desapariciones forzadas, crímenes de lesa humanidad, entre otros delitos que se han cometido a lo largo de la historia, atañen a cualquier país del mundo que haya padecido los desastres de la violencia que deriva de una dictadura política o el terrorismo. La trama gira alrededor de una mujer desaparecida hace 27 años, sin identidad y sin voz para contar qué sucedió, por qué y cómo terminó siendo una NN.

Con una contundente primera escena, engalanada con la aparición de Reynaldo Arenas (interpretando al teniente Ernesto N.), deja la intriga de aquello que irá develándose a través del propio relato de ese cuerpo, la NN12 interpretada con destreza y potencia por Patty Madueño; siendo pieza clave la investigación de una corajuda forense –interpretada finamente por Leticia Narvarte- quien busca darle un nombre y sobre todo un pasado a ese cuerpo que no puede hacerlo sin su ayuda. Por otro lado, un muchacho en la orfandad –interpretado por Miguel Agurto- quien sin saberlo está a punto de conocer su origen, a pesar que detrás del mismo se oculta una trágica realidad. Cuatro personajes cuyas vidas se entrelazan, interactuando en un mismo plano, los vivos y un alma que no tiene descanso.

Un perturbador pero necesario relato, para recordar que en nuestro país hubo un periodo de horror e injusticia, que inocentes o culpables (vidas humanas) se perdieron de una forma antinatural -si cabe el término- y esos hechos no pueden ser olvidados, que precisamente la memoria (encarnada en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y en cada uno de nosotros) hace posible que esto no se repita. NN12 comparte ese sentimiento de no callar, de no dejar historias a medias y vidas interrumpidas por actos radicalistas e ilógicos; logrando calar hondo en un espacio íntimo entre actores y público.

Una obra que en sus momentos culminantes, nos presenta a una NN (por fin con un nombre) quien refería que el olvido tomaba lugar por un trabajo constante, pues: “… al desaparecido hay que seguir desapareciéndolo día a día…”. Situación, que por un bienestar social y digno, no debe volver a suceder.

Maria Cristina Mory Cárdenas
19 de junio de 2017

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