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jueves, 27 de febrero de 2014

Entrevista: EMILY YACARINI

“El actor debe ser locamente creativo, disciplinado y versátil”

El Vigilante Enmascarado fue la obra producida por Plan 9 que ganó el premio a la Mejor Comedia o Musical del 2013 por la encuesta de El Oficio Crítico. Y una de sus jóvenes intérpretes, Emily Yacarini, fue elegida también como la Mejor Actriz de reparto. “Fue como en un abrir y cerrar de ojos”, responde cuando se le consulta sobre su primer interés en las artes escénicas. “Le dije a mi papá que quería estudiar teatro y éste aceptó de inmediato.” Empezó estudiando en la Escuela Superior de Arte Dramático de Trujillo, en donde le enseñaron grandes maestros, como Marco Ledesma, Jim Plücker, Carlos Jara, Fernando Bacilio y Stanislao Vigo.

Al llegar a Lima, Emily decidió seguir aprendiendo y cultivando su talento. “Estuve en el Taller de Formación Actoral de Plan 9 con David Carrillo y en el Taller de Formación Actoral de Roberto Ángeles”, menciona. Su primera obra profesional fue Sueños de un Seductor, escrita por Woody Allen y dirigida por David Carrillo. “La experiencia fue bastante gratificante y  confortable, a pesar de los nervios y tensión que sentía por ser la primera vez que trabajaba con actores de ese nivel y tan pronto. Pero ellos me dieron confianza y paciencia, sobre todo David, él es uno de los directores que deja al actor proponer y eso ayuda mucho”, agrega.

Las artes escénicas

Para Emily, un buen actor de teatro deber “ser locamente creativo, disciplinado y versátil”; y un buen director de teatro “es el ojo externo de los actores, e imagino que debe de ser  condescendiente,  creativo y  tener  buen humor.” Ella reconoce que trabajar en El Vigilante Enmascarado fue complicado. “En particular sufría mucho, trataba de hacer las cosas bien, pero por no saber cantar me frustraba. A veces me tranquilizaban diciéndome que David quería actores que puedan cantar y no cantantes que actúen.  Y  poco  a poco me fui cogiendo  de lo que  creo que hacía mejor, actuar.”

Durante el proceso de El Vigilante Enmascarado, a Emily le entró el bichito por el canto, por lo que se decidió a tomar clases para próximas oportunidades. Y sobre sus futuros proyectos, nos cuenta que se encuentra en la producción de una obra con un grupo de amigas. “Si todo sale bien, la realizaremos. Estamos en eso.” ¿Qué les recomendaría a los jóvenes que sienten inclinación por las artes escénicas y sus familias, no tanto? “Pues que si se rebelan, que hagan bien las cosas y sean los mejores, estudiando  y demostrando que esto también es una profesión”, concluye.  

Sergio Velarde
27 de febrero de 2014

Entrevista: ALEXA CENTURIÓN

"La improvisación te da frescura y espontaneidad”

“Me interesé en el teatro por la profesora que tuve en el colegio, Katiuska Valencia”, cuenta Alexa Centurión, ganadora del premio otorgado por El Oficio Crítico a la Mejor Actriz de reparto en Comedia en el 2013 por dos montajes: Opción múltiple, dirigida por Miguel Talledo; y Escuela vieja: todolo que quiso olvidar sobre la educación peruana, de Patricia Biffi. “Con Katiuska tuvimos química de inmediato y una gran relación de profesora-alumna”. Luego se preparó para estudiar Literatura pero terminó en el TUC (sus estudios duraron entre el 2004 y el 2008), y su proyecto final fue La Orestiada, dirigida por Jorge Guerra.

La docencia ya forma parte de la vida cotidiana de Alexa, quien lleva trabajando muchos años con niños y adolescentes en sus talleres de teatro en Coladecometa. “He hecho impro durante bastante tiempo. Trabajé con Sergio Paris en Ketó y hace poco estuve entrenando con La Mancha Impro. Toda una experiencia increíble”. Alexa considera a la “impro” como una herramienta que te da frescura y espontaneidad. “Es parte de mi entrenamiento como actriz, no lo dejaría de hacer”. Destacó también en las puestas en escena de La mujer sin memoria de César De María; Chicas Católicas de Casey Kurtie, dentro del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del ICPNA; y Electra/Orestes de Gisela Cárdenas. “Mi primer proyecto personal junto a Gonzalo Tuesta fue la obra Entrar y salir por el espejo, dirigida por Vanessa Vizcarra, en donde actuamos y producimos. También participé en Libertinos de Eduardo Adrianzén, dirigida por Oscar Carrillo”, recuerda.

El teatro y el cine

“Un actor de teatro debe tener disciplina, pasión por su trabajo y la capacidad devivir en el momento”, considera Alexa. “Creo que el talento es poder tener dos cosas: verosimilitud y versatilidad; hay muchas personas que tienen mucho talento, pero no lo explotan, por eso es importante el entrenamiento.” Por otra parte, un director de teatro debe “ser exigente y debe generar mucha confianza en sus actores”. Para Alexa, el director debe saber también cómo sacar lo mejor de un actor. “Cuando trabajé con Gisela Cárdenas en Electra/Orestes, yo entré como una esponja; ella se nutría de los actores, integraba cuerpo y espacio al montaje y sacaba lo mejor de cada uno”, recuerda.

Alexa tendrá un año bastante interesante, ya que estrenará en marzo la pieza ¿Quieres estar conmigo? de Roberto Ángeles y Augusto Cabada, dirigida por Sergio Llusera en el MALI; en junio estará en Campeones, dirigida por Fito Valles; y en octubre estará en Power off de Daniel Amaru Silva, dirigida por Renato Fernández. Y debutará en el cine el 10 de abril con la película La Cara del Diablo, cinta de terror de Frank Pérez Garland, ambientada en la selva peruana. “Considero esta experiencia como una de las mejores, he ganado cosas como actriz que me servirán para todo”, concluye la joven actriz.

Sergio Velarde
27 de febrero de 2014  

miércoles, 26 de febrero de 2014

Crítica: LO RARO

Homenaje a ese entrañable cine de terror

Por una brevísima temporada, la Asociación Cultural Plan 9 presentó un sólido y atípico homenaje para todos aquellos amantes del cine de terror y suspenso de antaño, a través de un montaje compuesto por seis episodios articulados por la presencia de un misterioso narrador llamado S. T. Tumba, con su obligatoria revista Fangoria en su bolsillo trasero. Lo raro, obra del mexicano Roberto Aguirre Sacasa (entre cuyos créditos figura la serie de culto American Horror Story) y dirigida por el siempre eficiente David Carrillo, puede confundir o hasta distanciar a aquellos espectadores no muy involucrados con su temática, pero que ofrece un puñado de historias entretenidas y ejecutadas en escena con mucho respeto por las fuentes de las que bebe.

Así como en las cintas Creepshow (1982) y La Dimensión Desconocida (1983) o como en la serie Cuentos de la Cripta (1989–1996), la puesta en escena de Lo raro traslada al teatro las conocidas antologías de terror, con algunas historias mejor logradas que otras, pero manteniendo el mismo macabro espíritu. El primer cuadro, titulado Bloody Mary, juega con las convenciones de las leyendas urbanas, con varios guiños a conocidas sagas del género, en medio de una conversación entre dos calenturientos jovencitos en una solitaria carretera; en Amor Insectoide, se hace un homenaje a la clásica cinta La mosca (1958) de Kurt Neumann; y en Una obrita sobre el bebé de Rosemary, a la capital película de Roman Polanski de 1968. En Pantano gótico, acaso el episodio menos logrado, la mezcla de lagartos antropófagos, vudú y zombis con desinhibidos chicos y chicas de los ochentas no termina de cuajar; en la hilarante secuencia Una mañana light, la planificación de un crimen por parte de una frustrada esposa, junta en escena a su obeso esposo con su amante vampiro. Finalmente, en la inexplicable secuencia Cenando entre superamigas, dos heroínas conversan sobre sus hazañas de antaño, alejándose del propósito mismo del montaje.

Como toda producción de Plan 9, la ejecución escénica es impecable y las actuaciones de Martín Velásquez y Valentín Prado (de El Vigilante Enmascarado), Alicia Mercado (de 8 mujeres), Óscar Meza (de ¿Qué tortura?), y Marina Gutiérrez (de Las mujeres y Wallace) son solventes, bien dirigidas por Carrillo. Como su propio director lo mencionó en una entrevista, esta obra nació por el deseo de este grupo de exalumnos por presentar un montaje en medio de las obras Dúo y la inminente reposición de La Fiaca en el Teatro Larco; Lo raro no supera a Confusiones, otra comedia episódica también dirigida por Carrillo en el Teatro de Lucía, pero sí se convierte en un sólido homenaje para todos aquellos fans que gozamos con las buenas historias de terror de aquellos “años maravillosos”, que acaso nunca volverán.

Sergio Velarde
26 de febrero de 2014

Crítica: CORDELIA DE PUEBLO EN PUEBLO / LA BANDA DEL MALANDRO

Doble función poniendo el dedo en la llaga

Dedicados exclusivamente a la participación en muestras y festivales, el grupo Pucayacu Aguaroja Teatro, integrado por egresados de la ENSAD, sorprendió a propios y extraños con su primera temporada doble, en la Sala Teatral Ricardo Roca Rey de la Asociación de Artistas Aficionados durante el mes de agosto. Las piezas elegidas fueron Cordelia de pueblo en pueblo, una adaptación del original del dramaturgo argentino Alberto Adellach; y La Banda del Malandro, una creación colectiva del mismo grupo. Ambas propuestas mantienen el tono de denuncia puro y duro, siempre escarbando en nuestras llagas sin cicatrizar, con el estilo tosco y directo que ha venido caracterizando al colectivo en sus anteriores montajes.

Presentada en la Muestra Regional Costa Centro 2010 en la ciudad de Ica, La más cara… fue una puesta en escena radical y experimental de los Pucayacu, con sus actores moviéndose ad libitum siguiendo una luz, a medio camino entre una performance improvisada y una búsqueda en vivo aún en proceso, sin una dramaturgia clara. Mucho más comprensible fue Bullying, estrenada en la Muestra Regional Costa Centro 2012, en la que se apreciaba un mayor grado de investigación y preparación, con una propuesta escénica violenta y creíble a la vez, que narraba las trágicas historias entrecruzadas de la víctima, su victimario y el indiferente, con música urbana en vivo y una atmósfera asfixiante y decadente.

Para su autodenominada I Temporada Roja 2013, Pucayacu se abstuvo de presentar tres montajes, debido a los problemas que tendría la sala por su dilatada duración. Los dos espectáculos presentados mantienen el estilo característico del colectivo: Cordelia de pueblo en pueblo habla del caos reinante en la sociedad, sirviéndose de la historia del quijotesco y veterano actor Lear, su hija Cordelia y el ingenuo Bufón, quienes deambulan por el espacio buscando un lugar para realizar su función. Encuentran estrafalarios personajes en el camino, como el excéntrico Profesor invidente y su asistente que responde al nombre de Bazofia, siempre rodeados por la miseria y la injusticia. Los personajes están bien delineados y la atmósfera decadente es salpicada por bienvenidos toques de humor, que mantienen la atención del espectador hasta el final.

La Banda del Malandro es una grotesca ópera-rock en toda su ley. El entierro de uno de los integrantes del grupo en cuestión, es la excusa escogida para perpetrar un espectáculo musical sui generis, compuesto por desenfadadas canciones en vivo con letras pesimistas, que nos hablan de los grandes males que afectan a la sociedad: el ansia de conseguir dinero, para ganar fama y así llegar al poder. Una escena en particular (la conversación entre un profesor y su alumno, en una pausa del concierto), revela el objetivo mismo de la puesta en escena: denunciar con mucho estilo, las grandes carencias que nos impiden progresar. El musical finaliza con la aparición de la mismísima muerte, que cobra su necesaria cuota de víctimas. A solo unos metros del Municipal y su Chico de Oz, Pucayacu Aguaroja Teatro culminó una contundente doble temporada, llena de imágenes chocantes e intensas, confirmando su compromiso en desnudar las lacras que nos aquejan como parte de una comunidad en vías de desarrollo.

Sergio Velarde
02 de setiembre de 2013
Crítica publicada originalmente en La Lupe #2 

martes, 18 de febrero de 2014

Crítica: DON DIMAS DE LA TIJERETA

La vigencia de Ricardo Palma

El Centro Cultural Teatro de Cámara repone este año, Don Dimas de la Tijereta, basada en la tradición de Ricardo Palma, dirigida por Rafael Sánchez en el Auditorio del Centro Cultural Ricardo Palma. Sus últimos proyectos estuvieron enfocados a llevar a escena textos de la dramaturgia universal, como El anfitrión (2012); o a presentar personajes históricos con fines educativos, como Pizarro: Crónica de traición y conquista (2013). Don Dimas de la Tijereta, estrenada en el 2012 en el Museo Metropolitano de Lima, regresa siguiendo la misma línea de los montajes anteriores: amables puestas en escena que buscan un sano entretenimiento sin mayores complicaciones.

Conmemorándose los 181 años del nacimiento de Palma, su tradición es harto conocida: el viejo y avaro escribano Don Dimas (Walter Huallpa), se enamora de la joven Visitación (María José Quiñones), que se aprovecha de la zalamería del viejo en beneficio propio, para beneplácito de la convenida tía Asunción (Mayra Loayza). El desprecio de la joven provoca que Don Dimas invoque al mismísimo Satanás (José Medina), ofreciendo su “almilla” a cambio del amor de la joven. ´Todo se resuelve en un juicio en el averno, con divertidos resultados. El mismo autor don Ricardo Palma (Rafael Sánchez) narra los acontecimientos y además, interactúa con los personajes.

La puesta en escena cumple con traducir con fidelidad la tradición escrita al lenguaje teatral. Está también acompañada con números musicales con voz en vivo (con la agradable presencia de Anaí Padilla), que se gozarían más graduando correctamente el volumen de la música. Las actuaciones son bastante correctas, destacando Huallpa y Medina, éste último encargado de varios personajes que resuelve con facilidad. La riqueza del lenguaje de Palma está también presente y la anécdota es comprensible y entretenida. Resulta positivo el esfuerzo de Teatro de Cámara por difundir nuestra literatura, con un digno montaje de Don Dimas de la Tijereta, que bien valdría la pena su visionado.

Sergio Velarde
18 de febrero de 2014

miércoles, 12 de febrero de 2014

Crítica: EL MALENTENDIDO

La incomunicación del ser humano

Notable filósofo y dramaturgo francés, Albert Camus escudriñó como pocos la condición humana. En sus imprescindibles obras, abordó con maestría lo absurdo en la conciencia del ser humano y su falta de comunicación, luchando también contra todas las ideologías, ya que éstas alejan al hombre de su propia condición. Es por ello que la mayor virtud del montaje de su autoría, El malentendido (1944), estrenado dentro del XIII Festival de Teatro Saliendo de la caja, sea el de haber respetado y valorizado su postura ideológica, a través de una triste historia, con ribetes de tragedia griega, en el que un hombre se propone reencontrarse con su patria y su familia olvidada, con un desgarrador desenlace que pone en evidencia la irracionalidad de las personas en situaciones límite.

Camus nos traslada a una humilde posada, regentada por Martha (una inspirada Pamela Gonzales, también jefe del proyecto) y su madre (sobresaliente Rebeca Ráez), en donde los huéspedes encuentran un trágico final, pues madre e hija los asesinan para quedarse con su dinero. Hasta dicho lugar llega Jan (un correcto Gabriel González) junto a su esposa María (Vanessa Geldres); él quiere hospedarse sin revelar su verdadera identidad, la de ser el hijo pródigo que vuelve a casa veinte años después; y ella, por su parte, no está de acuerdo con esta decisión y le recomienda anunciarse como el que realmente es. La fatalidad empieza cuando Jan decide hospedarse y su familia no lo reconoce; pero también se inicia este drama muy bien llevado, con mano firme, en el que este malentendido desencadenará una lograda atmósfera de tensión y suspenso.

El director Rodrigo Chávez acierta con despojar del escenario cualquier elemento innecesario, centrándose en la historia y en conseguir actuaciones verosímiles dentro del drama. A pesar de un inicio un tanto forzado, la actuación de Pamela Gonzales convence y sale airosa de la escena en la que enfrenta a María, tras descubrir la identidad de su hermano. Rebeca Ráez y Gabriel González le aportan una cuota de ternura a su relación en escena, justificando así la decisión final de la madre. Sin embargo, el trabajo de Juan Manuel Ochoa, como el silencioso criado que lo observa y sabe todo, no logra cuajar, inclusive llegando a estropear el final del drama con su intervención. La desesperación y el hondo vacío que deja la ausencia de Jan en las tres mujeres, es retratado con mucho esmero. El malentendido es un montaje muy digno, una tragedia moderna en toda regla, dirigido con precisión, que nos trae de vuelta a Albert Camus y el universo de la incomunicación y del absurdo.

Sergio Velarde
12 de febrero de 2014

martes, 11 de febrero de 2014

Entrevista: EDUARDO ADRIANZÉN

“Los años me han hecho reflexivo y cuidadoso”

El 2013 se caracterizó por el inesperado homenaje a Eduardo Adrianzén, uno de nuestros dramaturgos más reconocidos, con el reestreno de varias de sus obras: El Día de la Luna, en Teatro Racional; El nido de las palomas y Espinas, en el Mocha Graña; Cristo Light, en el Club de Teatro de Lima; y Azul resplandor, en el Teatro Renaissance de Sao Paulo, en Brasil. Su estreno absoluto fue La eternidad en sus ojos, en homenaje a los 60 años de vida artística de Sonia Seminario, obra ganadora de los premios de público y crítica de El Oficio Crítico. “Fue una casualidad total que se estrenaran tantas obras mías”, confiesa Eduardo. “Pero para mí, lo más feliz fue el estreno de Azul resplandor en Brasil, un montaje muy caro y en un teatro de primera categoría, y el estreno de la obra para Sonia, esas dos”.

Consultado sobre cómo observa su evolución como dramaturgo, habiendo visto tantas obras escritas a lo largo de los años, Eduardo comenta que “definitivamente ha cambiado mi manera de escribir, mi forma de abordar un tema; es algo lógico que los temas que me preocupan hayan cambiado, pero sí creo que los años pasan y me cuesta cada vez más abordar un texto”. Por ejemplo, afirma que Cristo Light la hizo con total “conchudez” y que le alegró que Espinas se sostenga tan bien en el tiempo, pero que si tuviera la chance, reharía El Día de la Luna y El nido de las palomas. “Los años me han hecho reflexivo y cuidadoso. Ahora tengo una actitud diferente, me tengo más cuidado, antes entraba al texto con mucha mayor facilidad”.

La eternidad en sus ojos

“Al escribir esa obra, puse todo lo que hacía mi promoción en los ochentas”, afirma Eduardo. “Tenías que vivir el día a día, en medio de apagones, coches-bomba y una gran recesión; tenías que trabajar y finalmente acostumbrarte, pues preferías no darte cuenta de lo que estaba pasando”. Eduardo no puede negar que fue un “niño privilegiado y un pequeño burgués limeño”, y que los que no pudieron aguantar, se fueron. “Desde mi perspectiva, buscaba ser lo más feliz posible. Aguanté, me saqué la mugre, todo por llegar a ser feliz”.

Eduardo ya conocía a Sonia Seminario, que trabajaba en televisión con la telenovela Mujeres que trabajan en 1975. “Le daban el papel de mala, pero ella siempre caía simpática y graciosa”, recuerda. “La vi en el teatro de la Alianza Francesa, junto con su hija Ximena Arroyo, en El zoológico de cristal; me encantó su trabajo, y luego nos hicimos amigos al grabar la serie Los de arriba y los de abajo”. Sobre Ximena, Eduardo tiene palabras elogiosas. “Ella es una actriz estupenda; todo el montaje fue una gran satisfacción para mí, se pudo hacer algo que salió muy bonito”.

Sobre la dramaturgia

Eduardo no solo destaca en obras de ficción, sino también cuando aborda temas históricos, con personajes anclados en la realidad. Así llegaron a escena Demonios en la piel (2008), sobre el cineasta Pier Paolo Passolini;  Heraud: el corazón volador (2009), co-escrita con Claudia Sacha, sobre el poeta Javier Heraud; y Sangre como flores (2011), sobre el poeta y dramaturgo Federico García Lorca. “Investigo y leo un montón”, reconoce. “El trabajo de García Lorca fue el que más me costó, considero que fue muy osado de mi parte el tratar de escribir como Lorca”. Sobre Demonios en la piel, sostiene que es la historia de estos tres figurantes  y de la búsqueda de la belleza en medio de lo más sórdido. “Para la obra de Heraud, me contacté con su hermana Cecilia y le envié el texto para que me dé el visto bueno, por respeto a su familia”.

Sobre el tan mentado "despegue" de la dramaturgia el año pasado, según nuestro Decano de la prensa escrita, Eduardo afirma que “solo está demostrando que existen editores o diagramadores  a los que les pesa el trasero para buscar fotos de obras de autores peruanos, para ilustrar una nota cuyo contenido sí era interesante; desde hace diez años que se hace bastante dramaturgia peruana, con el trabajo que se hizo desde el Teatro Nacional, a cargo de Ruth Escudero”. Por otra parte, Eduardo considera que la televisión sí ha retrocedido 20 años, por los problemas de censura que tuvo que enfrentar. “En los noventas, teníamos una mayor libertad creativa”.

Entre sus múltiples proyectos para este año, Eduardo estará participando en la producción de Japón, obra teatral escrita por Víctor Falcón y dirigida por Carlos Tolentino, que se presentará en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) de Miraflores. También estrenará su obra ganadora del Festival Sala de Parto, llamada Cómo crecen los árboles, en el MALI con la dirección de Gustavo López Infantas. Y por último, una obra cuyo tema es el modelo “moderno” de la educación universitaria, con el grupo de teatro Ultramar, bajo la dirección de Ximena Arroyo.

Sergio Velarde
11 de febrero de 2014

domingo, 2 de febrero de 2014

Entrevista: SEBASTIÁN REÁTEGUI

"La idea no es copiar a otro actor, es crear sobre tu investigación"

Una de las gratas sorpresas que nos trajo el 2013 fue la conmovedora actuación del joven actor Sebastián Reátegui, dándole vida a Joseph Merrick, enfermo de neurofibromatosis con deformaciones por todo el cuerpo, en la puesta en escena de El Hombre Elefante, dirigida por Joaquín Vargas. Su lograda interpretación le valió el premio de El Oficio Crítico como el Mejor Actor en la categoría de Drama. “Y eso que yo quería ser en un inicio intérprete de idiomas”, recuerda. “Una profesora de mi colegio (el Humboldt) me dijo que debía hacer algo creativo, así que aproveché mis últimos años para llevar todos los talleres que pude relacionados al teatro”.

En el 2006, con solo 17 años, llamó a su madre (la destacada periodista Mónica Delta), que en ese entonces vivía en Estados Unidos, para comunicarle que quería ser actor de profesión. “Luego de una pausa me dijo que vaya para allá a estudiar, y unos días después ya estaba asentado en Maryland”, recuerda. “Cuando llegué, ya se había pasado la fecha de postulación a la universidad, así que me dediqué ese primer año a llevar talleres de actuación”. Sebastián tomó clases de teatro musical y de principios de actuación, para después ingresar a la Universidad en Maryland, en donde siguió estudios de Teatro y Literatura Alemana.

De regreso al Perú

Sebastián no había decidido volver al Perú, pero su pasaporte europeo debía ser renovado. “Así que volví a mi país y empecé a relacionarme con amigos actores, entré al taller de Prelu­dio y después al de Alberto Ísola, y así me fui quedando, chamba tras chamba.” Joaquín Vargas lo llamó por una recomendación, para tener el papel protagónico en El Hombre Elefante. “Al inicio marcamos la obra sin construir mi personaje, sin fisicalidad; después de un mes, cuando ya teníamos todas las emociones y sentimientos adecuados, me dijo que creara algo. Así que me puse a investigar, a buscar, a leer, hice mucha investigación. Vi la película de Lynch por curiosidad, pero la idea no es copiar de otro actor, es crear sobre tu propia investigación”.

Para Sebastián, un actor de teatro debe “ser sincero consigo mismo, tener un compromiso con su trabajo, y tener pasión por aprender cosas siempre”. Y un buen director debe “creer que el teatro es un trabajo y no un pasatiempo, debe escuchar y recibir las propuestas de los actores, y además, tener la habilidad de socializar con el grupo”. Entre los proyectos que tiene Sebastián para este año, figuran una temporada en el Británico con la obra Todos eran mis hijos de Arthur Miller, su participación en la cinta F-27 de próximo estreno, y un proyecto de televisión. “Cada personaje que hago lo trabajo mucho; la investigación es muy importante: está bien crear algo nuevo, pero siempre teniendo una base”, concluye.

Sergio Velarde
02 de febrero de 2014