Siempre es hoy
Una
pieza de teatro no necesita ser presentada, basta con ser representada. (Eugéne Ionesco)
El teatro es efímero como un suspiro, como
el hoy, que apenas al comenzar ya ha empezado a morir. Es por eso que se le
hace tan escurridizo a quienes tratan de contenerlo en libros, retratarlo con
palabras y hacer reseñas, que siempre serán injustas ante la convivencia
teatral, injustas a lo que se vive realmente entre el actor y el
espectador.
Ante la imposibilidad de poder contener su
magnitud en papeles, los historiadores, han preferido recopilar la dramaturgia que,
si bien es el género literario para la representación, no es el hecho escénico.
Es por eso que, en las escuelas, si tenemos la suerte de estudiar algo de
teatro, nos enseñarán la historia teatral desde la dramaturgia, influencias y
repercusiones de la palabra escrita; pero sobre el suceso de la representación,
solo tendremos breves reseñas y descripciones sobre la forma de los escenarios,
sobre los vestuarios, o la condición socio-política de los actores.
Las voces de los creadores escénicos
parecen perderse en el devenir histórico, parecen estar supeditadas a la voz
del dramaturgo, al mensaje del escritor, de ese gran hermano que, desde el
pupitre, funge de titiritero y dicta desde la palabra escrita qué es lo que hay
que decir, cómo hay que decirlo, qué debemos cantar, cuándo entrar, cuándo
salir y hasta de qué color pintar las paredes de la escenografía. ¡Nada más
alejado de la realidad!
El teatro de texto ha reducido, en ciertos
casos, al actor a un mero recitador obediente; y al director, a un intérprete
enmarcado en el deseo del dramaturgo. Al proceso creativo en una decisión de
entonaciones, entradas-salidas, vestuario y escenografía.
Grotowski define el teatro como la relación
entre el actor y el público, relación real, vivencial y sobre todo, humana.
Cada relación humana implica conocimiento, saber de alguna medida y de alguna
forma quién es el otro, un deseo de conocerlo y de estar al tanto de lo que le
pasa. Conocer a nuestro espectador, salir a su encuentro, interesarnos por él,
es un paso importante en el teatro.
Es cierto que la genialidad de los
dramaturgos reside en inmortalizar lo común a todo el género humano, en la
elaboración de sus tramas universales, pero ¿qué sabrá el tal William Shakespeare
de la Arequipa de los dos mil diecinueve? ¿Qué demonios sabe Brecht de nuestro
preciso contexto sociopolítico? ¿Qué conoce Sófocles del público que nos viene
a ver al teatro hoy? ¿Qué de sus necesidades, dudas, virtudes y falencias?
La respuesta es evidente: nada; del hoy,
esos señores, por muy brillantes que sean, no saben nada. Es por eso que el
creador escénico “del hoy” debe hablarle a la gente “del hoy”.
Muchas veces los grandes clásicos, la
dramaturgia nacional y local nos ayuda para hablar “del hoy”, pero cuando no
basta, cuando no es suficiente, el creador escénico se ve en la obligación de
empezar a tramar, extraer, quitar, poner, crear desde el escenario y faltarle
el respeto, de cierta manera, al dramaturgo. Y no solo en cuanto a temas de
fondo, si no, sobre todo, en temas de forma.
Laura Silva, maestra Argentina en
Shakespeare, dijo una vez: “La mejor manera de honrar a Shakespeare hoy, es
faltándole el respeto, que es algo que él también hacía”.
No hay forma de llevar a Shakespeare a
escena hoy, por poner un ejemplo, sin enmendarle la plana. Para empezar, sus
obras de teatro estaban dirigidas para un público que podía entregar medio día
de su vida a la contemplación teatral, era además un público acostumbrado a la
palabra que podría de disfrutar de la recitación del parlamento con completa
atención.
El dramaturgo puede pensar en perdurar en
el tiempo mediante la palabra escrita, pero para el creador escénico, siempre
es hoy.
Sobre la puesta ¡Bien macha!
Teatro del tercer piso es un colectivo
teatral que llevó a escena “¡Bien macha!”, un tramado escénico, un tejido audaz
de “La mujer errante” de Aarón Carrasco y “Cercados” de Grégor Díaz.
“¡Bien macha!” es una pieza que denuncia el
acoso laboral, en ella podemos encontrar las distintas voces que la componen;
por un lado, la de los dramaturgos con su pluma; y por otro, con mucha
potencia, la voz de quienes la encarnan, que dan vida con potentes actuaciones,
a este breve, pero sustancioso trabajo.
El tramado es ágil, no necesita mucha
explicación y nos remite de manera precisa a la problemática de la obra:
mujeres cercadas, acosadas, por alguien que ostenta una mejor posición, y de
quien dependen para seguir obteniendo el sustento económico, mujeres de
distintos lugares que convergen, por desgracia, en la misma situación. La obra,
creada desde la colectividad, nos da una estética minimalista, con bastante
plástica, que nos permite centrarnos en la trama ya antes mencionada.
Al apreciarla pude disfrutar la frescura,
tanto del trabajo, desprovisto de pretensiones, como de las actrices que
prestaban su cuerpo y voz a la denuncia. A pesar de ser un tema de alta
tratativa en el teatro local, Teatro del tercer piso ha sabido darle un nuevo
enfoque, un nuevo punto de vista que mantiene vigente la vieja denuncia.
Es insulso para mí seguir ahondando en
belleza de la estética de la obra, o sobre el impacto de los textos dichos en
escena, o sobre la potencia de las actuaciones, pues nada de eso es tan
importante como el fondo y la motivación que este grupo ha llevado a las
tablas. Simplemente, diré que la puesta en escena es tan pulcra y bien lograda
que uno no tenía más que hacer que centrarse en el tema que nos reunía a todos
los espectadores ahí, la contemplación y la catarsis.
Posterior a la obra se realizó un
conversatorio con el público, en el que los creadores pudieron hacerse cargo de
su puesta en escena y confrontarla con el espectador y sus opiniones. Los
valiosos comentarios vertidos sirvieron para revalorizar lo sucedido, la
empatía de las mujeres en la sala, que relataban con valentía haber sufrido
situaciones similares a las observadas en la obra nos hace saber que el tema,
lamentablemente, es actual y vigente, y que puestas en escena como esta son
necesarias, no solamente por su tratamiento estético, o por el valor de encarar
un proceso teatral desde la grupalidad creativa, sino porque nos gritan en la
cara que eso que vemos en el escenario está sucediendo hoy, y que hoy, desde el
teatro, debemos afrontarlas.
¡Hoy!
Bien macha
Ficha técnica y artística
Dirección colectiva
Dirección artística: Erick Alpaca
Elenco: Alexandra B. Montesinos, María
Alejandra Márquez, Sol Montalván.
Facilitador escénico: Diego La Hoz
Cesar Mauricio Rodriguez-Camargo
Arequipa, 4 de diciembre de 2019