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viernes, 6 de diciembre de 2019

Crítica: MISKY


Hilarante defensa de nuestra identidad

Acaso la técnica clown sea una de las herramientas más efectivas con las que cuenta el actor para entretener, pero también es una de las que lo despoja de aquella “máscara” de protección, indispensable para muchos, y así enfrentarse a su verdadera personalidad, transitando por el camino hacia su interior. Reírse de uno mismo, aceptarse tal como se es, con defectos y virtudes, sabiendo que estos mismos son, finalmente, juicios de valor que tanto ellos como nosotros hemos llegado a aceptar. El clown debe mostrarse tal como es, permitiendo al espectador ver su real humanidad y estar evidentemente conforme y feliz con ello. Justamente, uno de los últimos espectáculos clown estrenados fue Misky, un muy efectivo unipersonal en el que la actriz y clown Hilda Tovar hurga en sus propias raíces, sacando varios personajes del sombrero, tomando como punto de partida nuestro mestizaje del que, increíblemente en pleno 2019, todavía alguna gente reniega.

Misky (“Dulce” en quechua) es el nombre de la joven payasa que sale de su barril para narrarnos, a su particular manera, su “viaje a la semilla” en medio de un set de televisión. Tovar y su novel director, el muy inspirado actor y clown César García, toman una de las principales taras de nuestra sociedad, como lo es la discriminación racial, para que sirva como el disparador de una secuencia de hilarantes rutinas, en las que Tovar se luce como una de las más divertidas clowns en actividad. Incluso los yerros en escena, ya sea provocados o espontáneos, son aprovechados por la artista en beneficio de su espectáculo. Destacan la interacción con el público en los momentos justos, los distintos bailes típicos con los que matiza sus escenas, y un sentido homenaje a su “mamicha” Silvia y al irremplazable actor y performer Alberto Nué.

Con una efectiva producción y puesta en escena en la Paya Casa de Barranco, Misky cumple largamente con los requisitos indispensables para calificar como sólido espectáculo clown: divierte sin parar durante toda su duración y enfrenta a la intérprete con su mundo interior (al mismo tiempo que al espectador con su realidad), dejando como mensaje la importancia de saber reconocerse y valorar su propia identidad. Los esfuerzos de Tovar y García, que mencionan en el programa de mano duraron cerca de nueve meses, dieron sus muy merecidos frutos y pueden todavía madurar mucho más; especialmente, en una sociedad como la nuestra, en la que es tan recurrente subestimar, denigrar y burlarse de nuestras propias raíces. Misky enseña, entretiene y sorprende, a través de su entrañable ingenuidad y de su férrea valentía para defender sus orígenes.

Sergio Velarde
6 de diciembre de 2019

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