La comedia en los personajes, el drama en la obra
Hasta las patas es
una obra que expresa con gran detalle las desventuras y padecimientos de un
actor dentro de la habitación de un hospital, previo a una operación. Esgrime
claramente una postura respecto a un sistema de salud deplorable y propone de manera
dramática, aunque por momentos cómica, una lección de vida. Con carácter aleccionador,
esta obra brinda ciertas reflexiones gracias a un grupo de actores que han logrado
expresar a sus personajes a través del compromiso máximo que se puede tener para
un papel. Si algo hay que observar con mayor detenimiento, son las limitaciones
en cuanto al texto y la dirección, pues no ayudan a explotar el entero
potencial de la obra, y tampoco de sus actores.
Si bien la obra se vende como una comedia, muestra con mayor
énfasis las cargas dramáticas del personaje principal, su sufrimiento a raíz de
su accidente, cortes reflexivos con música e iluminación acorde a ello, por lo
que el sentido de comedia pasaba a un segundo plano.
Lo personajes, por otro lado, sí marcaban un sentido de
comedia por medio de arquetipos, gestualidades grandes, y reaccionen o
expresiones llevadas a ciertos extremos. Cada actor expresando con gran
particularidad a cada personaje, dándoles características muy humanas y
divertidas de ver. En ese sentido, sí hubo una buena dirección de actores en lo
que respecta a la construcción de los personajes, y un trabajo minucioso para
poder darle las particularidades necesarias a cada uno, pero también para que
sean capaces de relacionarse entre sí y construir las escenas de la obra. Los momentos
más significativos de la obra se dieron precisamente gracias al sentido de unidad
que expresaban los personajes, respecto a la situación en la que se
encontraban.
Ese mismo enfoque fue el ausente en la construcción de
escenas, faltó ritmo, saber aprovechar la energía de ciertos momentos, no
alargar los discursos, y ser más concisos en cuanto a las reflexiones. Daba la
sensación de que se intentó recrear un momento exacto de la vida misma, y eso
en escena es imposible, y corre el riesgo de hacer un producto tedioso. La
reflexión se anticipó a la expresión de la vida de estas personas. Al final, la
obra se puede vender como una comedia gracias al trabajo en la construcción de los
personajes, pero cala más el sentido de drama. No haberse anticipado a la
reflexión (sabemos desde un inicio que el personaje principal partirá de una
idea para llegar a otra) hubiera ayudado, quizás, a romper un poco con los
esquemas que presenta la obra, y hacerla un producto más fresco, en efecto, más
cómico.
Omar Peralta
28 de setiembre de 2024
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