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domingo, 28 de enero de 2024

Crítica: EL SUPLENTE


Celos y traición tras bambalinas

Las incidencias dentro de los ensayos y estreno de una obra teatral no dejan de tener interés, incluso para aquellos ajenos al mundo de las artes escénicas. Muchos espectáculos han salido airosos al presentarnos algunas facetas de la creación teatral, como la injerencia de la dirección sobre la dramaturgia del espectáculo, en Al pie de la letra; las vicisitudes de nóveles actores en formación para presentar su obra, en Mi primer montage; o el estreno de piezas teatrales en lugares poco convencionales, en Frenesí. En esta ocasión, El suplente, escrita y dirigida por Miguel Ángel Zegarra, aborda un aspecto poco conocido, al menos en el ámbito teatral independiente, como lo es la presencia de actores suplentes en un montaje y sus deseos de alcanzar la fama.

Y es que no se estila en nuestro medio trabajar con suplentes; incluso, ante alguna eventualidad se cancela la función (o la temporada) o se busca un reemplazo de último minuto. Sin embargo, en otras latitudes sí es cosa común, por lo que no resulta difícil el imaginar el escenario de esta pieza de formato breve presentada por Nocturna Producciones, en el marco de la temporada de Piso 1. De manera ingeniosa, el público espectador está ubicado detrás del telón, en donde dos actores, el titular y el suplente, tienen una violenta discusión, cuando el segundo pretende subir de jerarquía y estrenar él la puesta.

En escasos quince minutos, Zegarra no tarda en arrancar el drama, sirviéndose del talento de los dos intérpretes (Duncan Torres y Ralph Günther) para hacer creíble esta historia breve de celos, frustración, envidia y competitividad, quien bien podría aplicarse a cualquier ambiente laboral. Aunque es bien sabido que los artistas tienen muchas veces su sensibilidad a flor de piel. El suplente mantiene el buen ritmo y el interés durante su ejecución in crescendo y nos muestra aquel lado oscuro del quehacer teatral: cuando nuestras metas más anheladas se cruzan con los egos inflados, dentro de un medio en el que no necesariamente existe igualdad de oportunidades. Y es que suplente es suplente, porque quiere (¡!).

Sergio Velarde

28 de enero de 2024

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