Páginas

martes, 30 de enero de 2024

Crítica: ENTRETEJER-ME


Cómo nuestros ancestros tejen un camino para nosotros

Aprendemos a amar a quienes nos rodean, a quienes nos acogen en su tribu, más allá de lo sanguíneo; es la valoración que nos dan, el que nos hagan sentir que pertenecemos a algo más grande. Eso le va dando un sentido a nuestra existencia; nuestra primera tribu es nuestra familia, quienes insertan en nosotros creencias que vamos haciendo nuestras y mientras vamos desarrollándonos eso, se conforma nuestro “yo”, creencias y costumbres ancestrales, que hacen que forjemos una identidad, nuestro árbol genealógico, ese sentido de pertenecer a una tribu y que somos parte importante de aquel árbol. Generación a generación las ramas van creciendo; no obstante, como es natural, las ramas más antiguas van cayendo. Porque pertenecer a una tribu es reconocer que hay miembros de ella detrás de nosotros que morirán, y eso trae dolor, aquello que no queremos mirar, pero que le da sentido a la vida y a la tribu: la muerte.

En el marco del 23° Festival Saliendo de la caja, evento organizado por los estudiantes de la especialidad de Creación y Producción Escénica de la Facultad de Artes Escénicas (Fares) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, se presenta la pieza teatral Entretejer-me, dirigida e interpretada por Sofía Cuadros, que nos cuenta su propia historia y cómo vivenció su tránsito por la muerte de sus abuelos y su querida mascota; es una historia sobre el duelo y los recuerdos, que nos lleva a reflexionar sobre aquellos que nos antecedieron y su legado. Sofía les rinde un homenaje con mucho amor y naturalidad, desnudando su alma por completo para nosotros, mostrando lo más sagrado para ella y dedicándoles toda su carrera en artes escénicas.

Lo realiza con una escenografía muy sencilla, que consiste en un fondo donde se proyectan fotos antiguas, recuerdos y la preparación de aquella puesta en escena. A destacar los hilos de lana roja, que casi la enredaban al inicio de la pieza, pero conforme pasaban los momentos casi llegados al final, la lana roja es recogida y desenredada; lo que podría significar, como en este caso, a través del espacio escénico, se logra encontrar un sentido para entender o intentar entender la muerte y que el amor que sentimos por las personas que amamos jamás irá a ningún lado. El arte finalmente es también reparador. Recomendable.

Manuel Trujillo

26 de enero de 2024

No hay comentarios:

Publicar un comentario