Una invitación a sentirnos infinitos
Salimos. Caminamos, claro, algunos saltan
para no pisar las rayitas de las veredas. Pero algunos las vemos de reojo y
hasta las pisamos. Giramos la cabeza hacia la derecha. Y observamos que nos
conducen hacia una puerta con un largo sendero. Tal vez nos lleva a interactuar
con una persona, cambiar nuestro trabajo por el que más quisimos o conocer
lugares que nunca imaginamos que existían. Nos invita a abrir una nueva
oportunidad, una nueva puerta. ¡Sí! Hacemos caso al dios de la impro y la
tomamos. Alistamos las maletas y nos vamos hacia Ibiza. Encontramos nuestro
asiento en el avión, pero ¡oh!... nuestro entorno nos impide. No llegamos ni a
colocarnos los cinturones de seguridad. En fin, la puerta del cielo se queda
entreabierta; y en un futuro no muy cercano decidimos abrirla, pero ya todo
habrá cambiado.
La
puerta del cielo es una obra de teatro escrita por
Alfonso Santistevan. En esta ocasión, la producción del montaje estuvo a cargo
de CABAC TEATRO y la dirección de Eliana
Zapata Quiñones. Además, los personajes fueron interpretados por Manuel
Calderón (Javier adulto), Ebelin Ortiz (Mercedes), Ricardo Velásquez (Manuel
adulto), Vanessa Zeuner (Rosa joven), Christian Suito (Javier joven) y José
Gómez (Manuel joven).
Santistevan, en su texto, sitúa a Javier
(Calderón) en una vida acomodada; sin embargo, no lo tiene todo. Así, regresa
al barrio más festivo de La Victoria para recuperar el tiempo más feliz de sus
20s o tal vez, de su vida. El dramaturgo escribió la obra para un montaje
presencial. No obstante, los intérpretes decidieron adaptarla al tecnovivio. En
ese sentido, lograron transmitir la esencia del texto a través de las nuevas
tecnologías.
El montaje se transmitió a través de la
plataforma YouTube. Las escenas exteriores fueron grabadas con antelación; las
situaciones dramáticas exteriores, en vivo. Sobre esto, las transiciones entre
escenas fueron marcadas por disrupciones técnicas. Además, la posición de las
cámaras de los actores y actrices, en algunos casos, no alimentaba lo que
deseaba comunicar la directora. Sin embargo, el mensaje, a nivel dramatúrgico,
adquirió sentido en el desarrollo de la obra.
Los actores y actrices cumplieron su rol de
agentes actuantes. La interpretación de cada uno estuvo dentro del lenguaje
naturalista, tal como demanda el texto. No obstante, los lugares donde habitan los
personajes no presentaban uniformidad. Es decir, la atmósfera que deberían
complementarse entre el lugar y situación dramática solo estaba cubierto por
los entes actuantes.
La
puerta del cielo presenta varios temas como la añoranza
al lugar feliz, la salsa, las tensiones políticas, las costumbres y los
prejuicios sociales. En el caso del montaje, Zapata acentúa en el regreso a
esas aspiraciones incumplidas. Esto se observa con la pregunta enfatizada “¿Qué hay detrás de esa puerta?”
realizada por Javier. Dicha cuestión no es gratuita, ya que resume el abandono,
arrepentimiento y regreso a las convicciones o deseos más profundos del
personaje principal. Según Sanchis Sinesterra, dramaturgo español, al personaje
se le conoce no por lo que desea ganar, sino por aquello que sacrifica. En ese
sentido, la situación de Javier resulta ser dramática, porque apuesta todo lo
que tiene para regresar al lugar feliz, a descubrir qué había detrás de esa
puerta. Justamente, su renuncia al status quo es lo que humaniza a este
personaje, pues todas las personas alguna vez hemos tenido que “perder” algo
para volver al lugar donde alguna vez nos sentimos infinitos o dichosos. Eso
nos identifica.
La propuesta de valor de la productora
parte desde un viaje por su sitio web hasta un conversatorio entre intérpretes.
La experiencia resulta digerible para todo público por su simplicidad y rapidez
en la accesibilidad. Sin embargo, la obra, como producto, no termina de humanizarse,
pues cortaron la interacción entre los creadores y el público. En ese sentido,
es distinto interactuar de manera escrita que entablar una conversación con los
hacedores del hecho teatral. Un diálogo entre emisores y receptores acerca y
evita que perdamos la esencia del teatro: la recordación de que somos seres
humanos.
En resumen, el espectáculo de CABAC TEATRO es una propuesta que nos
invita a volver a abrir puertas que alguna vez abandonamos. Como toda obra de
arte, es un trabajo que aún podría explorarse y humanizarse más, pero resultan
aprehensibles los temas de la obra.
Elio Rodríguez
16 de enero de 2022