“Mi trabajo como actor lo complemento cuando enseño,
produzco y aprendo”
Xauxa (2019), excelente creación colectiva de la Casa del Tespis,
fue uno de los contados casos de espectáculos teatrales en los que tanto
montaje, dirección y la totalidad de sus actores fueron nominados por Oficio Crítico.
Justamente, uno de sus intérpretes, Rodrigo Rodríguez, consiguió la mención del
jurado como el mejor actor de reparto en Drama por la mencionada obra. “Hace
muy poco que me enteré que uno de mis tíos abuelos por parte de mi mamá fue
pintor”, comenta consultado sobre su vena artística. “Pero empecé a dedicarme al
teatro como algo que yo pensé me podía ayudar a sacar la valentía dentro de mí,
en los talleres del colegio”. La primera vez que Rodrigo recuerda haber tenido
su primera experiencia teatral en el escenario fue a los seis años, durante una
presentación de temática rock en su colegio de Arequipa. “Yo no recuerdo qué
era lo que hacía exactamente, pero sí me acuerdo que antes de entrar a escena
recibí polvos pica pica dorados para pegármelos en la cara. Cuando entro al
escenario, todos bailaban y hacían coreografías. Yo pasaba entre ellos, me movía
como loco hasta que, al final de la música, salté y abrí las piernas. Suenan
los aplausos y yo busco la mirada de mis papás. Hay una foto de ello. Qué loco”.
Vocaciones iniciales
“Nací en Lima, pero a los dos años toda la familia se mudó a
Arequipa”, recuerda Rodrigo. “Y ya en el colegio acá en Lima, en Cuarto y
Quinto de Secundaria, hice teatro para socializar y hacer algo que pudiese
llamar la atención suficiente, para sentirme bien frente a toda esta tensión de
no poder relacionarme con facilidad. Imagino que era parte de las inseguridades
que uno tiene como adolescente como el de pronto poder cumplir un rol que fuese
suficientemente importante en tu vida. En este caso, el teatro me lo daba”. Esos
años, las profesoras de teatro de su centro educativo fueron Paloma Yerovi
(actriz) y Amanda San Martín (directora audiovisual), con quienes hizo Romeo y
Julieta, en el que personificó a Mercuccio y El crédito de Yerovi, respectivamente.
“Hacer de Mercuccio fue increíble. El hecho de interpretar a un personaje tan
honorable y que muera en escena, era digno de reconocimiento. Fue gracioso.
Cuando vi a mis compañeros alrededor con sus caras tristes y trágicas pensé por un momento que en verdad me estaban
llorando. Me parecieron tiernas sus miradas también. Me sentí bien”.
La crisis vocacional que puede afectar a los jóvenes no le
fue esquiva a Rodrigo, quien estudiaba Administración de Servicios en una
universidad limeña. “Entré al teatro, huyendo de una carrera que estudié durante dos años. Me di cuenta que no
era lo mío. Traté de negociar con mi papá y buscar otra carrera”. Luego de
cuatro meses de insistencia, el padre de Rodrigo lo escuchó. “Le dije que esta
carrera que ofrece la Católica (TUC) tiene cursos en los que creo que me puedo
desempeñar mucho mejor que en la otra universidad y mi viejo, harto, me dijo: 'Inténtalo,
pero si jalas es porque no tienes madera de artista'. Y te regresas a terminar
la otra carrera”. Pero además tuvo que decirle que también tenía que entrar en
una academia. “¡Papá se molestó! Ahora me da risa. Bueno, me dijo que la
academia la pague mi madre. Y ella, que ya me había acogido mis dudas por una
carrera o la otra, me apoyó. La angustié mucho, estoy seguro. Y le agradezco a
ella haber aguantado. Así pude dar el examen académico y artístico. De hecho
hay alguien que aún no menciono: mi amigo Paul Garavito. Gracias a él pude
rendir mucho mejor el examen académico. Nos quedábamos varias horas en su casa.
A él le agradezco siempre que me asesorara y eso que ambos éramos estudiantes
del mismo salón de esa academia. Sin embargo, incluso durante la carrera, no
estaba seguro de lo que quería, porque finalmente estaba huyendo de otra”.
Lamentablemente, en su cuarto ciclo, Rodrigo desaprobó un par de cursos principales,
como parte de la crisis que venía arrastrando. “Entonces un amigo (Giancarlo
Magro, psicólogo) a quien considero como mi mentor, me ofreció un 'colchón'. Se
ofreció a darme clases particulares de teatro. Él me inspiró porque también lo
vi actuar y lo hacía genial. Me ofreció trabajo como mozo en su restaurante.
Fue arduo. Era verano y aprendí haciendo de todo: parqueaba, limpiaba, mostraba,
jalaba gente, etc. Yo no tengo ningún problema con esto, más que el roche de haber
jalado esta carrera y dedicarme a otra cosa. Te angustia pensar que te estancarás
en algo que no te gusta. Pero, ¿sabes? Pude ganar experiencia de vida”. Rodrigo
asegura que eso era lo que más le faltaba para coger la carrera por las astas, y
así, al año siguiente, se reincorporó con otra promoción y le fue mucho mejor.
Actuar y producir
“Un buen actor de teatro debe tener paciencia, empatía, voluntad
a prueba de todo y saber decir que no a algo que vaya en contra de lo que
piensa o hace”, asegura Rodrigo. “Mientras que un buen director teatral debe
poder guiarte de la mano sin necesidad de hacer tu trabajo, darte tu espacio,
siempre inspirarte a través de su imaginación y que trabaje con la imaginación
de ambos”. Además de actuar, Rodrigo estuvo involucrado en la producción
ejecutiva de algunas puestas en escena. “En las diferentes producciones en las
que pude participar como actor, notaba muchas veces que no valorábamos o
ignorábamos el trabajo de los
productores. Entonces pensé que sería una buena idea trabajar la empatía y desarrollarla al dedicarme a la producción, porque
podría ponerme en el lugar de las
personas que tenían que conseguir las cosas, en base a una estética, un tiempo,
un presupuesto”.
Y al mismo tiempo, Rodrigo aprendía cómo negociar con los
otros rubros (director, escenógrafo,etc), porque considera que es fácil para
los actores y actrices pecar al pedir
algún elemento sin analizarlo primero. “Podemos ser capaces de pedir a un
productor, por ejemplo, un abanico antiguo y creer que este va a llegar mañana”,
advierte. “¿Es realmente necesario solo porque yo lo quiero? ¿Se puede
conseguir? ¿Hay presupuesto? No todas las actrices y actores son así,
obviamente Sin embargo me topé con casos que mostraban una cara frente a una
productora o productor, pero luego hablaban mal. La producción me puede ampliar
los conocimientos del ambiente artístico en el que me desempeño y también
ayudarme en mi profesión como actor. ¿Cómo? Bueno, ya sé dónde conseguir muchas
cosas sin que te cueste tanto. Ya sé que hay variados gastos y trámites y
condiciones que hacen que tu pago se dé en cierto tiempo. Ya sé que hay circunstancias que van más allá de ti o del
productor y que provocan una sala vacía. A muchos actores y actrices nos
importa y hasta preocupa que una sala tenga un público constante y salas que
puedan estar llenas. Ya sé más, pero falta mucho. Siento que me complementa el
saber de producción”.
Al encargarse de la producción ejecutiva, Rodrigo entra de
lleno en su labor. “Desde conseguir los permisos de un autor, hasta ver los
auspicios; a veces me involucro en la producción ejecutiva y en la general,
dedicándole los pocos conocimientos que tengo como actor, y con el pasar de algunos
años, ya sé con quien contar para determinada necesidad para la obra”. No niega
que el trabajo del productor es ingrato. “Voy como dos años en la producción
ejecutiva y sigo participando como actor
en producciones en las que veo que a los actores aún nos falta mucho para empatizar.
Y es irónico, porque en nuestro trabajo nos ponemos en los zapatos de otro en
escena, pero en la realidad no necesariamente sucede. Así como los actores y actrices,
que ensayan y dedican hasta horas en la investigación de sus personajes,
también la labor del productor dedica muchas horas. Es mucho estrés, a veces no
tienen muchas manos o la comunicación correcta con la dirección o con los
actores o el resto del equipo”.
Los niños, los adultos y el teatro
Nominada como mejor montaje para niños, Historia de un círculo de tiza (2019), con la dirección de Ismael Contreras del colectivo
Palosanto, tuvo entre sus intérpretes a Rodrigo. “Yo siempre he sentido que me divierten
l@s niñ@s. Me gusta recibirl@s en mi cotidiano, hacerl@s reír, bromearles,
aconsejarles o simplemente hacerles muecas para que sonrían. Amo la idea de ser
papá en algún momento. Creo que ya tengo algo ganado con solo desearlo, pero
faltan más logros y un contexto idóneo que se dará. Estoy seguro”. Eso sí, para
participar en montajes familiares, él debe convocar a su niño interior, es
decir, tratar de ver qué es lo que de niño le gustaría ver de sí mismo en escena.
“Soy muy inocente, me sigo sorprendiendo de cosas que el mundo ya ve como
cotidiano, desde las flores, un ladrillo, hasta el color de una gigantografia
cualquiera”, reconoce Rodrigo. “Busco sorprenderme con varias cosas, porque si
no convoco a mi niño interior, entonces no puedo disfrutar el proceso como
quisiera; pero en todo caso, siempre trato de buscar la atención del l@s niñ@s
del público”.
Sobre el maestro Ismael Contreras, Rodrigo manifiesta que “como
director se nota que sabe lo que no quiere. Eso sí me queda claro. Él es de los
directores que si no atinas a lo que busca, entonces es capaz de decirte cómo
hacerlo; él tiene una manera específica de decir el texto, con la que le
encuentras matices que no te esperabas. Tiene un énfasis interesante en el uso
de la palabra”. Es conocido el manejo de los niños durante las funciones del
colectivo en el Centro Cultural CAFAE. “Los chicos intervienen y yo sí me
divierto con la improvisación, pero hay un límite, pues si no se sabe usar
puede convertirse más en un obstáculo que en un aporte, hay que saber guiarlo
con ritmo y objetivo ”. Otra gratísima experiencia en teatro para niños fue La
leyenda del pájaro flauta (2017) de Sara Joffré, con la dirección de Sofía Rebata.
“Podías jugar con romper la cuarta pared, y además el código del teatro negro
me asombraba, lo que veía me llenaba mucho de vida”.
Rodrigo fue afortunado de haber conocido a diversos artistas
que fueron cultivando su talento. “Por ejemplo, Jorge Villanueva me hizo pensar
que podía tener potencial para el drama”, precisa. “Él me enseñó en el TUC en
quinto ciclo. Me dio el monólogo de un personaje que hacía que su hermano se
pusiera en sus zapatos, para que entienda por qué asesinó a su madre, y fue
porque esta se lo había pedido, ya que estaban persiguiéndolos y ella se
consideraba un lastre para su huida, entonces le pidió que la ahogara entre sus
brazos, mientras intentaban cruzar el río. Fue duro el proceso y lloré mucho.
Pero fue enriquecedor”. Rodrigo no recuerda qué obra era, pero sí recuerda que logró
cosas que pensó no podía lograr. “Chela de Ferrari es también una referencia de
sencillez. Cuando te dirige te da imágenes y cuando tu propuesta no es la que
ella quiere, entonces la va guiando a su manera. Aprendes de su paciencia. Es
un placer el ser dirigido por ella, porque te cuida como actor y, sobre todo,
como persona”. Rodrigo tuvo una breve participación en la notable temporada de
La cautiva (2014).
La historia de Xauxa
Cesar Golac, premio del público Oficio Crítico 2019 a mejor
dirección por Xauxa, vio primero a Rodrigo en un pequeño avance de un curso
hace varios años y posteriormente, en una muestra de danza contemporánea que
honraba a la comunidad LGTB. “De ahí me pasó la voz para una creación colectiva
que se llamó Siberia (2015), un proyecto independiente, sensible y muy bello".
Años después llegó este espectáculo sensorial en donde se fusionaron teatro,
canto, danza, video y música en vivo llamado Xauxa, con los personajes de la
tunantada dejando caer sus máscaras para contarnos sus testimonios de
corrupción, discriminación y violencia tan actuales en nuestro país. “Como
director, Cesar es como un amigo, una madre, es alguien que se esfuerza en llegar
a ese detalle que él quiere”, asegura Rodrigo. “Pero si no lo logras, te
frustras con él, lo acompañas en la frustración y él te lleva de la mano”.
Además, afirma que Golac dispone de hermosas imágenes poéticas para dirigir,
así como un entrenamiento en actuación y danza. “Su comunicación gestual es muy
precisa”, continúa. “Yo, por mi poca experiencia, trato de adaptarme a los
códigos que él tiene para dirigirme, no es tan conceptual, con sus gestos te
puede llevar hacia lo que él quiere, en los procesos construye su dramaturgia
de una manera muy poética”.
Golac utilizó múltiples maneras para guiar a sus actores en
sus respectivos procesos. “Un ejercicio constaba en que escribíamos un texto
para nosotros mismos en base a estímulos
poéticos y sonoros”, comenta Rodrigo. “Es un director que trabaja con música,
poesía, danza contemporánea y al mismo tiempo, con los bagajes actorales que
puedas tener, él es una persona muy sensorial”. Los textos de Xauxa, llenos de
lirismo y que a la vez desprendían mucho dolor y frustración, fueron de creación
compartida. “Nosotros aportamos el material. Eran testimonios basados en hechos
reales y, además, brindamos nuestras interpretaciones y César los escribe,
entonces lo que mi personaje dice es algo que ha sido construido por Cesar, es
decir, las palabras que están ahí son suyas, pero la inspiración ha sido manejada
en base a lo que ha visto en nuestro trabajo”.
El público y los proyectos
“Creo que hay dos cosas que tomar en cuenta para entender la
escasez de espectadores”, señala Rodrigo. “Primero, se debe contextualizar lo
que está sucediendo, viéndolo desde el punto de vista empresarial: hay mucha
oferta, y eso es paja, hay muchos actores, hay muchas obras, pero no está
cambiando la demanda, el público se está distribuyendo entre varias opciones”.
Acaso todo sea debido a que estamos careciendo de una formación de públicos.
“Puede que nos duela, pero si no se forma público con ayuda de entidades,
ministerios, con estudios serios, entonces vamos a tener esta crisis por muchos
años. Es bien cierto que desde hace años, un partido de fútbol puede cancelar
una función, porque hay mucha gente que prefiere quedarse en su casa. Debemos
buscar una manera de fidelidad del público hacia el teatro. Por otro lado , lo
segundo es importante: considerar el marketing. Se cree que todo se basa en
prensa, y no es así, podemos buscar un lugar en un medio de comunicación como
El Comercio, pero el marketing hará que tu producto llegue a una mayor cantidad
de personas, en medio de un mercado de producciones teatrales”.
Rodrigo se prepara para iniciar su primer proyecto para este
año. “Es mi tercer taller de construcción del personaje, que le llamo Écuta”,
comenta. “Durante cinco semanas, a través de herramientas actorales, ejercicios
físicos y vocales, improvisaciones y referencias artísticas (como las pinturas
del famoso Rembrandt) crearemos personajes que se desenvolverán en escenas
dramáticas y cómicas”. El taller está dedicado para jóvenes y adultos que
tengan experiencia actoral o estén en formación. “El fin de este taller es
construir un personaje que muestre una voz, una fisicalidad y una conducta
diferentes de la del interprete con lo que se le brinda al alumno una
experiencia que motive su versatilidad para futuros trabajos profesionales; asimismo,
entre las herramientas actorales del curso, se he desarrollado y creado una
llamada 'esculturización' con el fin de brindarle al estudiante una
exploración más a detalle de su trabajo físico y vocal; baso esta herramienta
en el arte del esculpir. Quiero contar con ocho alumnos para asegurar un
trabajo de calidad en poco tiempo. Ahora solo quedan tres vacantes”, concluye.
Sergio Velarde
26 de enero de 2020
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