“La necesidad despierta la creatividad”
Son pocos los artistas que toman el enorme riesgo de apostar
por un espacio propio para presentar sus proyectos escénicos. Uno de ellos es
Gerardo Fernández, ganador del premio del jurado de Oficio Critico 2018 por su
trabajo de dirección en Chami y la Ciudad Dorada, una divertida puesta en
escena familiar estrenada en su propio local, el Teatro Esencia de Barranco. “Empecé
de manera casual a los ocho años, porque tengo un tío que hace teatro, pero de
parroquia”, recuerda Gerardo. “Me invitaron a hacer un personaje pequeño, pero
que gustó: posteriormente llegó Reynaldo Arenas, maestro de mi tío, que me
invitó a participar en una obra en el antiguo TAPS de la universidad Garcilaso
de la Vega en la Facultad de Psicología; yo llegué para ser ensamblé y terminé haciendo
uno de los personajes importantes”.
Primeros directores
Gerardo tuvo a Carlos La Torre de Tiza Taller como uno de
sus primeros directores. “Era la época en la que se trabajaba en el Teatro Real
de San Isidro o en el Teatro Auditorio Miraflores, donde estrenaba obras Tito
Salas”, nos cuenta Gerardo, quien posteriormente estaría en el elenco con otra productora de teatro infantil, Alberto Loli y Vilma Loli (ALVI TEATRO ARTE) junto
a amigos actores como Mari Pili Barreda, Erika Stockholm y Silvestre Ramos. “Con
Alberto entro a actuar en el Británico de Miraflores”.
Pero el interés de Gerardo por la dirección vino a raíz de
llevar un taller que llevó para actualizarse, ya que había abandonado el teatro
un tiempo para trabajar en el Misterio de Salud en el Área de Comunicaciones.
“Yo estudié Comunicaciones, pero decidí entrar a un taller en la Asociación
Cultural D’Art con Henry Gurmendi”. Relata Gerardo que Henry enferma y le pide
el favor de reemplazarlo en una de sus clases. “Hicimos una obra que yo dirigí,
Jesucristo Superstar, que la vio Ricardo Bonilla (Timoteo) y quedó admirado”. A
pesar de haber sido esta una obra amateur y convocado para trabajar de chef,
Gerardo fue invitado por Gurmendi y su padre para trabajar con ellos en D’Art.
“Me quedo siete años dirigiendo obras amateurs, ganado un premios con los
chicos, para posteriormente entrar a estudiar Dirección con Jorge (Coco)
Chiarella en Aranwa”.
Un espacio propio
En 2010, Gerardo abre Teatro Esencia en su propia casa, un
íntimo espacio para presentar sus trabajos teatrales. “Yo tenía una idea
diferente a la postura de la escuela en la que estaba trabajando: me decían que
tenía que salir para que vean mi trabajo y yo decía que no, que la gente venga
a mi casa y vea mis trabajos". A pesar de todo, hizo caso y estrenó El extraño caso del Dr. Jekyll
y Mr. Hyde en el ex teatro Julieta, y no resultó. "Porque no confié en mí
mismo, en mi trabajo e intenté quedar bien con lo que creía debía ser y
conmigo, pero esa fórmula no me funcionó; así que luego de un fracaso y una deuda
muy grande, tocó levantarse, rehacerse y me di cuenta que mi pequeño espacio
era grande, escribí una pequeña historia musical llamada RENACER, y con ella decido comenzar a creer en mi trabajo, a prepararme cada día más, a ser consciente de
detalles; el público que fue le encantó, pero aún había mucho por aprender, y
así comenzó todo, de un gran fracaso, desperté y decidí creer en mí", afirma
Gerardo, quien comenzó a dirigir de manera profesional en su propio escenario.
“Soy terco, así que me quedé en mi sala a trabajar; al Británico le gustaron
mis obras, y me las pidieron para sus auditorios descentralizados, de ello ya
más de 7 años y seguimos trabajando. Ellos me decían que cómo puedo hacer
espectáculos en un espacio tan pequeño, yo les contestaba que la necesidad
despierta la creatividad”.
El querer hacer algo distinto y la necesidad de crear sus
propios textos fueron la motivación de Gerardo para entrar a estudiar
Dramaturgia en el Centro Cultural de España, con los destacados Josep María
Miró y Alberto Conejero. “Fue bien interesante y aprendí a contar mis propias
historias; es un proceso, yo he ido creciendo y preparándome también”. Así
llegó Bagdad (2018), una versión libre y moderna de Las mil y una noches, que
denunciaba la intolerancia y la violencia en el ser humano. Luego llegó la
mencionada propuesta de teatro infantil, que debía cumplir con algunos
requisitos. “Tenemos que enganchar al público infantil con la historia, se
necesita que la obra tenga movimiento y color, y el ritmo siempre tiene que
acelerar”. Para Gerardo, todo teatrista debe tener tres cualidades
indispensables: pasión, disciplina y humildad. Especialmente la última, porque
“tenemos que aceptar que lo que tenemos en nuestra cabeza a veces ni funciona y
un actor no es una marioneta”.
La ciudad sin identidad
“Chami y la Ciudad Dorada nace de una sensación sobre los adolescentes
que venían con casos de bullying y discriminación”, explica Gerardo. “Tuve
ganas de escribir algo sobre una niña andina, porque todos conocen a los héroes
de Marvel y DC, pero nadie conoce a los héroes peruanos”. Para Gerardo, es
tiempo de empezar a valorar lo nuestro, porque somos una mala copia de la
sociedad norteamericana, por ejemplo, aquellas costumbres invernales navideñas
que tenemos siendo un país con clima cálido en diciembre. “Estamos perdiendo de
vista lo nuestro, así que creé personajes como la vicuña que está harta que se
le confunda con una llama y el cóndor al borde del colapso, porque su mundo se le
viene abajo”.
La oportuna metáfora estaba servida, con respecto a la
Ciudad Dorada de la historia. “Nuestro Perú es como esa ciudad, que va
perdiendo su identidad, costumbres, formas, dialectos y cultura”, asegura
Gerardo. “Por ejemplo, el villano de la historia es Adolph, que quiere acabar
con el pasado, porque sin recuerdos la historia es manipulable y así puede
poder tener a todos cubiertos con su propia visión de las cosas”. Alcanzaron a
ver la obra muchos niños en situación de riesgo, apoyados por ONGs y hogares
para niños abandonados, y para alegría de Gerardo lograron entender el tema, a
través de la risa y diversión que transmitía la obra. “La sinceridad de un niño
no tiene filtro, te dice lo que siente en el momento; además, es importante que
reconozcan el peligro y sepan cómo resolver los problemas. Pero esta historia
no hubiera sido posible sin el arte de mis actores, Miluska Eskenazi, Elihu
Leyva, Katherina Sanchez, Luis Golding y Jorge Gestro: ellos al igual que yo,
somos seres que creemos que el Arte moverá al mundo y damos lo mejor de
nosotros para lograrlo".
Secuelas y proyectos
Gerardo ya viene preparando la segunda parte de la trilogía
de la niña andina, titulada Chami y los Medallones del Tiempo, y además, un
curioso proyecto con sus alumnos preadolescentes. “Estoy armando un elenco para
que ellos cuenten sus historias y problemáticas para otros preadolescentes,
porque las obras en general están dirigidas o para los niños o para los
adultos”. Gerardo siempre considera para sus espectáculos, las recomendaciones
de uno de sus más grandes maestros Coco Chiarella, para el manejo del texto.
“El teatro es teatro, se busca ser natural y orgánico, pero el teatro nunca es la
vida cotidiana; existen otros tonos, porque la forma como se habla tiene que
generar emoción y sensaciones, no actuamos para los ojos, sino para el alma".
“Los espacios pequeños son el futuro de las salas
teatrales”, advierte Gerardo. “Seguimos dándole fuerza a nuestro pequeño espacio,
porque ya existen teatros grandes; el teatro es la oportunidad para poder ver y
descubrir, es un conducto y una herramienta maravillosa que te ayuda a reaccionar:
si toca fibra, cambiará pensamientos”, concluye.
Sergio Velarde
3 de febrero de 2019
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