Lo que ocultan las máscaras
César Golac es un joven actor y director que viene
desarrollando una interesante carrera teatral, interviniendo en propuestas
comprometidas, reflexivas y consecuentes con sus propias ideas, que buscan
retratar, cada una a su particular manera, la difícil situación por la que atraviesa
nuestra sociedad. Así lo vimos como actor en N.A. Ninguna de las anteriores (2008-2017)
de Mario Ballón, una valiente puesta en escena con tintes performáticos sobre
la identidad sexual; en La humilde dinamita (2016), conmovedora historia
ambientada en las épocas más oscuras de nuestra lucha interna; y en Sirenas y pesebres (2018), relato con mensaje incluido dirigido a toda la familia, inspirado
en un cuento de José Watanabe, utilizando poemas andinos y por el que ganó el
premio como mejor actor de Teatro para la infancia por Oficio Crítico. Su
última propuesta llegó al Galpón Espacio en diciembre del 2017, titulada
simplemente Xauxa, una creación colectiva bajo sus propios concepto y dirección
general, que no desentonó con la utilización que viene haciendo de las artes
escénicas como un lúcido medio de comunicación.
Declarada como Patrimonio Nacional, nuestra tunantada fue
el baile elegido como contexto para el montaje de Golac, una danza de vistosas
máscaras satíricas que se luce especialmente cada 20 de enero durante las
festividades en Jauja, ciudad conocida también según cronistas como Xauxa, que
hace referencia a su vez a un grupo étnico de épocas preincaicas. Pero Xauxa
también representó alegóricamente en la
puesta a la dura resistencia de nuestros antepasados frente a la represión y a
la conquista por parte de los españoles, traducida en una violencia que nos
alcanza hasta nuestros días. Y fue así que, luego de ser recibidos por una
enmascarada pareja presidencial, asistimos a una representación del mencionado
baile, con bailarines que iniciaron su ritual acompañados por música en vivo y
que incluían a la astuta María Pichana, a la mestiza Jaujina, a la fina
Huanquita, al curaca Chuto y al chamán Auquish. Mientras las máscaras caían y
las falsas identidades se revelaban una a una, los monólogos de cada uno de los
actores fueron iniciando, con historias independientes acerca de terribles actos
de corrupción, discriminación y violencia que ocurren día a día en nuestro
país. En ese sentido, la labor en conjunto de Alana La Madrid, Briscila
Degregori, Katya De los Heros, Gonzalo Talavera y Rodrigo Rodríguez fue precisa
e impecable.
Producida por Andrea Fernández y el grupo cultural La Casa
de Tespis, así como dedicada en homenaje a las víctimas recientes de
feminicidios, la puesta en escena de Xauxa logró orgánicamente conjugar danza,
teatro y música, con una gran riqueza simbólica y una oportuna utilización de
video que sumaba a cada secuencia. Acaso el inicio, con falsos arranques que
lucían algo reiterativos, pueda afinarse. Acaso el buen apoyo corporal de Darill
Silva y David Serván pudo aprovecharse aún más. Acaso en determinados momentos,
la misma tunantada perdió un poco de protagonismo durante algunos de los
viscerales testimonios de los personajes. Pero todos son reparos muy menores: la
ya anunciada reposición de Xauxa para este año promete ser uno de los proyectos
teatrales más sentidos, provocadores y contundentes de la temporada, con una impactante
carga sensorial y que consolida la sugestiva carrera de Golac como uno de
nuestros teatristas más intensos y completos.
Sergio Velarde
3 de enero de 2019
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